La inteligencia estadounidense y alemana lograron intervenir las comunicaciones gracias a la distribución de una máquina de encriptado
La Inteligencia de Estados Unidos espió durante años las comunicaciones diplomáticas y militares de decenas de países, entre ellos los de la Operación Cóndor,
a través de máquinas de encriptado de una compañía suiza, propiedad de
la CIA estadounidense y de la agencia de los servicios secretos alemanes
BND.
Así lo muestran los cables publicados el martes por el centro independiente "National Security Archive" (NSA,
Archivo de Seguridad Nacional), tras una investigación publicada hoy
por el diario The Washington Post y la cadena pública alemana de
televisión ZDF.
Durante décadas, la empresa suiza Crypto AG, propiedad de la CIA (Agencia
Central de Inteligencia) y de BND (Bundesnachrichtendienst, la agencia
de inteligencia extranjera del Gobierno alemán), comercializó miles de
máquinas de encriptado a un centenar de países de todo el mundo, como
Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, México, Colombia, Perú, Venezuela,
Nicaragua, España, Grecia, Egipto, Arabia Saudí, Irán e Irak, entre
otros. La CIA pudo saber todo de episodios históricos Esas máquinas permitieron a la CIA descodificar
miles de mensajes que podrían estar relacionados con episodios como el
golpe militar de 1973 en Chile; el de 1976 en Argentina; el asesinato
del excanciller chileno Orlando Letelier en Washington en 1976; la
revolución sandinista en Nicaragua o la guerra de las Malvinas.
"National Security Archive" hace mención especial al espionaje sufrido por los miembros de la Operación Cóndor, un plan de varias dictaduras latinoamericanas en las décadas de 1970 y 1980 para eliminar a sus opositores.
Esas naciones, entre ellas Chile, Argentina y Uruguay, cifraron sus comunicaciones con máquinas de Crypto AG, sin saber que EEUU podría estar escuchando.
Durante la reunión inaugural de la Operación Cóndor,
auspiciada por el régimen militar chileno de Augusto Pinochet
(1973-1990) en noviembre de 1975 en Santiago de Chile, los responsables
castrenses de cinco dictaduras del continente americano firmaron un
acuerdo para emplear un sistema de encriptado. En el corazón de "condortel" Dicho sistema "estaría disponible para los países miembros en los
siguientes 30 días, con el entendimiento de que podría ser vulnerable;
será reemplazado en el futuro con máquinas criptográficas que serán
elegidas de acuerdo común", reza el texto del acuerdo.
Tras la segunda reunión en junio de 1976, la CIA informó de que "Brasil había aceptado proporcionar equipamiento para 'Condortel' (la red de comunicaciones de la Operación Cóndor)", que provendría de Crypto AG.
The Washington Post y ZDF hacen un recorrido en su investigación, titulada "El golpe de Inteligencia del siglo",
por este proyecto de espionaje, conocido primero bajo el nombre de
"Thesaurus" y luego como "Rubicon", con base en documentos internos de
los servicios de Inteligencia y entrevistas con funcionarios y
exfuncionarios, así como con empleados de la firma suiza.
El Post destaca que desde 1970 la CIA y la Agencia estadounidense de Seguridad Nacional (NSA) de EEUU controlaron casi todos los aspectos de Crypto AG, en colaboración con BND. EEUU no logró burlar a sus adversarios más acérrimos Gracias a ese sistema, siguieron de cerca desde la crisis de los
rehenes en Irán en 1979 hasta las operaciones de asesinato en el marco
de la Operación Cóndor y los movimientos de Argentina durante la guerra de las Malvinas.
La única limitación del programa fue que los principales adversarios de Estados Unidos, la extinta Unión Soviética y China, nunca fueron clientes de Crypto AG, porque sospechaban de sus lazos con Occidente.
En el caso de Argentina, la Administración
estadounidense del presidente Ronald Reagan (1981-1989) aprovechó en
1982 el uso por parte del Gobierno argentino de la tecnología de Crypto
AG para entregar datos de Inteligencia al Reino Unido durante la guerra
de las Malvinas.
Años más tarde, en 1989, EEUU se aprovechó del uso que hacía el Vaticano de ese equipamiento en su persecución al general panameño Manuel Antonio Noriega,
cuando buscó refugio en la Nunciatura Apostólica y su paradero quedó
expuesto a través de los mensajes enviados desde esta misión a las
autoridades vaticanas. ¿Realmente ha acabado el espionaje? The Washington Post subrayó que los productos de Crypto AG se
siguen empleando en más de una decena de países y su logotipo de color
naranja y blanco todavía luce en lo alto de la sede de la empresa en
Zug, en Suiza, aunque la compañía fue liquidada y desmantelada en 2018 por sus inversores, a través de una empresa de Liechtenstein, cuyas leyes permiten blindar las identidades de estos.
Dos firmas compraron casi todos los activos de Crypto AG:
CyOne Security, que vende sistemas de seguridad al Gobierno suizo, y
Crypto International, que controla la marca y el negocio internacional
de la antigua compañía.
La Fiscalía de La Haya ha solicitado abrir una investigación sobre
Afganistán por crímenes de guerra que incluye abusos a prisioneros en
Polonia, Rumanía y Lituania. Estados Unidos mantuvo allí centros de
detención con la complicidad de sus gobiernos
La policía militar traslada a un preso en la prisión de Guantánamo.
Shane T. McCoy
Hagamos un viaje en el tiempo. 20 de septiembre de 2001, Washington.
El presidente de Estados Unidos, George Walker Bush, da un solemne
discurso en el Congreso dirigiéndose a una nación que aún se pregunta
por qué ha sido atacada. El texano agradece la solidaridad de la
comunidad internacional, habla de la reconstrucción de Nueva York y
menciona el odio de los terroristas hacia la democracia. También nombra a
una persona, Osama bin Laden, y un país, Afganistán, desconocidos en
ese momento para el 99% de sus conciudadanos. Es allí donde Estados
Unidos empezaría su “guerra contra el terror” y avisa al resto de
naciones que espera una colaboración máxima. “O están con nosotros o
están con los terroristas”, dice Bush.
¿Cómo sería esa nueva guerra? El presidente se responde a sí mismo:
“Somos un país despertado por el peligro y llamado a defender la
libertad. Nuestro dolor se ha convertido en ira, y nuestra ira en
resolución. Ya sea que llevemos a nuestros enemigos ante la Justicia o
hagamos justicia con nuestros enemigos, se hará justicia”. Los
congresistas aplauden al unísono y se ponen de pie. Bush levanta la
vista, la baja un poco para mojarse los labios y la vuelve a subir. Sabe
que el momento histórico le evitará escuchar disonancias en una cámara
entregada.
Lo que venía a decir el presidente era que la “pax americana” estaba
por encima del derecho penal internacional y ningún tribunal lo
detendría por sus métodos. La operación “Libertad duradera” comenzó dos
semanas después y Estados Unidos, junto a una coalición internacional,
desplegó tropas en Afganistán para derrocar a su Gobierno. Allí siguen
16 años después.
Los ecos de esos tambores de guerra se sintieron en una lujosa
mansión de Filadelfia el 15 de diciembre de 2011. El padre de la
Psicología Positiva, Martin Seligman, recibió en su casa a académicos
estadounidenses e israelíes y responsables del FBI y la CIA. La
finalidad era discutir un estudio suyo, fechado en 1975, que podía tener
una aplicación práctica en esa nueva guerra contra el terrorismo.
Seligman decía que cuando un perro sufre descargas eléctricas de forma
indiscriminada termina por no tomar medidas para evitarlas, incluso si
se le abre una vía de escape. Interioriza lo que los expertos llaman la
“indefensión aprendida”.
Ese encuentro nunca se hizo público y no existen grabaciones, pero
cimentaron el brutal sistema de torturas que la CIA instauró
posteriormente. Es lo que cuenta Mark Fallon, experto en Defensa que
pasó por el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, en un
libro editado este año, “Medios injustificables”.
Las conclusiones de la cita de Filadelfia requerían una cobertura
legal que llegó pronto. La Casa Blanca anunció el 7 de febrero de 2002
que no aplicaría los Convenios de Ginebra a los talibanes y combatientes
de Al-Qaeda, dando vía libre a que se les torturase. Tres meses después
Bush no ratificó el Estatuto de Roma, carta fundacional de la Corte
Penal Internacional que sí había firmado Bill Clinton. Evitó así que la
institución recién nacida en La Haya tuviera jurisdicción en territorio
estadounidense. La “guerra contra el terror” siguió su curso y Estados
Unidos invadió Irak en 2003 con la inestimable colaboración de Tony
Blair y José María Aznar, argumentando que el Gobierno de Sadam Husein
poseía unas armas de destrucción masiva que nunca aparecieron.
Demos ahora un salto en el tiempo hacia adelante. 9 de noviembre de
2017, La Haya. La Fiscal General de la Corte Penal Internacional, Fatou
Bensouda, manda un vídeo
a los medios en el que dice lo siguiente: “Durante décadas, el pueblo
de Afganistán ha soportado el flagelo del conflicto armado. Tras un
minucioso examen preliminar de la situación, he llegado a la conclusión
de que se han cumplido todos los criterios jurídicos exigidos en el
Estatuto de Roma para iniciar una investigación”. Sospecha de tres
actores: los talibanes, las fuerzas de seguridad afganas y miembros del
ejército de Estados Unidos y de la CIA.
Una Sala de Cuestiones Preliminares del tribunal estudia actualmente
darle luz verde. Se sabrá en los próximos meses y es muy probable que
los jueces le den el visto bueno. A partir de ese momento, la Fiscalía
tendría autorización para visitar otros países, recopilar pruebas y
entrevistar a víctimas. Si cree que existen indicios suficientes,
incluso solicitaría órdenes de arresto. Al menos 54 detenidos sufrieron
torturas, tratos crueles, violación y otras formas de violencia sexual
en cárceles afganas controladas por Estados Unidos, según el último
informe de la Oficina de Bensouda. Abu Ghraib queda fuera de la
investigación porque Irak no es estado parte de la Corte Penal
Internacional.
La fiscal también documenta abusos contra otros 24 prisioneros en
centros de detención de la CIA localizados en Polonia, Lituania y
Rumanía “principalmente entre 2003 y 2004”. Es decir, que no sólo
encarcelaron a prisioneros sin juicio y en países como Afganistán o
Irak, sino también en el viejo continente. Entonces, ¿se cometieron
crímenes de guerra en territorio europeo a principios del siglo XX?
Vamos por partes.
Polonia: un país ya condenado
El caso de Polonia ya está parcialmente documentado a nivel judicial.
Una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, de julio de
2014, obligó a este país a indemnizar con 230.000 euros a dos
prisioneros: Abu Zubaydah y Abd al-Nashiri. Ambos fueron trasladados a
la base militar de Stare Kiejkuty, a unos 150 kilómetros de Varsovia y
cercana al aeropuerto de Szymany, entre el 4 y el 5 de diciembre de
2002.
El tribunal se basó en informes desclasificados de la CIA para
describir con una precisión terrorífica las “técnicas mejoradas de
interrogación”, término utilizado por los norteamericanos para evitar la
palabra “tortura”, utilizadas con al-Nashiri. Por ejemplo, un oficial
lo amenazó con una pistola semiautomática durante un interrogatorio para
que hablara. Como no lo hizo, lo metieron en su celda y lo encadenaron.
Poco después, el mismo militar entró, apuntó el arma contra su cabeza y
apretó el gatillo entre una y dos veces, simulando su ejecución.
El informe de la CIA sigue. “Probablemente el mismo día, el
interrogador utilizó un taladro eléctrico para asustar a al-Nashiri (…)
entró en su celda y encendió el motor mientras el detenido estaba
desnudo y encapuchado”. Ninguna de las amenazas de muerte proporcionó
información a los interrogadores. Los servicios secretos norteamericanos
documentaron otros abusos, como “levantarlo del suelo por los brazos
mientras los tenía atados a la espalda con un cinturón” o usar “un
cepillo rígido para inducirle dolor”.
Un informe de la Cruz Roja citado en la misma sentencia explicó que
al-Nashiri estuvo con las “muñecas encadenadas a una barra o gancho en
el techo por encima de la cabeza (…) durante varios días seguidos” y fue
“amenazado con ser sodomizado”. El 6 de junio de 2003 fue trasladado a
otra cárcel secreta, en Rabat.
El Tribunal de Estrasburgo consideró probado que “las autoridades
polacas sabían” de la existencia de la cárcel secreta de la CIA, pero no
pudo explicar por qué Varsovia se había arriesgado a semejante empresa.
La explicación llegó a los pocos meses desde el otro lado del
Atlántico, pues el Senado estadounidense desclasificó un informe sobre
el programa de detención de la CIA que decía lo siguiente: “Para alentar
a los gobiernos para que albergasen de forma clandestina centros de
detención, o para aumentar el apoyo de los ya existentes, la CIA
proporcionó millones de dólares en pagos en efectivo a funcionarios de
gobiernos extranjeros”.
No se nombró a los países que colaboraron, sino que se identificó los
centros de detención por colores, pero los cruces de datos con otros
documentos públicos pusieron en evidencia que la cárcel “azul” era la de
Polonia. Sus autoridades habían dado su consentimiento para albergarla y
llegó a tener prisioneros “por encima de su capacidad”, según otro
cable de la Inteligencia estadounidense.
Las consecuencias políticas fueron inmediatas. El expresidente de
Polonia, el socialdemócrata Aleksander Kwasniewski, convocó a la prensa
al día siguiente y admitió haber dado permiso a la CIA para que usara la
base militar de Stare Kiejkuty, pero negó saber que allí se practicaban
torturas. Dijo no tener información sobre los pagos hechos por los
norteamericanos y aseguró que el centro se cerró a finales de 2003
gracias a las presiones del Gobierno. ¿Por qué lo consintió entonces?
Explicó que Estados Unidos le podría devolver el favor si la seguridad
nacional polaca se veía amenazada e invocó una hipotética amenaza rusa.
Lituania: ¿torturas en la Unión Europea?
La UE hizo la mayor ampliación de su historia en mayo de 2004, cuando
pasó de 15 a 25 miembros. Entre ellos estaba Lituania, que también se
adhería a la Convención Europea de Derechos Humanos cuyo artículo 3
prohíbe tajantemente la tortura. Las reglas, en teoría, estaban claras.
Diversas informaciones acusaron a Lituania durante años de albergar
un centro de la CIA, pero la cadena ABC News fue la primera en ponerla
en el mapa. Un amplio reportaje en 2009 denunció la existencia de un
centro de detención de la CIA en una antigua escuela de equitación, a 20
kilómetros de la capital, durante el año 2005. Las autoridades lo
permitieron porque estaban agradecidas a Estados Unidos de que les
dejaran unirse a la OTAN.
El reportaje provocó que el Parlamento lituano pidiera una
investigación a fondo. Su conclusión fue que la CIA estableció no uno,
sino dos centros de detención: el primero en la escuela de equitación y
el segundo en una casa situada en la misma capital, en Vilnius,
informaron medios nacionales. Sin embargo, no se llegó a probar que esos
edificios llegaran a albergar prisioneros. ¿Para qué se usaron
entonces? “El verdadero propósito de las instalaciones no se puede
revelar porque constituye un secreto de estado”, dijo el fiscal a la
prensa lituana.
La excusa no aguantó mucho tiempo. El informe del Senado
estadounidense sobre las torturas de la CIA desclasificado en 2014
mencionó en varias ocasiones el centro de detención “violeta”, abierto a
principios de 2005 y que según numerosas investigaciones estaba en
Lituania. Se desveló que uno de sus prisioneros, Mustafa Ahmad
al-Hawsawi, necesitó de asistencia médica después de un interrogatorio,
pero funcionarios locales se negaron a trasladarlo a un hospital cercano
por miedo a que la prensa se enterase.
El incidente causó enormes tensiones con la CIA, que se cuestionó la
disposición del país anfitrión a “participar como originalmente se había
acordado", señalan los mismos cables. Estados Unidos cerró las
instalaciones en 2006 y trasladó a sus prisioneros al centro de
detención “marrón”, que según varias investigaciones estaba en
Afganistán. Abu Zubaydah, el detenido que ya ganó un caso contra Polonia
en Estrasburgo, ha denunciado que también pasó por Lituania y ha
llevado a este país ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en un
caso que está pendiente de decisión.
Rumanía: abusos en pleno Bucarest
Una investigación periodística de Associated Press y un medio local,
publicada en diciembre de 2011, localizó el centro de detención de la
CIA en Rumanía: un edificio de la Oficina Nacional de Información
Clasificada situado en el norte de Bucarest, en un barrio residencial y a
pocos minutos del corazón de la capital. Abrió en otoño de 2003 después
de que la Inteligencia estadounidense vaciara el centro de Polonia.
Dos de los prisioneros que pasaron por allí fueron Janat Gul y Hassan
Ghul. Acusados de ser facilitadores de Al-Qaeda, experimentaron
alucinaciones después de sufrir privaciones de sueño durante decenas de
horas. Un médico constató que Ghul sufría “fatiga fisiológica notable",
“espasmos musculares abdominales y en la espalda", "parálisis leves en
los brazos, las piernas y los pies” debido a las horas que pasaba “en
posición colgante” y a los intensos regímenes de privación de sueño,
hasta 59 horas seguidas en algunos casos, reflejan cables de la propia
CIA.
En mayo de 2005 llegó a Rumanía Abu Faraj al-Libi, un supuesto
miembro de Al-Qaeda detenido en Pakistán que sufrió durante un mes las
“técnicas mejoradas de interrogación”. En ese periodo se quejó de una
pérdida de audición, pero sus captores no lo creyeron y siguieron
adelante. Sólo pararon cuando los doctores de la CIA avisaron de
“inaceptables riesgos médicos o psicológicos”. Al-Libi fue trasladado un
año más tarde a Guantánamo, donde le tuvieron que implantar un
audífono.
Llegó un momento en el que el jefe del centro rumano contactó con sus
superiores para comentarles sus preocupaciones: la función del edificio
de Bucarest estaba pasando de “producir inteligencia” (conseguir
información de prisioneros) a convertirse en unas “instalaciones de
detención de larga duración”. Sin embargo, los planes se fueron al
traste en unos meses. El Washington Post denunció en noviembre de 2005
la existencia de centros de la CIA en antiguas repúblicas soviéticas. No
dio nombres de países, pero llevó a las autoridades rumanas a
reclamarle a Estados Unidos que cerrara la cárcel “en horas”, cosa que
sucedió semanas después.
Rumanía negó los hechos durante años, pero su exjefe de Inteligencia
Ioan Talpes reconoció en 2014, en una entrevista con Der Spiegel online,
que su país albergó “al menos” una de esas cárceles. La razón, al igual
que Lituania, era favorecer su entrada en la OTAN. ¿No le preocupaba
que allí se produjeran torturas? “Lo que hicieran allí los americanos
era asunto suyo”, afirmó Talpes.
Dos de las conclusiones del informe del Senado sobre el programa de
detención de la CIA son especialmente chocantes. La primera, que “las
técnicas mejoradas de interrogación no fueron un medio efectivo para
obtener información precisa”. Es decir, la tortura no funcionó porque
las confesiones respondían a los deseos de los interrogadores, no a
datos o nombres nuevos que pudieran ser utilizados por los Servicios de
Inteligencia. La segunda, que de los 119 expedientes revisados por el
Senado, “al menos 26 fueron arrestos erróneos” porque “no cumplían con
los estándares legales de detención”. Es decir, más del 20% nunca
debieron ser encarcelados porque no habían hecho nada.
¿Sabía Bush dónde estaban éstas y otras cárceles repartidas por medio
mundo? El informe del Senado lo aclara: “El presidente pidió no ser
informado de las localizaciones de los centros de detención de la CIA
para asegurarse de no revelar la información de forma accidental”. Tal
cual.
Estados Unidos se opone a la investigación
La pregunta ahora es hasta dónde podría llegar la investigación de La
Haya. El Pentágono ya ha avisado de que la rechaza de pleno. Una de sus
portavoces dijo que “ni contaría con garantías ni es apropiada”, y que
cualquier pesquisa deberá ser hecha por ellos mismos. En el pasado, los
obstáculos puestos por algunos Estados han echado al traste el trabajo
de la Fiscalía, que ha visto derrumbarse casos enteros porque las
pruebas desaparecían en el país donde habían sucedido los crímenes o los
testigos cambiaban su testimonio a última hora.
Los países europeos señalados y Afganistán deben responder a las
eventuales llamadas del tribunal porque sí han ratificado el Estatuto de
Roma. Ahora bien, las autoridades afganas recelan mucho del movimiento
de Bensouda. “Créame, no están nada contentos con su investigación, han
hecho todo lo posible para paralizarla”, dijo a CTXT una alta fuente de
La Haya.
La Corte Penal Internacional se basa en el principio de
complementariedad, es decir, sólo interviene si detecta que las
autoridades nacionales no hacen investigaciones o si éstas no son
genuinas. Bensouda, en un informe reciente, dijo que tanto en Polonia
como en Lituania y Rumanía “se están llevando a cabo investigaciones
penales” sobre el asunto, pero les advierte que seguirá evaluando si
esas pesquisas son auténticas y abarcan a “las mismas personas (…)
identificada por la Fiscalía”.
El tono contra Estados Unidos es más duro: “No parece que se haya
llevado a cabo ningún proceso para examinar la responsabilidad penal de
quienes desarrollaron, autorizaron o asumieron la implementación por
miembros de la CIA de las técnicas de interrogatorio”, señala la fiscal.
La Fiscalía de La Haya no tiene como política general ir a por los
perpetradores directos de los crímenes, sino a por las máximas
autoridades que dieron las órdenes de cometerlos. Mark Fallon, ex
miembro del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, señala
en su libro “Medios injustificables” a dos altos cargos. El primero es
Geoffrey D. Miller, el general que extendió el programa de torturas de
la CIA, primero en Guantánamo y más tarde en Irak. Se retiró en 2006,
pero abogados franceses y alemanes han impulsado iniciativas legales en
sus países para juzgarlo por crímenes de guerra. El segundo es nada
menos que Donald Rumsfeld, secretario de Defensa de Estados Unidos entre
2001 y 2006 que, según Fallon, autorizó personalmente al general Miller
a aplicar las torturas.
¿Se atreverá La Haya procesar a autoridades como Rumsfeld? El caso
representa una espada de doble filo para el tribunal. Serviría para
limpiar su imagen de ser “una corte para África”, pues de momento todos
sus condenados provienen del continente negro. Algunos sueñan con ver a
altos cargos de la administración Bush sentados en el banquillo de los
acusados y las expectativas creadas han sido importantes. Si finalmente
la Fiscalía diera un paso atrás y no llegara a reunir pruebas
suficientes para acusarlos de crímenes de guerra, su imagen pública se
vería seriamente dañada.
Hagamos política-ficción e imaginemos que, eventualmente, la corte se
atreviera a dictar esas órdenes de arresto. La prensa internacional
abriría sus portadas con el movimiento de La Haya y se ganaría el
respeto de actores que hasta el momento han visto sus pasos con
desconfianza. No obstante, se haría evidente una de las grandes
debilidades del tribunal: su dependencia de los Estados.
El tribunal no dispone de policía propia y necesita que los Estados
hagan las detenciones, pero los norteamericanos, con toda seguridad, se
negarían a enviar a los suyos a La Haya. Habría llamamientos a la
comunidad internacional en nombre de las víctimas y los derechos
humanos, pero todo quedaría en una declaración de intenciones. Al final
se impondría esa incómoda verdad que no gusta oír en La Haya: la
Justicia universal sólo se aplica allí donde los grandes poderes la
permiten.
El informático que desveló el espionaje masivo de EE.UU. lanza una
campaña para que Barack Obama le conceda un indulto antes de que termine
su mandato
Edward Snowden.
Freedom of the Press Foundation
Edward Snowden quiere volver a casa. Hace tres años, el joven
informático estadounidense vio cómo su gobierno le revocaba el
pasaporte, cuando se encontraba en el aeropuerto de Moscú. Si lograse
volver a América, Snowden se enfrentaría a un juicio por delitos de
‘espionaje’ y robo de secretos de Estado por entregar a dos periodistas
un millón y medio de documentos clasificados. La filtración sirvió para
arrojar luz sobre los sistemas de vigilancia masiva que los gobiernos de
EEUU y el Reino Unido habían implantado en todo el mundo. Casi nadie
duda de que su escuálido cuerpo de treinta y tres años de edad pasaría
la siguiente treintena en prisión.
Pero Snowden no se rinde. La semana pasada, su equipo de defensa
presentó una campaña para pedir un indulto a Barack Obama antes de que
este deje la Casa Blanca en enero. La campaña ha logrado sacudir al
menos momentáneamente a la opinión pública. Se presentó en una rueda de
prensa el 14 de septiembre con representación de Human Rights Watch,
Amnistía Internacional y la American Civil Liberties Union (ACLU),
coordinada con anuncios efectistas a toda página en los principales
periódicos del país. El lanzamiento coincide con el estreno de Snowden,
la película de Oliver Stone sobre la vida del analista informático, que
fuera subcontratado por la National Security Agency (NSA).
Se trata de una petición dirigida directamente a Obama, y que, por
tanto, se ‘salta’ al Departamento de Justicia. “Es un caso
extraordinario”, señala Noa Yachot, estratega de comunicación de la
ACLU, que dirige la campaña ‘Pardon Snowden’. Yachot apunta que es
habitual que los presidentes aprovechen sus últimos meses en el cargo
para tomar decisiones políticas que hubieran resultado demasiado
“arriesgadas” antes. “Es el momento de que Obama considere cuál será su
legado en materia de Seguridad Nacional, así que apelamos a él
directamente para que aproveche esta oportunidad”.
Desde que Snowden contactase con el periodista Glenn Greenwald, entonces en The Guardian,
y la cineasta Laura Poitras, para entregarles los documentos de la NSA,
las consecuencias de sus revelaciones han sido extraordinarias: en mayo
de 2015, un tribunal declaró ilegal la sección 215 de la Patriot Act,
que justificaba la recolección masiva de información sobre llamadas
telefónicas. Poco después, el Congreso sustituyó la polémica norma con
la USA Freedom Act, que limitaba el poder del Estado para hacerse con
información de comunicaciones privadas. Era la primera vez que el poder
legislativo estadounidense intercedía para poner coto a la vigilancia
del ejecutivo sobre sus ciudadanos desde 1970. Además, un panel de
expertos nombrados por Obama, recomendó decenas de reformas mucho más
ambiciosas que siguen pendientes de aprobación. Tampoco el sector
privado se salió de rositas: gigantes tecnológicos como Apple o Google,
que habían sido cómplices del espionaje masivo del gobierno
estadounidense dentro y fuera de sus fronteras, se vieron obligadas a
cifrar las comunicaciones de sus usuarios, ante el bochorno (y la
amenaza de pérdida de clientes) que se les vino encima.
“Los beneficios de la filtración son enormes e innegables”, señala
Trevor Timm, director ejetcutivo de la Freedom of the Press Foundation.
“Snowden abrió el debate sobre cuestiones fundamentales sobre
privacidad, y permitió que el pueblo estadounidense supiera lo que se
estaba haciendo en su nombre”, concluye.
Hay quien no lo tiene tan claro. “Snowden es un traidor”, opina Fred
Fieltz, exanalista de la CIA y vicepresidente del think tank conservador
Center for Security Policy. “Sin duda, lo que hizo benefició al ISIS, a
Al Qaeda, a los chinos y a los rusos, que se hicieron con material muy
importante y sensible. Tenía una obligación legal, e hizo un juramento
para protegernos. Pero decidió romper con su obligación y filtrar toda
esa información a la prensa. Es un desequilibrado que actuó movido por
el revanchismo. Si de mí dependiera, lo mandaría a Guantánamo, para que
se codee con los terroristas a los que tanto ayudó”.
Fieltz no es el único que cree que la filtración de Snowden trajo
consigo la muerte de civiles inocentes. En noviembre, tras la masacre de
la discoteca Bataclan, en París, el exdirector de la CIA, James Woosley
pidió públicamente la ejecución de Snowden tras acusarle de haber
facilitado que los autores de los atentados encubrieran sus
comunicaciones electrónicas, después de conocer las tácticas que las
autoridades utilizaban para interceptarlas. (Woosley no tuvo nada que
decir sobre los numerosos atentados que tuvieron lugar en Occidente
antes de las filtraciones de Snowden, como los del 11-M en Madrid o el
7-J en Londres, en 2004 y 2005 respectivamente).
Un estudio de la publicación especializada Flashpoint demostró
en 2014 la escasa influencia que la filtración de Snowden tuvo sobre
cómo se comunican los yihadistas, que ya tomaban precauciones contra la
vigilancia gubernamental mucho antes de trascender los documentos
filtrados por Snowden. “Deberíamos dar las gracias a Snowden por las
reformas que propició en vez de castigarle”, señala Yachot.
Incluso entre quienes conceden que Snowden abrió un debate sustancial
que llevó a reformas importantes, algunos le critican por haber hecho
pública información sobre cómo espía Estados Unidos a ciudadanos de
otros países e incluso a otros gobiernos.
“A los defensores de Snowden les gusta hablar sobre las cuestiones de
vigilancia a nivel nacional”, señala Bradley Moss, abogado
especializado en cuestiones de seguridad nacional. “Pero obvian algo
fundamental: la mayor parte de lo que reveló tiene que ver con la
vigilancia que nuestro gobierno hace de ciudadanos extranjeros, de otros
gobiernos o de terroristas. Eso invalida toda posibilidad de indulto:
las responsabilidades del presidente lo son para con sus ciudadanos, no
con el resto del mundo”.
Pero esa visión de la privacidad choca con un mundo globalizado en la
que la información fluye gracias a internet, señala Sherif Elsayed-Ali,
director de tecnología y derechos humanos de Amnistía Internacional.
“Estados Unidos tiene obligaciones de derecho internacional, y es
firmante de varios tratados que reconocen el derecho a la privacidad,
tanto a nivel doméstico como internacional”, recalca. Elsayed-Ali añade
que el bien social logrado por los actos pesa más que el delito que
cometió al filtrar los documentos. “Creemos que no tendría que haber
sido procesado”.
Snowden siempre ha defendido que actuó guiado por el principio de
defensa del bien común, y consternado por las violaciones de derechos
que observaba a diario. En la biografía de su perfil de Twitter –desde
el que sólo ‘sigue’ a la NSA— declara: “Antes trabajaba para el Estado;
ahora trabajo para el pueblo”. Si realmente tenía fines tan altruistas,
apunta Moss, podría haber utilizado canales de queja internos para
denunciar excesos, o incluso hablado con parlamentarios estadounidenses
que, como él, tenían acreditación legal para conocer los detalles de los
programas de vigilancia. “El caso es que no lo hizo”, señala.
“Compartió la información con periodistas que no tenían derecho a
conocerla. Siempre me ha parecido imprudente y soberbio por su parte”.
“Eso no es así”, apostilla Timothy Edgar, jurista especializado en
ciberespionaje y derechos civiles, que trabajaba en la NSA al mismo
tiempo que el analista informático. “Snowden no podía utilizar canales
de queja internos. Lo sé porque yo estaba ahí, en un puesto de mayor
responsabilidad que el suyo, y alcé la voz sobre muchos de los mismos
abusos que él denunció. No hubo cambios. Para lograrlos, Snowden tuvo
que hacer sus pública la información”.
La cuestión de qué motivó a Snowden a llevar a cabo su filtración es
fundamental para su defensa, pero si regresa a Estados Unidos sin que
medie el indulto presidencial, será juzgado de acuerdo con la Ley de
Espionaje. Esta norma, aprobada en plena Primera Guerra Mundial, no
distingue entre quienes venden secretos de Estado a otros gobiernos y
los que, como Snowden dice que hizo, los ponen a disposición de
periodistas responsables para propiciar el debate y las reformas
necesarias. “Bajo esa ley, el proceso penal contra Snowden sería
inherentemente injusto”, señala Trevor Timm. La ley no permite que el
acusado haga referencia al motivo por el que actuó como lo hizo, ni que
apele al bien común o a la ausencia de daño a la seguridad nacional como
defensa al dirigirse al jurado hasta después de haber sido declarado
culpable o inocente. “De hecho, estaría silenciado a la hora de hacer
cualquier defensa posible”, culmina Timm. “Por eso es necesario el
indulto”.
¿De verdad creen los responsables de la campaña que Obama indultará a
Snowden? “Quizá lo haga”, opina Sue Gardner, periodista de origen
canadiense, y copresidenta de ‘Pardon Snowden’. Gardner vuelve a apelar a
los valores del presidente. “Obama prometió más transparencia y
protecciones para quienes denunciaran abusos antes de llegar a la Casa
Blanca. Estoy segura de que rechaza algunas de las decisiones que ha
tenido que tomar en momentos difíciles, pero es un hombre con coraje y
principios, y por eso creo posible que lo haga”.
John Feffer no se muestra tan optimista. “Es paradójico porque
obviamente no lo esperábamos antes de su elección, pero los hechos
demuestran que el gobierno de Obama ha sido más vengativo y más celoso
en su defensa del ‘complejo de seguridad nacional’ que ninguno de sus
predecesores”. Feffer, director de la revista Foreign Policy in Focus,
señala que solamente se ha procesado a alguien bajo la Ley de Espionaje
diez veces desde su aprobación en 1917. Siete de esos diez
procesamientos los ha llevado a cabo el gobierno Obama. Para Feffer,
dichos procesamientos forman parte de un ‘culto al secretismo’ del que
ha participado el gobierno. Y reflejan algo más: “La impenetrabilidad e
impunidad del ‘complejo de seguridad nacional’, cuyos miembros no son
elegidos, y que trasciende el poder de los sucesivos gobiernos”.
Al final de la rueda de prensa de presentación de la campaña, Snowden
intervino por videoconferencia desde Moscú, donde vive desde hace tres
años. “En realidad, yo no soy el protagonista de esto”, dijo mirando
fijamente a la cámara, con su habitual flequillo desaliñado, media
sonrisa enigmática y la mirada nublada. Hasta ahí, tanto sus partidarios
como sus detractores hubieran estado de acuerdo. Pero Snowden continuó:
“Los protagonistas somos todos nosotros y nuestro derecho a disentir”.
¿Hablaba un ególatra con sed de venganza o un héroe desterrado?
Desclasificado documento de la OSS (Office of Strategic Services – precursor de la CIA). Data del 1944 en plena guerra mundial. Se preguntaron cómo la gente de a pie en toda Europa podrían contribuir su granito de arena a la lucha contra el Eje,
y sacaron este manual para saboteadores aficionados. La mayor parte del
manual explica como interrumpir comunicaciones, descarrilar, hacer
chocar, o encallar cualquier tipo de vehículo, o prender fuego (o hacer
explotar) a casi cualquier cosa.
CIA
Lo verdaramente interesante viene al final, cuando pone sus
recomendaciones para que los trabajadores, los mandos medios y los
gerentes jodan sus empresas para que se hunda la economía… “(11) Interferencia General con las Organizaciones y la Producción
(a) Organizaciones y Conferencias
(1) Insistir en hacer todo a través de ”canales”. Nunca permitir atajos para agilizar las decisiones.
(2) Hacer “discursos”. Hablar con la mayor frecuencia posible y con
mucho detalle. Ilustrar sus “argumentos” con anécdotas largas y relatos
de experiencias personales. Nunca dudar de hacer unos comentarios
“patrióticos” adecuados.
(3) Cuando es posible, asignar todos los asuntos a comités, para “su
mayor estudio y consideración”. Intentar que los comités son tan grandes
como sea posible – nunca menos de cinco personas.
(4) Tan frecuentemente como sea posible, plantear problemas irrelevantes.
(5) Discutir sobre la redacción precisa de comunicaciones, actas, resoluciones.
(6) Volver a asuntos resueltos en reuniones anteriores e intentar reabrir la cuestión de la prudencia de dicha resolución.
(7) Aconsejar “cautela”. Ser “razonable” e instar a sus compañeros a ser
“razonables” e evitar prisas que podrían causar problemas o
dificultades posteriores.
(8) Preocuparse por la conveniencia de cualquier decisión – plantear la
cuestión de si una acción cae dentro de la jurisdicción del grupo o si
podría chocar contra la política de algún escalón más alto. (b) Gerentes y Supervisores
(1) Exigir pedidos escritos.
(2) ‘Malinterpretar’ pedidos. Hacer preguntas interminables o entrar en
correspondencias larguísimas sobre dichos pedidos. Discutirles a ser
posible.
(3) Hacer todo lo posible para retrasar la entrega de pedidos. Aunque
algunas piezas de un pedido pueden estar listas de antemano, no
entregarlas hasta que el pedido esté completo.
(4) No pedir nuevos materiales hasta que sus existencias actuales estén
casi agotadas, para que el mínimo retraso en entregar el pedido
signifique el cierre.
(5) Pedir materiales de alto calidad que son difíciles de conseguir. Si
no los consigue, discutir sobre ello. Advertir de que materiales
inferiores significarán trabajo Inferior.
(6) Al distribuir trabajo, siempre asignar los trabajos insignificantes
primero. Asegurar que los trabajos importantes se asignen a los
trabajadores ineficaces con maquinaria inferior.
(7) Insistir en un trabajo perfecto en productos relativamente
insignificantes; devolver los que tiene el mínimo fallo. Aprobar otros
defectivos cuyos defectos no son visibles al ojo visto.
(8) Cometer errores de itinerario para que piezas y materiales se envíen al lugar equivocado en la fábrica.
(9) Al formar a los nuevos obreros, dar instrucciones incompletas o engañosas.
(10) Para bajar la moral y por tanto, la producción, ser agradable con
los obreros ineficaces; promocionarles de manera inmerecida. Discriminar
los obreros eficaces; quajarse de manera injusta de su trabajo.
(11 Celebrar conferencias cuándo hay trabajo más crítico que hacer.
(12) Multiplicar el trabajo en papel de maneras creíbles. Empezar a duplicar los archivos.
(13) Multiplicar los procedimientos y aprobaciones implicados en actas
de emisión, el pago de cheques, y así sucesivamente. Asegurarse de que
tres personas tienen que aprobar todo – cueno una serviría.
(14) Aplicar todo el reglamento hasta la última letra. (c) Oficinistas
(1) Cometer errores en las cantidades de material a la hora de
apuntar pedidos. Confundir nombres similares. Usar direcciones
incorrectas.
(2) Prolongar la correspondencia con las oficinas administrativas.
(3) Archivar incorrectamente documentos esenciales.
(4) Al hacer copia de carbono, hacer uno menos, para que habrá que realizar un trabajo extra de copia.
(5) Informar a las visitas Importantes de que el jefe está ocupado o hablando en otro teléfono.
(6) Retener el correo hasta la próxima colección.
(7) Difundir rumores que suenan a información privilegiada. (d) Empleados
(1) Trabajar lentamente. Pensar en maneras de aumentar el número de
movimientos necesarios para hacer su trabajo: usar un martillo ligero en
lugar de uno pesado, intentar que valga una llave pequeña cuando es
necesario una grande, usar poca fuerza cuando se necesita gran fuerza, y
así sucesivamente.
(2) Inventar tantas interrupciones de su trabajo que pueda: al cambiar
el material en el que está trabajando, como haría en un torno una
perforadora, tomar un tiempo innecesario para hacerlo. Si está cortando,
formando u otro trabajo de medición, medir las dimensiónes dos veces
mas de lo necesario. Cuando va al lavabo, pasar allí un tiempo más largo
que necesario. Olvidarse de las herramientas para que tenga que volver a
buscarlas.
(3) Incluso si entiende el idioma, fingir no entender las instrucciones en una lengua extranjera.
(4) Fingir que las instrucciones son difíciles de entiender, y pedir tenerlos repetidas más
de una vez. O fingir que está particularmente ansioso por trabajar, e incordiar al capataz con preguntas innecesarias.
(5) Hacer su trabajo mal y echar la culpa a las malas herramientas,
maquinaria, o equipo. Quejarse de que estas cosas le impiden hacer su
trabajo bien.
(6) Nunca pasar su capacidad o experiencia a un trabajador nuevo o menos hábil.
(7) Enredar a la administración de cada vía posible. Rellenar
formularios de manera Ilegible para que tengan que rehacerse;
equivocarse u omitir información solicitada en formularios.
(8) Si es posible, unirse o ayudar a organizar un grupo para presentar
los problemas de los trabajadores a la administración. Asegurarse de que
los procedimientos adoptados son tan inoportunos como sea posible para
la dirección e implican al mayor número de empleados en cada
presentación, trayendo consigo más de una renión para cada agravio,
planteando problemas que son principalmente imaginarios, y así
sucesivamente.
(9) Desviar materiales.
(10) Mezclar piezas buenas con partes inutilizables y rechazadas. (12) Resortes generales para bajar la moral y crear confusión
(a) Dar explicaciones largas y incomprensibles al ser preguntado.
(b) Informar sobre espías imaginarios o peligros a la Gestapo o a la policía.
(c) Comportarse de forma idiota.
(d) Ser tan irritable y pendenciero como sea posible sin buscarse problemas.
(e) Entender mal toda clase de regulaciones que impliquen cosas como el racionamiento, el transporte, las normas de tráfico.
(f) Quejarse de todos los sucedáneos de productos.
(g) Tratar con frialdad a todos los traidores o los nacionales del Eje.
(h) Cesar toda conversación cuando los nacionales del Eje o los traidores entran en un café.
(1) Lamentar y sollozar histéricamente a cada ocasión, sobre todo cuando confrontado por empleados gubernamentales.
(J) Boicotear a todas las películas, funciones, conciertos, periódicos
que de alguna manera estén asociados con las autoridades traidoras.
(k) No coopera con operaciones de salvamento
Como podéis ver, es casi imposible distinguir entre un jefe normal y
corriente y un jefe que está activamente saboteando su empresa. Si me
pusiera a pensar en los políticos…
El Estado Islámico, ISIS o Daesh, fue creado por la CIA, el MOSSAD y el MI6 para reventar a Siria.
El Estado Islámico, ISIS o Daesh, fue creado por la CIA, el MOSSAD y el MI6 para reventar a Siria. El profesor Michel Chossudovsky, economista canadiense y director del Centro de Investigación sobre la Globalización, en Montreal, ha recopilado 24 verdades que los gobiernos occidentales no quieren que la población conozca acerca de ISIS (o Estado Islámico) y Al-Qaeda… ¿Cómo es posible que sigan el juego de los Estados Unidos encaminado a crear un estado mundial policial? Pasando por la destrucción de pueblos, culturas ancestrales y restos de antiguas civilizaciones. La barbarie en su máxima dimensión.
COSAS QUE NO QUIEREN QUE SEPAS DE AL-QAEDA
1. Los Estados Unidos han apoyado a Al Qaeda y a sus organizaciones afiliadas durante casi medio siglo, desde el apogeo de la guerra afgano-soviética.
2. La CIA creó campos de entrenamiento para al-Qaeda en Pakistán. En el período de diez años, desde 1982 hasta 1992, unos 35.000 yihadistas procedentes de 43 países islámicos fueron reclutados por la CIA para luchar en la jihad afgana contra la Unión Soviética.
Anuncios, pagados con fondos de la CIA, se colocaron en los periódicos y boletines de noticias de todo el mundo ofreciendo incentivos y motivación para unirse a la Jihad.
3. Desde la época de la Administración Reagan, Washington ha apoyado a la red terrorista islámica. Ronald Reagan calificó a esos terroristas como “luchadores por la libertad”.
Reagan reunido con los Mujaidines afganos
Los EE.UU. suministraron armas a las brigadas islámicas. Todo era para “una buena causa”: la lucha contra la Unión Soviética y el cambio de régimen, lo que llevó a la desaparición de un gobierno secular en Afganistán.
Solo necesitamos recordar películas de propaganda de la época, como la célebre Rambo III…
4. Los libros de texto yihadistas fueron publicados por la Universidad de Nebraska. Estados Unidos gastó millones de dólares para suministrar libros de texto repletos de imágenes violentas y
enseñanzas islámicas militantes a los escolares afganos.
5. Osama bin Laden, fundador de Al Qaeda y hombre más odiado de Estados Unidos, fue reclutado por la CIA en 1979 al comienzo mismo de la guerra yihadista de Afganistán contra la Unión Soviética. Por aquel entonces, Bin Laden tenía 22 años y fue entrenado en un campo de entrenamiento de guerrillas patrocinado por la CIA.
Según el Profesor Chossudovsky, Al Qaeda se encontraba detrás de los ataques del 11 de septiembre. De hecho, el ataque terrorista de 2001 proporcionó una justificación para librar una guerra contra Afganistán, bajo el argumento de que Afganistán era un estado patrocinador del terrorismo de Al Qaeda.
Los ataques del 11 de septiembre, pues, fueron fundamentales para sentar las bases de la “Guerra Global contra el Terrorismo”.
COSAS QUE NO QUIEREN QUE SEPAS DE ESTADO ISLÁMICO
6. El Estado Islámico o ISIS era originalmente una entidad afiliada a Al-Qaeda, creada por la inteligencia de Estados Unidos con el apoyo del MI6 Británico, el Mossad Israelí, los servicios de Inteligencia de Pakistán y la Presidencia General de Inteligencia de Arabia Saudita (GIP o Ri’āsat Al-Istikhbarat Al-‘Amah (رئاسة الاستخبارات العامة).
7. Las brigadas de ISIS han estado involucradas en el apoyo a la insurgencia que los EE.UU. y la OTAN han dirigido contra el gobierno sirio de Bashar al Assad durante la guerra civil de Siria.
8. La OTAN y el Estado Mayor de Turquía fueron los responsables de la contratación de mercenarios de ISIS y Al Nusrah desde los inicios de la insurgencia siria, en marzo de 2011.
Según fuentes de inteligencia israelíes, publicadas en la web DEBKA, esta iniciativa ha consistido en: “Una campaña para reclutar a miles de voluntarios musulmanes en países de Oriente Medio y el mundo musulmán para luchar junto a los rebeldes sirios. El ejército turco aloja a estos voluntarios, los entrena y asegura su entrada en Siria”.
9. Hay miembros de las fuerzas especiales occidentales y agentes de inteligencia occidentales dentro de las filas de ISIS. Miembros de las Fuerzas Especiales Británicas y del MI6 han participado en el entrenamiento de los rebeldes yihadistas en Siria.
10. Especialistas militares occidentales contratados por el Pentágono han entrenado a los terroristas en el uso de armas químicas.
“Los Estados Unidos y algunos aliados europeos están utilizando a contratistas de defensa para entrenar a los rebeldes sirios sobre cómo asegurar los arsenales de armas químicas en Siria, según informó un alto funcionario de Estados Unidos y varios diplomáticos de alto nivel a la CNN”.
11. Las brutales decapitaciones realizadas por los terroristas de ISIS, forman parte de los programas de entrenamiento patrocinados por la CIA en campos de Arabia Saudita y Qatar y cuyo objetivo es causar pavor y conmoción.
12. Muchos de los criminales reclutados por ISIS, son presidiarios condenados liberados de las cárceles de Arabia Saudita, país aliado de Occidente. Entre ellos se encuentran ciudadanos Saudíes condenados a muerte que fueron reclutados para unirse a las brigadas terroristas.
13. Israel ha apoyado a las brigadas de ISIS y Al Nusrah de los Altos del Golán, en su lucha contra el gobierno de Al-Assad y las fuerzas chiítas de Hezbollah.
Combatientes yihadistas se han reunido regularmente con oficiales de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI), así como con el primer ministro Netanyahu.
Netanyahu con un mercenario de la guerra de Siria, siendo curado en un hospital de Israel
El alto mando de las FDI reconoce tácitamente que: “elementos de la jihad global dentro de Siria, miembros de ISIS y Al Nusrah, son apoyados por Israel”.
14. Los soldados de ISIS dentro de Siria, trabajan a las órdenes de la alianza militar occidental. Su mandato tácito es causar estragos y destrucción en Siria e Irak.
Una prueba de ello, la encontramos en esta foto, en la que el senador estadounidense John McCain se reune con líderes terroristas yihadistas en Siria.
15. Las milicias de ISIS, que actualmente son el presunto blanco de una campaña de bombardeos de Estados Unidos y de la OTAN bajo el mandato de la “lucha contra el terrorismo”, continúan siendo apoyadas secretamente por Occidente.
Fuerzas chiitas que luchan contra ISIS en Irak, así como miembros del propio ejército iraquí han denunciado repetidamente las ayudas militares suministradas por Estados Unidos a los terroristas de ISIS, mientras a la vez, combatían contra ellos.
16. Los bombardeos estadounidenses y aliados no están apuntando a ISIS, sino que tienen el objetivo de bombardear la infraestructura económica de Irak y Siria, incluyendo sus fábricas y refinerías de petróleo.
17. El proyecto de ISIS de crear un califato, forma parte de una agenda de política exterior de Estados Unidos, que pretende dividir Irak y Siria en territorios separados: Un califato islamista sunita, una República Árabe chiíta y la República del Kurdistán.
LAS MENTIRAS DE LA GUERRA MUNDIAL CONTRA EL TERRORISMO
18. “La Guerra Global contra el Terrorismo” se presenta de cara a la opinión pública como un “choque de civilizaciones”, una guerra entre los valores y las religiones, cuando en realidad se trata de una guerra de conquista, guiada por objetivos estratégicos y económicos.
19. Brigadas terroristas de Al-Qaeda, patrocinadas secretamente por las agencias de inteligencia occidentales, se han desplegado ya en Malí, Níger, Nigeria, la República Centroafricana, Somalia y Yemen para llevar el caos a esos países y justificar una intervención militar occidental.
20. Boko Haram en Nigeria, Al Shabab en Somalia, el Grupo de Combate Islámico de Libia, (apoyado por la OTAN en 2011), Al Qaeda en el Magreb Islámico y Jemaah Islamiya en Indonesia, entre otros, son grupos afiliados a al-Qaeda que son secretamente apoyados por la inteligencia occidental.
21. Estados Unidos también está apoyando a organizaciones terroristas afiliadas con Al-Qaeda en la región autónoma Uigur de China. Su objetivo es desencadenar la inestabilidad política en el oeste de China.
22. La amenaza terrorista local, como la que hemos visto en EEUU o Europa, es una fabricación promovida por los gobiernos occidentales y apoyada por los medios de comunicación con el fin de crear una atmósfera de miedo e intimidación, que lleve a una anulación de las libertades civiles y favorezca la instalación de un estado policial.
A su vez, los arrestos, juicios y condenas de “terroristas islámicos” sirven para sustentar la legitimidad del Estado de Seguridad Interna de Estados Unidos y la creciente militarización de sus fuerzas de seguridad.
El objetivo final es inculcar en la mente de millones de estadounidenses que el enemigo es real y que la Administración de los Estados Unidos protegerá la vida de sus ciudadanos.
Lo mismo podemos decir de países como Francia, Reino Unido o Australia.
23. La campaña “antiterrorista” contra el Estado islámico ha contribuido a la demonización de los musulmanes, que a ojos de la opinión pública occidental se asocian cada vez más con los yihadistas, sentando así las bases para un choque de religiones y civilizaciones.
24. Cualquiera que se atreva a cuestionar la validez de la “Guerra Global contra el Terrorismo” es calificado de terrorista y se ve sometido a las leyes anti-terroristas.
Se establece con ello, un primer instrumento para perseguir a cualquier tipo de disidente ideológico, asociándolo con el terrorismo.
Esta herramienta, podrá ser extendida posteriormente a cualquier otro tipo de disidencia ideológica.
Como vemos, la administración Obama ha impuesto finalmente un consenso diabólico, con el apoyo de sus aliados y el papel cómplice del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
La prensa occidental ha abrazado ese consenso de forma obediente y entusiasta; se ha descrito el Estado Islámico como una entidad independiente, surgida de la nada, un enemigo exterior que amenaza los valores “pacíficos y democráticos” del mundo occidental.
Se ha creado un enemigo que puede aparecer y actuar en cualquier momento, como un fantasma con el que asustar a la población cuando más convenga y empujarla a aceptar cualquier tipo de política represiva de las libertades y cualquier tipo de acción militarista al servicio de los grandes poderes occidentales.
Y por lo visto, este drama, no ha hecho más que empezar
Un nuevo documento de Wikileaks ha
revelado la existencia de un estudio secreto de la CIA con tácticas
para llevar a cabo homicidios premeditados de miembros de “grupos
insurgentes”, informa el periódico ‘Süddeutsche Zeitung’.
El documento titulado ‘Las mejores prácticas en contrainsurgencia’,
que data del año 2009, enseña cómo “llevar a cabo operaciones contra
objetivos de alto nivel como una herramienta de contrainsurgencia
efectiva”. El texto cita como una de las operaciones más
exitosas el asesinato del líder y diplomático de las FARC (FARC) Raúl
Reyes en 2008.
Las “operaciones” incluyen, según el documento de la CIA, el
asesinato político como recurso válido, además de detenciones, torturas y
marginación de dirigentes de “grupos insurgentes”.
Estas son algunas de las “buenas prácticas” que recomienda la CIA
-Definir el impacto deseado sobre la trayectoria del grupo
insurgente, considerando que en algunos casos pueden generarse efectos
indeseados. -Definir la decisión del ataque en base de un sólido
conocimiento de los mecanismos internos del grupo y sus debilidades
específicas, información que se puede obtener mediante los
interrogatorios a sus desertores.
-Incorporar la operación de ataque a una estrategia integral, que
permita capitalizar el resultado de la operación o compensar algunos de
los efectos producidos. -Proteger a los actores más moderados. Los
ataques contra los líderes más violentos y extremistas pueden resultar
en un acuerdo político. En muchos grupos insurgentes hay divisiones internas entre sus dirigentes más militaristas y los más políticos.
-Aprovechamiento de las contradicciones internas. Exacerbar o
explotar las fisuras en los liderazgos puede funcionar de manera tan
efectiva como el dirigir un ataque militar contra uno de sus liderazgos.