jueves, 28 de junio de 2018

Cuando el ejército de EEUU se llevó dos calamares gigantes de Luarca a Washington

Este mes de julio se cumplen diez años de una increíble hazaña logística: el traslado de dos ejemplares de calamar gigante de Asturias al Museo Smithsonian, donde siguen siendo una de las principales atracciones. Así fue la aventura protagonizada por Luis Laria y Ángel Guerra.

Científicos del Smithsonian examinan uno de los calamares gigantes enviados desde Asturias
Científicos del Smithsonian examinan uno de los calamares gigantes enviados desde Asturias Cortesía de Ángel Guerra
  Cuando sonó el teléfono aquella tarde de mayo de 2008 y alguien preguntó por él, Luis Laria pensó que sería uno de los periodistas que le llamaban por entonces para entrevistarlo como director del Museo del Calamar Gigante en Luarca. Pero quien hablaba al otro lado del teléfono le iba a dar una sorpresa. “La voz hablaba medio inglés e italiano”, recuerda. “Y me dice: soy coronel del Ejército del Aire de los Estados Unidos y tengo la encomienda de mis superiores de hablar con usted para que nosotros traslademos sus dos calamares gigantes a Washington”. Por un instante Laria pensó que se trataba de una broma, hasta que comprendió que su interlocutor se refería al préstamo de dos especímenes de Architeuthis que había acordado unos meses antes con el Museo Smithsonian. El coronel, que parecía tan divertido como él por la extraña situación, le informó al cabo de un rato: “Vamos a poner a su disposición uno de los mayores aviones de la Fuerza Aérea, puede usted elegir el vuelo que desee. Solamente le vamos a pedir que nos concedan un deseo: el operativo debe denominarse Operación Calamari”.

 El origen de esta extraña operación y de la historia de amor de Luis Laria con los calamares gigantes se remonta unos años atrás, a finales de la década de 1990. “Yo quise ser astronauta, pero como entonces era imposible me dediqué a la imagen submarina y a recorrer el mundo filmando los sitios más recónditos”, explica a Next. En aquellas expediciones recopiló tanto material que empezó a trabajar en la creación de un pequeño museo en la localidad asturiana de Luarca. El mejor reclamo, pensó, podría ser exponer un calamar gigante de los que aparecían de cuando en cuando en las costas y que en aquel entonces era tan desconocido que parecía una criatura mitológica. “Corría el año 99 y yo estaba regresando de un viaje a Borneo cuando, al llegar a Madrid, me llamó mi cuñado y me dijo que había aparecido un calamar gigante y que lo tenían expuesto en una pescadería en Avilés”, recuerda. Después de una breve negociación por teléfono, y de informar al pescadero de que aquel calamar no era apto para el consumo por su alto contenido en amoníaco, éste accedió a vendérselo por 70.000 pesetas. Había conseguido el primer calamar gigante de la que luego sería la mayor colección del mundo, y se enfrentaba a su primer problema: ¿cómo conservarlo?

Calamares en formol
En los días siguientes Luis Laria acudió a la pescadería de Avilés y recogió el calamar gigante, una hembra de Architeuthis dux de casi 14 metros y 147 kilos. “Nos dejaron llevarlo a unos frigoríficos industriales de Ribadeo, donde estuvo durante tres meses hasta que pude hacer la necropsia”, relata. En aquel momento apenas había calamares gigantes conservados en el mundo, solo uno en Lisboa y otro en Washington, ambos bastante estropeados. “No había nadie que supiera muy bien cómo hacerlo, y además, ¿quién era yo para afrontar una hazaña como aquella?”, se pregunta. “Como soy un poco cabezón, me puse con ello y después de darle vueltas creí que había dado con una solución. Por suerte, además, antes de hacer la necropsia contactó conmigo el experto en biología marina Ángel Guerra, que luego me acompañó en las siguientes conservaciones”.

 “Está claro que Luis fue el primero que se dio cuenta de la importancia de estos animales, no tanto por lo grandes que son, que es como tener un dinosaurio en un bosque cercano, sino también desde el punto de vista ecológico”, explica Guerra, que trabaja como investigador en el Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC en Vigo y se ha convertido en uno de los mayores expertos del mundo en estos extraordinarios cefalópodos. “En latín, Architeuctis dux quiere decir literalmente ‘el príncipe de los calamares’ y conservarlos era un desafío porque los animales cuando aparecen vienen con los ojos explotados y muy dañados”, apunta. “Había que vaciarlos por dentro y desarrollar nuestra propia técnica de taxidermia”. Después de hacer algunas pruebas, ambos encontraron la manera de introducir una estructura semirígida en el interior, construida a partir de redes de pesca, y sumergirlos en tanques con una solución de formol donde podían ser expuestos al público. Tras la necropsia del primer ejemplar de Avilés, hicieron otra conservación para un museo en Biarritz y después muchas más.

Luis Laria y Ángel Guerra durante una de las disecciones de un calamar gigante
Luis Laria y Ángel Guerra durante una de las disecciones de un calamar gigante Ecobiomar
 “Como profesional me metí en el asunto y decidimos hacer todas las necropsias y biopsias de los calamares que iban apareciendo en las costas de Asturias”, recuerda Guerra. La costa frente a Luarca es, junto a las aguas de Nueva Zelanda, uno de los lugares de mayor abundancia de Architeuthis del planeta, tanto que es el único lugar del mundo donde la especie tiene nombre común. “Aquí se les conoce como ‘peludines’, porque su epidermis tiene solo una capa de células es muy frágil y en cuanto toca con las redes de pesca y está un poco de tiempo al sol se destruye y aparece pelado”, explica el especialista. La gente que los ve expuestos piensa que los calamares gigantes son blanquecinos, pero este es solo el color con el que aparecen en superficie, cuando ya han perdido la capa de cromatóforos. Poco a poco la colección del Centro del Calamar Gigante que Laria había conseguido abrir en el puerto de Luarca se convirtió en una referencia mundial. “Entre el año 99 y el 2008”, calcula Guerra, “diseccionamos y preparamos algo así como 30 o 40 ejemplares que aparecieron varados en las playas asturianas, no había nada igual en ningún lugar de la Tierra”.

“Podéis traerlo desde España”
La actividad de la Coordinadora para el Estudio de Protección de las Especies Marinas (CEPESMA) y su colección de calamares gigantes pronto llamó la atención del mundo. Llegó un momento en que tenían tantos especímenes, que empezaron a barajar la idea de prestarlos a otros museos. Ángel Guerra viajó casualmente por aquellos días a la Institución Smithsonian de Washington, donde había trabajado unos años antes y donde uno de los mayores expertos mundiales en calamares gigantes, Clyde Roper, trabajaba junto a Mike Vecchione en la habilitación de una gigantesca nave del museo para dedicarla solo al Océano. Como estrella principal de aquel “Ocean Hall”, le contaron, tenían la intención de sustituir el viejo y deteriorado ejemplar de Architeuthis del museo y traer un nuevo espécimen desde Nueva Zelanda. Guerra vio entonces una oportunidad muy clara para ayudarles: “No tenéis que iros al otro extremo del mundo”, les dijo. “Podéis traerlo perfectamente desde España”.

A las pocas horas Luis Laria recibió una primera llamada de la dirección del Smithsonian, en la que le comunicaron la intención de comprar un calamar gigante para el Museo de Historia Natural de Washington. “Yo les dije que no los íbamos a vender, pero que por supuesto podríamos colaborar con ellos y hacer una especie de préstamo”, recuerda. “A la semana siguiente se personaron aquí cuatro miembros del Smithsonian y quedaron impresionados. Les ofrecimos la posibilidad de llevarse una hembra y un macho, pero en cuanto empezamos a hablar vimos que teníamos un serio problema con el traslado”. El primer problema era el tamaño: la hembra puede medir mas de 15 metros de punta a punta y pesar más de 170 kilos. Y el segundo, y más serio, el líquido en el que estaban conservados: si se trataba solo de alcohol, altamente inflamable, no podría viajar en un avión de carga convencional por el peligro que conlleva. Y en el caso del formol, se trata de una sustancia prohibida en Estados Unidos por sus efectos cancerígenos. “Si no puedes entrar en un avión ni con una botella de agua, ¡imagina meter una urna con más de 2.000 litros de formol!”, se ríe Laria.

“Por entonces apareció un calamar hembra de 172 kilos, y Luis y yo lo preparamos aquí”, recuerda Guerra. “Y con el macho hicimos lo mismo, pero son más pequeños y apenas pesaba 60 kg. Lo conservamos como lo hacíamos nosotros, en formol al 5% en agua dulce porque tiene mucha carne y hay que fijarlos para que no se pudran, pero habría un problema con el recipiente”. “No solo era entrar en un país con una legislación tan rígida como EE.UU., además no teníamos ningún recipiente estándar para trasladar estos calamares en una avión”, añade Laria. “Debido a los cambios de presión y térmicos en bodega, puede haber una dilatación y el formol podría salir al exterior, así que tuvimos que hacer un recipiente adecuado ex profeso, fabricado en doble fibra de vidrio, para evitar problemas”. Una vez resuelto este asunto, Laria contactó con una compañía aérea privada para organizar el traslado, aunque nadie sabía muy bien cómo se trasladaba una carga tan peculiar. Fue entonces cuando llegó la llamada del coronel de la Fuerza Aérea.

- Queremos que se llame ‘Operación Calamari’.

¿Cómo convenció el museo estadounidense al ejercito para ayudar en el traslado? La otra parte del arranque de esta aventura la contaba recientemente Katherine J. Wu en la web del Smithsonian. La encargada de dirigir el montaje del “Ocean Hall”, Elizabeth Musteen, estuvo pensando en cómo solucionar el problema del transporte y se acordó de que en la película “Liberad a Willy” era el ejército el que transportaba a la enorme orca en uno de sus aviones, así que ¿qué les costaba transportar un par de calamares gigantes que, después de todo, pesaban mucho menos?”. Su llamada cayó en gracia a las autoridades del Ejército, que no solo lo autorizaron, sino que le dieron prioridad a los pasajeros y les otorgaron la calificación de VIS (Very Important Squid / Calamar Muy Importante), parafraseando el famoso acrónimo VIP (Persona Muy Importante).

Lo que siguió en los siguientes días daría para el guion de otra película, quizá una road movie con calamares gigantes viajando de un lado a otro de la península. El ejército había puesto a su disposición un avión de transporte C-17, un monstruoso aparato utilizado para el despliegue de tropas aerotransportadas y material militar pesado, que recogería la carga en la base aérea de Rota, en Cádiz. Luis Laria debía apañárselas para llegar hasta allí con sus dos calamares gigantes y entregarlos a los militares. Tras muchas horas de conducción y casi 1.000 km en un camión de transporte, el responsable de los calamares gigantes se plantó en la puerta de la base militar y descubrió que allí no había nadie. “Era 4 de julio, la fiesta nacional de EE.UU. y yo no me había dado cuenta”, confiesa.

Interior de un C-17 en la Exhibición Aeroespacial Internacional de 2006
Interior de un C-17 en la Exhibición Aeroespacial Internacional de 2006 Wikimedia Commons
  “Me llamó Luis y me dijo: no tengo ni idea de lo que hacer, los calamares se nos van a cocer, aquí hace 40 grados y los militares están de vacaciones”, recuerda Ángel Guerra. Como él se manejaba mejor con el inglés comenzó una serie de llamadas algo surrealistas a las autoridades de la base, a las que informó de lo que tenían esperando en la puerta. “El soldado que me atendió llamó al teniente y allí se formó un remolino, porque un container con dos calamares gigantes no aparece todos los días”. Finalmente, una empresa local accedió a almacenar los calamares durante unos días, debidamente refrigerados, Luis regresó a su tierra y el ejército los pudo recoger para su transporte. El 11 de julio de 2008, en dos contenedores especiales con pegatinas de “Property of the U.S. Navy” y “Property of the U.S. Air Force” los dos calamares gigantes de Luarca viajaron como única carga de la bodega de un C-17 y cruzaron el Atlántico hasta la base de Andrews, en Maryland. Pero la aventura aún no había terminado.

La inventiva española
Una vez en la base, y con su carga de formol, los dos calamares gigantes no podían entrar en la ciudad de Washington porque lo prohíbe expresamente la ley. De modo que los militares los trasladaron a unas instalaciones del museo en Maryland, el llamado Centro de Apoyo del Smithsonian (MSC, por sus siglas en inglés) donde se almacenan cientos de especímenes conservados en formol durante años y que no pueden ser exhibidos por motivos de seguridad. “Nos llamaron para hacer el trasvase definitivo a otro fluido”, recuerda Laria, “y nos recibieron en Washington con todos los honores”.

Imagen del calamar gigante en el interior del aviñon C17 de la Fuerza Aérea
Imagen del calamar gigante en el interior del aviñon C17 de la Fuerza Aérea U.S. Air Force photo/Roland Balik
 Durante más de 48 horas, Laria, Guerra y los especialistas del Smithsonian trabajaron a brazo partido para pasar los cefalópodos a un nuevo contenedor con un líquido de protección patentado por la empresa 3M. “Nos vistieron con trajes especiales, como si fuéramos a la Luna, y nos metieron en una sala para sacarlos del formol y hacer la conservación para la colección”, recuerda Guerra. “Con aquellos trajes aquello parecía la guerra bacteriológica”, apunta Laria. “Había una gran cantidad de responsables del ejército y dentro de la sala comenzamos a hacer la abertura de los cuerpos para meter dentro una especie de torpedos que mantienen la forma del animal”.

Un grupo de científicos extrae un calamar gigante en las instalaciones del Museo de Historia Natural de EEUU
Un grupo de científicos extrae un calamar gigante en las instalaciones del Museo de Historia Natural de EEUU NMNH
  El trabajo de los técnicos del Smithsonian era exquisito, hasta el punto de que sustituyeron la antigua estructura hecha con redes por Laria y Guerra por un molde de porcelana que hacía las veces de esqueleto. “Lo metieron dentro y luego lo cosieron”, detalla Guerra. “Aquello debía estar preparado para durar varios siglos”. Aun así, había detalles en los que la experiencia de los dos españoles era fundamental. Para fijar la cabeza al cuerpo, por ejemplo, había que fabricar una capucha en forma de prolongación que sujetara el peso. “No se les había ocurrido porque no conocían bien la anatomía de un calamar gigante; ahí teníamos nosotros mucha más experiencia”. Para fabricar los ojos del calamar, los americanos estuvieron barajando muchas opciones hasta que Laria les indicó cómo utilizar un par de bombillas con forma cónica de un conocido fabricante que eran perfectas para simular su estructura. “Aquella solución les pareció muy ingeniosa”, recuerda Guerra. “Y alabaron la inventiva española”.

Angel Guerra (rosa) y Luis Luria, trabajando mano a mano con el equipo de Mike Vecchione (verde)
Angel Guerra (rosa) y Luis Luria, trabajando mano a mano con el equipo de Mike Vecchione (verde) Cortesía de Ángel Guerra
  A pesar de que tenían algunas dudas sobre el comportamiento del líquido de conservación, que no se había probado a largo plazo, lo cierto es que diez años después los dos calamares gigantes siguen expuestos en el Ocean Hall del Smithsonian y son una de los mayores valores del museo. La hembra de 15 metros está extendida en horizontal y el macho, más pequeño, ha sido inmortalizado en vertical, para mostrarlos en distintas perspectivas. Cada año millones de visitantes pasan por estas salas y se admiran de la grandeza de estos ‘monstruos’ marinos, aunque la mayoría desconoce los detalles del viaje que les llevo hasta allí desde un pequeño pueblo en la costa de Asturias. El acuerdo de “alquiler” supuso una valiosa fuente de ingresos para CEPESMA, pero una desgraciada carambola del destino hizo que aquellos dos calamares del Smithsonian se volvieran aún mas únicos y especiales. En el invierno de 2014 un fuerte temporal destruyó el Museo del Calamar Gigante de Luarca y se perdieron algunos de los ejemplares más valiosos que Laria y Guerra habían diseccionado y conservado durante años.

Los técnicos del Smithsonian trabajando sobre el ejemplar hembra en las instalaciones de Maryland
Los técnicos del Smithsonian trabajando sobre el ejemplar hembra en las instalaciones de Maryland Cortesía de Ángel Guerra

 “En total se perdieron no menos de 15 ejemplares, entre calamares gigantes y de Humboldt”, recuerda Guerra. "El mar los reclamó y se los llevó al mismo lugar de donde nosotros los habíamos sacado”. Con mucho esfuerzo, Luis Laria ha retomado su labor en un centro nuevo llamado Parque de la Vida, también en Luarca pero ya lejos del peligro de las olas, y cada año miles de personas pueden seguir viendo algunos de los calamares gigantes a los que ha dedicado media vida. “No solo hemos recuperado el mismo número de calamares gigantes del antiguo centro, sino que tenemos uno más, hasta un total de once”, explica satisfecho. Por su parte, Guerra sigue investigando el comportamiento de estas extrañas criaturas y hace apenas unos meses acaba de publicar un estudio en el que muestran por primera vez pruebas de que los calamares gigantes se roban las presas entre ellos. Y no es el final. Porque Guerra está convencido de que estos misteriosos gigantes marinos aún tienen muchas historias increíbles que contarnos.



miércoles, 27 de junio de 2018

Día Mundial del Microbioma

Hay un día para todo, también para nuestros microbios
#WorldMicrobiomeDay, una iniciativa del APC Microbiome Ireland (University College Cork)

World Microbiome Day
World Microbiome Day
 El objetivo es enseñar el fascinante y diverso mundo de los microbios al público en general y mostrar su importante papel en nuestra salud, la de los animales y la del ambiente. Los microbios son los organismos unicelulares microscópicos: bacterias, arqueas, protistas, hongos y virus. El lema para este día inaugural es "Cuida nuestros microbios" (Mind our microbes). Probablemente lo primero que te viene a la cabeza cuando oyes hablar de microbios es enfermedad y suciedad. Los microbios tienen mala reputación porque algunos (muy pocos) causan enfermedades infecciosas. Pero la realidad es que la inmensa mayoría de ellos no causan ningún daño, sino todo lo contrario, son esenciales para la vida de las plantas, los animales y nosotros mismos. Cuidar de los microbios "buenos" puede ser importante para destruir o controlar a los "malos".

¿Es posible un mundo "microbe-free"?
¿Podría ser viable la humanidad en un mundo sin microbios? Un mundo sin microbios es sencillamente imposible (1). Los microbios han sido los únicos pobladores del planeta durante miles de millones de años. Están en todas partes, incluso en nuestro interior. Fue Pasteur el primero que predijo que la vida de los animales no sería posible sin microorganismos. Desde entonces ha habido distintos trabajos para crear animales libres de microbios, denominados "gnotobióticos", para ver si eran viables y qué les pasaba. Y la verdad es que los resultados demuestran que los animales libres de microbios no lo pasan muy bien. Suelen tener su fisiología y su inmunidad alteradas: tiene la movilidad intestinal disminuida, lo que genera complicaciones intestinales que pueden llegar a ser letales; tienen los nódulos linfáticos más pequeños y el sistema inmune menos desarrollado, por eso son mucho más susceptibles a las infecciones; además, los órganos internos como el corazón, los pulmones o el hígado suelen ser más pequeños. Incluso, los animales sin microbios pueden tener alterada su salud mental. Además, los microbios intestinales nos aportan vitaminas, otros metabolitos y factores de crecimiento esenciales para nuestra correcta nutrición y desarrollo. Sin microbios en nuestro interior estaríamos expuestos a los microorganismos patógenos y seríamos mucho más susceptibles a las enfermedades infecciosas. La esperanza de vida se reduciría dramáticamente y deberíamos vivir metidos en una burbuja.

¿Qué pasaría si no hubiera microorganismos en la superficie terrestre, si se eliminasen los microbios de la Tierra? Sin la ayuda de la actividad humana, el primer efecto sería sobre los ciclos biogeoquímicos, en el reciclaje de los elementos. El ciclo del nitrógeno se colapsaría, los microorganismos intervienen en la fijación del nitrógeno atmosférico (paso del N2 a amonio, NH3), la nitrificación (paso del amonio a nitrito y éste a nitrato) y la desnitrificación (los pasos inversos, de nitrato a nitrito y éste a N2). Las plantas no serían capaces de fijar el nitrógeno de forma natural, lo que afectaría a los cultivos. También influiría en el ciclo del carbono, ya que gran parte de la actividad fotosintética la realizan microorganismos. Además, las bacterias y arqueas tiene un papel esencial en la degradación de la materia orgánica en condiciones anaerobias, sin oxígeno. Se acumularían los residuos. Los rumiantes por ejemplo no podría llevar a cabo la degradación de la celulosa. En realidad podemos decir que las vacas no se nutren de la hierba que comen si no de la inmensa cantidad de microbios que tienen en su panza y que son los responsables de que degraden la celulosa. Sin microbios, los rumiantes desaparecerían. En definitiva, la mayoría de los ciclos biogeoquímicos del planeta se detendría, lo que haría necesaria una intervención humana. La mayoría de las especies de seres vivos se extinguiría y la población de las especies que sobrevivieran se vería muy disminuía. ¿Cuánto tiempo tardaría esto en ocurrir? Si desaparecieran los microbios de forma repentina, en unas pocas semanas ya seríamos consciente de lo que estaba ocurriendo. En menos de un año, la cadena de alimentos estaría seriamente afectada, habría grandes hambrunas, aumentarían las enfermedades, un colapso social global, guerras y anarquía. En definitiva, la asfixia de los ciclos biogeoquímicos nos llevaría a un caos total. Sin microbios es probable que quizá sobrevivieran por un tiempo algunos animales y humanos, pero la supervivencia de todos los seres vivos estaría muy comprometida. Los microbios sostienen la vida sobre el planeta, quizá algunas de sus funciones se podrían copiar. Pero no sería lo mismo, todo sería muy diferente, habría un cambio drástico en la cantidad de seres vivos y en su calidad de vida.

La microbiota
Hasta hace unos pocos años, nuestro conocimiento del mundo microbiano era muy limitado. Las técnicas clásicas de crecer los microorganismos en medios de cultivo en placas de Petri solo nos permite acceder a una pequeña fracción del mundo de los microorganismos, ya que la inmensa mayoría no se han obtenido en cultivo puro en el laboratorio: son microorganismos no cultivables. Sin embargo, en los últimos años gracias a las nuevas técnicas de amplificación, secuenciación y detección de genomas independientes del cultivo microbiano se está poniendo de manifiesto la existencia de muchos de ellos: la materia oscura del universo microbiano. Esto nos permiten estudiar las comunidades microbianas sin necesidad de cultivarlas.

MicrobiotaAsí, el término microbiota hace referencia a la colección completa de microbios en un nicho ecológico concreto, desde nuestro tracto digestivo (la microbiota intestinal) hasta la de un árbol, por ejemplo, que se ponen de manifiesto con estas nuevas técnicas moleculares. A veces se confunde con el término microbioma, que es mucho más amplio y hace referencia al conjunto de esas comunidades microbianas incluyendo sus genes y metabolitos, así como las condiciones ambientales que les rodean. Por ejemplo, el genoma humano está compuesto por unos 23.000 genes, pero se estima que el microbioma humano puede contener 3 millones de genes distintos.

El número de artículos científicos sobre la microbiota o el microbioma han pasado de ser poco más de unos cien hace una década, a varios miles de artículos cada año. Conforme más sabemos de nuestros microbios más nos damos cuenta de su importancia para nuestra salud. En realidad nosotros mismos somos superorganismos y tenemos al menos tantos microbios en nuestro cuerpo como células humanas. Desde el mismo instante en el que nacemos somos colonizados por millones de virus, bacterias y hongos, que permanecerán con nosotros hasta el final de nuestros días. Y desde que el hombre es hombre, conviven en nuestro cuerpo: hemos coevolucionado con ellos. Los compartimos con nuestra familia y nuestros amigos, pero son parte de nuestra identidad: los microbios que tú tienes son distintos de los de otra persona. Nos influyen mucho más de lo que te imaginas. Existe una comunicación entre nuestros microbios y nuestro cuerpo, con el metabolismo y el cerebro, por ejemplo. Hoy sabemos que una buena y diversa microbiota es sinónimo de una buena salud. Vivimos en equilibrio con nuestra microbiota y tenemos que cuidarla, porque cuando la maltratamos y ese equilibrio se pierde, nuestra salud se resquebraja. Hay muchos ejemplos que relacionan la microbiota con la enfermedad: desde alergias, diabetes, obesidad y enfermedades autoinmunes, hasta alzhéimer, párkinson y autismo, incluso el cáncer. Por eso, intentamos manipular la microbiota intestinal con alimentos probióticos, prebióticos o simbióticos, cada vez más sofisticados y mejor diseñados, e incluso reemplazarla por completo mediante un trasplante de microbiota, el llamado trasplante fecal. La dieta también influye en nuestros microbios, y una dieta sana y equilibrada probablemente también sea lo mejor para ellos. A nuestras bacterias les influyen una multitud de factores: el estrés, nuestro sexo, la genética, la edad, con quién vivimos, lo que comemos o el ambiente en el que nos movemos. Nuestra microbiota no solo es muy sensible a cambios en nuestra dieta, sino también a los antibióticos, por ejemplo. Compartimos nuestro propio cuerpo con una multitud de microorganismos con los que debemos convivir en equilibrio y armonía. De ti depende llevarte bien con ellos, porque tu salud depende de tus microbios.

Celebra, con tus microbios, el #WorldMicrobiomeDay.


El caso Woody Allen: Un hijo toma la palabra

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Soy una persona muy reservada y no me interesa en absoluto la atención del público. Pero, ante los ataques increíblemente erróneos y engañosos hacia mi padre, Woody Allen, me parece que no puedo permanecer en silencio mientras se le condena por un crimen que no cometió.

Estuve presente ante todo lo que sucedió en nuestra casa antes, durante y después del supuesto acontecimiento. Ahora que la histeria pública de comienzos de este año se ha apagado un poco y tengo algo de esperanza de que la verdad pueda ser escuchada, quiero compartir mi historia.

El 4 de agosto de 1992 era un día cálido y soleado en Bridgewater, Connecticut, pero en nuestra casa familiar, Frog Hollow, había un escalofrío en el aire. Mi madre, Mia Farrow, había salido a comprar con su amiga de la infancia, Casey Pascal. Yo tenía catorce años, y estaba en casa con mi hermana pequeña, Dylan, que acababa de cumplir siete años; mi hermano Satchel, que tenía cuatro años y ahora se llama Ronan, y los tres hijos de Casey. Nos vigilaba nuestra niñera, Kristi, así como la niñera de Casey, Alison, y nuestra profesora de francés, Sophie. La casa estaba llena.

Había otro adulto en la sala de la tele aquel día, sentado en el suelo, viendo ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, con el resto de nosotros: Woody Allen. En apariencia, no era diferente a sus visitas anteriores a nuestra casa de campo. Pero mi madre nos había avisado de que no debíamos perderlo de vista. Estaba comprensiblemente furiosa: siete meses antes se había enterado de que tenía una relación íntima con mi hermana de veintiún años, Soon-Yi, tras descubrir Polaroids de ella en el apartamento de Woody. Durante meses nos había estado taladrando las cabezas como un mantra: Woody era “malvado”, “un monstruo”, “el diablo”, y Soon-Yi estaba “muerta para nosotros”. Este era el estribillo constante, daba igual que estuviera Woody o no. (Lo repetía con tanta frecuencia que Satchel le anunció a una de nuestras niñeras: “Mi hermana se está follando a mi padre”. Satchel acababa de cumplir cuatro años.) Mi madre era nuestra única fuente de información sobre Woody, y era extremadamente convincente.

Como el mayor de los hijos en la casa en ese día de verano, me tomaba muy en serio las advertencias de Mia. Pensaba que mi trabajo era apoyar a mi madre y quería desesperadamente su aprobación, como todos sus hijos. También había aprendido en repetidas ocasiones que ir contra sus deseos tenía repercusiones. Estaría pendiente de Woody hasta que volviera mi madre. Pero en secreto estaba desgarrado.

Para ayudar a explicar por qué, voy a dar un poco de información sobre nuestra familia.
Aunque Woody y Mia nunca se casaron -y él nunca vivió con nosotros ni se quedaba a dormir en nuestro apartamento en la ciudad- solía venir a las 6:30 de la mañana, con dos periódicos y un puñado de magdalenas. Yo me levantaba antes de los demás, y él y yo nos sentábamos en la mesa de la cocina juntos para desayunar. Mientras leía The New York Times, yo cogía el Post e iba directo a los cómics y los crucigramas. Pasábamos un rato tranquilos antes de despertar a Dylan. Le hacía un par de tostadas con canela o miel y se quedaba mientras ella desayunaba. No tenía mucha pinta de monstruo. 

Mis hermanos mayores eran todos hijos biológicos o adoptados de Mia y su exmarido André Previn. En 1985 Mia adoptó a Dylan. Dos años más tarde ella y Woody tuvieron a su único hijo biológico, Satchel. A los cuarenta y nueve años, Woody parecía encantado con su nuevo papel de padre.

Mia me había adoptado a mí, su séptimo hijo, como madre soltera en 1980. En 1992 pidió y consiguió que Woody Allen nos coadoptara a Dylan y mí: escribió a la agencia de adopción, explicaba que era un padre excelente. Yo estaba encantado cuando Woody se convirtió oficialmente en mi padre, porque ya había asumido ese papel en mi vida. Jugábamos a la pelota y al ajedrez, echábamos unas canastas. A medida que pasaban los años, Satchel, Dylan y yo nos hicimos visitantes frecuentes de sus lugares de rodaje y su sala de montaje. Por las tardes, venía al apartamento de Mia y pasaba tiempo con nosotros. Nunca vi nada que indicara un comportamiento inadecuado en ningún momento.

Luego, por supuesto, las noticias de Woody y Soon-Yi se hicieron públicas, y todo cambió. Mi madre insistió en que sacáramos a los dos de nuestras vidas, y no tuvimos otra opción que aceptarlo.

Incluso la gente que duda de las acusaciones de abusos de Dylan se aferra a la relación de Woody con Soon-Yi como justificación por su escepticismo hacia él. Los ataques públicos a Soon-Yi de completos desconocidos todavía me desconciertan, así como la desinformación general que tanta gente considera hechos. No es la hija de Woody (ni adoptada, ni hijastra ni ninguna otra cosa), ni tiene problemas de desarrollo mental. (¡Tiene un máster en educación especial por la Universidad de Columbia!) Y la idea de que empezaron a citarse cuando ella era menor de edad es totalmente falsa.

En realidad, Woody y Soon-Yi apenas hablaron durante su niñez. Fue mi madre quien sugirió, cuando Soon-Yi tenía veinte años, que Woody Allen pasara tiempo con ella. Él lo aceptó y empezó a llevarla a partidos de los Knicks. Así es como empezó su romance. Sí, era heterodoxo, incómodo, disruptivo para nuestra familia y le hizo a mi madre un daño terrible. Pero la relación en sí no fue ni de lejos tan devastadora como la insistencia de mi madre en colocar esta traición en el centro de nuestras vidas desde entonces en adelante. 

Pero la disfunción fatal de la casa de mi infancia no tenía nada que ver con Woody. Empezó mucho antes de que apareciera y llegaba directamente de una oscuridad profunda y persistente en la familia Farrow.

Era bien sabido en Hollywood que mi abuelo, el director John Farrow, era un bebedor notorio y muy mujeriego. Hubo muchas peleas regadas con alcohol entre sus padres, y Mia me dijo que sufrió intentos de abuso en su propia familia. Su hermano, mi tío John, que nos venía a ver a menudo cuando éramos pequeños, está en la cárcel condenado por múltiples acusaciones de abuso infantil. (Mi madre nunca ha hablado en público sobre esto, ni ha expresado ninguna preocupación por las víctimas de su hermano.) Mi tío Patrick y su familia venían a menudo, pero esas visitas podían terminar abruptamente porque Mia y Patrick terminaban discutiendo con frecuencia. Mi tío Patrick se suicidó en 2009.

Mi madre, por supuesto, tenía su propia oscuridad. Se casó con Frank Sinatra, que en ese momento tenía cincuenta años, cuando ella solo tenía veintiuno. Después del divorcio, se mudó a casa de su amiga íntima Dory Previn y su marido, André. Cuando mi madre quedó embarazada de André, el matrimonio de los Previn se rompió, lo que produjo el ingreso en el psiquiátrico de Dory. Nunca se habló de esto en nuestra casa, por supuesto, y yo no lo supe hasta hace unos años. Pero, al observarlo ahora -como terapeuta además de como testigo- me doy cuenta de que era fácil ver las semillas de disfunción que germinarían en nuestra casa.

Para mi madre era importante proyectar hacia el mundo una imagen de un hogar bien amasado de hijos biológicos y adoptados, pero eso estaba lejos de la verdad. Estoy seguro de que mi madre tenía buenas intenciones al adoptar a niños con discapacidades que venían de las circunstancias más duras, pero la realidad entre las paredes de nuestra casa era muy distinta. Me duele recordar ejemplos en los que vi a mis hermanos, algunos ciegos o físicamente discapacitados, arrastrados por las escaleras para ser arrojados a un dormitorio o un armario, que luego se cerraba con llave desde fuera. Mia llegó a encerrar a mi hermano Thaddeus, parapléjico porque había sufrido la polio, en un cobertizo en el exterior para castigarlo por una transgresión menor.

Soon-Yi era su chivo expiatorio más frecuente. Mi hermana tenía un espíritu independiente y, de todos nosotros, era la que se sentía menos intimidada por Mia. Cuando se veía obligada, reprochaba a mi madre su comportamiento y se producían feas discusiones. Cuando Soon-Yi era pequeña, Mia le había tirado un centro de mesa de porcelana a la cabeza. Por fortuna, falló, pero los fragmentos de la pieza rota le dieron en las piernas. Años después, le pegó con el auricular de un teléfono. Soon-Yi dejó claro que su deseo era sencillamente que la dejara en paz, lo que cada vez fue más común. Aunque su relación con Woody era poco convencional, fue lo que le permitió escapar. Otros no tuvieron tanta suerte.

La mayor parte de los medios dicen que mi hermana Tam murió de un “fallo cardiaco” a los 21 años. En realidad, Tam luchó contra la depresión la mayor parte de su vida, una situación exacerbada por que mi madre se negaba a que la atendieran, insistiendo en que solo estaba “floja”. Una tarde del año 2000, tras una pelea final con Mia, que terminó cuando mi madre se fue de casa, Tam se sucidió con una sobredosis de pastillas. Mi madre contó a los demás que la sobredosis fue accidental, y dijo que Tam, que era ciega, no sabía qué pastillas tomaba. Pero Tam tenía una memoria estupenda y sentido de reconocimiento espacial. Y, por supuesto, la ceguera no le impedía contar.

Los detalles de la sobredosis de Tam y la discusión con Mia que la precipitaron me los comunicó directamente mi hermano Thaddeus, que fue testigo de los hechos. Trágicamente, ya no puede confirmar esta versión. Hace dos años, Thaddeus también se suicidó disparándose en su coche, a menos de diez minutos de la casa de mi madre.

Mi hermana Lark también falleció. Entró en un camino de autodestrucción, luchó contra la adicción y finalmente murió en la indigencia por causas relacionadas con el sida en 2008, a los 35 años.

Para todos nosotros, la vida en la casa de mi madre era imposible si no hacías exactamente lo que te decían, por discutible que fuera la demanda.

El verano entre los cursos de primero y segundo, estaban poniendo nuevo papel de pared en la habitación donde yo dormía, al otro lado del pasillo en el segundo piso de nuestra casa en Connecticut. Yo me preparaba para ir a dormir, cuando mi madre vino a mi cama y encontró una cinta métrica. Me dirigió una mirada penetrante y me preguntó si me la había llevado, porque se había pasado el día buscándola. Le dije que no lo sabía, que quizá se la había dejado uno de los obreros. Me preguntó una y otra vez, una y otra vez.

Cuando no le respondí lo que quería, me abofeteó, tirándome las gafas al suelo. Me dijo que estaba mintiendo y me dijo que fuera a decirles a mis hermanos que me había llevado la cinta métrica. Entre lágrimas escuché mientras ella me explicaba que ensayaríamos un relato sobre lo que debería haber pasado. Ella entraría en la habitación y yo diría que sentía haber cogido la cinta métrica, que me la había llevado para jugar y que no lo volvería a hacer. Me hizo repetirlo al menos media docena de veces.

Ese fue el comienzo de sus entrenamientos, repeticiones, guionizaciones y ensayos: en esencia, lavados de cerebro. Me sentía ansioso y asustado. Una vez, cuando me regalaron unos vaqueros nuevos, pensé que quedarían mejor si cortaba un par de trabillas. Cuando Mia vio lo que había hecho, me azotó repetidamente y me hizo que me quitara toda la ropa, diciendo: “No mereces ninguna prenda”, y me obligó a quedarme desnudo en la esquina de su habitación, delante de mis hermanos mayores, que acababan de cenar con su padre, André. (Cuando hablé con People en 2014 sobre esos episodios, Dylan lo calificó de “traición” y dijo que yo estaba “muerto” para ella. Más tarde, despreció en público los recuerdos de mi niñez diciendo que eran “irrelevantes”. Esto por parte de una mujer que ahora se presenta como “defensora de las víctimas del maltrato”.)

Plantar cara no era una opción viable. Un día de verano, Mia me acusó de dejar cerradas las cortinas de la sala donde veíamos la tele. Las habían echado el día anterior, cuando Dylan y Satchel habían visto una película. Insistió en que yo las había cerrado y las había dejado así. Su amiga Casey había ido a verla y estaban en la cocina, mi madre insistió en que yo las había cerrado. En ese momento, yo no lo aguantaba más y perdí los nervios; grité: “¡Estás mintiendo!”. Me miró con aspereza y me llevó al baño que había junto al salón. Empezó a pegarme de forma incontrolable por todo el cuerpo. Me abofeteó, me empujó y me golpeó en el pecho, gritando: “Cómo puedes llamarme mentirosa delante de mi amiga. Tú eres el mentiroso patológico”. Me sentía derrotado, desinflado, apaleado y abatido. Mia me había quitado la voz y mi sentido de quién era. Estaba claro que no toleraría que me apartara un poco de su realidad bien diseñada. Fue una educación que me hizo, de manera paradójica, fieramente leal y obediente a ella y al mismo tiempo profundamente temeroso.

En pocas palabras, no era un hogar feliz o sano. Lo que nos devuelve al 4 de agosto de 1992.En Twitter, hay desconocidos que me preguntan: “No estabas ahí para ver el abuso, ¿cómo sabes que no sucedió?” Pero ¿cómo podría nadie ver un abuso si no ocurrió nunca?

Como “hombre de la casa” aquel día, había prometido estar atento por si había algún problema, y es justo lo que hice. Recuerdo dónde se sentaba Woody en la sala de la tele, y puedo ver dónde estaban Dylan y Satchel. No es que todo el mundo se quedara pegado en el mismo sitio, pero me esforcé en fijarme dónde iba cada uno. Recuerdo que Woody salió del salón algún momento, pero nunca con Dylan. Iba a otra habitación para hacer una llamada, leer el periódico, ir al baño o salir para tomar un poco de aire y caminar en torno al estanque que había en la propiedad.

Había cinco niños y tres adultas en la casa, a las que se les había dicho durante meses lo monstruoso que era Woody. Ninguno de nosotros habría permitido que Dylan se marchara con Woody, incluso si lo hubiera intentando. La niñera de Casey, Alison, dijo después que entró en la sala de la televisión y vio a Woody arrodillado en el suelo con su cabeza en el regazo de Dylan, que estaba sentada en el sofá. ¿En serio? ¿Con todos nosotros ahí? Y si hubiera presenciado eso, ¿por qué no dijo algo inmediatamente a nuestra niñera Kristi? (También recuerdo que se discutió sobre si esto ocurrió en las escaleras que iban a la habitación de Mia. De nuevo, esto lo habría visto cualquiera que entrara al salón, y asumiendo en primer lugar que Woody consiguió marcharse con Dylan). El relato tenía que cambiarse ya que el único lugar donde se podría cometer cualquier acto de depravación en privado tendría que haber sido la habitación pequeña abuhardillada junto al dormitorio de mi madre en el piso de arriba. El ático se convirtió por defecto en la escena del supuesto abuso. 

En su famosa carta abierta de 2014 en The New York Times, la Dylan adulta de pronto parecía recordar cada momento del supuesto abuso, escribiendo “Me dijo que me tumbara boca abajo y jugara con el tren eléctrico de mi hermano. Entonces abusó sexualmente de mi. Me habló mientras lo hacía, susurrando que era una buena chica, que era nuestro secreto, prometiéndome que iríamos a París y sería una estrella en sus películas. Recuerdo mirar fijamente el tren de juguete, centrándome en cómo daba vueltas por el ático. A día de hoy, me cuesta mirar trenes eléctricos.”

Es un relato preciso y cautivador, pero tiene un principal problema: no había ningún tren eléctrico. De hecho, no había manera de que los niños pudieran jugar ahí arriba, aunque hubiéramos querido. Era una buhardilla inacabada, bajo un tejado a dos aguas, con clavos a la vista y tarimas, nubes de aislamiento de fibra de vidrio, lleno de trampas para ratones y excrementos y bolas de naftalina, y repleto de baúles llenos de ropa usada y el vestuario viejo de mi madre. 

La idea de que ese espacio pudiera haber albergado un tren eléctrico operativo, que daba vueltas alrededor del ático, es ridícula. Uno de mis hermanos tenía un tren eléctrico, pero estaba en la habitación de los niños, un garaje reconvertido en la primera planta. (¿Quizá sea este el tren eléctrico que mi hermana cree recordar?). Ahora, cada vez que oigo a Dylan hacer una declaración pública sobre lo que supuestamente le ocurrió ese día cuando apenas tenía siete años, solo puedo pensar en ese tren eléctrico imaginario, que nunca mencionó en la investigación original o la sesión por la custodia. ¿Alguien sugirió a la Dylan adulta que ese detalle específico haría su historia más creíble? ¿O piensa realmente que recuerda ese tren “dando vueltas alrededor del ático” del mismo modo que recuerda que Woody Allen le prometía al oído viajes a París y el estrellato (una oferta un poco extraña que hacerle a una niña de siete años, en vez de un juguete nuevo o una muñeca)? ¿Y todo esto ocurrió supuestamente mientras aquellos que prometimos no perder de vista a Woody estábamos en la planta baja, aparentemente ajenos a lo que estaba ocurriendo justo encima de nuestras cabezas?
Al final de la tarde, mi madre volvió con Casey y sus adoptados más nuevos, Tam y el bebé Isaiah. No hubo quejas de las niñeras, y nada raro en el comportamiento de Dylan. De hecho, Woody y Mia salieron a cenar esa noche. Después de la cena, volvieron a Frog Hollow y Woody se quedó a dormir en una habitación de la planta baja, y no hubo, aparentemente, ningún comportamiento anormal por parte de Dylan, y tampoco hubo ninguna queja de los adultos. 

La mañana siguiente, Woody seguía en la casa. Antes de irse, deambulé brevemente por el salón y vi a Dylan y Satchel sentados con él en el suelo, apoyados en la pared frente al ventanal. Los niños tenían un catálogo de una tienda de juguetes y estaban marcando los juguetes que querían que les trajera en la próxima visita. Era una atmósfera alegre y de juego, lo que chirría con lo que Mia supuestamente dijo que ocurrió un día antes. Muchos años después, mencioné a Woody lo que recordaba, y dijo que él también lo recordaba vívidamente: me dijo que les había dicho a Satchel y Dylan que marcaran uno o dos juguetes cada uno, pero, se reía, consiguieron marcar prácticamente todos los juguetes del catálogo. Recuerda volver a la ciudad con el catálogo, con la intención de comprar algunos de los artículos que habían seleccionado. Me dijo que acabó conservándolo durante años, sin saber si vería a su hija nunca más. 

Curiosamente, fue después de que Woody volviera a la ciudad cuando Mia recibió una llamada de teléfono que cambiaría nuestras vidas para siempre. Era de su amiga Casey, que le avisó de que su niñera Alison había visto a Woody supuestamente colocando su cabeza en el regazo de Dylan, en el sofá de la sala de la tele. 

Cuando Monica, nuestra niñera de siempre que no estaba ese día, volvió a trabajar al día siguiente, le confesé que pensaba que la historia era inventada. Monica, que llevaba con nosotros seis años, dimitiría unos meses después. Dijo que Mia la había presionado para que se pusiera de su lado y apoyara la acusación. Fue quien después testificó y dijo que vio a Mia grabando a Dylan describiendo cómo Woody supuestamente la había tocado en el ático; dijo que Mia estuvo dos o tres días haciendo la grabación. En su testimonio dijo: “recuerdo a la señora Farrow diciendo a Dylan en ese momento, ‘Dylan, ¿qué hizo papá…? ¿Y qué hizo después? Dylan no parecía interesada, y la señora Farrow paraba un rato y luego continuaba.” Puedo dar fe de esto, ya que fui testigo de este proceso yo mismo. Cuando otro de los terapeutas de Dylan, la doctora Nancy Schultz, criticó la creación del vídeo, y cuestionó la legitimidad del contenido, también fue despedida inmediatamente por Mia. (Mi madre, para quien la ‘lealtad’ era enormemente importante, también despidió a un cuidador de mucho tiempo, Mavis, alegando que estaba haciendo declaraciones contra ella.) 

Durante la audiencia de la custodia, mi madre insistía en que necesitábamos estar juntos como familia. Asustado y derrotado, yo también jugué mi parte. Incluso escribí una carta condenando a Woody, donde decía que había hecho algo horrible e imperdonable, y que había roto mis sueños. 

Incluso leí la carta a los medios de comunicación que estaban normalmente reunidos a la entrada de la casa, sabiendo que al hacerlo iba a ganar la aprobación de mi madre. Esa denuncia pública de mi padre sigue siendo uno de los mayores arrepentimientos de mi vida. 

Más adelante ese año, recuerdo muchas reuniones con abogados y una evaluación a la que fui en New Jersey. Soy vergonzoso por naturaleza y permanecí callado hasta que al final sentí que necesitaba pronunciarme. Le dije a mi evaluador que me sentía atrapado entre mis padres. Después, volví al colegio y mi madre me llamó gritando. “¿Te das cuenta de lo que has hecho? ¡Has destruido mi caso! Tienes que llamar a tu abogado y decirle que retiras lo dicho, dile que te retractas y que quite tus declaraciones de la grabación.” Sentí que se me revolvía el estómago. Cuando luego hablé con el abogado, repetí las palabras tal cual: “Retiro lo que dije; me retracto y quiero que quite mis declaraciones de la grabación.” De nuevo se cumplía el patrón: mi madre me forzó a seguir su guion para probar mi lealtad. 

Aunque todavía nos daba lecciones sobre “estar juntos como una familia”, al principio de mi segundo año de instituto, mi madre me envió contra mis deseos a un internado en Connecticut. Le dije que quería quedarme en Nueva York; le dio igual. Ya no era de utilidad para el drama familiar. Había hecho mi declaración contra mi padre, mi trabajo estaba hecho, y ahora me echaba. 

Por entonces, por supuesto, no sabía nada de la investigación criminal de seis meses dirigida por la Clínica para los abusos sexuales de niños, del hospital de Yale/New Haven, ordenada por la policía estatal de Connecticut. Pero como las alegaciones se renovaron hace unos pocos años, he visto los resultados de esa investigación. Concluía específicamente que “Dylan no fue abusada por el señor Allen”, que sus declaraciones tenían una “naturaleza ensayada” y que fueron “probablemente fomentadas o influidas por su madre”. Estas conclusiones encajan perfectamente con la experiencia de mi infancia: preparación, influencia, ensayo, son tres palabras que resumen exactamente cómo mi madre intentó criarnos. Sé que Dylan se ha referido recientemente a esta teoría del lavado de cerebro como una “manipulación” de nuestro padre, pero no fue nada de eso. Esta no fue solo la conclusión a la que llegó una investigación estatal, era la vida real en nuestro hogar. 

Esa investigación puso fin a cualquier posibilidad de cargos criminales contra mi padre. Una segunda investigación de 14 meses, por el departamento de servicios sociales del estado se Nueva York, llegó a la misma conclusión que la de Yale/New Haven: “No encontramos evidencias creíbles de que [Dylan Farrow] ha sido abusada o maltratada.” Sin embargo, cuando un juez dio la custodia de Satchel y Dylan a Mia, yo tenía 15 años y elegí el camino de la menor resistencia, y me quedé con mi madre. 

Poco después de graduarme de mi máster a los veinticinco años, sentí que quería contactar con Woody, y se lo dije a Mia. Nunca olvidaré lo feliz que me sentí cuando recibí un email suyo diciendo que me apoyaría, y que comprendía mi necesidad de tener una figura paternal. Esa felicidad duró poco. Menos de 24 horas después cambió de opinión y me escribió diciéndome que me prohibía contactar con “ese monstruo”.

Varios años después, me fui separando de mi madre, pero he necesitado años de autorreflexión, ayuda profesional y apoyo de quienes quiero (y quienes me quieren de vuelta) para apreciar la triste verdad de mi infancia y lo que mi madre nos hizo a mí y a mis hermanos. Estoy agradecido de haber podido despertar y haber visto la verdad de lo que nos ocurrió, pero a la vez estoy decepcionado de haber tardado tanto en llegar aquí. 

Sin embargo, mi padre sigue enfrentándose una y otra vez a oleadas de ataques constantes e injustos de mi madre y sus suplentes, que cuestionan por qué se le ha perdonado todo estos años. Pero a Woody no se le ha perdonado todo. Más bien lo contrario. La acusación de Mia fue investigada completamente por dos agencias diferentes y nunca se presentaron cargos. Mia alcanzó el final del camino legal después de que se comprobara que el abuso nunca ocurrió. Pero el juicio mediático prospera gracias a la falta de memoria a largo plazo, y Twitter no necesita ni conocimiento ni restricciones. 

A todos aquellos que estáis convencidos de la culpabilidad de mi padre, os pido que consideréis esto: en esta época de #MeToo, cuando tantos pesos pesados del cine se enfrentan a decenas de acusaciones, mi padre solo ha sido acusado de mal comportamiento una vez, por una expareja enfurecida en mitad de unas negociaciones beligerantes por una custodia. A lo largo de 60 años bajo el foco, ninguna otra persona ha comparecido para acusarlo siquiera de comportarse mal en una cita, o actuar inapropiadamente en cualquier situación profesional, y menos aún de abusar de un niño.  

Como soy un profesional formado, sé que la pederastia es una enfermedad compulsiva y una desviación que demanda repetición. Dylan había estado sola con Woody en su apartamento en numerosas ocasiones a lo largo de los años sin que hubiera una pista de comportamiento inapropiado, y sin embargo hay quienes te hacen creer que a los 56 años, de pronto decidió convertirse en un pederasta en una casa llena de gente hostil a la que se le había pedido que lo vigile como un águila. 

A los actores que han trabajado con mi padre y han expresado arrepentimiento al hacerlo: os habéis unido rápidamente al coro de condena en base a una acusación desacreditada por miedo a no estar en el lado “correcto” de un gran movimiento social. Pero en vez de aceptar el relato de la turba de Twitter, que repite sin pensar una historia investigada y desacreditada hace 25 años, por favor considerad lo que tengo que decir. Después de todo, estuve ahí -en la casa, en la habitación- y conozco tanto a mi madre como a mi padre y lo que cada uno es capaz de hacer mucho mejor que vosotros. 

A mi hermana Dylan: como tú, creo en el poder de hablar públicamente. He roto mi silencio sobre el abuso infligido por nuestra madre. Mi curación comenzó solo después de alejarme de ella. Y lo que te ha hecho a ti es insoportable. Te deseo paz, y la sabiduría para entender que dedicar tu vida a ayudar a nuestra madre a destruir la reputación de nuestro padre no creo que te permita pasar página de manera definitiva. 

Finalmente, a mi madre. Una cosa que decías que apreciabas de mí era mi habilidad para escuchar. Te escuché durante años y consideré tu verdad por encima de las demás. Una vez me dijiste: “No es sano aferrarse al odio”. Y sin embargo aquí estamos, 26 años después. Imagino que tu siguiente paso será lanzar una campaña para desacreditarme por hablar en público. Sé que es lo que toca. Y es una carga que estoy dispuesto a soportar. Pero después de todo este tiempo, ya basta. Ambos sabemos la verdad. Es hora de que acabe este castigo.

Fuente: https://www.letraslibres.com/espana-mexico/cultura/el-caso-woody-allen-un-hijo-toma-la-palabra

martes, 26 de junio de 2018

"Si digo todo esto con franqueza es porque espero ser fusilada de todos modos"


Eugénie_Markon
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   Resultaba fácil estudiar en la facultad de filosofía, pues no era tan necesario ejercitar la memoria como la comprensión... En esta misma época de mi vida me apasioné por las labores domésticas. Después del hambre que había sufrido hacía poco, el proceso mismo de preparar la comida me parecía sumamente agradable; la visión de los alimentos, de una variedad deslumbrante, me parecía más cautivadora que la de las piedras preciosas. Además, en el gélido apartamento, el único lugar donde se estaba bien caliente era al lado del horno. También escribía poemas en los que invitaba a los pusilánimes burgueses a sacudirse, por fin, "el yugo de los viles y miserables verdugos" (me refería a los bolcheviques, desde luego). Los poemas, en cuanto a forma, eran muy flojos, insatifactorios, pero, por lo que respecta a su contenido, eran bastante pertinentes, ¡y hoy lo siguen siendo! En torno a esta época, ocurrieron los hechos de Kronstadt...* Los seguí de lejos, como un gato a un canario...
   Las manos y el alma me pedían participar activamente en la rebelión de Kronstadt: no era una vulgar conspiración de la Guardia Blanca, sino una auténtica revolución, en absoluto parecida a la de los bolcheviques, embrutecida por el poder. Y la promovieron los mismos que en su momento hicieron la revolución de octubre: la flota del Báltico. Por desgracia en aquella época no tenía conocidos entre los principales círculos anarquistas y socialrevolucionarios y tuve que limitarme a la propaganda de los medios estudiantiles y a la propaganda antibolchevique preelectoral (antes de las elecciones para los Soviets)... Recuerdo que en una de las reuniones universitarias tomé la palabra de un modo balbuceante y denuncié ante el auditorio la incoherencia del movimiento puramente estudiantil.
   -Una de dos -decía-, o trabajáis apaciblemente en vuestras organizaciones culturales y educativas, o bien, si os sentís con fuerza para luchar de verdad, ¡id allá, a lo más profundo del pueblo, y haced propaganda no solo entre los estudiantes, sino también entre las masas![...]
   La misma noción de revolución congelada en la victoria es tan ridícula como la de un movimiento inmóvil: si se detuvo ¡ya no es una revolución! La revolución, en esencia, es "un movimiento destinado a derribar el régimen vigente".
   Cualquiera que sea el régimen en vigor, incluso el más progresista, no puede ser, bajo ningún concepto, revolucionario, pues aspira a mantenerse, no a caer....
   Por este motivo, cualquier partido que apoye el régimen vencedor en un determinado país, no es revolucionario, sino conservador. ...
*La rebelión de Kronstadt (1-18 marzo 1921) estalló en la base naval de la flota del Báltico del miso nombre, en el golfo de Finlandia, como respuesta a la ola represiva de las huelgas obreras por parte de los bolcheviques y a la centalización del poder en los partidos, no en los soviets. Si bien fue el bastión de apoyo radical al soviet de Petrogrado en 1917, la rebelión de los marineros revolucionarios fue sofocada con ensañamiento, lo que provocó un gran descontento entre muchos de quienes había apoyado la revolución.

Insumisa
Yevguenia Yarovslávskaia-Markón


Yevguenia Yaroslávskaia-Markón, en 1931 fue internada y posteriormente fusilada en el "campo de destino especial" de las islas Solovkí, considerado el primer campo de concentración del Archipiélago  Gulag soviético , meses despues de morir allí su marido, el poeta Aleksandr-Yaroslavski

lunes, 25 de junio de 2018

Los brazos del Mundial de Rusia

El 19 de junio, Senegal ganó a Polonia en el primer partido del Mundial de Rusia para ambas selecciones. En ese partido, el fotógrafo brasileño Rodrigo Villalba captó una imagen que se está compartiendo mucho en redes sociales. "Es mi foto divina", dice a Verne por teléfono desde Moscú.

Rodrigo Villalba. https://www.instagram.com/rodrigo.villalba.fotografia/?utm_source=ig_embed

Continuar leyendo: https://verne.elpais.com/verne/2018/06/24/articulo/1529838825_374557.html?id_externo_rsoc=TW_CM

Banksy reaparece en París con varios grafitis que condenan el racismo

Varios vecinos de París han publicado fotos de nuevos murales que se le atribuyen a Banksy aparecidos en las calles de la capital francesa. Entre ellas, destaca una en la que una niña negra pinta un mural rosa sobre una esvástica

 El artista británico de la calle Banksy está de vuelta en París, donde han aparecido varias obras atribuidas al artista callejero más enigmático. Entre ellas, destaca un grafiti en el que una niña negra intenta tapar una esvástica con un mosaico de flores rosas.

Banksy @Paris, France

 Este dibujo apareció el Día del Refugiado en el norte de la capital francesa, cerca del antiguo "centro de recepción" de los refugiados de la Porte de la Chapelle en París, según informa la AFP.


 
  En otra pintura aparecida en las inmediaciones de la universidad de La Sorbona se puede ver a un individuo de porte que esconde en su espalda una sierra mientras le ofrece un hueso a un perro con una pierna amputada.

Imagen relacionada

  Además, aparecieron varias pinturas en las que el artista habría recuperado las ratas en sus obras. Sin embargo, Banksy no ha hecho ningún comentario sobre la autoría de las obras, con lo que se mantiene el misterio.

Resultado de imagen de banksy paris


Fuente: http://www.lasexta.com/noticias/cultura/banksy-reaparece-paris-varios-grafitis-que-condenan-racismo_201806255b30a2d80cf22819ce73a9c0.html?__twitter_impression=true

Rescato a personas en el Mediterráneo y es diferente a como lo ves en la tele

Así es mi día a día en un barco de rescate de migrantes y refugiados.

Anabel durante un rescate. Imagen vía Open Arms
 Me llamo Anabel Montes y soy la responsable de misión de salvamento de Proactiva Open Arms. Cuando tenía 17 años empecé a trabajar como socorrista. A la vez, hacía voluntariados de rescate. Me apasionaba todo aquello, pero al final, por el clima que tenemos en España en general y en Asturias en particular, que es de donde soy, tenía que buscarme otros trabajos en invierno para ganarme la vida. Tras 8 años en Asturias me fui a Barcelona y trabajé en playas durante 4 años.

En 2015, durante unas vacaciones, me enteré de que se acababa de crear Proactiva Open Arms, una ONG cuyo fin era —y es— rescatar del mar a los refugiados que llegan a Europa huyendo de conflictos bélicos, de la persecución o de la pobreza. Me ofrecí como voluntaria. Era el trabajo que estaba haciendo allí pero en otro contexto, en un lugar donde verdaderamente había necesidad. Me fui a Lesbos 15 días que al final se convirtieron en un mes y sentí que me estaba dando cuenta de cómo es verdaderamente el mundo.

Llamé por teléfono a Barcelona y dejé mi trabajo. La mayor parte del tiempo la pasaba en una barca rápida de rescate en Lesbos. Era 2015. Para finales de diciembre de 2016 pasé a formar parte de la operación en el mediterráneo central y estoy en ella hasta ahora.

El 17 de marzo de este año nuestro barco fue retenido tras atracar en el puerto de Pozzallo, en Italia, para desembarcar a 216 migrantes. Nos acusaban asociación ilícita criminal, que es una acusación que se le hace a la mafia, y de inmigración clandestina. Llevábamos viendo durante un tiempo que las cosas estaban cambiando en el terreno. Que, desde 2017, había un cambio de actitud por parte de las instituciones y había más hostilidad y agresividad hacia nosotros. Pero no hubo ninguna notificación oficial, ningún cambio legislativo, nada que nos hiciera imaginar lo que ocurriría.

El barco fue liberado el 16 de abril. La sensación era de frustración, de impotencia. De no entender qué estaba pasando ni cómo era posible que ocurra algo así por hacer lo que consideramos que es lo correcto: no dejar morir a los refugiados y migrantes. Que por qué nos persiguen por hacer la labor que no se ocupan de hacer las instituciones es la pregunta que nos llevamos haciendo mucho tiempo, y que hacemos pública un montón de veces. Nosotros estamos rescatando a personas en el Mediterráneo porque los organismos que deberían hacerlo no se hacen cargo totalmente de la situación.

La labor que llevamos a cabo es mucho más cruda, mucho más difícil y mucho más dramática de lo que se ve en la televisión o en las fotografías. Partimos de la base de que estamos un poco anestesiados ante un aluvión enorme de fotos e información. Además, tenemos una visión muy sesgada de la inmigración. Creemos que es gente pobre, gente sin educación. Cuando estás en contacto con ella te das cuenta de que es algo tan grande y tan diverso que te rompe los esquemas. Te das cuenta de que podrías ser tú perfectamente el que llegara en una barca. Y de que, aunque lo niegues, llevas dentro, arraigado, el clasismo.

El proceso habitual es, una vez que tenemos a las personas rescatadas a bordo, darles lo que necesitan. Comida, bebida, mantas, ropa si están mojados... Pero también tenemos que darles el derecho a poder descansar. A sentirse seguros durante todo el tiempo que estén a bordo. Estamos hablando de que muchos de ellos no han estado seguros desde hace mucho tiempo, probablemente desde hace meses o incluso años. Después, dependiendo de las circunstancias, los llevamos hasta tierra firme o los pasamos a otro barco.

Los problemas más comunes con los que llegan son la desnutrición y la deshidratación, que son generalizados. También hay muchas personas agredidas sexualmente. Quizá parece una sentencia muy alarmista, pero te diría que todas las mujeres y algunos hombres de los que llegan han sufrido abusos sexuales. Todos y todas sufren un drama, pero el hecho de ser mujer intensifica el sufrimiento por todo el abuso masculino con intención de humillar y hacer uso de ese "privilegio" que es ser hombre. También está lo que no se ve a simple vista: el daño psicológico derivado de esta serie de abusos y maltratos.

A bordo se viven momentos muy difíciles. Yo siempre digo que hay distintos niveles de dureza. Está la parte más traumática, que es cuando tienes que sacar cuerpos del agua, pero realmente yo considero muy duro también lo que se vive con la gente que se queda a bordo, con los vivos. Sus historias, que a veces no hace falta ni que te cuenten. Se leen en sus cuerpos, en sus cicatrices, en sus miradas. Y también la sensación de mirarlos y saber que, cuando lleguen a tierra, el sufrimiento no se va a acabar sino que, simplemente, les queda una nueva lucha, probablemente mucho más larga. Quizá menos violenta físicamente en comparación con lo que han vivido, pero más traumática en lo psicológico. Ese probablemente sea el momento más duro. Cuando ves que ellos se sienten a salvo pero sabes que no es del todo así.

Pero a bordo también se viven momentos de alegría absoluta. Me sigue impactando y gustando mucho cuando las personas rescatadas ya llevan unas cuantas horas a bordo y se sienten un poco más descansadas y a salvo. Entonces algunas empiezan a cantar y bailar, ves que sonríen. Nosotros les ponemos músicas de sus países y culturas a través de un altavoz enorme. Antes lo hacíamos por pequeños altavoces de bluetooth.

Es una pasada cómo bailan, cómo cantan. Cómo se dan cuenta de que están vivos. Eso es un chute de energía tremendo, y una lección de vida tremenda también. Relativizas qué es lo importante, relativizas las cosas por las que te has preocupado, por las que te has quejado... creo que verlo te hace mucho más consciente de la realidad, por mal que te haga sentir. Te hace conocer el verdadero valor de las cosas. Te hace ser más feliz en cierto sentido, porque las cosas que te hacen feliz en esas situaciones son reales. No son materiales, no son banales.

Por eso el rescate del Aquarius es importante. Es un gesto humanitario que tiene gran valor, teniendo en cuenta que el nuestro ha sido el primer país que, voluntariamente, se ha ofrecido en este escenario a hacer algo así. Pero también hay que tener en cuenta que, por lo menos desde donde estamos nosotros, desde el mar, las cosas se viven de manera diferente. Está legitimando que se hayan quebrantado las leyes internacionales vigentes que ha firmado Italia, les ha "dado una salida". El clima que hay ahora en Italia, el discurso xenófobo y racista del Gobierno italiano está calando mucho en la sociedad y hay que recordar que a pesar de cualquier ley internacional estamos hablando de personas. Y la ley marítima no escrita desde el principio de los tiempos dice que no podemos dejar a nadie morir en el mar, independientemente de los temas legales y de cualquier otra cosa pueda afectar. No podemos permitir que nadie muera en el mar.

 Es un tema muy complicado en el que entran cuestiones de derecho internacional, de derecho marítimo, de relaciones institucionales y diplomáticas... Pero, más allá de eso, creo que lo importante es recordar que hay una serie de leyes internacionales, de acuerdos marítimos y de derechos humanos que hay que respetar. Que hay que reclamar que se respeten.


Fuente: https://www.vice.com/es/article/mbkdgp/equipo-rescate-open-arms-mediterraneo-refugiados-aquarius

Dan Blocker (Hoss de Bonanza), un actor 'cowboy', pero culto, comprometido y contra Vietnam

Se especializó en papeles de cowboy para la televisión, el más famoso Hoss en Bonanza, pero detrás había un profesor experto en teatro con un firme compromiso político. Se jugó el futuro de la serie negándose a hacer actos de promoción ante audiencias segregadas racialmente y se opuso a la guerra de Vietnam, algo que conocía pues le tocó ir al frente en la guerra de Corea, hasta tal punto que llegó a llevarse a sus hijos a Europa para que no se educasen en Estados Unidos


 En 1972, la revista estadounidense The Rotarian publicó que al actor Dan Blocker, famoso por su papel de Hoss en Bonanza, sus hijos le habían pedido que se los llevase a cazar, que les enseñase a disparar a los animales. Y que les había contestado: "Cuando los animales puedan devolveros los disparos, os dejaré cazarlos a todos". Era un hombre de principios firmes. No en vano, cuando la guerra de Vietnam se recrudeció y la política de Estados Unidos se volvió cada vez más sucia, especialmente tras el asesinato de Bobby Kennedy en 1968, cogió a su familia en 1970 y se la llevó a Europa para que recibieran otro tipo de educación.

Aunque su papel en Bonanza era el de vaquero hombre bruto y bonachón, como actor Bocker era el miembro del cartel de la serie que tenía más educación. Había recibido formación en el mundo del teatro, era un erudito de Shakespeare además de haber sido profesor de Historia de sexto grado (alumnos de once años). Meterse en la piel de Hoss para una serie de televisión de aventuras en un rancho del oeste reconoció que le llevó dos años enteros. Un tiempo en el que él y Hoss fueron la misma persona hasta que por fin, cuando aprendió a interpretarlo, se separó de él.

En la misma sintonía de firmeza iban sus posiciones políticos. En una entrevista en 1965 dijo que veía que había un "renacer" del compromiso político en el gremio de los actores. En su caso, opinaba porque consideraba que no por ser actor iba a tener que esconder sus puntos de vista, que valían los mismos que los de los demás. Cómo han cambiado las cosas, ahora es al revés.

Reconoció que Hoss era un granjero, como él, compartían origen, pero subrayó que ambos eran "personas felices y demócratas". Especificó que en aquella época, en la que transcurre Bonanza, la política era distinta, pero que estaba seguro de que Hoss era un hombre liberal y progresista, fundamentalmente porque era feliz, ya que la gente que está amargada es la que es reaccionaria.
Blocker siempre pensó así no se unió a una moda. A principios de los 60, en Jackson, Misisipi, tuvo que ir a aparecer en un evento promocional junto a Lorne Green y Michael Landon, pero al ver que la audiencia estaba segregada racialmente, se negaron a aparecer. Erle Johnston, director ejecutivo de la Sovereignty Commission, un organismo que luchaba en contra de la integración racial, presionó a General Motors, patrocinadora de Bonanza, para que retirase el sponsor. También intentó que la WLBT, la cadena que emitía la serie de NBC en Misisipi, la cancelara. Blocker asumía riesgos poniendo sus principios por delante.

En la aludida entrevista también manifestó su apoyo al presidente Lyndon B. Johnson. Explicó que lo consideraba un deber moral, una obligación y un derecho como ciudadano apoyarlo que creía más justo, quería que Estados Unidos fuese una tierra como la que él amó de niño. No obstante, en pocos años sus puntos de vista cambiaron completamente, hasta el punto de, como se ha dicho, sacar a sus hijos del país para darles un futuro educativo mejor.

Hay vídeos en los archivos en los que se ve que Blocker siguió defendiendo a Johnson incluso con la guerra de Vietnam avanzada. Es en este spot en el que anuncia bonos del estado para apoyar a los soldados en la guerra y al presidente. Incluso llegó a viajar al frente con Lorne Greene a visitar a las tropas, pero en 1970 sus puntos de vista habían cambiado completamente.

Pero sus opiniones sobre la guerra del actor había que tomarlas con cierta autoridad. Él había estado en la guerra combatiendo. Le tocó ir a Corea y estuvo en el frente. Como sargento, recibió la condecoración de un Corazón Púrpura por resistir un avance de las tropas chinas y norcoreanas para proteger a un soldado de su unidad que había sido herido y que, finalmente, murió por la gravedad de las heridas.

Su biografía es divergente a la del cowboy por excelencia de las pantallas estadounidenses, John Wayne. Blocker fue a la guerra, era demócrata, pacifista y apoyó a Hubert Humphrey, candidato demócrata a las elecciones en 1968 contra Richard Nixon, mientras que John Wayne no fue a la guerra cuando le tocó a los de su generación, fue republicano, apoyó la guerra de Vietnam y a Nixon.
Aun hay más, Stanley Kubrick quiso a John Wayne para ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú, quien rechazó el papel. Y luego se lo ofreció a Backer, el otro gran cowboy americano, que tampoco quiso interpretarlo.

Eso no quiere decir que eludiera saltar al cine en un país donde, por aquellos años, las carreras de sus actores debían centrarse en el celuloide o en la televisión, pero nunca en ambas a la vez. Robert Altman, que había dirigido capítulos de Bonanza -la serie tuvo 438- hizo gran amistad con Backer, lo cual no es de extrañar a tenor del perfil humano y cultural de ambos. Cuando Altman estaba preparando Un largo adiós quiso contar con él, pero le sorprendió su muerte. Su papel vacante le sirvió para debutar a un actor que luego llegaría lejos, en el cine y en la política, Arnold Schwarzenegger.
 
Blocker murió por una complicación en una operación rutinaria de la vesícula. Por primera vez en la historia de la televisión, su muerte en la vida real se llevó a su personaje en la ficción, Hoss. El siguiente capítulo de Bonanza que tenía que rodar era uno que daba cuenta del legendario machismo de la serie, las mujeres entraban y salían del argumento, pero nunca se quedaban. Era uno en el que Hoss se iba a casar, pero mataban a su esposa. Hubiera sido su capítulo 416. Sin él, la serie fue cambiada de día y desapareció al poco tiempo. Era el personaje más popular, sobre todo para los niños.

Hay un detalle muy curioso que resume su trayectoria y los tiempos en los que vivió. Estaba estudiando un doctorado en la Universidad de California cuando volvió de la guerra. Ese era su objetivo, pero atravesaba problemas económicos. Cuando no pudo sufragárselo, tuvo que empezar a actuar en televisión. El trabajo que le dio Bonanza, le impidió sacar horas para seguir estudiando y lo tuvo que dejar. Pero su talento de lector voraz siguió ahí, podía memorizar, contó Las Vegas Sun, cinco páginas de una sola lectura.


domingo, 24 de junio de 2018

Un traje tradicional húngaro (para hombres)

 La ironía de que en Hungría prohiban el musical Billy Elliot, porque dicen que incita a la homosexualidad, es que este es el traje tradicional húngaro para hombres. (El de la derecha)