domingo, 31 de mayo de 2020

La pandemia acelera la lucha por el poder mundial

Una mujer miembro de la Guardia Nacional de Massachusetts, con una mascarilla con los colores de la bandera estadounidense y el lema 'EEUU Fuerte'. REUTERS/Brian Snyder
Una mujer miembro de la Guardia Nacional de Massachusetts, con una mascarilla con los colores de la bandera estadounidense y el lema 'EEUU Fuerte'. REUTERS/Brian Snyder
Mientras una generalidad de países se esfuerza en combatir como puede la pandemia del covid-19, otros, además de combatir la pandemia, no cesan de prepararse para combatir en otros escenarios que nada tienen que ver con el indeseado virus. Para decirlo de otra manera, los centros del poder mundial saben que la pandemia (pese a toda la carga de gravedad y dramatismo que lleva) no deja de ser un incidente en las anchas e inciertas vías de la historia. Que la vacuna, sea china, yanqui, rusa o española, o todas a la vez, estará disponible en unos meses y que se volverá a una nueva y modificada normalidad, pero normalidad a fin de cuentas. La geopolítica del poder mundial seguirá, no obstante, siendo la misma, como continuarán siendo iguales los retos y desafíos que plantea su reparto. Puede que el único efecto de la pandemia en la política mundial sea agudizar las contradicciones y acelerar los escenarios de conflicto, sobre todo entre EEUU y China.

Así parecen entenderlo en China, país foco de la pandemia y primero que la ha superado, como se desprende del discurso del presidente Xi Jinping, el pasado 26 de mayo, ante la Comisión Militar Central (la versión china del Pentágono, para hacernos mejor idea, ya que tenemos nuestro imaginario saturado de virus de simbología yanqui). Después de elogiar el papel de las fuerzas armadas en el combate contra la pandemia, Xi afirmó que "la epidemia ha generado un profundo impacto en el panorama global y también en la seguridad y el desarrollo de China". Xi "ordenó a las fuerzas armadas pensar en el peor de los escenarios, intensificar el entrenamiento y la preparación para la batalla, abordar rápida y eficazmente todo tipo de situaciones complejas y salvaguardar decididamente la soberanía nacional, la seguridad y los intereses de desarrollo". Imposible ser más claro. "Pensar en el peor de los escenarios" es referirse, sin decirlo, a una guerra abierta con EEUU, para lo que EEUU se prepara también, debe apuntarse.

El pasado 16 de mayo, el diario británico The Times publicó un artículo titulado US ‘would lose any war’ fought in the Pacific with China (EEUU perdería cualquiera guerra en el Pacífico contra China), artículo en el que daba cuenta de que EEUU había realizado simulaciones de juegos de guerra con China. Según recoge la información, "Fuentes de defensa estadounidenses le dijeron al Times que los conflictos simulados realizados por Estados Unidos concluyeron que sus fuerzas se verían abrumadas. Un juego de guerra fue situado en el año 2030, cuando la marina china tendrá operativos nuevos submarinos de ataque, portaaviones y destructores". El análisis concluyó "que la acumulación de misiles balísticos de mediano alcance de Beijing ha logrado desde ya que todas las bases estadounidenses y cualquier grupo de batalla de portaaviones estadounidense que opere en la región del Comando Indo-Pacífico sean vulnerables a ataques masivos". Esta situación también afectaba a la isla de Guam, con diferencia la principal base de bombarderos estratégicos estadounidenses, como el B-2. Nos llama la atención el año de los juegos de guerra, pues en el libro Réquiem polifónico por Occidente, señalábamos ese año como crucial en el choque de trenes que se avecina entre EEUU, Rusia y China. Los datos manejados no andaban mal encaminados.

Deben, en EEUU, tomarse muy en serio el tema, pues, el 16 de abril de este 2020, según informara Defense News, el presidente del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, el republicano Mac Thornberry, propuso una Iniciativa de disuasión del Indo-Pacífico (IPDI) dotada con 6.000 millones de dólares para 2021."El Indo-Pacífico ha sido llamado nuestro teatro de mayor prioridad y creo que es cierto. Es hora de poner nuestro dinero donde está nuestra boca", dijo Thornberry a Defense News. "Este esfuerzo consolida y financia las políticas, la infraestructura y las plataformas necesarias para tranquilizar a nuestros aliados y socios mientras disuadimos a China".

Paralelamente, la Marina de EEUU está proponiendo readecuar su estrategia militar, haciendo algo hasta hace escaso tiempo absolutamente impensable: reducir el número de portaaviones y buques de guerra para adaptar la potencia naval de EEUU a las nuevas realidades armamentísticas. Los portaaviones pasarían de 11 a 9; reducirían el número de grandes buques de superficie a un máximo de 90; aumentarían las naves pequeñas a 70 unidades y, la gran novedad, construirían no menos de 65 buques no tripulados o con tripulación mínima, o sea, gigantescos drones marinos. La explicación a este nada sorprendente cambio es obvia: el desarrollo de misiles hipersónicos por Rusia y China y los nuevos modelos de submarinos, convierten a los portaaviones en algo no sólo inútil, sino suicida (remitimos al capítulo Hermes misilístico versus Vulcano armatoste de nuestro libro Réquiem polifónico). Lo dijo con sus palabras el actual secretario de Defensa de EEUU, Mark Esper, quien afirmó que el Pentágono quiere deshacerse de sus portaaviones como pieza principal de proyección de poder, para enfocarse en la producción de buques no tripulados que puedan ser sacrificados en caso de conflicto. Vaya, guerra sí, pero sin bajas humanas. Una utopía donde las haya (a ese paso, el siguiente proyecto estratégico de EEUU podría ser contratar a Darth Vader).

¿Y Rusia? Poca cosa. El gobierno ha anunciado que, para 2023, serán incorporados más de 60 buques a la Armada; que están en marcha las primeras pruebas de lanzamiento desde submarinos del misil hipersónico Tsirkón, capaz de portar ojivas nucleares y, ojo, lo más relevante. Que en unos meses pondrán a prueba el dron submarino Poseidón, llamado también el "arma del apocalipsis", por su devastadora capacidad de destruir lo que pueda haber de infraestructuras costeras en la zona geográfica atacada. El Poseidón podría cargar hasta 400 megatones (la bomba de Hiroshima tenía un máximo de 20 kilotones; un megatón equivale a mil kilotones). Para 2027, la Flota del Norte  y la Flota del Pacífico de la Armada rusa recibirán 32 drones nucleares Poseidón, suficientes para dejar desinfectadas de virus y humanos las principales zonas costeras estadounidenses. EEUU no posee un arma similar. Como expresó un analista militar estadounidense, "los rusos tienen la ambición de usar el dron submarino de propulsión y armas nucleares como medio de represalia si su capacidad de lanzamiento de armas nucleares se neutraliza durante la guerra".

Hay más. El cazabombardero ruso de quinta generación Su-57, ha pasado casi todas las pruebas y se prevé que 76 de estas aeronaves sean entregadas a las fuerzas aeroespaciales rusas. El Su-57 está considerado el mejor del mundo en su especie. El presidente Vladimir Putin, no obstante, ha querido calmar al personal: "Rusia no se está preparando para una guerra, pero se están creando las condiciones precisas para que a nadie se le ocurra la idea de la guerra". Si vis pacem, para bellum, dijo Flavio Vegecio, quien escribió su máxima para seres razonables y quienes provocan las guerras suelen ser todo, menos eso, razonables (vean, si no, a Libia, Afganistán, Iraq o Siria).

Algo es algo, pero en EEUU andan por otros derroteros. Trump ha retirado al país de casi todos los tratados de control de armamentos y, sorpresa, anuncia la posibilidad de realizar nuevas pruebas de armas nucleares, lo que está prohibido en el Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares, lo que podría ser anticipo de que EEUU  se retirará del mismo. China y Rusia han respondido llamando al cumplimiento del tratado y avisando que, si EEUU vuelve a las andadas, ellos también. Por ese camino nos quiere llevar la mayor democracia occidental. Explicaremos por qué.

EEUU pudo ser lo que fue gracias a dos factores: su lejanía geográfica, que le evitó los estragos de las guerras mundiales, y poseer una supremacía naval indiscutible. Hoy, los nuevos armamentos han convertido la antigua ventaja en una desventaja insuperable (excluimos la guerra nuclear, pues esa sería el fin de todos los problemas). Los nuevos sistemas de misiles convierten el aislamiento geográfico en aislamiento militar y, por tanto, político y económico. Ya no tiene EEUU supremacía marítima irrebatible, ni su territorio escaparía a un ataque nuclear masivo. Ya no hay manera de transportar por mar a centenares de miles de soldados, ni forma alguna de proveer a sus aliados de material militar que, forzosamente, debe hacerse por barco. Los 560 o 580 buques que componen la flota de EEUU serían hundidos en semanas o, si se quiere, en meses.

Construir un portaaviones lleva, como poco, cinco años. Un buque de guerra al menos dos. No habría posibilidad ninguna de sustitución o reemplazo porque, en ese mismo periodo, se pueden fabricar decenas de miles de misiles. No hay que ser egresado de West Point para entenderlo. Esa razón explica por qué las simulaciones de guerra con China, hechas por el Pentágono, terminan todas en derrota de EEUU. Por ese mismo motivo, Rusia dedica su principal esfuerzo militar a misiles hipersónicos, drones pavorosos y sistemas de misiles antimisiles. Un mundo nuevo entierra al viejo, como las formaciones de ágiles flecheros sepultaron a los caballeros de relucientes armaduras, lentos y pesados y, por tanto, blanco fácil de los arqueros. Ocurrió en Crécy, en 1346.

En suma, la pandemia llevará a cambios internos en los países (más en unos que en otros), para prevenir nuevas pandemias y estar preparados para enfrentarla o dotarse de niveles mínimos de soberanía médico-sanitaria. Nos lavaremos más las manos, habrá pantallas separadoras en sitios públicos y, quizás, reciclemos más los desechos hogareños. Será peccata minuta en relación a lo que ocurrirá entre los grandes poderes. ¿Y la Unión Europea? Tiene ahora mejores condiciones que nunca para hacerse con su propio espacio internacional, atendiendo a los intereses de sus pueblos. ¿Lo hará? Piense mal y acertará. Lo más seguro es que siga de perrito faldero de EEUU y ponga en riesgo su futuro por asociarse a un país ‘que tiene su boca’ en el Pacífico. Algo así como el reflejo condicionado de Pavlov aplicado a la política. Una pena.

Fuente: https://blogs.publico.es/dominiopublico/33160/la-pandemia-acelera-la-lucha-por-el-poder-mundial/?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=publico

sábado, 30 de mayo de 2020

Racismo, brutalidad policial y COVID-19 en Estados Unidos

"Los afroestadounidenses tienen el doble de posibilidades de ser asesinados por la policía en comparación con los blancos. La violencia policial es una de las principales causas de muerte de los jóvenes negros", escriben los autores.

https://agqcvcudno.cloudimg.io/v7/https://www.lamarea.com/wp-content/uploads/2020/05/2020-05-29T081023Z_1980045042_MT1USATODAY14346714_RTRMADP_3_A-PROTESTER-REACTS-TO-BEING-SHOT-WITH-A-PAINTBALL-EARLY.jpeg?w=730&org_if_sml=1
Un manifestante en el momento de ser alcanzado por una pelota de goma disparada por policías en Minneapolis el viernes 29 de mayo (Reuters)
El pasado lunes, Día de los Caídos en Estados Unidos, George Floyd suplicaba por su vida mientras Derek Chauvin, oficial de la policía de Minneapolis, le apretaba el cuello contra el pavimento con una de sus rodillas. “Por favor. Por favor. No puedo respirar, oficial. No puedo respirar”, jadeaba George Floyd, con sus manos esposadas detrás de la espalda. Los testigos del suceso le pidieron repetidas veces a Chauvin que aflojara la presión, pero el oficial siguió con la rodilla enterrada en el cuello de Floyd. Un devastador vídeo de diez minutos registró este asesinato en cámara lenta, respiración menguante tras respiración menguante. Finalmente, el cuerpo inerte de Floyd fue bruscamente colocado en una camilla, cargado en una ambulancia y llevado al hospital, donde se declaró su muerte.

La indignación fue in crescendo a medida que el vídeo se viralizaba. El hermano de George, Philonise Floyd, declaró a la cadena CNN: “Amo a mi hermano. Todos amaban a mi hermano… conocerlo es quererlo. Él gritaba ‘mamá, mamá, no puedo respirar’ pero no les importó. Realmente no entiendo lo que tenemos que sufrir en la vida. No tenían por qué hacerle eso”.

El fiscal general de Minnesota, Keith Ellison, expresó en un comunicado: “Su vida era importante. Tenía valor… Vamos a buscar justicia y la encontraremos”. En declaraciones posteriores, Ellison agregó: “Lo que estamos tratando aquí no es un caso aislado, sino un problema sistémico. Y tanto la investigación como la acusación se están llevando adelante con el objetivo de llegar hasta las últimas consecuencias. Estoy seguro de que se están llevando adelante de manera competente. Pero eso no le pone fin al asunto. El despido de los agentes no le pone fin. El proceso penal que ha comenzado no le pone fin. El proceso de derechos civiles no le pone fin. Necesitamos un cambio sistémico, profundo y permanente”. El alcalde de Minneapolis, Jacob Frey, opinó tras el asesinato de Floyd: “Ser negro en Estados Unidos no debería implicar una condena a muerte”. Frey demanda el arresto de Chauvin y la familia de Floyd quiere que los cuatro oficiales sean acusados de asesinato.

La reverenda Bernice King, una de las hijas del Dr. Martin Luther King Jr., publicó en Twitter una foto del oficial Chauvin con la rodilla apoyada sobre el cuello de Floyd al lado de una icónica foto de la estrella de la Liga Nacional de Fútbol Americano Colin Kaepernick hincado sobre una de sus rodillas en un campo de juego. El ex mariscal de campo fue expulsado de la Liga por arrodillarse durante el himno nacional en protesta contra la violencia policial y la injusticia racial. El texto que acompaña el tuit dice: “Si no te molesta o te molesta poco la primera rodilla, pero te indigna la segunda, entonces, en palabras de mi padre, estás ‘más consagrado al orden que a la justicia’. Y más apasionado por un himno que supuestamente simboliza la libertad que por la libertad de vivir de un hombre negro”.

https://pbs.twimg.com/media/EY-pH1NXkAc6sDL?format=jpg&name=small
@BerniceKing
If you’re unbothered or mildly bothered by the 1st knee, but outraged by the 2nd, then, in my father’s words, you’re “more devoted to order than to justice.” And more passionate about an anthem that supposedly symbolizes freedom than you are about a Black man’s freedom to live.
 Mientras las muertes por Covid-19 en Estados Unidos superan las 100.000, con un impacto desproporcionado sobre las comunidades de color, el asesinato y la violencia por parte de la policía contra personas de color, perpetrados con legitimación del Estado, continúan aparentemente sin tregua. El pasado 23 de febrero, en Georgia, Ahmaud Arbery fue asesinado a balazos por Travis McMichael y su padre, el policía retirado Gregory McMichael, tras salir a correr. El 13 de marzo la policía de Louisville, Kentucky, disparó ocho veces contra Breonna Taylor, causándole la muerte. Taylor era técnica en emergencia médica y tenía 26 años de edad. La policía irrumpió en su hogar en el medio de la noche, al entrar en el departamento equivocado cuando buscaban a un sospechoso que ya estaba bajo custodia.

Afortunadamente, no tenemos que agregar el nombre de Christian Cooper a esa trágica lista. Chris Cooper, afroestadounidense, se encontraba observando aves en el Central Park de Nueva York el Día de los Caídos cuando respetuosamente le pidió a una mujer que también paseaba por allí que siguiera las reglas del parque y le pusiera la correa a su perro. Ella se negó rotundamente, lo que lo condujo a grabar la interacción. La mujer llamó al 911 y le dijo a Cooper: “Voy a decirles que hay un hombre afroestadounidense que está amenazando mi vida”.

Christian Cooper le envió el video a su hermana, quien lo publicó en las redes sociales, donde rápidamente llegó a 42 millones de reproducciones. Alguien identificó a la mujer como Amy Cooper (sin parentesco con Christian) y, como resultado de su reacción violenta, fue despedida de su trabajo y el refugio para perros le retiró su mascota.

Ibram X. Kendi, director fundador del Centro de Investigaciones y Políticas Antirracistas de la Universidad Americana, le dio contexto histórico a esta interacción durante una entrevista para Democracy Now!: “Lo que hizo Amy Cooper es un típico comienzo de violencia racista. Tenemos a una mujer blanca que utiliza como arma su privilegio de ser mujer y blanca. En lugar de resolver la disputa con la otra persona y seguir las reglas y ponerle la correa a su perro, se victimiza y llama a la policía, con esa proyección de víctima, para que la policía vaya y la proteja.

A menudo, los policías realmente creen que esta mujer blanca está siendo amenazada por este presunto depredador afroestadounidense. Con demasiada frecuencia, esto lleva a que esa víctima desarmada resulte lesionada o incluso asesinada”. En 1955 un suceso similar condujo a la tortura y linchamiento de Emmet Till, de 14 años de edad.

El profesor Kendi lanzó The COVID Racial Data Tracker, un sitio web para documentar las disparidades raciales en torno a la letalidad de la pandemia, que afecta de manera desproporcionada a las comunidades de color. Los datos se están utilizando para desacreditar el argumento de que las personas de color se ven más afectadas por la Covid-19 por sus afecciones subyacentes.

Kendi explicó: “Al menos hacia fines de marzo, y ciertamente a principios de abril, eran personas latinas, afroestadounidenses e indígenas estadounidenses las que se estaban contagiando y muriendo de forma desproporcionada. Llevó un gran esfuerzo de parte de los movimientos de base, que reclamaron que se expongan los datos raciales, empezar a constatar esto, porque los estados se negaban a verlo. El indicador de predictibilidad fundamental de las tasas de contagio y muerte en la población negra es el acceso a la atención médica, el acceso a seguro de salud, así como la contaminación del aire y del agua y el tipo de empleos. Todas estas determinantes sociales de la salud son indicadores predictivos mucho más fuertes en cuanto a las tasas de muerte y contagio en la población negra que sus afecciones subyacentes”.

Los afroestadounidenses representan el 13% de la población de Estados Unidos, pero han representado como mínimo el 25% de las 100.000 muertes por Covid-19 del país. La misma disparidad en la tasa de mortalidad prevalece entre los 5.000 estadounidenses asesinados por la policía desde 2015: los afroestadounidenses tienen el doble de posibilidades de ser asesinados por la policía en comparación con los blancos. La violencia policial es una de las principales causas de muerte de los jóvenes negros.

La pandemia revela lo que los videos de teléfonos celulares y cámaras corporales han expuesto cada vez más y lo que las comunidades de color han sabido por mucho tiempo: el racismo está bien vivo en Estados Unidos y tiene consecuencias letales.

 Fuente: https://www.lamarea.com/2020/05/30/racismo-brutalidad-policial-y-covid-19-en-estados-unidos/

jueves, 28 de mayo de 2020

Este detallado mapa en 3D es el primero que muestra todas las neuronas de un corazón

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 El corazón está controlado principalmente por el cerebro y el sistema nervioso. Sin embargo, también cuenta con su propio "cerebro" que le permite bombear de forma automática sangre del corazón al resto del cuerpo. Conocido como sistema nervioso intracardiaco (ICN), unos científicos por primera vez han conseguido mostrar su estructura completa en un impresionante mapa 3D.

Varios investigadores de la Universidad Thomas Jefferson han publicado un mapa en tres dimensiones compuesto de todas las neuronas distribuidas alrededor del corazón. Del corazón de una ratón, todo hay que decirlo. Debido a la complejidad y mayor tamaño del corazón humano de momento han hecho una primera prueba con el corazón del ratón. Planean hacer nuevas pruebas con el corazón del cerdo, más similar al humano.

Para la creación de este modelo 3D se han tomado un total de 750.000 imágenes del corazón mediante un escaneo microscópico por capas. Esto significa "dividir" el corazón en 750.000 partes y escanear cada una de esas capas para luego juntarlas en una sola imagen en tres dimensiones. Por otro lado también se mapearon neuronas individuales para tener muestras de su expresión génica. 
Juntando ambos procesos el resultado es un impresionante mapa en tres dimensiones que permite ver el corazón con todo lujo de detalles.
 
  Los resultados revelan un particular agrupamiento de las neuronas según la zona que rodean (arterias, venas, nodo sinoauricular...). Algo que también se dieron cuenta los investigadores es que hay diferencias específicas en la estructura de las neuronas según el sexo. Esto podría ayudar a explicar las diferentes enfermedades al corazón que afectan de distinto modo a hembras y machos.

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Por qué es relevante explorar las neuronas del corazónSi bien sabemos de la existencia del sistema nervioso intracardiaco, poco se sabe realmente de él. Comentan los investigadores que sabían de la existencia de estas neuronas pero no exactamente dónde se encontraban alrededor del corazón, tampoco qué tareas específicas realizan cada una de estas neuronas. Es el nexo de unión entre la neurología y la cardiología.

Cartografiar todo el corazón con sus respectivas neuronas ayuda entender mejor cómo funciona este órgano esencial en humanos y otros animales. Indispensable para mejorar las investigaciones médicas acerca del corazón y las enfermedades relacionadas con él.

Un mapa similar vimos recientemente en el que las neuronas analizadas no eran las del corazón sino las del cerebro. En él se podían observar 25.000 neuronas con más de 20 millones de sinapsis.

Fuente: https://www.meneame.net/story/este-detallado-mapa-3d-primero-muestra-todas-neuronas-corazon

miércoles, 27 de mayo de 2020

Sobre la lectura de un manual de medicina

Jerome the man – The Jerome K Jerome Society
Jerome K. Jerome


Llegué a la fiebre tifoidea; leí los síntomas; descubrí que
tenía fiebre tifoidea, debía de tenerla desde hacía meses sin 
saberlo; me pregunté qué más habría cogido; apareció
el baile de San Vito; descubrí, como esperaba, que también
lo tenía; empecé a interesarme en mi caso y decidí
examinarlo a fondo, de modo que procedí
sistemáticamente; estudié las fiebres y descubrí que
las estaba contrayendo, y que la etapa aguda empezaría en
unos quince días. Con respecto a la enfermedad de Bright,
me sentí aliviado al descubrir que solo tenía una forma
modificada y que en ese aspecto podría vivir durante años.

Jerome K. Jerome

Joaquín Araújo: "Estamos aterrorizados por un virus, debería aterrarnos nuestro estilo de vida"

El naturalista Joaquín Araújo publica su nuevo libro, 'Los árboles te enseñarán a ver el bosque', con el que enseña la importancia la floresta, ese sistema vital al que pertenecemos y deberíamos volver

El escritor y naturalista Joaquín Araújo ANTONIO HEREDIA
"Los árboles no dejan ver el bosque". Forma parte del refranero español. Dícese de la dificultad de apreciar una situación en su conjunto por prestar atención a los detalles. En un giro de la expresión, el escritor y naturalista Joaquín Araújo (Madrid, 1947) publica con Editorial Crítica su nuevo libro, Los árboles te enseñarán a ver el bosque. En él, estas magníficas plantas ayudan a comprender la importancia del todo, la floresta, ese sistema vital al que pertenecemos y deberíamos volver.

"Basta un poco de imaginación y memoria para aceptar que somos como somos porque fuimos bosque". Es la bienvenida a sus páginas, la invitación a una obra para una lectura reposada, de las de detenerse en cada párrafo, por su belleza, por su enseñanza y, al final, por su denuncia. La de Araújo no es una reivindicación incómoda sino meditada, la que le otorga el conocimiento de toda una vida dedicada a la Natura.

El autor recomienda vivir de otro modo, convivir con los árboles, "emboscarse", para no dar la espalda a nuestro origen, El libro lleva en sus hojas toda la "savia de su sabia", sus principios y reflexiones como ser humano reconciliado con su entorno, esto es, el bosque.

Robles, castaños, hayas, fresnos, para la siesta el mejor es el tilo, palabra de experto. "He dormido cien veces bajo ese paraguas amparador que escancia calma", escribe. Y quién lo ha hecho. Probablemente pocos. Desde las ciudades hemos perdido el contacto con la vegetación que nos ha cobijado durante millones de años.
Ya no dormimos bajo los árboles. ¿Por qué?
Hemos decidido vivir fuera de lo que nos permite vivir. La especie más apasionante, interesante y poderosa de la historia del planeta ha decidido no vivir dentro de su hogar. Hemos creado una separación absoluta entre lo que somos y nos permite ser. Esto explica lo que está sucediendo, en cuanto a que el planeta está al borde de un colapso de tipo sistémico. Y el naturalista, el "emboscado" en mi caso, es alguien que decide vivir dentro del hogar de la vida. El siguiente colapso va a ser el ambiental, a través del clima. Si tenemos un vínculo suficientemente ético con la vida, hay que vivir de otra forma. 
 
Su libro habla de los tiempos, de una vida reposada en contacto con la naturaleza, del consumo insostenible de la sociedad global. De repente llega una pandemia y nos vemos forzados a frenar. ¿Cuáles son sus reflexiones sobre lo que está ocurriendo?
Me viene a la cabeza un aforismo de Émile Zola. El que por azar pare el mundo será su salvador. Haber parado puede ser el principio de la salvación. El haber frenado para pensar qué diablos estamos haciendo con nosotros mismos, con la vida, no deja de tener un perfil positivo. Es el momento de darnos cuenta de que esa transparencia que el aire ha recuperado, esa magnifica primavera, esa generosidad por fin de un mes de abril lluvioso, eso es lo importante. Ese es el hospital para la vida. El bosque es el antídoto contra la muerte en este planeta. Tendríamos que ser capaces de aprovechar el momento para decir que esta suerte de freno es una grandísima oportunidad. 
 
Cuando pase todo, ¿volveremos a cometer los mismos errores?
Llevamos quizá demasiado tiempo, un siglo y medio, haciendo las cosas mal. Es fácil caer en la tentación de repetir la equivocación. Ahora mismo se acaba de estrenar un proyecto de ley de cambio climático que es magnífico, pero no es ambicioso. Tendríamos que ser infinitamente más exigentes y tener unos plazos infinitamente más cortos. No lo tenemos fácil para la rectificación. Igual que estamos aterrorizados por un virus, debería aterrarnos nuestro estilo de vida. Esta crisis ha desplazado a la climática, que es inminente. Hay que abordarla como abordamos la búsqueda de una vacuna. Y esa vacuna es cambiar el estilo de vida. La vacuna contra el cambio climático es el bosque 
 
Antaño descansábamos en los campos y nos reuníamos en familia para ver 'El hombre y la Tierra', el famoso programa de Félix Rodríguez de la Fuente, con quien usted ha trabajado. ¿Qué nos ha pasado para que hayamos empujado la naturaleza y la ciencia fuera de nuestras vidas?
La culpa es de la tremenda cantidad de recursos y, curiosamente de no pocos recursos científicos, puestos al servicio de un consumismo delirante. Detrás de las creaciones publicitarias hay mentes prodigiosas y muy bien pagadas. Se nos ha impuesto un modelo de vida que tenía sus atractivos, pero que por detrás atentaba contra la vida y contra todos nosotros. 
 
Ahora hay una necesidad vital por entender qué ocurre ¿Qué importancia tienen ciencia y medios de comunicación en esta crisis mundial?
El papel de los medios no puede ser más crucial. Hay una catástrofe, un colapso de la misma envergadura o que no se ha visualizado con la misma intensidad. La muerte palpable de personas moviliza el terror, pero las muertes silenciosas empiezan mucho antes. El desprecio a la ciencia es el jinete del Apocalipsis. Gobernar de espaldas al conocimiento es catastrófico, es una crisis de cordura. El ignorar lo fiablemente demostrado, que es lo que consigue la ciencia y el método científico, es el gran disparate. Se está gobernando ignorando lo que sabemos y para que eso no cunda están la ciencia y la divulgación científica. 
 
En España también hemos asistido a la muerte de un entorno completo, el Mar Menor. ¿La responsabilidad es exclusiva de los políticos?
El hiperregadío y el sistema con que se consiguen alimentos en Murcia es delirante, agresivo e ilegal en su mayor parte. En Murcia se está practicando una agricultura que puede ser muy rentable pero que es absolutamente suicida a largo plazo. Se ha instalado una argumentación de lo que es el agua con un planteamiento solamente económico. Y ahí es donde también interviene el conjunto de la sociedad. La pasividad absoluta, la complacencia de ya me lo harán, ya me lo dirán, ya me lo pondrán encima del tapete absolutamente digerido también es causante. A mí no me ha tenido que dar permiso ningún político, ninguna directriz específica del BOE me ha puesto donde me he puesto yo a mí mismo. Hay que tener posturas personales, criterios individuales y capacidad de exigencia a los poderes de este mundo. 
 
Su extenso curriculum lista como honores una serie de dimisiones, las líneas de no pasar que usted mismo se marca. ¿Es esta la postura que deberíamos tener?
No todo el mundo puede dimitir cuando algo no le gusta. Mucha gente no dimite porque no hay posibilidad alguna de tener una salida en otra dirección. Yo he tenido esa suerte y la suficiente conciencia moral como pare decir por aquí no paso. Frente a la cultura del triunfador, del éxito, también deberíamos tener una cultura de la renuncia en función de algo que consideras infinitamente más importante para el conjunto de la sociedad y de la vida en el planeta. 
 
Quien le conozca sabe que se despide con un "que la vida te atalante". La razón la cuenta en su último libro. La palabra se la dijo un pastor cacereño, "un hombre que murió sin haber usado el dinero, que no hizo la mili porque no le encontraron para comunicárselo". ¿Se extinguen las palabras con los habitantes de un mundo olvidado?
El segundo mejor bosque del planeta es el diccionario. Y lo siguiente más importante que puede hacer el mundo es comprender. Al mismo nivel de la crisis ambiental está amenazada la comprensión, porque se han extinguido muchísimas más palabras que especies animales. Y recuperar palabras en peligro de extinción, como atalantar, es fundamental. Es mi palabra preferida. Atalantar es la recuperación del sentido máximo de la hospitalidad. Esta crisis también se puede resumir como la de una sociedad que ha dejado de ser hospitalaria con lo viviente y con nosotros mismos. Otro de los colapsos en ciernes es la pérdida de léxico y la fabricación del sentido contrario de las palabras, que está muy ligado con las 'fake news' y los bulos. Hay que ser también un emboscado de las palabras.
 
Fuente: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2020/05/25/5ec7f072fc6c8316548b4606.html

martes, 26 de mayo de 2020

El día que a Himmler le robaron la cartera en Barcelona


Durante su visita a Barcelona en 1940, al jefe de las SS le robaron un maletín que nunca pudo ser recuperado y cuyo contenido ha generado todo tipo de especulaciones.
 
Heimrich Himmler a su llegada al aeródromo del Prat de Barcelona en octubre de 1940 (Foto: Arxiu Nacional de Catalunya).

Jean Genet, que había visitado Barcelona en los años 30, quedó sorprendido por los barrios bajos de la ciudad y, además de participar de su vida criminal durante una época, acabó escribiendo algunos de sus recuerdos de esa experiencia en Diario del ladrón.
Años después del paso del escritor francés por Barcelona, la ciudad continuaba siendo un lugar peligroso. Que se lo digan si no al Reichsführer-SS Heimrich Himmler que fue víctima de un sonado robo, que no se sabe si fue un elaborado plan de los servicios secretos británicos o un trabajo de rateros de hotel.
Todo comenzó en octubre de 1940, cuando Heimrich Himmler visitó España invitado por las autoridades franquistas, que necesitaban la ayuda alemana para la reconstrucción del país. Por su parte, los nazis esperaban que la presencia de Reichsführer-SS ayudase a que Franco se implicase en la Segunda Guerra Mundial junto a las demás potencias del Eje.

Himmler en Montserrat. (Foto: ANC).
Himmler entró al país por la frontera de Irún el 19 de octubre y, tras visitar San Sebastián, se dirigió a Burgos, donde cenó con Franco para, al día siguiente, dirigirse a Madrid. En la capital se reunió con Serrano Suñer, otra vez con Franco y asistió a una corrida de toros, espectáculo que, como se cuenta en este artículo de Agente Provocador, le espantó por ser excesivamente cruel.
Después de visitar el Museo del Prado y el Museo Arqueológico, el 23 de octubre viajó en avión a Barcelona. Aterrizó en el aeródromo del Prat donde fue recibido por las autoridades españolas y una representación de las juventudes hitlerianas en España y, a continuación, se trasladó con toda la comitiva al Pueblo español para ser testigo de un acto folclórico.

Himmler en la checa de Vallmajor.
Protagonizado por los coros y danzas de la Sección Femenina de Falange Española, este evento sí que fue del agrado del Reichsführer-SS que, al concluir, se dirigió con sus acompañantes al Hotel Ritz, donde descansó brevemente antes de continuar con la agenda oficial. El Ritz era el hotel más lujoso de la ciudad, el más exclusivo y, por tanto, también el que se suponía más seguro para alojar a una personalidad como el líder nazi. No fue así.
Después de almorzar en el hotel, Himmler se trasladó a Montserrat, que era a lo que realmente había venido a España. Seguidor de leyendas paganas, de ritos esotéricos y convencido de que ese Montsalvat que se menciona en el Parsifal de Wagner era en realidad la montaña mágica catalana, el Reichsführer-SS quiso verla con sus propios ojos y preguntar a los monjes si era verdad que en el monasterio se conservaba el Santo Grial.

Himmler asiste desde la tribuna al acto folclórico de los Coros y Danzas de la Sección Femenina (Foto:ANC).
Desde el primer momento los monjes se mostraron poco acogedores con el alemán y, con la excusa de que no hablaban el idioma, los máximos responsables del lugar ni siquiera hicieron acto de presencia, encargando a uno de los monjes que sí era germanoparlante, Andreu Ripol Noble, que recibiera a Himmler y le enseñase el lugar.
Según se cuenta, Ripol acabó harto del nazi, que se mostró chulesco, impertinente y muy insistente en su deseo de conocer los pasadizos que recorren la montaña y en ver personalmente el Grial. Su soberbia llegó hasta tal punto, que se atrevió a discutir con el monje la genealogía de Jesús que, según Himmler, no era judío sino ario.
Concluida la visita, el jefe de las SS regresó a Barcelona, visitó el consulado alemán, cenó en el Ayuntamiento y a eso de las tres de la mañana, tal vez por los efectos del Pervitin –un derivado de la anfetamina que los nazis consumían como si fueran gominolas–, pidió ver la checa de la calle Vallmajor, un antiguo centro de confinamiento republicano diseñado con modernas técnicas de tortura psicológica como, por ejemplo, un suelo irregular, bancos inclinados en los que resultaba imposible descansar y pinturas abstractas que generaban ansiedad.
 Al día siguiente, Heimrich se despertó en el Ritz. Desayunó y, cuando se disponía a abandonar el establecimiento rumbo al aeródromo del Prat, descubrió que un maletín de su propiedad con importantes documentos había sido robado. Aunque se alertó a la autoridades locales, el alemán abandonó España sin la cartera y, a pesar de las investigaciones, nunca más apareció.


La desaparición del maletín de Himmler y los documentos que en él se contenían es uno de los grandes misterios de la Segunda Guerra Mundial. A punto de cumplirse ochenta años del hecho y pasados ya setenta y cinco de la muerte del jerarca nazi, no se ha podido saber quién cometió el robo. Se habló de ladrones de hotel, se especuló con un plan urdido por los servicios secretos ingleses que habían infiltrado agentes que se hicieron pasar por empleados del hotel e incluso se afirmó que en la operación había participado Bernard Hilda, director de orquesta belga de origen judío que había tenido que abandonar Francia por la ocupación nazi.
Miembro de la Resistencia Francesa, Hilda se radicó en Barcelona en los años 40 y fue una de las atracciones estrellas de la Parrilla del Ritz. Sin embargo, aunque como relato es estupendo y parecería sacado de una novela de espías, lo cierto es que el músico no estaba en Barcelona en octubre de 1940 sino que llegó a la ciudad dos años más tarde, huyendo de la ocupación nazi de París.
En todo este tiempo, también se ha especulado sobre qué podía contener el maletín de Himmler. Algunos autores sostienen que no eran documentos trascendentes para el desarrollo del conflicto, sino caprichos del Reichsführer-SS como planos de la montaña de Montserrat y de sus galerías, así como documentos sobre el Grial e información sobre el paso de los cátaros por la abadía.
De hecho son varias las novelas que, partiendo del robo del maletín, desarrollan historias de ficción en las que se dan cita nazis, magos, antifascistas y misterios esotéricos. Por ejemplo La orden negra (Plaza y Janés, 2015) de José Calvo Poyato. Este escritor egabrense parte del hecho histórico del viaje de Himmler a Barcelona y de la existencia de la orden de Thule para crear una historia ambientada en 2003 en la que una historiadora recibe una llamada de su amante que le informa que ha encontrado unos documentos en alemán que podrían ser valiosos. Cuando la mujer investiga, resultan ser justamente los que le habían robado a Himmler.
Otro de estos títulos inspirados en el robo de la cartera del jefe nazi es El mapa del creador (Roca 2008) en la que el escritor Emilio Calderón da un giro de tuerca más a la historia y, además de nazis, resistencia antifascista y la maleta de Himmler incorpora dos elementos imbatibles: Mussolini y Antonio Vallejo-Nájera Lobón, psiquiatra español afín al nazismo, defensor de la eugenesia y responsable de discutibles experimentos que le valieron el sobrenombre de «el Mengele español».
En la historia de Emilio Calderón, un detenido en el Campo de Concentración de Miranda de Ebro es sometido a extraños experimentos por parte de Vallejo-Nájera. Por ejemplo, la extracción del «gen rojo» que, según el médico, es lo que lo ha convertido en un ser antisocial. Enterada de este hecho, Montse, la sobrina del preso, decide robar el maletín de Himmler para chantajear a las autoridades franquistas.

Himmler asiste a un desfile militar en Barcelona (Foto: ANC).
«En cuanto tuve conocimiento del viaje que Himmler tenía proyectado a Barcelona, y cuando pensaba hospedarse en el Ritz, ideé un plan», explica Montse en un pasaje de El mapa del creador y continúa: «hace veinte años, cuando mi tío Jaime se independizó, lo hizo en compañía de una doncella que le cedió mi abuela. Esa mujer, que se llama Ana María, quería a mi tío como a un hijo, aunque las malas lenguas dijeron que entre ellos llegó a existir una relación más profunda. Cuando mi tío se distanció por razones ideológicas de sus hermanos, y las cosas empezaron a irle verdaderamente mal en el aspecto económico, Ana María encontró trabajo como ama de llaves en el Hotel Ritz. Y allí ha trabajado desde entonces. Así que fui a hablar con ella y le conté lo que acababa de descubrir, que mi tío seguía vivo y que estaba siendo utilizado como cobaya de ese médico. Luego le propuse que me entregara una copia de la llave de la habitación que iba a ocupar Himmler y me proporcionara un uniforme de doncella, argumentando que entre los documentos que el Reichsführer guardaba en su maletín se encontraban probablemente algunos relativos a los experimentos que el doctor Vallejo-Nájera estaba llevando a cabo en Miranda de Ebro».
Una vez cometido el robo, Montse viaja con el maletín de Barcelona a Roma con intención de filtrar los documentos a la prensa e informar al mundo entero de la implicación de Franco en estos experimentos, con la esperanza de que se vea obligado a abandonarlos y, de rebote, mantenga su neutralidad en la Guerra Mundial. El problema es que la mujer no entiende alemán y desconoce si su plan podrá llevarse a cabo. De hecho, lo poco que ella entiende de los documentos es que algunos son planos de Montserrat

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 En El mapa del creador Emilio Calderón se hace también eco de la versión más extendida de la historia, pero nada impedía que hubiera optado porque los documentos fueran relativos a una base de submarinos en el Maresme o un aeródromo de ovnis en el Tíbet. Como decía José Calvo Poyato a Europa Press cuando presentó La orden negra: «Se ha especulado mucho acerca de este robo, pero lo cierto es que no se ha averiguado nada, por lo que he tenido toda la libertad del mundo para poder imaginarme lo que pasó».

lunes, 25 de mayo de 2020

El filósofo Markus Gabriel: La ideología de la 'normalidad' a la que se quiere regresar es más peligrosa que el virus

Markus Gabriel cultura inquieta 2
El filósofo alemán Markus Gabriel | Foto: Hentschel
 Para el filósofo alemán Markus Gabriel, la cadena infecciosa del capitalismo destruye la naturaleza y atonta a los ciudadanos para convertirlos en meros consumidores y turistas. El pensador llama a impulsar "una nueva Ilustración global" que deje atrás un modelo "suicida".

Markus Gabriel cree que dejaremos de producir como antes y que la crisis de la covid-19 es la antesala de una mayor: la ecológica.

 Existe una sensación, que esta vez incluye a intelectuales y al pueblo por igual, de que el nuevo coronavirus de alguna manera está ligado a los excesos y absurdos del capitalismo global y, al mismo tiempo, es un síntoma más de la gran crisis ecológica (el problema que subyace a todo).

Ya sea que el sistema económico neoliberal haya sometido al medioambiente a tal extremo de estrés que el virus ha brincado (vía la llamada zoonosis) como una especie de reacción y que se trate de alguna manera de un escarmiento planetario –bajo la idea, que parece poco científica pero que gana tracción cada día, de que de alguna manera el planeta es un sistema holístico que se autorregula– o, por lo menos, el hecho difícil de debatir de que el virus pone de manifiesto la enorme debilidad e insostenibilidad del capitalismo y la ideología que lo sustenta.

Parece cada vez más claro que en nuestra crisis actual –y en la crisis ecológica subyacente– existe un profundo problema moral.

El filósofo alemán Markus Gabriel (Remagen, Alemania, 1980), una de las estrellas de la filosofía contemporánea, en un artículo publicado en El País y en una entrevista posterior en el mismo medio, ha analizado de manera lúcida el tema de la covid-19 desde la óptica de la filosofía y el pensamiento crítico.

Gabriel nota que el virus pone de manifiesto el hecho de que nuestro orden actual –o el orden previo al virus– era en sí mismo "letal". Con una habilidad (y una miopía) extraordinaria, el ser humano de alguna manera ha logrado evitar afrontar esta realidad. Según Gabriel:

"El mismo siglo XXI es una pandemia, el resultado de la globalización. Lo único que hace el virus es poner de manifiesto algo que viene de lejos: necesitamos concebir una Ilustración global totalmente nueva. Aquí cabe emplear una expresión de Peter Sloterdijk dándole una nueva interpretación, y afirmar que no necesitamos un comunismo, sino un coinmunismo. Para ello tenemos que vacunarnos contra el veneno mental que nos divide en culturas nacionales, razas, grupos de edad y clases sociales en mutua competencia."

El filósofo alemán Peter Sloterdijk desde hace unos años viene hablando del "diseño de una inmunidad global" basada en "ascetismos cooperativos" y que pase del mero romanticismo de las fronteras abiertas a la operatividad real, resonancia e interdependencia.

Sloterdjik rescata la idea de la comunidad con intereses comunes del comunismo y la aplica a una salud global, a la construcción de una "coinmunidad" que reconoce que todo sistema inmune personal o nacional existe en dependencia del sistema inmune social y global. Esto queda claramente de manifiesto actualmente.

Gabriel cree que la pandemia ilumina la realidad de nuestra inmunidad extendida. "Y es que la pandemia nos afecta a todos; es la demostración de que todos estamos unidos por un cordón invisible, nuestra condición de seres humanos. Ante el virus todos somos, efectivamente, iguales".

Siguiendo a filósofos como Bruno Latour, juega con la idea de que la Tierra misma tal vez sea un ser vivo que en cierto sentido responde a nuestra conducta: "¿Es posible que el ecosistema de la Tierra sea un gigantesco ser vivo? ¿Es el coronavirus una respuesta inmune del planeta a la insolencia del ser humano, que destruye infinitos seres vivos por codicia?". En una situación como la que vivimos, un filósofo como Gabriel recurre interesantemente a una especie de sentido mayúsculo, un eje ordenador, que de cierta forma se pone de manifiesto (o al menos, se atreve a preguntarse por ello).

Lo que es indudable es que el virus ha hecho patente la realidad de que nuestro sistema económico y la ideología de la cual depende no sólo destruyen el ecosistema sino que también nos hacen intelectual y emocionalmente vulnerables e inestables.

"El coronavirus pone de manifiesto las debilidades sistémicas de la ideología dominante del siglo XXI. Una de ellas es la creencia errónea de que el progreso científico y tecnológico por sí solo puede impulsar el progreso humano y moral.

Esta creencia nos incita a confiar en que los expertos científicos pueden solucionar los problemas sociales comunes. El coronavirus debería ser una demostración de ello a la vista de todos. Sin embargo, lo que quedará de manifiesto es que semejante idea es un peligroso error.

Es verdad que tenemos que consultar a los virólogos; sólo ellos pueden ayudarnos a entender el virus y a contenerlo a fin de salvar vidas humanas. Pero ¿quién los escucha cuando nos dicen que cada año más de 200 000 niños mueren de diarrea viral porque no tienen agua potable? ¿Por qué nadie se interesa por esos niños?"

No los escuchamos porque no nos interesan esos niños o esos problemas mientras no aparezcan como una amenaza inminente. No hacemos la conexión. "Sin progreso moral no hay verdadero progreso", nota Gabriel.

"En las transacciones de la vida diaria, como comprar un juguete para tu hijo, un paracetamol o un coche, en muchos momentos, alguien tuvo que sufrir por la mera existencia de esa cadena. Todos somos responsables por el sufrimiento de otros.

Estas cadenas interconectadas han creado sistemas maléficos y al final de esas cadenas siempre hay alguien que muere por falta de agua limpia, por no tener cosechas, por las condiciones de explotación.

Esa es la cadena de infección de una enfermedad, que es el comportamiento inmoral. Si haces lo incorrecto moralmente, haces que la realidad sea un lugar peor. El neoliberalismo global se ha convertido en un modo de destrucción hiperrápido."

Markus Gabriel cultura inquieta
Una pintada en el barrio berlinés de Prenzlauer Berg, con el Gollum diciendo 'Mi tesoro'. MARKUS SCHREIBER/AP
 El mayor peligro que enfrentamos no es que el virus diezme la economía o mate a cientos de miles de personas, el mayor peligro que enfrentamos es que regresemos a la tan mentada "normalidad".
Pues, aunque este virus es terrible, no se compara con lo que estamos cocinando en el cuarto de enfrente:

"Veo esta crisis como una preparación de la crisis ecológica. Esto no es nada comparado con la crisis ecológica, nada. Los gobiernos de todo el mundo saben que la crisis ecológica va a matar a cientos de miles de personas en los próximos 100 o 200 años y este es un peligro real. Lo sabemos porque los modelos climáticos son mejores que los del coronavirus."

Bruno Latour ha notado que el virus actual ha demostrado que es posible detener el mundo y tomar medidas radicales. Pero cuando científicos y activistas señalan que es necesario hacer algo así, la respuesta es que es imposible. Sin duda, esta debería ser la enseñanza de la pandemia actual. Un primer aviso para una catástrofe incomparable, la cual hoy vemos que no es imposible evitar.

No obstante, la solución, según Gabriel, no ocurrirá solamente poniéndonos en las manos de los científicos y de la tecnología. Es necesaria una transformación moral que requiere también de la participación de las Humanidades.

"¿Cuándo entenderemos por fin que, comparado con nuestra superstición de que los problemas contemporáneos se pueden resolver con la ciencia y la tecnología, el peligrosísimo coronavirus es inofensivo? Necesitamos una nueva Ilustración, todo el mundo debe recibir una educación ética para que reconozcamos el enorme peligro que supone seguir a ciegas a la ciencia y a la técnica. [...]

Tenemos que reconocer que la cadena infecciosa del capitalismo global destruye nuestra naturaleza y atonta a los ciudadanos de los Estados nacionales para que nos convirtamos en turistas profesionales y en consumidores de bienes cuya producción causará a la larga más muertes que todos los virus juntos."

Más que una nueva revolución, quizá sea necesario un renacimiento, más un regreso a los ideales de la Florencia del siglo XV que de la Francia del siglo XVIII. "Cuando pase la pandemia viral necesitaremos una pandemia metafísica, una unión de todos los pueblos bajo el techo común del cielo del que nunca podremos evadirnos".

Gabriel observa que la pandemia nos ha obligado a ralentizar nuestra vida y con esta nueva lentitud vienen posibles frutos morales.

"Si pensamos en cómo era la vida hace un mes o dos, claramente era demasiado agitada, tenía una velocidad que ya es inimaginable. Esa dinámica es malvada por sus resultados y se ha parado. Ahora, llevamos una vida más moral, simplemente por el hecho de hacer menos. Esto es parte de la explicación de por qué paradójicamente nos sentimos de alguna manera bien en la nueva situación.

Hay un aspecto de solidaridad, de estar protegiendo a los mayores, y eso genera un buen sentimiento, pero también estamos dejando de hacer cosas que son perjudiciales para otros y hay una conciencia subliminal de esto."

Lo esencial aquí es no regresar a la normalidad, no volver a echar andar la máquina con un suspiro de alivio y volver a nuestras vidas medianamente inconscientes y mayormente mecánicas, consumiendo y entreteniéndonos como la audiencia de una película de terror que no se ha dado cuenta de que ellos mismos son parte de la cinta.

Si es que existe un fuerte sentimiento de solidaridad y moralidad, este debe ser cultivado y no abandonado cuando ya no sea noticia y no haya una amenaza inmediata.

Fuente: https://culturainquieta.com/es/pensamiento/item/16818-el-filosofo-markus-gabriel-la-ideologia-de-la-normalidad-a-la-que-se-quiere-regresar-es-mas-peligrosa-que-el-virus.html

domingo, 24 de mayo de 2020

Libreros:oficio de riesgo


Papyrus Painting by James Bruce
Papyrus de James Bruce
   Ya desde tiempos de Marcial, los libreros ejercen un oficio de riesgo.  El poeta pudo presenciar en Roma la ejecución de Hermógenes de Tarso, un historiador que molestó al emperador Domiciano con ciertas alusiones contenidas en su obra. Para mayor escarmiento, sufrieron también pena de muerte los copistas y libreros que pusieron en circulación el volumen maldito. Suetonio explicó la condena de estos últimos con unas plabras que no necesitan traducción: librariis cruci fixis.
   Domiciano inauguró con esos crucificados un triste cómputo de opresiones. Desde entonces, incontables censores han aplicado el mismo método del emperador, castigando responsabilidades indirectas. El éxito del mecanismo represor estriba precisamente en extender la amenaza de represalias, multas o cárcel a todos los eslabones de la cadena de difusión (desde los amanuenses o impresores de antaño, al administrador de un foro o proveedor de internet). Amedrentar a esos agentes ayuda a acallar los textos incómodos, pues es poco probable que todos los involucraddos estén dispuestos a correr los mismos riesgos que el autor, más visceralmente comprometido con la publicación de su propia obra. Por tanto, las amenazas a los libreros son parte esencial de esta guerra sin cuartel contra los libros libres.
   Casi nada sabemos de los libreros a quienes el emperador ajustició por copiar y vender la historia de Hermógenes, que tal vez ni siquiera les gustaba. Solo los salva del olvido una frase veloz de Suetonio, en un párrafo sobre el terror que instauró Domiciano. Aparecen y desaparecen al instante, dejándonos un regusto de curiosidad insatisfecha. Se les nombra por primera vez cuando mueren, y ahí queda todo. ¿Qué historia habrían contado ellos? ¿Qué penurias pasaron, y qué alegrías conocieron en su profesión?¿Fueron víctimas de un escarmiento arbitrario o apoyaban el espíritu subversivo del autor del texto que les costó la vida?
   Un apasionante libro de memorias da voz a los libreros de otra época incierta, caótica y autoritaria: la España del siglo XIX que salía del reinado absolutista de Fernando VII. El autor, George Borrow, al que los madrileños llamaban "don Jorgito el inglés", vino a nuestro país enviado por la British and Foreign Bible Society con la misión de difundir los libros sagrados en su versión anglicana. Borrow recorrió la geografía de la península por caminos polvorientos y casi clandestinos para ir depositando sus ejemplares de la Biblia en las principales librerías de capitales y pueblos. Entre un paisaje abigarrado de venteros, gitanos, meigas, labriegos, arrieros, soldados, contrabandistas, bandoleros, toreros, partidas carlistas y funcionarios cesantes, retrata el famélico mundo editorial que conoció. Al publicar en 1842 el relato de sus viajes peregrinos, La Biblia en España, afirmó sin rodeos: "la demanda de obras literarias de cualquier género es en España miserablemente reducida".
   La obra despliega una impagable galería de libreros que hablan en primera persona, testarudos, quejosos, maltratados -y, en algún caso, inquietantes-. El librero de Valladolid, "hombre sencillo, de corazón bondadoso", solo podía dedicarse a la venta de libros en combinación con otros negocios heterogéneos, ya que la librería no le daba para vivir. Borrow logró que un intrépido librero de León aceptase vender sus biblias anglicanas y anunciarlas. Pero los leoneses, "furibundos carlistas, con raras excepciones ", incoaron un proceso ante el tribunal eclesiástico contra su heterodoxo convecino. El librero, lejos de acobardarse, sostuvo el reto y llegó hasta fijar un anuncio en la misma puerta de la catedral. En Santiago de Compostela, Borrow trabó amistad con un veterano del oficio, que lo llevaba a recorrer las cercanías de la ciudad durante los suaves atardeceres veraniegos. Tras varias caminatas, se atrevió a hablarle a corazón abierto y confiarle las persecuciones sufridas: "Los libreros españoles somos todos liberales. Somos muy amantes de nuestra profesión y, más o menos, todos hemos padecido por su causa. Muchos de los nuestros fueron ahorcados en los tiempos de terror, por vender inofensivas traducciones del francés o del inglés. Yo tuve que huir de Santiago y refugiarme en la parte más agreste de Galicia. A no ser por los buenos amigos, no lo contaría ahora: con todo, me costó mucho dinero arreglar el asunto. Mientras estuve escondido, se hicieron cargo de la librería los funcionarios de la curia eclesiástica, y le decían a mi mujer que era menester quemarme por haber vendido libros malos".
   El más oscuro de todos -un Sweeney Todd ibérico- fue el librero-barbero loco de Vigo, que según le cuantan a Borrow, igual te vendía un libro que intentaba rebanarte el cuello so pretexto de afeitarte. No queda claro de qué dependía la actitud amable u homicida del buen hombre. Me pregunto si su menguante clientela se jugaba el pescuezo al opinar sobre literatura.
   Hay casi mil ochocientos años de distancia entre Domiciano y Fernando VII, pero la historia respira una atmósfera compartida. En épocas tiránicas, las librería suelen ser lugares de acceso a lo prohibido y, por tanto, despiertan sospechas. En épocas de fobia al influjo extrajero, son puertos en tierra firme, pasos fronterizos difíciles de vigilar. Las palabras forasteras, las palabras repudiadas o incómodas encuentran allí su escondrijo....

El infinito en un junco
La invención de los libros en el mundo antiguo
Irene Vallejo

jueves, 21 de mayo de 2020

Cómo hacer del decrecimiento un movimiento social de masas

La crisis climática lleva a la humanidad a un túnel oscuro. Echar el freno de mano del crecimiento turbocapitalista es una necesidad requerida por la propia ciencia. Sin embargo, de fondo hay un reto mayúsculo: el de cambiar la cosmovisión individualista y tejer una conciencia comunitaria capaz de poner la vida en el centro.

Vista aérea de los incendios forestales de la Amazonia. REUTERS/Bruno Kelly
Vista aérea de los incendios forestales de la Amazonia. REUTERS/Bruno Kelly
 Es difícil escapar de las evidencias de la crisis climática cuando, cada poco tiempo, un temporal inunda pueblos enteros. Deslizar argumentos negacionistas choca con la realidad de los veranos más largos. Las fotografías aéreas de unos polos derretidos podrían servir, en este mundo del símbolo, para reforzar la verdad de la ciencia. Sin embargo, pese a los numerosos informes, la conciencia ecológica no despega lo suficiente como para despojar a la sociedad del peso del individualismo. La historia del tiempo presente es la de la desigualdad, la del neoliberalismo y el consumo vertiginoso. Todos ellos, elementos que imposibilitan frenar –más bien mitigar– las consecuencias de la crisis ecosocial.

Actuar es necesario. Así lo reclamaba Hoesung Lee, presidente del Panel de Científicos Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC), en la pasada cumbre del clima. Pero para que el problema se ataje de lleno también se requiere un discurso capaz de revertir la espiral ideológica sobre la que se asientan los principios del individualismo neoliberal; reforzar lo común se presta esencial si se quiere afrontar el reto climático con aspiraciones de triunfo. "Somos una cultura que no se siente ecodependiente y no es capaz de entender hasta qué punto dependemos de la naturaleza. Se pone en práctica el antropocentrismo; el no sentirse dependiente de la tierra", expresa Yayo Herrero, antropóloga ecofeminista.

Es, en definitiva, "el triunfo de la individualidad", apunta Jordi Mir, doctor en Humanidades y experto en filosofía política. Y este es un principio esencial de un sistema basado en el crecimiento exponencial y de un modelo socioeconómico que no atiende a la evidencia de que la riqueza material choca con los límites biofísicos del planeta. "Detrás de estas ideas dominantes hay una clara idea de imponer ciertos pensamientos en la agenda. Por ejemplo, el tema del transporte público frente a la libertad individual de poseer un transporte privado: las compañías de automoción son muy activas en promover la necesidad de crear un derecho a comprar un coche, pero no porque sean malas ni perversas, sino porque ese es su modelo de negocio".

Sin embargo, esos anhelos de poseer riquezas materiales podrían chocar, desde una perspectiva climática, con los derechos comunes y, en definitiva, con el devenir de una sociedad que, ante todo, aspira a sobrevivir. "La crisis ecológica o la crisis que vivimos ahora de la covid tienen en común algo básico: que nos afectan como como especie y no como individuos. No hay salidas individuales; sabemos que anualmente hay miles de personas que fallecen por enfermedades relacionadas a la contaminación y no existe una solución individual a ese problema", agrega Mir, evidenciando cómo la denominada libertad individual de consumir o tener ciertas conductas puede ir en contra de lo común.

El poder de la industria cultural ha sido clave para generar esta necesidad de construir una identidad en torno al consumo. "Desde los años ochenta, se llevó adelante un discurso neoliberal muy intenso para desprestigiar lo público, eliminarlo si fuera posible, lo que incentivó una tendencia humana a buscar reconocimiento. Esa tendencia puede tomar formas buenas para el conjunto de la sociedad, pero también negativas, como diferenciarse competitivamente a través del consumo, lo cual no es puramente espontáneo, sino fruto de un desarrollo discursivo muy apoyado por todos los medios que nos rodean, también desde la ficción", valora Alicia Puleo, doctora en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y Catedrática de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Valladolid.
"Cuando vemos ficción no nos damos cuenta de cómo interiorizamos el modelo de consumo. En cambio, lo público, lo común y ecológico es presentado de una forma estereotipada, como algo negativo y fantasioso. También se ha representado como algo antiestético o, incluso, como algo que responde a algún tipo de patología mental", añade la filósofa y autora de Claves ecofeministas

Hacia lo común
Superar esa construcción cultural que vincula el éxito a lo material es, quizá, el gran reto social del siglo XXI. "Tenemos tres ejes claros para superar ese afán de lujo privado. Por un lado, necesitamos una organización basada en la suficiencia económica. Luego, el principio de reparto, es decir, la redistribución de la riqueza y la lucha contra la riqueza excesiva. Por último, potenciar lo común y el cuidado como práctica política", razona Herrero. El desafío, por tanto, gira hacia la necesidad de "crear vidas lujosas en un clima de suficiencia" para poder asumir que "materialmente la vida debe ser mucho más sencilla".

Mir apunta a la necesidad de alejar los discursos del clima de confrontación, en tanto que "el escarnio nunca debe ser una opción", sobre todo cuando la cosmovisión material e individualista responde a un modelo de sociedad que deriva en una serie de malas prácticas que son inconscientes por la mayor parte de la población. "Detrás de todo está la idea de que tenemos libertad y derecho a consumir o, por ejemplo, a viajar en avión tantas veces como queramos. En el fondo, el mensaje de 'compra billetes low cost para viajar barato' va ligado a una serie de incentivos económicos de los que depende mucha gente, porque nuestras sociedades se articulan en torno a ello", profesa el humanista. "Nosotros planteamos algo muy diferente. Ante esta idea de libertad para decidir qué, cómo y cuánto consumir, debe haber una respuesta que sea capaz de concienciar". Se trata al fin y al cabo de hacer más evidentes las contradicciones del sistema con la sostenibilidad de la vida en todas sus formas.

"¿Qué sociedad es más libre: aquella en la que puedes comprar billetes low cost o la que restringe estos viaje por el problema ecológico? ¿Dónde se es más libre: en un lugar en el que se regulan unas condiciones materiales de vida mínimas o donde la libertad sólo consiste en poder luchar de manera individual contra la precariedad? ¿Somos más libres cuando permitimos que cada entidad contamine lo que crea oportuno o cuando se interviene para restringir las emisiones?", plantea Mir. "Parece que la libertad de todos se tendrá que construir desde una dimensión colectiva, porque nuestras diferentes libertades individuales puestas a competir ponen en peligro la sostenibilidad de la vida".

Revertir este paradigma y hacer de todos estos valores cercanos al decrecentismo un movimiento social de masas es un reto que viene a revertir una construcción cultural afianzada con décadas de dominio neoliberal. "Una de las claves es que el discurso ecológico sea positivo, basado en el ideal de justicia y en un modelo alternativo de vida que sea atractivo. Si el discurso es el de la renuncia y la austeridad, va a ser muy difícil conseguir algo", arguye Puleo. "Habría que insistir en otro paradigma de felicidad: no se trata de ser más pobres o tener la vida más reducida, sino en descubrir nuevas posibilidades que no estén basadas en el consumo destructivo de la naturaleza", agrega, poniendo como ejemplo la ética epicúrea: "Es muy adecuada para estos problemas, ya que es hedonista, porque no renuncia al placer, sino que se centra en aquellos que no están vinculados en los lujos materiales".

El escritor británico George Monbiot hablaba en una columna en The Guardian de hacer del lujo privado un lujo común. Es decir, hacer que los esfuerzos que los individuos ponen en poseer objetos materiales vayan destinados hacia la construcción de servicios públicos de calidad. Prescindir, por ejemplo, del coche para generar un transporte público de calidad y basado en los criterios de igualdad. "Hay objetos individuales que irremediablemente nos llevan hacia injusticia social, pero que repensados en torno a dinámicas cooperativas pueden ser válidos", expone Herrero. "Se me ocurre, por ejemplo, que ante las olas de calor el aire acondicionado no pueda ser extensible a toda la población, pero sí se pueden crear espacios colectivos refrigerados".

Cuando lleguen los "extraterrestres"
El deseo de cambiar el modelo nace del decrecentismo, no como ideología, sino como fenómeno del que la humanidad no escapará, ya que el colapso del planeta fruto de una actividad económica basada en el crecimiento parece, según advierte la ciencia, cada vez más inevitable. "La clave es cómo decrecer: ¿Por una vía fascista y autoritaria que conlleve recorte de derechos o por una vía democrática?", se pregunta Herrero. La dificultad de generar una conciencia global de planeta es uno de los primeros obstáculos. ya que el cambio climático lleva siendo denunciado desde los años setenta del siglo XX y los pasos resolutivos, desde entonces, han sido escasos. 

"Parece ser que el ser humano necesita una concreción dramática para poder reaccionar"
En cierta medida, existe un paralelismo con la crisis de la covid-19 actual. Así lo entiende la atropóloga ecofeminista, que señala cómo el parón de la economía y las decisiones del confinamiento se han efectuado principalmente porque la vida estaba en juego. Este riesgo mortal es algo común con la situación de emergencia ecológica que experimenta la sociedad en su conjunto, sin embargo, en este caso, "la mayor parte de la gente no tiene esa percepción de riesgo".

"Hasta que no lleguen los extraterrestres e invadan el planeta no habrá una reacción conjunta", ironiza Mir, realizando un paralelismo metafórico con los efectos devastadores de la crisis climática. "Parece ser que el ser humano necesita una concreción dramática para poder reaccionar". No en vano, para el humanista la crisis del coronavirus sirve para evidenciar cómo en ocasiones lo colectivo prevalece a lo individual, incluso en una sociedad como la actual, lo cual genera ciertas esperanzas.

En cualquier caso, ese reto de articular un discurso potente, capaz de generar conciencias sociales en torno a un cambio de paradigma, se presta como un paso necesario para que la sociedad pueda tener cierta resilencia ante el colapso climático. Para Puleo, conseguir que el movimiento decrecentista o ecologista tenga cierto calado requiere de "un discurso positivo" e integrador basado en "pactos de ayuda mutua". Es decir, "acuerdos entre movimientos sociales con cierto parentesco –feminismo, ecologismo, animalismo, pacifismo, antirracismo... – que a veces tienen ciertos roces inútiles. La idea es enriquecer cada movimiento con las sensibilidades de los otros. Creo que esta es una clave para tejer un decrecentismo exitoso", zanja la filósofa.

Un cambio global
Articular cambios sociales conlleva riesgos. La desvirtuación de un movimiento se puede pagar caro, en tanto que la historia muestra cómo el poder ha tenido a bien teñir de progreso lo que termina desembocando en desigualdad. El camino de la utopía ecosocial, en ese sentido, no queda libre de curvas y desvíos perversos. El denominado green washing, el lavado de cara verde, es una realidad que se observa ya en el presente, cuando compañías que durante décadas apostaron su crecimiento al petróleo y la expansión materialista de la riqueza, comenzaron a invertir en campañas de marketing o en negocios aparentemente libres de contaminación. 

La transición ecosocial podría derivar en un aumento de las brechas que separan el Sur Global, estancado en una pila de injusticias sociales, y el Norte Global, que ha basado su supremacía en la extracción de recursos de Estados en desarrollo. "En el siglo XVIII había naciones muy avanzadas en materia de derechos humanos, pero en el fondo, mantenían la esclavitud en sus colonias del caribe. Se podría dar una situación así, en la que los países del norte cambiaran el paradigma verde a costa de mantener sucios otro territorios. Esto es algo que ya ocurre actualmente", advierte Puleo.

"Cualquier propuesta verde que no sea consciente del reparto y del derecho de todo el mundo a acceder a lo mínimo corre el riesgo de derivar en autoritarismos", dice Herrero. El ejemplo de Le Pen es válido para la antropóloga, que recuerda cómo su discurso de autosuficiencia y relocalización productiva se asienta en el rechazo y la criminalización. "Sería un error pesar en una organización de ciudades verdes que descansan sobre el flujo de materiales y energías que vienen de otros territorios", incide. 

Por tanto, la encrucijada de la humanidad pasa no sólo por desmaterializar las aspiraciones vitales y potencial los valores comunitarios, sino por hacerlo de una forma global, sin generar nichos territoriales de falsa sostenibilidad.

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