miércoles, 27 de mayo de 2020

Joaquín Araújo: "Estamos aterrorizados por un virus, debería aterrarnos nuestro estilo de vida"

El naturalista Joaquín Araújo publica su nuevo libro, 'Los árboles te enseñarán a ver el bosque', con el que enseña la importancia la floresta, ese sistema vital al que pertenecemos y deberíamos volver

El escritor y naturalista Joaquín Araújo ANTONIO HEREDIA
"Los árboles no dejan ver el bosque". Forma parte del refranero español. Dícese de la dificultad de apreciar una situación en su conjunto por prestar atención a los detalles. En un giro de la expresión, el escritor y naturalista Joaquín Araújo (Madrid, 1947) publica con Editorial Crítica su nuevo libro, Los árboles te enseñarán a ver el bosque. En él, estas magníficas plantas ayudan a comprender la importancia del todo, la floresta, ese sistema vital al que pertenecemos y deberíamos volver.

"Basta un poco de imaginación y memoria para aceptar que somos como somos porque fuimos bosque". Es la bienvenida a sus páginas, la invitación a una obra para una lectura reposada, de las de detenerse en cada párrafo, por su belleza, por su enseñanza y, al final, por su denuncia. La de Araújo no es una reivindicación incómoda sino meditada, la que le otorga el conocimiento de toda una vida dedicada a la Natura.

El autor recomienda vivir de otro modo, convivir con los árboles, "emboscarse", para no dar la espalda a nuestro origen, El libro lleva en sus hojas toda la "savia de su sabia", sus principios y reflexiones como ser humano reconciliado con su entorno, esto es, el bosque.

Robles, castaños, hayas, fresnos, para la siesta el mejor es el tilo, palabra de experto. "He dormido cien veces bajo ese paraguas amparador que escancia calma", escribe. Y quién lo ha hecho. Probablemente pocos. Desde las ciudades hemos perdido el contacto con la vegetación que nos ha cobijado durante millones de años.
Ya no dormimos bajo los árboles. ¿Por qué?
Hemos decidido vivir fuera de lo que nos permite vivir. La especie más apasionante, interesante y poderosa de la historia del planeta ha decidido no vivir dentro de su hogar. Hemos creado una separación absoluta entre lo que somos y nos permite ser. Esto explica lo que está sucediendo, en cuanto a que el planeta está al borde de un colapso de tipo sistémico. Y el naturalista, el "emboscado" en mi caso, es alguien que decide vivir dentro del hogar de la vida. El siguiente colapso va a ser el ambiental, a través del clima. Si tenemos un vínculo suficientemente ético con la vida, hay que vivir de otra forma. 
 
Su libro habla de los tiempos, de una vida reposada en contacto con la naturaleza, del consumo insostenible de la sociedad global. De repente llega una pandemia y nos vemos forzados a frenar. ¿Cuáles son sus reflexiones sobre lo que está ocurriendo?
Me viene a la cabeza un aforismo de Émile Zola. El que por azar pare el mundo será su salvador. Haber parado puede ser el principio de la salvación. El haber frenado para pensar qué diablos estamos haciendo con nosotros mismos, con la vida, no deja de tener un perfil positivo. Es el momento de darnos cuenta de que esa transparencia que el aire ha recuperado, esa magnifica primavera, esa generosidad por fin de un mes de abril lluvioso, eso es lo importante. Ese es el hospital para la vida. El bosque es el antídoto contra la muerte en este planeta. Tendríamos que ser capaces de aprovechar el momento para decir que esta suerte de freno es una grandísima oportunidad. 
 
Cuando pase todo, ¿volveremos a cometer los mismos errores?
Llevamos quizá demasiado tiempo, un siglo y medio, haciendo las cosas mal. Es fácil caer en la tentación de repetir la equivocación. Ahora mismo se acaba de estrenar un proyecto de ley de cambio climático que es magnífico, pero no es ambicioso. Tendríamos que ser infinitamente más exigentes y tener unos plazos infinitamente más cortos. No lo tenemos fácil para la rectificación. Igual que estamos aterrorizados por un virus, debería aterrarnos nuestro estilo de vida. Esta crisis ha desplazado a la climática, que es inminente. Hay que abordarla como abordamos la búsqueda de una vacuna. Y esa vacuna es cambiar el estilo de vida. La vacuna contra el cambio climático es el bosque 
 
Antaño descansábamos en los campos y nos reuníamos en familia para ver 'El hombre y la Tierra', el famoso programa de Félix Rodríguez de la Fuente, con quien usted ha trabajado. ¿Qué nos ha pasado para que hayamos empujado la naturaleza y la ciencia fuera de nuestras vidas?
La culpa es de la tremenda cantidad de recursos y, curiosamente de no pocos recursos científicos, puestos al servicio de un consumismo delirante. Detrás de las creaciones publicitarias hay mentes prodigiosas y muy bien pagadas. Se nos ha impuesto un modelo de vida que tenía sus atractivos, pero que por detrás atentaba contra la vida y contra todos nosotros. 
 
Ahora hay una necesidad vital por entender qué ocurre ¿Qué importancia tienen ciencia y medios de comunicación en esta crisis mundial?
El papel de los medios no puede ser más crucial. Hay una catástrofe, un colapso de la misma envergadura o que no se ha visualizado con la misma intensidad. La muerte palpable de personas moviliza el terror, pero las muertes silenciosas empiezan mucho antes. El desprecio a la ciencia es el jinete del Apocalipsis. Gobernar de espaldas al conocimiento es catastrófico, es una crisis de cordura. El ignorar lo fiablemente demostrado, que es lo que consigue la ciencia y el método científico, es el gran disparate. Se está gobernando ignorando lo que sabemos y para que eso no cunda están la ciencia y la divulgación científica. 
 
En España también hemos asistido a la muerte de un entorno completo, el Mar Menor. ¿La responsabilidad es exclusiva de los políticos?
El hiperregadío y el sistema con que se consiguen alimentos en Murcia es delirante, agresivo e ilegal en su mayor parte. En Murcia se está practicando una agricultura que puede ser muy rentable pero que es absolutamente suicida a largo plazo. Se ha instalado una argumentación de lo que es el agua con un planteamiento solamente económico. Y ahí es donde también interviene el conjunto de la sociedad. La pasividad absoluta, la complacencia de ya me lo harán, ya me lo dirán, ya me lo pondrán encima del tapete absolutamente digerido también es causante. A mí no me ha tenido que dar permiso ningún político, ninguna directriz específica del BOE me ha puesto donde me he puesto yo a mí mismo. Hay que tener posturas personales, criterios individuales y capacidad de exigencia a los poderes de este mundo. 
 
Su extenso curriculum lista como honores una serie de dimisiones, las líneas de no pasar que usted mismo se marca. ¿Es esta la postura que deberíamos tener?
No todo el mundo puede dimitir cuando algo no le gusta. Mucha gente no dimite porque no hay posibilidad alguna de tener una salida en otra dirección. Yo he tenido esa suerte y la suficiente conciencia moral como pare decir por aquí no paso. Frente a la cultura del triunfador, del éxito, también deberíamos tener una cultura de la renuncia en función de algo que consideras infinitamente más importante para el conjunto de la sociedad y de la vida en el planeta. 
 
Quien le conozca sabe que se despide con un "que la vida te atalante". La razón la cuenta en su último libro. La palabra se la dijo un pastor cacereño, "un hombre que murió sin haber usado el dinero, que no hizo la mili porque no le encontraron para comunicárselo". ¿Se extinguen las palabras con los habitantes de un mundo olvidado?
El segundo mejor bosque del planeta es el diccionario. Y lo siguiente más importante que puede hacer el mundo es comprender. Al mismo nivel de la crisis ambiental está amenazada la comprensión, porque se han extinguido muchísimas más palabras que especies animales. Y recuperar palabras en peligro de extinción, como atalantar, es fundamental. Es mi palabra preferida. Atalantar es la recuperación del sentido máximo de la hospitalidad. Esta crisis también se puede resumir como la de una sociedad que ha dejado de ser hospitalaria con lo viviente y con nosotros mismos. Otro de los colapsos en ciernes es la pérdida de léxico y la fabricación del sentido contrario de las palabras, que está muy ligado con las 'fake news' y los bulos. Hay que ser también un emboscado de las palabras.
 
Fuente: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2020/05/25/5ec7f072fc6c8316548b4606.html

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