miércoles, 10 de abril de 2013

"Mataron al poeta, le inyectaron aire", declaró la enfermera de Neruda

EN ISLA NEGRA. Arce, Neruda y su esposa Matilde Urrutia.
EN ISLA NEGRA. Arce, Neruda y su esposa Matilde Urrutia
Neftalí Reyes, más conocido como Pablo Neruda, fue exhumado el lunes 8 de abril de su tumba frente al mar de Isla Negra, ante la atónita mirada de los chilenos que a 40 años de su muerte no se convencen de las contradicciones que asoman sobre su deceso, el 23 de septiembre de 1973, doce días después del Golpe de Estado. Hasta ahora, la versión oficial aceptada por todos era que el Premio Nobel de Literatura 1971 falleció de un cáncer de próstata agravado por la insurrección militar que derrocó al gobierno del presidente socialista Salvador Allende. Pero Eduardo Contreras, abogado del Partido Comunista que presentó el año pasado una querella por asociación ilícita y homicidio del autor de las "Odas elementales", contó a la prensa que en mayo de 2011 recibieron el testimonio de Manuel Araya, chofer de Neruda, y "nos convencimos de que su versión era verdadera".

Declaraciones de una enfermera 

"Mataron al poeta, le inyectaron aire", fue el comentario que corrió por los pasillos de la Clínica Santa María tras conocerse el deceso de Pablo Neruda, declaró ante el juez Mario Carroza, una de las ex enfermeras del recinto asistencial. El abogado Eduardo Contreras explica que entre aire y gas "no hay mucha diferencia para la época" y recordó que ya estaba en Chile el doble agente de la CIA y la DINA, el norteamericano Michael Townley, en cuya casa en Chile el químico Eugenio Berríos experimentaba con gases para inocular en opositores a la dictadura militar (1973-1970). Berríos aparece involucrado en la muerte del ex presidente Eduardo Frei Montalva en la misma Clínica Santa María, en enero de 1982.

Pero Contreras también apuntó a las contradicciones sobre su muerte. De acuerdo al certificado de defunción extendido por los médicos de la clínica, Neruda murió de una caquecsia producto del cáncer a la próstata, pero el 24 de septiembre la prensa informó que el Premio Nobel de Literatura 1971 falleció de un infarto producto de un calmante que le inyectaron. La Clínica Santa María no ha entregado la lista de funcionarios que trabajaban en esa época en el lugar ni tampoco tiene la ficha médica del vate. Lo mismo ocurre con la Clínica Alemana, donde el poeta se hacía los chequeos médicos. Pero además, el médico Sergio Drapper, contó a la prensa en marzo de 1975 que él fue la última persona que vio a Neruda y que ordenó le colocaran Dipirona para calmar sus dolores

Sin embargo, después alude a otro médico Price, quien no aparece en registros médicos. Finalmente, una sobrina de Matilde Urrutia, la esposa de Neruda, concurrió a declarar voluntariamente para reconocer que Neruda la visitaba frecuentemente, lo que no se condice con que el poeta estuviera moribundo, apuntó Contreras. La serie de contradicciones llevaron al juez Mario Carroza a ordenar la exhumación de los restos de Neruda para constatar si hubo intervención de terceros, si hay presencia de sustancias químicas. Para Contreras, si aún por los traslados no pudieran encontrarse evidencias físicas, ellos continuarán con la acción judicial porque, a su juicio, hay presunciones fundadas de que "el poeta fue asesinado".

El testimonio del chofer

Por su parte, Manuel Araya, chofer de Pablo Neruda en el último año de su vida, declaró a la prensa sentirse "orgulloso de haber llegado a esta meta que me propuse, que me costó mucho dolor y una pena que no he podido superar por este crimen tan alevoso del Premio Nobel". Hoy, con 66 años, Araya dio la alarma de que el poeta no había muerto como consecuencia del cáncer a la próstata que lo aquejaba y que lo obligó a dejar su puesto de cónsul en París y regresar a Chile para terminar su libro "Confieso que he vivido".

De extracción humilde, conoció a Neruda a los 14 años como militante de las Juventudes Comunistas pero sólo a los 26 fue destinado a ser su guardaespaldas y chofer. Aunque durante mucho tiempo contó que al poeta lo habían matado, sólo hace dos años su versión se hizo creíble a la luz también de otras extrañas muertes ocurridas bajo la dictadura militar (1973-1990). "En este momento me siento orgulloso de haber llegado a esta instancia, de que me hayan escuchado, pero tengo mucha pena todavía y espero superarla en los próximos 90 días que es lo que van a demorar los resultados" de la nueva autopsia a Neruda tras la exhumación que se va a hacer el lunes 8 de abril, señaló desde su casa en San Antonio, el puerto ubicado a 100 kilómetros de Santiago. "Me siento orgulloso del privilegio que tuve de trabajar con Pablo Neruda, un Premio Nobel, que a muchos les hubiera gustado estar cerca de él, porque era un hombre muy simpático e inteligente y me hubiese gustado que las nuevas generaciones aprendieran más de su legado", añadió.

Aspira a que nazca otro Neruda, "este niño que no es de plata y que llegó a esta altura tan grande, que a los 17 años abandona su pueblo de Temuco y busca nuevos horizontes. Yo creo que van a pasar muchos escritores, poetas, pero como Neruda tan inteligente, que no dejó a nada que no le escribió, al árbol, al aire, al mar, al caldillo de congrio. Me emociona el tema de Neruda, tuvimos una relación muy cerca. Como de padre a hijo, me aconsejó mucho. Yo también soy hijo de campesino y no soy de plata", dice con voz quebrada.

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