miércoles, 29 de abril de 2020

Graban una colonia de mariposas monarca desde dentro con un dron disfrazado de colibrí

En las montañas de México, un colibrí espía se aventura en el corazón de una impresionante colonia de mariposas monarcas.

 

Fármacos contra el coronavirus para todos: el acceso a la salud, en el punto de mira

Varios tratamientos y vacunas contra la COVID-19 en fases más avanzadas podrían tener licencias exclusivas, lo que pondría en riesgo el correcto suministro y unos precios asequibles. La pandemia vuelve a poner sobre la mesa las críticas al actual sistema de patentes. 

Hospital instalado por Médicos Sin Fronteras para tratar enfermos de COVID-19 en Alcalá de Henares, Madrid. La ONG es una de las más activas reclamando la accesibilidad universal de los fármacos y vacunas contra el nuevo coronavirus. / Foto: Olmo Calvo /MSF
Desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, centros de investigación públicos y privados de todo el mundo libran la carrera por una vacuna y un tratamiento eficaz. Mientras sus científicos investigan, organizaciones internacionales reclaman que los medicamentos que se desarrollen sean accesibles para todo el planeta.

Ya se están dando los primeros pasos. El viernes 24 de abril se acordó una colaboración mundial entre la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Comisión Europea y otras organizaciones como la Fundación Bill y Melinda Gates, denominada Access to COVID-19 Tools (ACT) Accelerator, para acelerar el desarrollo de diagnósticos, medicamentos y vacunas contra la COVID-19 y asegurarse de que serán accesibles para todos los países.

“El reto consiste en acelerar y armonizar los procesos para garantizar que, una vez que los productos se consideren seguros y eficaces, puedan llegar a los miles de millones de personas del mundo que los necesitan”, expresó la OMS en un comunicado. Sin embargo, experiencias pasadas demuestran que “incluso cuando se dispone de instrumentos, no han estado al alcance de todos”.

El 4 de mayo la Comisión Europea comenzará una campaña para reunir 7.500 millones de euros destinados a este proyecto, según explicó el pasado viernes la presidenta, Ursula Von der Leyen.

Los tratamientos
Como atajo para dar con un tratamiento contra la COVID-19 se busca el reposicionamiento de fármacos que ya se utilizaban para otras dolencias y pueden ser eficaces contra el nuevo coronavirus. Tienen la ventaja de que su seguridad y perfil de toxicidad ya se conocen y el proceso se acelera.
Uno de los proyectos más destacados es SOLIDARITY, un megaensayo de la OMS que probará cuatro de los tratamientos más prometedores: Remdesivir, cloroquina e hidroxicloroquina, una combinación de Ritonavir/Lopinavir y Ritonavir/Lopinavir más Interferón Beta.

El que parecía más potente es Remdesivir, un fármaco de la empresa farmaceútica Gilead que posee su patente en más de 70 países y que podría bloquear la entrada de génericos hasta el año 2031, según la organización Salud por Derecho, fundación sin ánimo de lucro por la salud universal.

Vanessa López, directora de Salud por Derecho, alerta a SINC del peligro de esta situación. “Si solo una compañía tiene la patente podríamos encontrarnos con problemas de suministro y precios abusivos”, añade López. “Serán millones de personas las que necesitarán el medicamento”.
Javier Padilla, médico de atención primaria y autor del libro ¿A quién vamos a dejar morir?, sostiene que su patente podría limitar el acceso, y coincide con López: “Puede ser un problema porque tendrán una baja capacidad de sostener la demanda en términos de producción del medicamento, y por la fijación del precio”.

De hecho, Gilead reconoció el mes pasado que no podía hacer frente a la demanda de Remdisivir que se estaba produciendo por el uso compasivo de este medicamento en Europa y Estados Unidos, es decir, su utilización en pacientes de COVID-19 al margen del ensayo clínico.

Salud por Derecho, junto a un centenar de organizaciones civiles, escribió a finales de marzo una carta a la compañía pidiéndole que “reconozca plenamente la escala y las consecuencias potenciales de perseguir derechos exclusivos en lugar de permitir el aumento de la producción y el suministro asequible de Remdesivir durante esta pandemia" y le instaba a poner a disposición pública todos los datos y conocimientos de sus ensayos.

Los planes para desarrollar un tratamiento con Remdisivir parecen sufrir baches. Un documento que filtró la OMS por error y del que se han hecho eco varios medios reveló que uno de los grandes ensayos que lo probaba en China no mejoraba el estado de los pacientes y mostró efectos secundarios. Ese ensayo terminó antes de tiempo, explicó la farmacéutica en un comunicado, pero otros siguen en marcha.

Remdesivir es uno de los fármacos candidatos como tratamiento contra el nuevo coronavirus. / Adobe Stock

Las patentes
La cloroquina e hidroxicloroquina son medicamentos genéricos contra la malaria, mientras que la combinación Ritonavir/Liponavir sí tiene patente en 39 países de la farmacéutica Abbvie bajo el nombre comercial Kaletra. Esta compañía anunció que podría renunciar a los derechos si se llega a comprobar su eficacia, tal y como informó Financial Times.

Otro fármaco prometedor que ya se está utilizando para el manejo de la infección respiratoria, como informa la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), es Tocilizumab.“Su patente expiró en 2017, aunque aún no tiene biosimilar [fármaco comparable al medicamento innovador de referencia una vez que la patente ha expirado] lo que podría dificultar que hubiese un suministro rápidamente”, añade López.

No es la primera vez, ni será la última, que se cuestiona el sistema actual de patentes en la industria farmacéutica.

Según explica a SINC Consuelo Giménez, profesora titular de Enfermedades Tropicales y Salud Global de la Universidad de Alcalá (UAH), “las patentes son un derecho exclusivo que otorga cada Estado a los inventores, para que puedan explotar comercialmente sus invenciones por un tiempo determinado dentro de ese Estado de manera que, una vez venza el plazo de la patente, cualquiera la pueda reproducir libremente”.

Esta exclusividad sobre una invención o tecnología suele ser un mecanismo para estimular la innovación. Sin embargo, Giménez cree que “hay límites” en este modelo. “El derecho de patente de un particular no puede convertirse en un obstáculo que dificulte la atención de la emergencia”.

Las vacunas
En una situación similar a la de los nuevos tratamientos se encuentran las vacunas. Aunque a fecha 26 de abril ya había 89 candidatas, según la OMS, solo siete de ellas están en evaluación clínica.

La profesora Consuelo Giménez, que codirige el máster universitario en Acción Humanitaria Sanitaria de la UAH y Médicos del Mundo, recuerda que “el alto número de dosis de la vacuna que se precisa en una situación de pandemia hace difícil que puedan producirse por un solo laboratorio”.

“Previsiblemente también estarán protegidas por patente”, dice Vanessa López, por lo que se enfrentarían a problemas de suministro y precios. Además, añade, “en los últimos años el número de empresas que fabrican vacunas ha ido decreciendo, lo que supone una dificultad añadida”.

Por eso, multitud de organizaciones internacionales instan a los gobiernos a tomar medidas, ya que las más eficaces se deben hacer a escala de cada país.

Laboratorio de coronavirus del CNB-CSIC, en Madrid, donde se trabaja en el desarrollo de una  vacuna.
Laboratorio de coronavirus del CNB-CSIC, en Madrid, donde se trabaja en el desarrollo de una vacuna. / Álvaro Muñoz Guzmán / SINC
Las licencias abiertasUna de las soluciones que propone Salud por Derecho es que en los contratos de financiación que los estados están dando para la investigación de la COVID-19 “se incluyan cláusulas para que los resultados tengan precios que sean justos y que sean de licencias abiertas”, según explica la directora de la organización.

“Puesto que hay una gigantesca cantidad de dinero público invertido en estas vacunas y estos tratamientos, es necesario que no haya una licencia de exclusividad y pueda ser producida por diferentes compañías”, aclara.

Efectivamente, en el modelo actual de desarrollo de fármacos y vacunas se invierte dinero público en investigación, “y luego esos conocimientos se transfiere en exclusiva a compañías farmacéuticas para que los desarrollen y comercialicen, muchas veces a precios desorbitados”, recuerda López.
En la epidemia, España ha invertido casi 30 millones de euros para proyectos de investigación relacionados con el nuevo coronavirus, tal y como recoge la organización Salud por Derecho en un informe.

La vacuna de Inovio Pharmaceuticas, una de las que ya están en fase clínica, ha sido parcialmente financiada por la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI), una coalición público-privada fundada por Bill y Melinda Gates que tiene como objetivo acelerar el desarrollo de vacunas en epidemias.

Licencias obligatorias para asegurar el suministro
Otra de las medidas propuestas es la de licencias obligatorias. “El Estado puede emitir de inmediato un decreto ejecutivo sometiendo la patente, o la solicitud de patente, a licencia obligatoria con el fin de que la invención sea explotada por una entidad estatal o por terceros”, declara la profesora de la UAH.

Estos decretos se pueden llevar a cabo en circunstancias de emergencia para buscar el bien común, como la epidemia actual, y a la compañía se le reconoce su favor con un pago o ‘royalties’.

Hernán Núñez, exdirector del Oficina Ecuatoriana de Propiedad Intelectual (IEPI/SENADI), declara a SINC que, “sin duda, la situación que estamos viviendo a nivel global a causa de la COVID-19 se enmarca dentro de esas circunstancias”.

De hecho, según recordó Salud por Derecho en una carta al ejecutivo español, “medidas como las licencias obligatorias o la producción pública de los medicamentos están recogidas en el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) y podrían llegar a ser empleadas por el Gobierno para asegurar el abastecimiento y los precios no abusivos de los medicamentos necesarios para la protección de salud en esta epidemia”.

Medidas globales y coordinadas
“Las licencias obligatorias ya han tenido éxito en otras ocasiones. Por ejemplo, países como Zimbabwe y Eritrea concedieron patentes sobre antirretrovirales contra la infección por VIH y lograron una reducción de los precios de los medicamentos”, explica Núñez.

Varios estados ya están tomando medidas para asegurar la accesibilidad de los medicamentos en esta pandemia, como Israel, que ha emitido una licencia obligatoria para poder importar el fármaco Kaletra desde países donde haya expirado la patente, como India.

Sin embargo, Yuanqiong Hu, asesora legal de la campaña Acceso de Médicos Sin Fronteras (MSF), alerta a SINC de que es necesario que las medidas se pongan en marcha de forma mundial y coordinada.

“Cualquier tratamiento o vacuna puede convertirse en un recurso escaso. Los países ricos podrían almacenar cualquier recurso disponible y dejar a los países con capacidad limitada con las manos vacías”, declara.

“La escala y el impacto no tienen precedentes y requieren el rápido establecimiento de una producción y un suministro diversos, suficientes y coordinados a nivel mundial para cualquier tratamiento o vacuna que salga de las compañías farmacéuticas. Confiar en una sola empresa solo dará lugar a más tragedias y comprometerá el control de la pandemia”, insiste.

Núñez opina que las empresas también tienen que poner de su parte. “Las compañías deberían adoptar medidas para abrir sus tecnologías patentadas, datos, conocimientos técnicos y líneas celulares necesarias para el desarrollo de la producción”, añade.

En este sentido, Costa Rica solicitó en marzo a los estados miembros de las Naciones Unidas la creación de un fondo común que recopile los derechos sobre los datos y tecnologías útiles contra la pandemia, y que ha sido apoyada por decenas de organizaciones en una carta a la OMS, incluida Salud por Derecho y el exdirector del IEPI.

Además, un estudio del que se hizo eco MSF ha estimado el coste de producción de los fármacos que se están estudiando y asegura que, si son eficaces, sería posible para las compañías producirlas a precios bajos y aun así obtener beneficios.

“Solo detendremos a COVID-19 con solidaridad”, dijo el pasado viernes Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS. “Los países, los asociados en la esfera de la salud, los fabricantes y el sector privado deben actuar juntos y velar por que los frutos de la ciencia y la investigación puedan beneficiar a todos”.

Fuentes:https://www.agenciasinc.es/Reportajes/Farmacos-contra-el-coronavirus-para-todos-el-acceso-a-la-salud-en-el-punto-de-mira

domingo, 26 de abril de 2020

Costa-Gavras: "¿Qué les habría pasado a los pacientes del Covid-19 si hubiesen tenido que pagar su atención hospitalaria en un sistema privado?"

El director de películas míticas como 'Z' o 'Missing' continúa en esta entrevista la reflexión sobre la respuesta de Europa a las grandes crisis que iniciara en su última película, 'Comportarse como adultos'

El director de cine francés de origen griego Costa-Gavras. REUTERS
Anda Costa-Gavras (Atenas, 1933) atareado con el tiempo. El confinamiento le tiene bloqueado en el presente, como a todos, pero pendiente del pasado e inquieto por el futuro. Dice que visita, ahora que está varado en su casa, buena parte de sus archivos, sus películas, sus memorias... "Me deshago de todo aquello que vivió su momento de necesidad, encanto, e incluso pasión, pero que ahora, con el paso del tiempo, han perdido su atractivo", dice. Su última película 'Comportarse como adultos' (2019) contaba los más vertiginosos y difíciles días de Grecia: la crisis de 2015 en la que el país de sur de Europa estuvo a punto de quedarse fuera de, en efecto, Europa. De paso, la cinta reflexionaba ni más ni menos sobre lo que ahora más le ocupa y preocupa: el tiempo, el tiempo de, precisamente, Europa, sobre su pasado, su presente y su futuro. Ahora, con el coronavirus de cuerpo presente y con las dudas de la Comisión Europea, vuelven a surgir las mismas preguntas.

Pregunta. ¿En qué cree que se parece la crisis descrita en su última película con la crisis que está provocando la pandemia en Europa?
Respuesta. De momento, son diferentes. Pero en cuanto desaparezca la emergencia sanitaria que espero que sea pronto, estaremos ante un gigantesco problema de deuda. Y ahí ya sí serán dos crisis gemelas. Entonces estaremos ante una crisis económica y humana. Y es entonces cuando la cohesión y la solidaridad europeas serán de absoluta necesidad. Entonces, cada miembro de la Unión Europea mostró un desinterés total en el pueblo griego en apuros. Y da la impresión de que esto se repite ahora frente a una crisis profunda con consecuencias desconocidas que está golpeando a los más pobres y que corre el riesgo de destruir los logros de nuestra sociedad. Los ministros europeos se reúnen para hablar... ¿de qué? ¿Hablan acaso de proteger a los más pobres? ¡No! Sólo hablan de dinero e incluso aquí son incapaces de ponerse de acuerdo. Los ricos quieren proteger los privilegios ricos. Me llama la atención que los Países Bajos dicten lecciones morales a los países del Sur y les insulten llamándoles cigarras cuando son los holandeses los que menos trabajan en toda Europa.

P. ¿Cree que Europa tiene ahora la posibilidad de redimirse tras la política de austeridad con la que se castigó a Grecia y al sur de Europa?
R. Sí, sería un buen momento para que Europa sacara a Grecia de la prisión de la deuda. Es más, los poderes europeos deberían dejar de colaborar y apoyar a los políticos griegos incompetentes y deshonestos que utilizan las ayudas que reciben para engordar para sus negocios. Incluso después de lo que hicieron en 2015 se oyeron después algunas disculpas. Pierre Moscovici [fue Comisario Europeo de Asuntos Económicos] y Jean-Claude Juncker [fue presidente del de la Comisión Europea] hablaron de falta de democracia y Jeroen Dijsselbloem [fue presidente del Eurogrupo] reconoció que se exigió demasiado a Grecia. Pero las excusas se las llevó el viento.
Sonaba más a la satisfacción del criminal y a la humillación con una sonrisa para la víctima. Se necesitan acciones y ésas no han llegado.

P. ¿Qué cree que han hecho bien gobiernos como los de Portugal o Grecia, el primero de izquierdas y el segundo de derechas, mucho mejor parados en la crisis sanitaria que el resto de Europa?
R. Queda claro que las medidas a adoptar no debía obedecer a una lógica ideológica ni electoral ni económica siquiera, sino científica. Pero todavía es pronto para juzgar nada. Probablemente se beneficiaron de decisiones tomadas con anterioridad en otros países. Y luego quizá cuente que son gente disciplinada y que, por lo general, los ancianos viven con las familias y no en residencias privadas.

P. ¿Qué es lo que más le ha sor- prendido y dolido de todo lo que está ocu- rriendo?
R. Lo que no me sorprende, me duele y resulta humillante es ver una vez más que es la población de ingresos modestos la que paga el precio más alto y que son ellos los que seguirán sufriendo después con la crisis económica que vendrá.

P. Usted ya ha visto a Europa en varias situaciones complicada con anterioridad. ¿Cree que éste es el peor momento de Europa desde la Segunda Guerra Mundial?
R. El horror de la Segunda Guerra Mundial es insuperable. Luego se soñó con un mundo mejor. Y fue así por muy poco tiempo. El fanatismo y el dogmatismo ganaron rápidamente. Actualmente estamos viviendo, a pesar del extraordinario progreso técnico e intelectual, un vertiginoso retorno de todos los extremismos. Y más específicamente al neoliberalismo.

P. ¿Teme un resurgir de los populismos y nacionalismos de extrema derecha ?
R. Espero que esta tragedia y la experiencia casi mundialmente compartida de un peligro mortal nuevo conduzca a una nueva reflexión sobre el futuro y la supervivencia de la sociedad humana. La extrema derecha ha triunfado varias veces en muchas partes del mundo y hemos visto y seguimos viendo los pésimos resultados. Vemos e incluso vivimos la rapacidad, la avaricia del neoliberalismo nacional y mundial.

P. ¿Hará lo que estamos viviendo que reconsideremos el valor de lo público?
R. Esta pandemia demuestra más que cualquier ideología o discurso la necesidad y la importancia ineludible de los bienes públicos : hospitales, investigación, educación ... Es decir, el valor de todo lo que no debe estar sujeto a la tiranía de la explotación y el beneficio. ¿Qué les habría pasado a los pacientes del Covid-19 si hubiesen tenido que pagar su atención hospitalaria en un sistema privado?

P. Volvemos al principio, ¿qué papel le queda ahora a Europa ?
R. Creo que, al final, Europa impondrá su lógica y su experiencia. Europa ha sido un centro fundamental para la transformación de la humanidad desde la antigüedad. Aquí se inventó la democracia ; aquí se promovió la cultura, las artes y la justicia. Esto no le impidió librar guerras, cometer masacres, sucumbir al racismo, provocar exterminios y colonizar otros pueblos. Todo esto terminó llevando a los europeos a una cierta sabiduría que, a pesar de las contradicciones, ha logrado unirnos, aunque mal. Pero, sobre todo, Europa significa la defensa de un proyecto: la democracia contra las autarquías y contra las democracias populares. Este es el papel principal de Europa: servir de ejemplo en un mundo que se está desmoronando.

P. En España se discute el apoyo que tiene que recibir la cultura y el propio ministro de Cultura español habla de la cultura como un bien del que ocuparse cuando se hayan cubierto otras necesidades. ¿Qué le contestaría al ministro español?
R. Todos los gobiernos miopes o conservadores cuando quieren ahorrar dinero comienzan recortando el presupuesto cultural. Creo que las cosas del espíritu, la cultura, aún más en tiempos de crisis, ayudan a reflexionar, a unir a las personas. La cultura nos libera de nuestros miedos y nos hace mejores. Por eso se debe dar a la cultura la misma consideración, si no más, que a todas las demás necesidades de la sociedad.

P. ¿Cómo se imagina el futuro después de la crisis?
R. Con melancolía. Sueño con entusiasmo con un futuro en el que seamos capaces de trascender nuestras diferencias y nos enfrentemos resueltamente a los problemas de la madre tierra y los de los humanos más desfavorecidos.

Fuente: https://www.elmundo.es/cultura/cine/2020/04/25/5ea32fd021efa0cd418b4658.html

sábado, 25 de abril de 2020

#25DeAbrilSempre.

https://pbs.twimg.com/media/EWb-yovWkAEPf7W?format=jpg&name=large
Se llama Celeste Caeiro, ella le dio nombre a la Revolución portuguesa al repartir entre los soldados los claveles que llevaba al restaurante donde trabajaba. Fue un gesto espontáneo, hizo historia, no necesita medallas la condecoramos con nuestro amor #25AbrilSiempre #Portugal Vía
@delRioPilar
 Los militares del (MFA) Movimiento de las Fuerzas Armadas que la escogieron como señal de arranque para la incipiente Revolución de los Claveles. . 


Hace 75 años hoy, 25 de Abril, el partisano Bella Ciao sonó por toda Italia tras derrotar y colgar al fascismo. Hace 46 años hoy, también un 25 de Abril, Portugal se liberaba de su tirano y todo el país se llenó de claveles.

Fin de la ocupación nazi: Italia celebra el 74 Aniversario de la ...
Aprile 1945 in Europa: Bersaglieri del "Legnano", Bologna aprile ...
 

Christian Felber: «El confinamiento nos demuestra que sí somos capaces de vivir con menos»


https://www.lamarea.com/wp-content/uploads/2020/04/FELBER-1-BN-1.jpg

"Si buscamos enemigos y culpables no vamos a conseguir nada, tenemos que cooperar, cooperar nos enriquece a todos", explica Felber

El ideólogo de la Economía del Bien Común, Christian Felber (Salzburg, 1972), habla desde la calma, meditando mucho lo que dice y matizando bien sus palabras para que el mensaje, en perfecto castellano, llegue de forma nítida.

Felber es investigador asociado del Instituto IASS de Berlín-Postdam, tras impartir clases en otras siete universidades austríacas y alemanas. Adora España donde cursó buena parte de sus estudios de Filología Hispánica, Psicología, Ciencias Políticas o Sociología y siempre ha compaginado su trabajo de investigación y de divulgación con la danza contemporánea. Es un buen ejemplo del Humanismo de este siglo XXI, y por eso le habría gustado ser “todólogo”, estudiar Ciencias Universales. Pero hasta que esa carrera exista, se conforma con sentirse ciudadano del mundo y trabajar por una cooperación global que permita controlar el sistema económico, regular la acumulación de capital y redistribuir la riqueza con una herramienta sencilla que ya aplican más de 700 empresas: el Balance del Bien Común. Para él la clave está en recuperar la soberanía democrática. Hasta el Papa Francisco le sigue.

Antes de la entrevista ha hecho su rutina diaria de nadar en el Danubio que atraviesa su ciudad, Viena. Ha arreglado un árbol y ha hecho yoga, por lo que afirma estar bien física y mentalmente. Desde un confinamiento cada vez más moderado responde a nuestras preguntas.

Señor Felber, ¿cómo están las cosas en Viena?
Es un día de primavera, y la noticia positiva es que se aligeran poco a poco las restricciones. No descartan volver a la normalidad en mayo porque aquí en Austria están cayendo las cifras de contagios.

¿Cómo se está manejando esta pandemia?
No me atrevo a juzgar aún porque no tenemos suficientes datos y los que hay se contradicen abismalmente. Por ejemplo, tenemos un auto-test de un pueblo del norte de Italia donde un 50% de la población muestra inmunidad mientras aquí en Austria las conjeturas oficiales apuntan a menos de un 1% de población inmunizada. Así que nos faltan datos fiables para valorar las medidas adoptadas por los gobiernos. Sí es interesante mirar a países que no practican el toque de queda como Suecia y Hong Kong, que no tienen cifras alarmantes. Eso nos hace pensar si el confinamiento indiscriminado es la mejor medida contra la crisis. Yo mismo he recabado testimonios de una veintena de científicos que se muestran contrarios a estas medidas. Lo que sí puedo afirmar es que los niños no deberían estar confinados porque eso entraña peligros aún mayores para ellos. Creo que debemos buscar un camino intermedio para proteger a los grupos de alto riesgo, pero no confinar por mucho tiempo a toda la población porque esta medida va a tener consecuencias mucho más graves que las de la COVID-19.

¿Qué rumbo cree que puede tomar la Unión Europea a partir de ahora?
Yo no soy europeísta, soy mundialista. Como autodenominación política me considero habitante de la tierra, creo que formo parte de la comunidad de la vida como todos. Pero sí estoy a favor de una Unión Europea más democrática, sostenible y más orientada a la cohesión social y a la justicia. Así que preferiría otra Unión Europea diferente de la que tenemos ahora.

¿Debemos caminar hacia una gobernanza global?
No veo otra alternativa que la cooperación global. Sería bueno tener otro tipo de gobernanza mundial diferente de la actual. Pero todo empieza por una economía global más cooperativa, en lugar de la vigente basada en una excesiva competitividad y el afán de muchos países por forrarse a costa de otros. La economía mundial solo debería complementar a unas economías locales y regionales más fortalecidas y más resilientes que las actuales.

Me refiero a que muchas regiones son capaces de producir lo esencial para sí mismas y no necesitan importar tanto; solo algunos productos complementarios podrían venir de otras partes del mundo, pero no los esenciales. Esta es la única vía para lograr que una crisis puntual en cualquier lugar del mundo no afecte al resto de regiones.

¿Cómo entiende la cooperación internacional?
Como compromiso de todos los países en la conservación de los ecosistemas y de los límites ecológicos del planeta. Sabemos que la falta de biodiversidad y la enorme presión que ejercemos los humanos sobre el mundo salvaje y los animales no puede continuar, por eso el coronavirus ha podido saltar de animales a humanos, por la presión sobre sus hábitats naturales.


En segundo lugar, ningún país puede presionar desmesuradamente a otro y aquí nos toca empezar a cambiar a los europeos y a Estados Unidos por haber permitido el libre comercio mundial. En lugar de estar compitiendo unos en contra de otros –qué infantil es esto–, debemos cooperar empezando por tener balances comerciales equilibrados con mecanismos como el que propuso John Maynard Keynes. Cada región debe aprovechar sus recursos y dejar de importar y exportar sin medida como ocurre ahora. Es la única forma de establecer un sistema económico mundial sano en lugar de desequilibrado en todos los sentidos. Lo razonable es comerciar menos y de forma complementaria, en vez de competitiva.

¿Cómo se pueden ir implementando medidas más enfocadas hacia el Bien Común?
Lo que observamos en la evolución de la vida es que cada vez es más compleja, diversa e interdependiente. Lo mismo es la EBC, son muchas medidas que se complementan perfectamente, aunque su implantación sea compleja. Las empresas que ya operan con nuestro modelo, cuanto más contribuyen al Bien Común, mejor viven; y los municipios también miden el resultado de sus políticas con los balances del Bien Común, desde la biodiversidad a la cohesión social y la inclusión de los más desfavorecidos, pero hacen falta otras medidas.

¿Cuáles son?
El establecimiento de una renta básica para las personas con menos recursos es fundamental, como lo es respetar un salario mínimo; pero además hay que limitar los ingresos máximos para evitar la creación de riquezas privadas excesivas. Este salario máximo podría limitarse en 20 veces el salario mínimo. Con esta medida, no hace falta limitar la propiedad privada ni el derecho de herencia porque estas tributarían de manera progresiva y moderada. La EBC también propone un límite de crecimiento a las empresas y personas legales.

Seguimos proponiendo un control de las empresas y de las personas legales poniendo un tope a su crecimiento, es decir no existiría un Amazon, un Microsoft ni un gigante como Bayer que ahora son una amenaza y un peligro para la libertad y la democracia debido a su excesiva capacidad de influencia política. Es tan sencillo como utilizar un control de fusiones que establecería la ONU o incluso la OMC que evite que se creen entes demasiado poderosos. Ninguna empresa podría ganar más de un billón de euros al año solo podría crecer más si logran un balance del Bien Común muy alto. Hay que limitar y regular el poder de las empresas transnacionales.

¿Cómo participa la ciudadanía de forma activa en la Economía del Bien Común?
En 1964, se creó un mecanismo de participación como la UNCTAD, la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (sostenible) en 77 países. Pero los países ricos se opusieron e impulsaron los tratados de Libre Comercio que no respetan los derechos de los trabajadores ni del medio ambiente. Son los gobiernos los que han aceptado esas reglas, no los ciudadanos.
Este tipo de decisiones tenemos que tomarlas las personas. No imagino a los ciudadanos de ningún país que elijan aceptar reglas fuera de las Naciones Unidas y sus tratados internacionales, tratados que protegen los derechos de las personas, del medio ambiente, la diversidad cultural, etc., pero los gobiernos han seguido los criterios de economistas que benefician a las transnacionales y su crecimiento ilimitado. El derecho internacional no las regula y controla como debería. Aquí haría falta la gobernanza global.




¿Cómo les va a las organizaciones que se han unido a la Economía del Bien Común? Ya tenemos un primer estudio empírico realizado por la primera Cátedra del Bien Común de la Universidad de Valencia que ha recabado datos muy interesantes y alentadores. Se han estudiado 226 empresas que han realizado Balances del Bien Común y comprobamos que mejoran las condiciones éticas y medioambientales, sin que por ello empeoren los resultados. Si estuvieran operando en un marco del Bien Común sistémico jugarían con una ventaja competitiva pero aún conviven con circunstancias desfavorables que no les ofrecen ventajas y aun así les va bien. Además les gusta mucho la herramienta en sí, les resultan útiles las preguntas que se hacen.

El reto ahora es que las administraciones municipales y regionales empiecen a premiarles por su gestión ética. Ya hay más de 700 empresas e instituciones en todo el mundo que van trabajando a paso de hormiga y cada vez se unen más municipios y ciudades que pueden procurar ayudas y mejoras para todos los habitantes y para las empresas. Justo antes de la llegada del coronavirus, en Alemania la EBC estaba teniendo un gran apoyo. Pero hablamos de décadas para ver estos cambios hechos realidad, tiene que ser poco a poco.

En su último libro habla de “la voz interior”, relacionando espiritualidad, libertad y bien común. Al final, ¿todo es cuestión de responsabilidad personal?
A lo mejor todo se reduce a que primero cada persona tome la responsabilidad de sus decisiones éticas por sí misma para después convertirse en un elemento de la ciudadanía global. Hay decisiones fundamentales que no se pueden delegar en los gobiernos y en los parlamentos. Es nuestra responsabilidad escoger un estilo de vida más ético, solidario y justo; solo así cada individuo más consciente de sí mismo, se convierte en un elemento más activo de la soberanía global. No podemos responsabilizar a los gobiernos y a los parlamentos de todas la decisiones, tenemos que formar parte de ellas.

Esa es la democracia 2.0, una democracia más real en la que la ciudadanía ejerce sus derechos soberanos como un solo cuerpo. Somos individuos que formamos parte de un todo mayor, se llame Gaia –como organismo– que sería nuestro planeta; o si queremos podemos hablar de un organismo espiritual mayor. La democracia 2.0 refleja esa responsabilidad mayor para ejercer nuestros derechos soberanos. La gente siempre dice que suena muy bien, pero que los gobiernos no lo van a permitir. De acuerdo, pero si controlamos más a los gobiernos y a los parlamentos, retomaremos la batuta democrática de nuestra soberanía. Es cuestión de cooperar; los chinos somos nosotros, los pangolines y los murciélagos somos nosotros. Si buscamos enemigos y culpables no vamos a conseguir nada, tenemos que cooperar, cooperar nos enriquece a todos. Necesitamos un pensamiento más holístico, una ciencia más universal.

¿Qué tiene que ver el papa Francisco con todo esto?
El papa Francisco sigue la pista del Bien Común. En su encíclica habló del BC veinticinco veces y se declaró habitante de la casa común; eso es dar un paso hacia la ecología y por lo tanto cuestiona el antropocentrismo. Le falta dar un paso hacia el feminismo, pero nos une la apuesta por el Bien Común. La economía debe estar al servicio del bien común y no de la riqueza.

¿Qué oportunidad nos está dando el confinamiento? ¿Podemos ser un poco optimistas?
Yo creo que sí, es una gran oportunidad. Podemos sacar dos grandes lecciones: la primera es aprovechar el silencio para mirar dentro de nosotros y utilizar la pausa para averiguar lo que necesitamos o no necesitamos realmente, cuáles son nuestras aspiraciones auténticas. Así podremos cambiar nuestros valores y estilo de vida para buscar lo esencial.

La segunda gran lección es que sí es posible limitar las libertades económicas. Yo no tengo nada en contra si esa libertad sirve al Bien Común en lugar de destruirlo. El confinamiento nos está demostrando que somos capaces de hacerlo por la salud, pero podemos aplicarlo al planeta si nos comprometemos a consumir menos. Mi propuesta es limitar el consumo personal a la 8.000 millonésima parte del regalo que nos da la naturaleza cada año, puesto que somos 8.000 millones de humanos. Si disminuimos nuestro consumo y limitamos la libertad económica estaremos protegiéndonos a nosotros, al planeta, a nuestros hijos. Es posible reducir el consumo porque ya lo estamos haciendo en estos momentos. No tenemos que frenar de forma tan brusca como ahora, de hecho este confinamiento no puede prolongarse mucho más pero nos demuestra que sí somos capaces de vivir con menos.

Pero en estos momentos todos estamos pensando en la seguridad y la salud y no nos hemos opuesto a la falta de libertad que nos ha dado el confinamiento.
Porque en el fondo somos solidarios y cooperativos. Lo estamos haciendo para protegernos todos; hemos sido capaces de renunciar a nuestra libertad por la salud pública que es un bien común mayor. Esto no disminuye nuestra felicidad, sino que la aumenta. Todos los estudios científicos demuestran que cuando renunciamos al exceso de consumo material para enfocarnos en la salud, en las relaciones, en la naturaleza intacta o la participación política, somos más felices. Por eso la renuncia material se convierte en mayor calidad de vida y en más felicidad, consumiendo menos, ganamos más. No podemos forzar a nadie, pero sí invitarle a hacer el cambio. Yo empezaría por recuperar la democracia soberana.

Fuente: https://www.lamarea.com/2020/04/24/christian-felber-confinamiento-demuestra-somos-capaces-vivir-con-menos/

jueves, 23 de abril de 2020

Día del Libro



Los museos piden a la gente que recree obras de arte en casa

La gente confinada en casa durante la cuarentena está dando vía libre a su creatividad. El Museo Getty de Los Angeles ha desafiado a los amantes del arte a publicar fotos de sí mismos recreando sus obras de arte favoritas desde casa, y la respuesta ha sido enorme.
El desafío del museo Getty, en el que tienes que recrear tu obra de arte favorita con 3 cosas de tu casa, se inspiró en la cuenta de Instagram Tussen Kunst en Quarantaine, desde Amsterdam. Y no son los únicos: el centro de arte Pinchuk en Kiev, Ucrania, está haciendo lo mismo.

Lo han clavado
Saturno devorando a sus hijos. Rubens
Mujer con pájaro, de Picasso
Mujer con pájaro. Picasso
La dama de armiño
La Dama del armiño. El Greco
Dama con abanico, de Gustav Klimt
Dama con abanico, de Gustav Klimt
 Más información: https://www.boredpanda.es/recreacion-arte-casa-desafio-museos/?utm_source=meneame&utm_medium=referral&utm_campaign=organic

BirdLife pide a la ONU que consagre como derecho un medio ambiente saludable



 La organización conservacionista BirdLife International ha pedido a la Organización de Naciones Unidas (ONU) que incluya el derecho a un medio ambiente sano en el articulado de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

En una carta abierta al secretario general de la ONU, António Guterres, con motivo del 50 aniversario del Día Mundial de la Tierra, la principal asociación internacional de conservación de la naturaleza le insta a dar "un paso audaz y sin precedentes" y declare el medio ambiente saludable como un derecho humano fundamental.

BirdLife International pide que se consagre este derecho como el artículo 31 de la Declaración Universal y esté garantizado por políticas públicas y regido por la sostenibilidad, el conocimiento científico y la sabiduría tradicional.

La organización conservacionista recuerda que el tratado, que estableció por primera vez los derechos humanos fundamentales para su salvaguarda a nivel mundial, no incluye ningún artículo sobre la conservación del medio ambiente, "del que depende la vida, la salud de las personas y su desarrollo social y económico".

Para Patricia Zurita, CEO de BirdLife International, "si bien la COVID-19 es devastadora, también ofrece a los líderes mundiales la oportunidad, y de hecho la obligación, de transformar la sociedad, para proteger aún más nuestro bienestar y el de las generaciones futuras".

"La salud de nuestro planeta es nuestra salud, los humanos dependemos de la naturaleza para nuestra supervivencia, pero nuestras acciones han alterado el equilibrio natural de la Tierra", subraya.

Por su parte, la directora de Ciencia y Política de BirdLife, Melanie Heath, recuerda los esfuerzos que se vienen haciendo desde que en 1948 fuera proclamada la Declaración Universal de Derechos Humanos para incluir el derecho a un medio ambiente saludable; "hoy, esperamos que la gravedad de la pandemia sea una llamada de atención lo suficientemente fuerte como para que la ONU y los ciudadanos del mundo se unan para restaurar la naturaleza y protegernos de crisis similares en el futuro", enfatiza.

Para Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife -filial en España de BirdLife International- "el artículo 31 sería un regalo para el mundo y las generaciones futuras y qué mejor momento para insistir en ello que el Día de la Tierra".

"Consagrar un medio ambiente natural sano como un derecho fundamental beneficiará a la humanidad y es el único camino para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas", subraya.

BirdLife insta a que el Artículo 31 sobre el derecho a un medio ambiente natural saludable sea incluido en la agenda de la Cumbre de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre Biodiversidad prevista para septiembre de este año, con objeto de su aprobación en diciembre de 2023, en que se cumplen 75 años de la adopción de la Declaración Universal. EFE

Fuente: https://www.lavanguardia.com/vida/20200422/48674907674/birdlife-pide-a-la-onu-que-consagre-como-derecho-un-medio-ambiente-saludable.html

miércoles, 22 de abril de 2020

# Cervantes vive

Cervantes Jáuregui.jpg
Retrato atribuido a Juan de Jáuregui, también llamado el Pseudo-Jáuregui. No ha sido autentificado, y no existe ningún supuesto retrato de Cervantes cuya autenticidad haya sido establecida.12

"Dulce esperanza mía,
que rompiendo imposibles y malezas
sigues firme la vía".

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha

martes, 21 de abril de 2020

Una semana lloviendo


https://live.staticflickr.com/8383/8468061944_b7a99da395_b.jpg
Mariann Johansen-Ellis






Alguien
debería decírselo
a la lluvia,
para que descanse
un poco:
"El vuelo de los pájaros
es una escritura
invisible,
no se puede borrar"


Karmelo C. Iribarren

lunes, 20 de abril de 2020

COVID - 19


“Si no paras de decir mentiras, el concepto de verdad simplemente desaparece”

<p>Noam Chomsky, durante la entrevista vía telemática, con Amy Goodman.</p>
Noam Chomsky, durante la entrevista vía telemática, con Amy Goodman.
Noam Chomsky nos atendió el miércoles 8 de abril desde su casa de Tucson (Arizona), donde se refugia con su esposa Valeria. Mantuvimos esta entrevista justo antes de que el senador Bernie Sanders anunciara la suspensión de su campaña para la candidatura del Partido Demócrata, lo que convertía al antiguo vicepresidente Joe Biden en el candidato al que se habrá de enfrentar Donald Trump en las elecciones de noviembre. Empecé preguntándole al profesor Chomsky acerca de lo que está ocurriendo ahora mismo en el contexto de las elecciones de 2020 y de lo que cree que va a ocurrir en noviembre.

Noam Chomsky: Si Trump resulta reelegido, el desastre es indescriptible. Significa que las políticas de estos últimos cuatro años, que han sido sumamente destructivas para la población estadounidense, para el mundo, se seguirán aplicando y probablemente se acelerarán. Lo que esto supondrá sólo para la salud es tremendamente grave. Ya mencioné los datos publicados por The Lancet. Irá a peor. Lo que supone para el medioambiente o la amenaza de una guerra nuclear, algo de lo que nadie habla, pero que es sumamente grave, es indescriptible.

Supongamos que Biden sale elegido. Diría que básicamente sería una continuación de Obama: nada espectacular, pero al menos no totalmente destructivo, y ofrecería oportunidades para que una sociedad organizada cambie lo que se está haciendo, ejerza presión.

Actualmente, con frecuencia se afirma que la campaña de Sanders ha sido un fracaso. Creo que es un error. Creo que ha sido un éxito extraordinario porque ha modificado por completo el escenario de debate y discusión. Cuestiones que eran inconcebibles hace un par de años ahora están en el foco de atención.

El peor delito que ha cometido, a ojos de las clases dirigentes, no es la política que propone, sino el hecho de que ha sido capaz de estimular movimientos populares que ya habían empezado a desarrollarse –Occupy, Black Lives Matter y muchos otros– y convertirlos en una corriente activista que no solo aparece cada dos años para presionar a un dirigente y se da media vuelta, sino que ejerce una presión constante, un activismo constante. Esto podría afectar a un gobierno de Biden. También significa, aunque solo se trate de una acción defensiva preventiva, que ha llegado el momento de lidiar con una crisis de gran magnitud.

Analicemos Medicare for All o la otra pieza principal del programa de Sanders, la educación universitaria gratuita. En todo el espectro de las corrientes ideológicas principales, incluso lo que llaman la izquierda dentro de dichas corrientes, las desaprueban porque las consideran demasiado radical para los estadounidenses. Pensemos en lo que esto significa. Es un ataque a la cultura y la sociedad estadounidenses, algo que se esperaría de un enemigo hostil. Esto significa que afirmar que deberíamos estar a la altura de países similares resulta demasiado radical. Todos tienen algún tipo de sistema nacional de salud, en la mayoría la educación superior es gratuita: los países con mejores resultados, como Finlandia, gratuita; Alemania, gratuita; nuestro vecino del sur, México, un país pobre, posee una educación superior de gran calidad, gratuita. Así que, para los estadounidenses, decir que deberíamos estar a la altura del resto del mundo se considera demasiado radical. Es un comentario asombroso. Como he dicho, es una crítica a Estados Unidos que se esperaría de un enemigo muy hostil.

Esta es la izquierda del espectro político. Lo cual indica que tenemos problemas sumamente graves. No es solo Trump. Él lo ha agravado todo aún más, pero los problemas son mucho más graves, como, por ejemplo, la catástrofe de los respiradores, que describí en su momento, basada en la lógica capitalista y con el mazazo extra de un gobierno ineficaz a la hora de lidiar con cualquier asunto. Esto va mucho más allá de Trump. Y tenemos que enfrentarnos a los hechos. Algunas personas lo hacen. Seguro que informaste –no lo recuerdo–,  probablemente informaste de que había que poner en marcha el Reloj del Apocalipsis en enero. ¿No?

Sí.
Fíjate en lo que ocurrió. Durante todo el mandato de Trump, el minutero del Reloj del Apocalipsis, el mejor indicador general de la situación del mundo, se acercó a la medianoche –el final–,  alcanzó el punto más alto de su historia. El pasado mes de enero, lo sobrepasó. Los analistas pasaron de los minutos a los segundos: cien segundos para alcanzar la medianoche, gracias a Donald Trump.

Y el Partido Republicano, que es monstruoso, ya no se puede calificar de partido político. Se limita a repetir, con vergüenza, todo lo que dice el amo. Carece absolutamente de integridad. Observarlo es increíble. Se ha rodeado de una colección de psicópatas que se limita a repetir con sumisión todo lo que dice. Un verdadero ataque a la democracia, junto con el ataque a la supervivencia de la humanidad... La guerra nuclear, aumentar la amenaza de una guerra nuclear, desmantelar el sistema de control de armas que, en cierto modo, nos ha protegido del desastre total... Observarlo es asombroso.

El mismo memorando que cité sobre el modo en que las políticas que estamos adoptando están arriesgando la supervivencia de la humanidad concluía argumentando que los bancos debían reducir su apoyo a los combustibles fósiles, en parte por las consecuencias para su reputación. La reputación de los bancos se está viendo perjudicada. ¿Y eso qué significa? Significa que los activistas los están presionando y tienen que conservar cierta reputación. Esa es una buena lección.

Y funciona. Hemos visto varios ejemplos muy llamativos. Por ejemplo, el Green New Deal. Hace un par de años era objeto de burla, si es que se llegaba a mencionar. Algún tipo de Green New Deal es esencial para la supervivencia de la humanidad. Ahora forma parte de todas las agendas. ¿A qué se debe? Al compromiso del activismo. Especialmente del Sunrise Movement, un grupo de jóvenes que llevaron a cabo acciones relevantes hasta el punto de llegar a los despachos del congreso. Recibieron el apoyo de Alexandria Ocasio-Cortez y otros jóvenes legisladores que llegaron a su cargo como parte de la oleada popular que se inspiró en Sanders: otro gran éxito. Ed Markey, senador por Massachusetts, se sumó a la causa. Ahora forma parte de la agenda legislativa. El siguiente paso es hacerlo viable para forzar su aprobación. Hay muy buenas ideas para lograrlo. Y esa es la forma de cambiar las cosas.

Si Biden alcanzara la presidencia, no sé si habría un gobierno absolutamente comprensivo, pero al menos sería abordable, se podría ejercer cierta presión. Y eso es muy importante. Si echamos un vistazo al estupendo historiador especializado en asuntos laborales –seguro que conoce a Erik Loomis, que ha estudiado los esfuerzos de la clase trabajadora para introducir cambios en la sociedad, en ocasiones en beneficio de los trabajadores, en ocasiones en beneficio de la sociedad en general–, presentó una idea muy interesante. Esos esfuerzos tenían éxito cuando había un gobierno tolerante o comprensivo, no cuando no lo había. Hay una gran diferencia –una de las muchas diferencias enormes entre Trump, el sociópata, y Biden, que es un poco vacuo– en poder presionar de un modo u otro. Es la elección más crucial de la historia de la humanidad, literalmente. Cuatro años más de Trump nos expondría a un grave problema. 

¿Cómo es posible que Estados Unidos, el país más rico del mundo, se haya convertido en el epicentro de la pandemia?
Los países han reaccionado de formas muy diversas, algunos con notable éxito, otros con más o menos éxito. Hay uno que ha tocado fondo. Nosotros. Estados Unidos es el único país importante que ni siquiera puede proporcionar datos a la Organización Mundial de la Salud porque es sumamente disfuncional.

Esto tiene un origen. Parte de dicho origen es un sistema sanitario vergonzoso, que sencillamente no está preparado para nada que se salga de lo normal. Simplemente no funciona. Esto se ha visto agravado por la presencia de una extraña colección de gánsteres de Washington que pareciera como si, de forma sistemática, hubieran adoptado todas las medidas posibles para hacerlo lo peor posible. Durante el mandato de Trump, estos últimos cuatro años, se han recortado sistemáticamente en todos los aspectos relacionados con la salud. El Pentágono progresa. La construcción de su muro progresa. Pero cualquier otra cosa –de hecho, cualquier cosa que pudiera beneficiar a la población en general– empeora, y en particular la sanidad.

Algunos casos son casi surrealistas. Por ejemplo, en octubre, en un momento tremendamente oportuno, [Trump] canceló por completo un proyecto de la agencia para el Desarrollo de EE. UU. –se llamaba Predict– que trabajaba con países del Tercer Mundo y también en China, para tratar de detectar virus nuevos que podían convertirse en la pandemia prevista. Y de hecho desde entonces se preveía –al menos a partir de la epidemia del SARS en 2003–. De modo que tenemos una combinación de factores, algunos de ellos específicos de Estados Unidos.

Si queremos asegurarnos, o al menos tener la esperanza, de poder evitar nuevas pandemias –que es muy probable que lleguen y más graves que esta, en parte debido a la enorme y creciente amenaza del calentamiento global– tenemos que estudiar el origen de esta. Y es muy importante analizarlo detenidamente. De modo que, si echamos la vista atrás, los científicos llevan años prediciendo pandemias. La epidemia del SARS fue bastante grave. Se logró contener, fue el comienzo del desarrollo de las vacunas, pero nunca llegaron a la fase de prueba. Entonces ya se sabía que iba a ocurrir algo más y hubo otras epidemias.

Pero no basta con saberlo. Alguien tiene que coger el testigo y entregarse a ello. ¿Y quién puede hacerlo? Lo lógico sería que fueran las empresas farmacéuticas, pero no están interesadas. Siguen la buena lógica capitalista: las señales del mercado indican que prepararse para una catástrofe anticipada y prevista no genera beneficios. De modo que no les interesaba.

En ese momento, otra posibilidad es que el gobierno tome cartas en el asunto. Tengo edad suficiente para recordar que se puso fin al horror de la polio gracias a un proyecto que puso en marcha y financió el gobierno y que derivó en la vacuna de Salk, que era gratis, carecía de derechos de propiedad intelectual. Jonas Salk dijo que debía ser libre como el viento. Muy bien, se logró acabar con el horror de la polio, el horror del sarampión y otros. Pero el gobierno no ha podido tomar cartas en este asunto a causa de otro aspecto particular de la época moderna: la plaga neoliberal. Recordemos la alegre sonrisa de Ronald Reagan y su frasecilla que afirmaba que el gobierno es el problema, no la solución. De modo que el gobierno no puede intervenir.

Se han hecho esfuerzos, no obstante, para intentar prepararse para esto. Ahora mismo en Nueva York y otros lugares, médicos y enfermeras se ven obligados a tomar decisiones angustiosas sobre a quién matar –una decisión nada agradable– simplemente porque no tienen suficiente equipamiento. Y el obstáculo principal es la falta de respiradores, una enorme escasez de respiradores. Ahora bien, el gobierno de Obama se esforzó en intentar prepararse para esto. Y esto revela, de forma radical, el tipo de factores que nos conducen a la catástrofe. Contrataron a una pequeña empresa que estaba fabricando respiradores de gran calidad a bajo coste. La empresa fue adquirida por una más grande, Covidien, que fabrica respiradores sofisticados y caros. Y dejaron de lado el proyecto. 
Presumiblemente no querían que compitieran con los suyos, más costosos. Poco después, comunicaron al gobierno que querían rescindir el contrato. La razón era que no era suficientemente rentable, por lo que no se hicieron más respiradores.

Lo mismo ocurre con los hospitales. Los hospitales, según los programas neoliberales, se supone que tienen que ser rentables, es decir, no pueden tener capacidad de más, solo el suficiente número de camas para arreglárselas. Y de hecho, mucha gente, yo incluido, puede testificar que incluso los mejores hospitales han causado gran dolor y sufrimiento a los  pacientes, ya antes de que estallara esta pandemia, debido a este concepto de eficiencia bajo mínimos que maneja nuestro sistema sanitario privatizado con ánimo de lucro. Cuando algo se sale de lo normal, mala suerte. Y así funciona todo el sistema.

De modo que tenemos una combinación de la lógica capitalista, que es letal pero controlable, pero que es incontrolable siguiendo los programas neoliberales, que además dictan que el gobierno no puede intervenir y coger el testigo cuando el sector privado no lo hace.

Para más inri –y esto atañe específicamente a Estados Unidos– tenemos un espectáculo circense en Washington, un gobierno totalmente disfuncional, que está causando graves problemas. Y no es que no se supiera nada. Durante todo el mandato de Trump, incluso antes, se sabía que se avecinaba una pandemia. Su reacción fue reducir su prevención. Sorprendentemente, esta actitud continuó incluso después de que se manifestara la pandemia.

De modo que, el 10 de febrero, cuando ya era grave, Trump publicó sus presupuestos para el próximo año. Échenle un vistazo. El presupuesto mantiene el recorte de fondos del Centro para el Control de Enfermedades y demás instituciones gubernamentales responsables de la salud, sigue recortándolas. Aumenta la financiación de algunas cosas, como la producción de combustibles fósiles, concede nuevas subvenciones a las industrias de combustibles fósiles. Es decir, es como si el país sencillamente estuviera… Mejor dicho, el país sencillamente está gobernado por sociópatas.

Y la consecuencia, por tanto, es que reducimos los esfuerzos para lidiar con la pandemia que está tomando forma y aumentamos los esfuerzos por destruir el medioambiente –los esfuerzos en los que Estados Unidos, bajo el mandato de Trump, va a la cabeza en la carrera hacia el abismo. Ahora bien, hay que tener en cuenta que eso –obviamente– es muchísimo más grave que la amenaza del coronavirus. Y es nocivo y grave, en particular en Estados Unidos, pero de algún modo nos recuperaremos, a un precio muy alto. No nos recuperaremos del derretimiento de las placas de hielo polar, que está derivando en un efecto retroactivo, bien conocido, que va en aumento: a medida que se derriten, disminuye la superficie reflectante y aumenta la absorción en los mares oscuros. El calentamiento que provoca el derretimiento aumenta. Y solo es uno de los factores que nos lleva a la destrucción, a menos que hagamos algo al respecto.

Y no es ningún secreto. Recientemente, por ejemplo, hace un par de semanas, se filtró algo muy interesante, un memorando de JPMorgan Chase, el banco más importante de Estados Unidos, que advertía de que, según sus propias palabras, “la supervivencia de la humanidad está en peligro si continuamos nuestro camino actual”, que incluía la financiación de las industrias de combustibles fósiles por parte del propio banco; es decir, estamos poniendo en peligro la supervivencia de la humanidad. Cualquiera que tenga los ojos abiertos en el gobierno de Trump es perfectamente consciente de ello. Es difícil encontrar palabras para calificarlo.

(...) Trump está desesperado por encontrar un chivo expiatorio al que culpar por sus espeluznantes errores e incompetencia. El más reciente es la Organización Mundial de la Salud, el ataque a China. El responsable siempre es otro.

Sin embargo, es sencillo, los hechos son muy claros. El pasado mes de diciembre China informó rápidamente a la Organización Mundial de la Salud de que se encontraban con pacientes con síntomas similares a la neumonía de etiología desconocida. No sabían qué era. Aproximadamente una semana después, el 7 de enero, comunicaron a la Organización Mundial de la Salud, la comunidad científica internacional, que los científicos chinos habían descubierto el origen: un coronavirus parecido al virus del SARS. Habían identificado la secuencia, el genoma. Estaban proporcionando la información al mundo.

Los servicios de inteligencia de Estados Unidos eran perfectamente conscientes de ello. Durante los meses de enero y febrero intentaron que alguien en la Casa Blanca prestara atención a la llegada de una grave pandemia. Sencillamente, nadie les escuchaba. Trump estaba fuera jugando al golf o tal vez escuchando o comprobando sus índices de audiencia en televisión. Ayer supimos que a finales de enero, un funcionario de alto nivel, muy cercano al gobierno, Peter Navarro, había enviado un mensaje muy contundente a la Casa Blanca afirmando que se trataba de un peligro real. Pero ni siquiera él tuvo éxito.

Noam, usted menciona a Peter Navarro, delegado de comercio, que envió un memorando –acaba de publicarse en The New York Times– a finales de enero advirtiendo de que con el coronavirus podían morir aproximadamente un millón de personas. Y la reacción de Trump en ese contexto fue prohibir los viajes desde China, no actuar en consecuencia, que era asegurarse de que Estados Unidos tenía los test adecuados y los EPIs, el equipo de protección individual, que los médicos, enfermeras, el personal de limpieza de los hospitales necesitaban para sobrevivir, tratar a los pacientes y ayudarles a ellos a sobrevivir. Y ha salido a la luz que las agencias de inteligencia, en ese momento, incluso antes que Navarro, estaban advirtiendo a Trump. Si pudiéramos retroceder a hace dos años, cuando disolvió la unidad para pandemias dentro del Consejo Nacional de Seguridad, pongamos cuando estaba en China departiendo acerca de gastar dinero en bombas o un muro, que le dijeran: “Señor, también tiene que fijarse en lo que está ocurriendo aquí”. Y esa unidad, la unidad para pandemias, no solo se ocupa de cómo procedemos en Estados Unidos, sino que también se asegura –tal y como hace el Centro de Control de Enfermedades (CDC) y otros organismos del gobierno de Estados Unidos– de enviar científicos a otros países, como China, para investigar y ayudar a otros países, porque cuando se trata de una pandemia tenemos que ir todos a una. De modo que, ¿podría hablarnos de estas advertencias y por qué los test y los equipos de protección individual son tan importantes?
Hay que recordar que esa actitud continuó incluso después de que la pandemia estuviera presente. Ahora bien, la propuesta presupuestaria es asombrosa. Se hace el 10 de febrero, con la pandemia muy avanzada. Trump recorta aún más los materiales gubernamentales relativos a la salud para seguir atacando. Estaban en el patíbulo, al igual que durante todo su mandato.

De hecho, las imágenes que has mostrado antes son parte de una estrategia muy inteligente. Independientemente de que sea algo planeado a conciencia o simplemente intuitivo, eso no lo sé. Pero seguir la pauta de hacer una afirmación, contradecirla mañana y salir con algo nuevo al día siguiente es realmente brillante. Significa que lo van a justificar. Pase lo que pase, lo habrá dicho. Si disparas flechas al azar, alguna dará en el blanco. Y la técnica que emplea con el altavoz de Fox y una base de admiradores que solo sintonizan la Fox, Limbaugh, etc., simplemente van a escoger lo que resultó ser cierto y dirán: “Miren a nuestro maravilloso presidente, el mejor presidente de la historia, nuestro salvador, lo supo desde el principio como muestran sus declaraciones”. No falla.

Se asemeja mucho a la técnica de fabricar mentiras constantemente. Ya sabemos cómo funcionan, no hace falta insistir en el tema. Los diligentes verificadores de informaciones llevan la cuenta. Creo que hasta ahora hay detectadas unas 20.000. Y mientras Trump se muere de la risa. Es perfecto. No paras de decir mentiras y lo que ocurre es que el concepto de verdad simplemente desaparece. 

En un fragmento del The Daily Show, de Trevor Noah, que se llama “Homenaje a los estúpidos heroescépticos de la pandemia del coronavirus”, aparecen varios miembros de los medios de comunicación de derechas, como Sean Hannity, Rush Limbaugh, Tomi Lahren y otros, así como congresistas republicanos y miembros del gobierno de Trump, minimizando o burlándose de la pandemia del coronavirus. Empieza el 24 de febrero y termina con Donald Trump el 17 de marzo y Hannity el 18 de marzo diciendo que ellos siempre se habían tomado la pandemia en serio.  De modo que, cuando usted escucha las noticias de Fox News –que no es un canal cualquiera, es la gente con la que se comunica el presidente Trump. Tal vez sean sus consejeros, porque continuamente le quitaron hierro a la situación–, ¿considera que el presidente Trump es responsable? ¿Diría que tiene las manos manchadas de sangre?
No hay duda. Trump hace una declaración disparatada. Después es amplificada por el altavoz de Fox News. Al día siguiente dice lo contrario. Se hacen eco; el altavoz lo amplifica. Hay que fijarse en el tono, el tono del reportaje es interesante. Es de una confianza absoluta, no lo que cualquier persona sensata y en su sano juicio diría: “No lo sabemos con certeza. Hay mucha incertidumbre. Hoy las cosas están así”. Nada por el estilo. Confianza absoluta. Independientemente de lo que nuestro querido líder diga, lo amplificamos. Y es un diálogo interesante. Amplifican lo que dice. Sean Hannity dice: “Es la mejor maniobra que se ha hecho en la historia universal”. Y a la mañana siguiente, Trump sintoniza Fox & Friends y escucha lo que se ha dicho. Se convierte en su reflexión del día. Es una interacción, Murdoch y Trump se preparan literalmente para intentar destrozar el país y destrozar el mundo, porque en el fondo, no debemos olvidarlo, hay una amenaza muchísimo mayor, que cada vez está más cerca, mientras Trump se abre camino hacia la destrucción.

Recibe ayuda. Así, en el hemisferio sur, bien abajo, hay otro loco, Jair Bolsonaro, que rivaliza con Trump para ver quién puede ser el peor criminal del planeta. Le está diciendo a los brasileños: “Esto no es nada. Solo es un resfriado. Los brasileños no contraemos virus. Somos inmunes”. Su ministro de Sanidad y otros funcionarios están intentando intervenir y decir: “Esto es muy serio”. Muchos gobernadores, afortunadamente, están ignorando lo que dice. Pero Brasil se enfrenta a una terrible crisis. De hecho ha llegado hasta el punto de que en las favelas, los barrios pobres de Río, donde el gobierno no hace nada por la gente, otros han intervenido para, en la medida de lo posible, imponer restricciones sensatas bajo esas miserables condiciones. ¿Quién? Las bandas criminales. Las bandas criminales que torturan a la población han intervenido para intentar imponer normas sanitarias. La población indígena se enfrenta prácticamente a un genocidio, lo cual no le importaría a Bolsonaro porque, en cualquier caso, cree que no deberían estar allí. Entretanto, mientras todo esto ocurre, se publican artículos científicos advirtiendo de que en 15 años el Amazonas pasará de ser un sumidero neto de carbono a un emisor neto de CO2. Algo devastador para Brasil –de hecho, para el mundo entero.

De modo que tenemos al llamado Coloso del Norte en manos de unos sociópatas, que están haciendo todo lo que pueden para perjudicar al país y al mundo. Y al llamado Coloso del Sur que, a su manera, está haciendo lo mismo. Sigo la situación de cerca porque mi esposa Valeria es brasileña y me mantiene al día con las noticias que están apareciendo en Brasil. Y, sencillamente, es asombroso.

Sin embargo, mientras tanto, hay países que están reaccionando con sensatez. De modo que, en cuanto empezaron a llegar las noticias de China –y hubo muchas enseguida, al contrario de lo que se está diciendo– los países de la periferia de China empezaron a reaccionar –Taiwán, Corea del Sur, Singapur–  de una manera bastante efectiva. Algunos de ellos lo tienen básicamente bajo control. 
Nueva Zelanda aparentemente ha contenido el coronavirus, tal vez casi por completo, con un confinamiento inmediato durante un par de semanas, y parece que está a punto de eliminarlo. En Europa, la mayor parte de los países vacilaron, pero algunos, los mejor organizados, actuaron enseguida. Es muy llamativo. Sería muy útil para los estadounidenses que compararan los desvaríos de Trump con las informaciones y declaraciones sobrias y objetivas de la canciller alemana Angela Merkel dirigidas a la población alemana, describiendo exactamente lo que está ocurriendo y lo que hay que hacer.

Quería preguntarte, mientras conversas con nosotros desde tu casa de Tucson, Arizona, donde estás confinado porque estamos en medio de esta pandemia para evitar la propagación y para protegerte a ti mismo y a tu familia: ¿Qué te da esperanza?
He de decir que sigo un régimen estricto porque mi esposa Valeria está al mando y yo sigo sus órdenes. De modo que Valeria y yo estamos aislados.
Pero lo que me da esperanza son las iniciativas que están adoptando sectores populares por todo el mundo, muchos de ellos. Algunas cosas que están pasando son verdaderamente motivadoras. Por ejemplo los médicos y enfermeros que están trabajando sin descanso bajo unas condiciones sumamente peligrosas, carentes –especialmente en Estados Unidos– del mínimo apoyo, viéndose obligados a tomar unas decisiones angustiosas sobre a quién matar mañana. Pero lo están haciendo. Se trata de un tributo ejemplar a los recursos del espíritu humano, un modelo de lo que se puede hacer, junto con los movimientos populares, los pasos para crear una Internacional Progresista. Son señales muy positivas.

Sin embargo, si nos remontamos a la historia reciente, ha habido épocas en que la situación parecía verdaderamente imposible y desesperada. Pienso en mi infancia, a finales de la década de 1930 y comienzo de la de 1940. Parecía que el ascenso del azote nazi era inexorable, victoria tras victoria. Parecía que era imparable. Fue la invención más espeluznante de la historia de la humanidad. Resulta que –entonces yo lo desconocía– los estrategas de EE. UU. esperaban que durante la posguerra el mundo se dividiera entre un mundo controlado por EE. UU. y otro controlado por Alemania, incluida toda Eurasia: una idea horripilante. Y se superó. Ha habido otros movimientos en defensa de los derechos civiles: el joven movimiento Freedom Riders que se manifestó en Alabama para animar a los granjeros negros a que fueran a votar, a pesar de la grave amenaza de muerte que se cernía sobre ellos y sobre los propios manifestantes. Son algunos ejemplos de lo que los humanos son capaces de hacer y han hecho. Y hoy en día vemos muchas señales: esa es la base de la esperanza.

domingo, 19 de abril de 2020

La sutil fascinación...

Musée virtuel : Andrew Wyeth
Andrew Wyeth

  La sutil fascinación de las convalecencias consiste en esto: tornar a nuestras propias costumbres con la ilusión de descubrirlas.

Cesare Pavese

Yuval Harari: “Hay que controlar qué hacen los políticos en este preciso momento”

El historiador cree que en la crisis del coronavirus las decisiones de hoy de los gobernantantes determinarán el futuro: 2021 será tarde para fiscalizarlas

Yuval Harari: “Hay que controlar qué hacen los políticos en este preciso momento”
El historiador y filósofo Yuval Harari, en una imagen del 2016 (NurPhoto / Getty)
 La expansión de la epidemia y la inestabilidad política y económica derivadas de ella han llevado a la humanidad a uno de esos momentos en que la historia se acelera y entra en un momento crítico de cambio, afirma el historiador y filósofo Yuval Noah Harari (Kyriat Atta, Israel, 1976) en esta entrevista concedida vía correo electrónico.

El autor de libros como Sapiens: de animales a dioses o, el último de ellos, 21 lecciones para el siglo XXI (Debate), y de influyentes artículos sobre la repercusión del coronavirus, cree que los gobiernos están tomando decisiones estas semanas marcarán el futuro inmediato de la humanidad, y que la ciudadanía ha de presionar y controlar a sus gobernantes. Y debe hacerlo ya.

¿Cómo será el mundo el día después del coronavirus?
Somos nosotros quien tenemos que decidirlo. La actual pandemia no nos empuja hacia un futuro de forma determinista; es más, nos obliga a hacer muchas elecciones. Y elecciones diferentes darán forma a futuros diferentes.

Usted ha dicho que las sociedades de las próximas décadas dependerán de las decisiones que tomemos en el futuro inmediato. ¿Estamos, pues, en un momento crítico de cambio para la humanidad?
Sí. La historia se está acelerando: el viejo libro de reglas está quedando hecho trizas y el nuevo se está todavía escribiendo. Hemos entrado en un momento muy fluido históricamente. Estamos llevando a cabo inmensos experimentos sociales con centenares de millones de personas: industrias enteras han pasado a trabajar desde casa; universidades y escuelas han pasado a la enseñanza online; los gobiernos están inyectando billones en la economía y considerando aspectos como la renta básica universal.

Ambos, gobiernos y personas individuales, están intentando hacer cosas que hace unos pocos meses hubieran sonado totalmente imposibles. En los pasillos del poder se oyen ideas locas. Pero esta ventana de fluidez es corta. Pronto un nuevo orden emergerá y se solidificará, y, por tanto, el momento de influir en la dirección de la historia es este.

En estos momentos en que, como usted decía, la humanidad debe hacer elecciones, ¿qué alternativas se nos plantean?
Nos enfrentamos a muchas. ¿Apoyaría la gente al ascenso de dictadores, o insistiría en que esta emergencia se gestionara de un modo democrático? Cuando los gobiernos gastan millones para ayudar a negocios arruinados ¿salvarán a las grandes corporaciones o a los pequeños negocios familiares? ¿Los países se ayudarán unos a otros en un espíritu de solidaridad global o continuarán con una política egoísta y aislacionista?

Estoy de acuerdo con lo que escribió recientemente el presidente del gobierno español, en el sentido de que esta crisis es una prueba de vida o muerte para la Unión Europea. Si sus países se ayudan entre sí y tienen una política común para detener la epidemia y rescatar la economía, la Unión saldrá de esta mucho más fuerte. Pero si cada país desarrolla su estrategia por su lado, eso puede llevar probablemente a la desintegración de la UE.

Un agente de policía de Nueva York sostiene un termómetro a la entrada de una comisaría
Un agente de policía de Nueva York sostiene un termómetro a la entrada de una comisaría (Matthew McDermott / EP)
Se han tomado y se están tomando decisiones a gran distancia de la gente. ¿Qué pueden hacer los ciudadanos al respecto?
Tenemos que estar alerta porque esta crisis no es sólo sanitaria, sino también política. Los medios de comunicación y los ciudadanos no deberían dejarse distraer totalmente con la epidemia. Naturalmente es importante seguir las últimas noticias sobre la enfermedad en sí –¿cuánta gente ha muerto hoy? ¿cuánta gente se ha infectado?–, pero es igualmente importante poner el foco en la política y presionar a los políticos para que hagan lo correcto.

Los ciudadanos también deberían meter presión a los políticos para que actúen con un espíritu de solidaridad global; para que cooperen con otros países más que culparlos; para distribuir los fondos de forma justa; para preservar los controles y los equilibrios democráticos incluso en una emergencia.
El momento de hacerlo es ahora. Sea quien sea a quien elijamos para gobernar en los próximos años no tendrá la capacidad para revertir las decisiones que se están tomando ahora. Si usted se convierte en presidente del gobierno en el 2021, es como llegar a una fiesta cuando casi ha terminado y lo único que se puede hacer es lavar los platos.

Si usted se convierte en presidente del gobierno en el 2021, descubrirá que el gobierno anterior ha distribuido decenas de millares de euros –y que usted tiene una montaña de deuda que devolver–, que el gobierno anterior ha reestructurado el mercado laboral –y que usted no puede empezar de nuevo de cero–, que el gobierno anterior ya ha introducido nuevos sistemas de vigilancia –y que no pueden ser anulados de un día para otro. Por tanto, no esperemos hasta el 2021. Controlemos lo que los políticos están haciendo en este preciso momento.

¿Cómo de importante es la cooperación internacional en la situación actual y, sobre todo, es esa cooperación posible?
Sin liderazgo global, los países no pueden confiar en la información que reciben de los otros. Y esta información es nuestro activo más importante en esta crisis. La gran ventaja de los humanos en comparación con los virus es que nosotros podemos comparar de una manera que para los virus no es posible.

Asistentes a un mitin durante la campaña de las recientes elecciones en Corea del Sur
Asistentes a un mitin durante la campaña de las recientes elecciones en Corea del Sur (Chung Sung-Jun / Getty)
 
Un virus en Corea no puede aconsejar a un virus en España sobre cómo infectar a gente, pero lo que un médico descubre en Corea por la mañana puede salvar vidas en España por la tarde. El gobierno español afronta dilemas que el gobierno coreano afrontó hace un mes y puede pedir consejo. ¿Por qué repetir los mismos errores que otros gobiernos hicieron en el pasado? Y cuando, en un mes, Argentina vuelva a enfrentarse a un dilema similar, España puede ayudar.

¿Y respecto a la economía?
El liderazgo global es también vital para la producción y distribución de equipos médicos, como ventiladores, tests, mascarillas y guantes. En estos momentos, los países están compitiendo entre sí, de manera que la producción es ineficiente y la distribución es injusta. Necesitamos un acuerdo global para racionalizar la producción y para asegurarnos de que los equipos vayan a los países que más lo necesitan, en lugar de que vayan a los países que pueden pagar más.

El liderazgo también es necesario en el terreno económico. A menos que tengamos un plan de acción global, muchos países pueden colapsar completamente. Países ricos como EE.UU., Alemania o Japón probablemente estarán bien, pero ¿cómo podrán gestionar la crisis países como Ecuador, Egipto o Bangladesh?

¿Y cómo se logra la coordinación?
No soy un político y no sé cómo unir a los líderes mundiales y acordar un plan de acción global. Espero que los medios de comunicación y los ciudadanos en países diferentes presionarán a los gobiernos para que piensen globalmente acerca de esto, y para que actúen con un espíritu de solidaridad global. Tenemos que recordarnos cada uno constantemente que mientras la epidemia se expanda en un país, todos los países están en riesgo. Y si algunos países quiebran, los resultantes caos, violencia y olas de inmigración desestabilizarán a todo el mundo.

La información, en la actual situación, es muy importante, pero ¿tenemos poca o demasiada?
La información es nuestro activo más importante. No se puede hacer nada sin información. Incluso las cuarentenas y confinamientos están basados en información de buena calidad. Si usted no comprende cómo se contagia la enfermedad, ¿cómo puede confinar personas contra ella?

Por ejemplo, el aislamiento contra el sida es muy diferente del aislamiento contra el Covid-19. Para aislarse contra el sida, hay que usar preservativo, pero no hay problema al hablar cara a cara con una persona con HIV, darle la mano o abrazarle. El covid-19 es distinto.

Para saber cómo aislarse de una epidemia concreta, primero se necesita información fiable sobre qué la causa. ¿Es un virus o una bacteria? ¿Se transmite a través de los fluidos o la respiración? ¿Pone en peligro a los pequeños o a los de mayor edad? ¿Hay sólo una cepa del virus o hay varias mutaciones?

Una transeúnte pasa por delante de un comercio cerrado en Londres
Una transeúnte pasa por delante de un comercio cerrado en Londres (Chris J Ratcliffe / Getty)
 
Entender todo esto es importante no sólo para los gobiernos, sino también para los ciudadanos. Esta es la razón por la que es tan importante dar una buena educación científica en la escuela a todos los ciudadanos. En la crisis actual, si alguien trata de convencerle de una teoría de la conspiración sobre el origen y expansión del covid-19, pídale primero que le explique qué es un virus y cómo este causa la enfermedad. Si no tiene idea, no confíe en esa teoría. Tener un doctorado no es obligatorio, pero saber un poco de biología básica sí que es necesario.

¿Es optimista o pesimista?
No puedo predecir el futuro, sólo puedo intentar influir en las decisiones que se toman en el presente. En última instancia, creo que nuestros mayores enemigos en esta crisis no son los virus. Nuestros mayores enemigos son nuestros demonios internos: el odio, la codicia y la ignorancia. Si la gente responsabiliza de la epidemia a los extranjeros y a las minorías; si los negocios codiciosos sólo se preocupan por sus beneficios; y si creemos en toda clase de teorías de la conspiración, será mucho más difícil vencer a esta epidemia y viviremos en un mundo envenenado por el odio, la codicia y la ignorancia.

Por otro lado, si en este momento de crisis mostramos solidaridad con otra gente de todo el mundo; si ayudamos generosamente a los más necesitados; si fortalecemos nuestra confianza en la ciencia y en medios de comunicación responsables, será mucho más fácil vencer a esta epidemia, y finalmente viviremos en un mundo mucho mejor.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/internacional/20200419/48563857713/yuval-harari-coronavirus-politica-epidemia.html