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| Registro de lluvias británico de 1920 a 1929. Centro Nacional de Ciencia Atmosférica de Reino Unid | 
Más de 13.000 voluntarios se convierten en científicos espontáneos digitalizando millones de registros históricos de lluvia para ayudar a prevenir incidentes climáticos futuros
Desde que el lunes 23 de marzo Reino Unido decretara el 
confinamiento, los británicos ya se han encargado de ocupar su tiempo 
extra. Algunos han aprovechado estos días de encierro para contribuir en
 lo que pueden a aliviar la crisis del coronavirus; pero también está 
prosperando otro tipo de actividades colectivas: las de ciencia 
ciudadana por el clima. Antes incluso de que comenzara la cuarentena 
obligatoria en el país, el proyecto Rainfall Rescue animó a los 
ciudadanos a convertirse en científicos espontáneos ayudando a 
digitalizar los registros históricos sobre precipitaciones en diferentes
 localidades de Reino Unido.
La respuesta fue 
abrumadora. En solo dos días y medio ya se habían sumado 10.532 
voluntarios —muchos de ellos sin ningún tipo de formación científica— 
que transformaron 1.335.428 medidas manuscritas registradas en las 
décadas de 1940 y 1950, según lo anunciaba en twitter Ed Hawkins, el 
científico al frente de la iniciativa. “Estimamos que se han escaneado 
cuatro millones de registros de lluvia mensuales tomados en todo el 
Reino Unido entre 1750 y 1960, pero siguen sin estar digitalizados. Esto
 va a ser un reto”, señaló Hawkins el 18 de febrero.
De momento, la idea del promotor de Rainfall Rescue es 
digitalizar los datos manuscritos recogidos entre 1820 y 1950, una tarea
 que, a este ritmo, calcula que puede llevar tan solo unas semanas. Los 
ya más de 13.000 participantes han completado el 25% del desafío. El 
objetivo es “rescatar” datos del pasado para que los científicos del 
clima puedan prevenir incidentes climáticos futuros —tanto inundaciones 
como sequías—, explican desde el Centro Nacional de Ciencia Atmosférica 
en la web del proyecto. 
Stuart Norton es uno de esos 
miles de voluntarios. Este criminólogo, que como la mayoría de gente 
está trabajando desde su casa en estos momentos, se sorprendió a sí 
mismo involucrado en esta empresa común. “Es una forma en la que nunca 
me imaginé que pasaría una tarde, y también una muy catártica”, 
compartía en Twitter.
El
 británico explica que decidió participar en el proyecto tras leer sobre
 ello en la prensa. “Es verdad que la cuarentena ayudó al proceso, pues 
paso más tiempo en Internet, pero la razón principal fue la de formar 
parte del proyecto y sentir que estoy ayudando, aunque sea con algo 
bastante pequeño, a un esfuerzo colectivo de resultados sorprendentes”.
Norton
 aprovecha tiempos muertos para transcribir los datos. “Puedes hacer 
tantos como quieras, solo se tarda unos minutos en transcribir un 
registro”, explica, y agrega que “podría ser más rápido, pero vale la 
pena prestar atención a los detalles ya que los datos deben ser 
transcritos con precisión”.
También aclara que no se 
necesita ninguna base científica, solo la capacidad de descifrar varios 
estilos de caligrafía. Basta con entrar en la web del proyecto y elegir 
el año sobre el que se desea trabajar. Al hacer click, el usuario tiene 
acceso inmediato al manuscrito. Aunque el proceso es bastante intuitivo,
 antes de comenzar un breve tutorial responde a posibles dudas, como qué
 hacer si hay un hueco en blanco o cómo transcribir una cifra si consta 
solo de números decimales.
That was one way I
 never thought I'd spend an evening - and very cathartic too 
#rainfallrescue
 #volunteering
 https://t.co/iUQbQZfH5M
—
 Stuart Norton (@S_J_Norton) March
 31, 2020
 
Para Norton, esta tarea tan
 mecánica se ha hecho “catártica” para él porque también para aportar 
esperanza en medio de la “tragedia mundial” a la que estamos asistiendo:
 “Estos datos pueden ayudar a prevenir inundaciones en el futuro y creo 
que una consecuencia no intencionada de la pandemia es que más gente se 
dará cuenta de la necesidad de mantener la calidad del aire o de 
conservar la biodiversidad. Creo que existía el temor de que el mundo 
olvidara los problemas ambientales y los avances logrados en los últimos
 años, pero yo creo que lo mejorará”.
Los datos 
recabados ya están sirviendo para contrastar las diferencias de 
precipitaciones a lo largo de las décadas, y conocer así si hubo algún 
año o mes especialmente seco —como abril de 1938, por ejemplo— y con qué
 frecuencia se daban las inundaciones.
No es el primer
 proyecto de ciencia ciudadana relacionado con el clima que lidera 
Hawkins, y tampoco el último. Este investigador, mundialmente conocido 
por, entre otros éxitos, desarrollar un modelo de visualización de la 
variación de la temperatura media global desde 1850 hasta 2018 que ha 
dado lugar a una campaña de sensibilización de alcance mundial (Show 
your stripes), está ahora impulsando un nuevo reto: digitalizar los 
registros manuscritos de temperaturas extremas y presión atmosférica en 
Reino Unido para el Observatorio de Eskdalemuir.
En 
las bases de datos de este observatorio hay una brecha de 40 años, datos
 que aún no son electrónicos y que podrían aportar información sobre 
episodios del clima extremo en el país. De momento, han pedido a 
aquellos ciudadanos “aislados y aburridos en sus casas” que les ayuden a
 digitalizar los registros diarios entre 1910 y 1914.
Según
 recoge la BBC, a Hawkins se le pregunta a menudo por qué no emplea un 
software de reconocimiento óptico (OCR) de caracteres. Él responde que 
estos programas no pueden lograr la precisión de los humanos. “Estos 
datos numéricos tabulados son un desafío particular, y nadie con quien 
hayamos hablado todavía —y han sido algunas compañías bastante grandes, 
como IBM y Google— lo ha podido resolver”, señaló a la cadena británica.
 Sin embargo, arguye que entre los humanos hay más de un 99% de 
precisión. “Estoy seguro de que el OCR mejorará, pero ahora mismo no 
puede igualar lo que hacen nuestros voluntarios”.
 
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