viernes, 31 de enero de 2020

#BrexitEve

@BenjaminRamm
Bruce MacKinnon's 2016 cartoon has aged well. #BrexitEve Vía https://twitter.com/JotDownSpain

El fin de Palestina

La mirada de Mónica G. Prieto sobre Palestina: "Hasta hace no tanto, los países árabes se habrían opuesto a este plan por injusto, pero en estos tiempos de 'realpolitik' sin escrúpulos no hace falta fingir ni contentar a las poblaciones, así que Arabia Saudí y Emiratos Arabes alaban los 'esfuerzos' de Trump".

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Protesta contra los planes de Trump. REUTERS
 Al principio, solo parecía errático. Donald Trump carecía de una estrategia internacional más allá de la destrucción del legado de Barak Obama, sin pensar en el largo plazo. En algunos episodios incluso resultó coherente, como su respuesta ante un ataque con gas sarín del régimen sirio contra su pueblo –ya fue más de lo que hizo Obama tras la masacre de Ghouta– o el pulso dialéctico con Corea del Norte que se tradujo en un proceso diplomático catatónico pero aún con vida: lo más cerca que ha estado la península coreana de la paz en las últimas dos décadas.

Otras muchas de sus decisiones como el asesinato del general Qassem Suleimani y el colapso del pacto nuclear con Irán, el abandono del Acuerdo de París o el TPP o el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el repliegue militar en Asia y Oriente Próximo o la extorsión económica a sus socios, cada vez más reacios a apoyarle, parecen diseñadas para minar, destruir y aniquilar la estabilidad internacional, ese frágil sistema que ordena el mundo sin abocarnos a la destrucción.

Semejan estar cuidadosamente concebidas para sembrar la discordia, alimentar los agravios contra Occidente, dividir aún más a un mundo ya polarizado y dejar un vacío de influencia y credibilidad progresivamente ocupado por dos países que aspiran a rellenarlo desde las más firmes convicciones antidemocráticas: China y Rusia. Pero ninguna de sus decisiones resulta tan injusta ni mina tanto la credibilidad y la influencia de Washington como su plan de paz para Israel, que no para Palestina.

Con él, Trump desafía la histórica postura mantenida por la comunidad internacional durante 70 años basada en la máxima paz por territorio y en la ilegalidad de los asentamientos judíos para consagrar un apartheid de manual, instaurado mediante una política de hechos consumados por Israel que nadie osó a desafiar.

Su proyecto no solo ignora las fronteras del 67 –referente para lograr una paz justa– sino que concede a Israel un 30% más de aquel territorio y le permite anexionarse el Valle del Jordán (entregándole la frontera con Jordania) y la miríada de asentamientos que atomizan la integridad de Cisjordania. La castigada franja de Gaza y los bantustanes de Cisjordania quedarían supuestamente unidos por túneles: una bofetada a la viabilidad de cualquier Estado.

Jerusalén, hogar de la Mezquita del Al Aqsa –tercer lugar más sagrado del Islam, tras Meca y Medina– perderá su actual estatuto de ciudad en disputa para ser declarada capital del Estado de Israel. Y las colonias, con casi medio millón de ocupantes, quedarán anexionadas y normalizadas, pese al desplante hacia la legislación internacional. Los palestinos no han tenido voz ni voto: el proyecto lo han cocinado Trump y su socio Benjamin Netanyahu y lo han presentado el mismo día en el que el fiscal general acusaba formalmente al premier israelí por corrupción. De ahí que Netanyahu acelere la anexión del nuevo territorio antes de que los tribunales, la Corte Penal Internacional que investiga crímenes de guerra tras las políticas israelíes de los asentamiento o las elecciones del mes próximo se lo impidan.

El plan supone el final del sueño palestino. Se traducirá en la imposibilidad de crear un Estado viable donde pueda regresar el exilio (seis millones) desperdigado en campos de refugiados de todo Oriente Próximo. Dan Rothem, exasesor del primer ministro Ehud Olmert, experto en propuestas de paz, estimaba –citado por el New York Times– que el plan de Trump entregará a Israel un 84% más de tierra respecto a la que tenía antes de 1967. Nunca, a lo largo de la historia del conflicto, se ha contemplado una solución que ofrezca tan poco a Palestina: solo un presidente cortoplacista y sin una visión global podía responsabilizarse de una solución sin justicia, basada una vez más en la extorsión casi mafiosa: por eso promete una lluvia de millones para los palestinos si aceptan un diseño que entierra para siempre el sueño de un Estado viable.

«Cada día aprendemos más sobre las tácticas que esta Administración utiliza para promover sus objetivos, y cada día comprobamos que no son más sofisticadas que las tácticas de los gángsters», lo definía la exembajadora norteamericana en Qatar Dana Shell Smith. Hasta hace no tanto, los países árabes se habrían opuesto a este plan por injusto, pero en estos tiempos de realpolitik sin escrúpulos no hace falta fingir ni contentar a las poblaciones, así que Arabia Saudí y Emiratos Arabes alaban los “esfuerzos” de Trump. En el nuevo mundo unilateral, la ley y el sentido común han sido sustituidos por los caprichos e intereses de los vendedores de humo, sobre todo si estos necesitan distraer la atención de sus propios problemas judiciales. Huyen hacia adelante quemando aquello que pisan.


Fuente: https://www.lamarea.com/2020/01/30/el-fin-de-palestina/

jueves, 30 de enero de 2020

En una noche como el mar bravío...


Carl Gustav Carus

En una noche como el mar bravío,
un joven medio niño, medio hombre,
con el pecho en pena y la mente en duda
triste y solo interroga a las olas:

[...]

Las olas susurran lo de siempre
y el viento sopla y las nubes pasan.
El firmamento está indiferente, frío,
y un necio aún espera respuesta.

Heinrich Heine

La humanidad ha salido mal

Un crucero frente a Punta Hannah, una de las islas de la Antártida.
Un crucero frente a Punta Hannah, una de las islas de la Antártida. Greenpeace
 Yo sé que la humanidad está en un momento difícil. Ustedes saben que la humanidad está en un momento difícil. Después de todo, no tendríamos a Jair Bolsonaro y a Donald Trump en el poder, entre otros especímenes perjudiciales para la supervivencia de la especie, si la humanidad no estuviera en un momento muy confuso sobre sus prioridades. Sin embargo, el sábado 25 de enero no tuve ninguna duda de que el mundo tal y como lo conocemos terminará. Ese día no observé pingüinos ni ballenas ni focas. La especie bajo mi observación era el homo sapiens en un estado de negación absoluta.

Estábamos listos para desembarcar del Arctic Sunrise y embarcar en un bote que nos dejaría en Punta Hannah. Era por la mañana temprano e íbamos a acompañar a los científicos de pingüinos en su estudio en esta nueva isla. Y, entonces, Nacho, el argentino que es el segundo al mando del barco, informó de que no sería posible. Tendríamos que esperar hasta la tarde. Deténganse e intenten adivinar por qué.

¿Pronóstico de tormenta? ¿Un pliegue en el espacio-tiempo? ¿El abominable hombre de las nieves?
No, amigos míos. Los más de cien turistas de un crucero querían estar solos en la isla. Sí, amigos míos. La visión de los científicos estudiando el impacto de la crisis climática en las colonias de pingüinos destruiría la ilusión de la Antártida aislada, de la aventura en un lugar al que nadie puede llegar, excepto si se tiene mucho dinero, la fantasía de ser una especie de Shackleton o Scott del siglo XXI.

La discusión por radio entre los barcos de Greenpeace y el crucero tenía lugar desde las seis y media de la mañana. El negocio ganó el pulso. No es bueno hacer enemigos en aguas profundas. Esta es la lógica dominante en nuestro mundo: el turismo es más importante que la ciencia. Los seis científicos molestarían a los más de cien turistas, y no al revés. A los seis científicos no les molestaba convivir con más de cien turistas. Pero los cien turistas no querían convivir con los seis científicos. La falsificación de la realidad es la mejor realidad. Y también es la que está mejor pagada.

Así es cómo funciona. Hay un acuerdo entre los cruceros para que, cuando uno esté en una isla, los otros se pierdan de vista. Los turistas pagan caro por la promesa de sentirse únicos: en este caso, unos 14.000 dólares por 14 días. Puede ser mucho más, dependiendo de la ruta, el tipo de camarote, la cantidad de días. El producto es la Antártida inalcanzable, excepto para unos pocos. "Solo yo estoy aquí, llámenme Amundsen", puede ser el pie de la selfie. Pero no. A la vuelta de la esquina, una cola de barcos espera su turno para quedarse "aislado" en el continente helado.

Para que pudieran tener esa "experiencia", seis científicos tuvieron que interrumpir su estudio y esperar hasta la tarde, cuando el clima empeoró y su permanencia en campo tuvo que reducirse. Los científicos tuvieron que desembarcar en las rocas para llegar al corazón de la isla porque, con las malas condiciones climáticas, el bote era demasiado ligero para fondear en un lugar con mejor acceso. "Qué extraño", comentó un perplejo Noah Stryker, el birdnerd que les presenté en el capítulo anterior. "A los turistas les solía gustar hablar con nosotros, creían que era otra historia que contar cuando llegaran a casa". Le expliqué con tristeza que, en un momento en que la verdad se ha convertido en una elección personal, la ciencia y los científicos se están convirtiendo en parias. Aunque para afirmar que la tierra es plana o para pretender que están aislados, tanto los mercaderes de ilusiones como los compradores de ilusiones necesitan lo mejor de la ciencia.

No se trata de una anécdota. Es un desacontecimiento que revela el cuadro general de los acontecimientos en cadena que nos llevan a la dramática realidad que vivimos. También debido a esta inversión de prioridades, hoy estamos experimentando un colapso climático. Y la dificultad de cambiar nuestras prioridades hace que el objetivo de limitar el sobrecalentamiento global a 1,5 grados sea cada vez más distante, si no imposible.

Se trata del "tierraplanismo", como denominamos el fenómeno principal de negar la evidencia científica más consolidada, como la propia forma del planeta. El creciente número de adeptos sugiere que, cuando los humanos más necesitan lucidez, es precisamente cuando entran en un estado de negación. Cualquiera que siga mis columnas de opinión sabe que una de mis hipótesis para la elección de déspotas es el sentimiento de inseguridad sobre el futuro. Pero no por la indeterminación del futuro. Justamente al contrario.

El futuro, como lo conocíamos antes, era un territorio de posibilidades. "En el futuro será mejor" o "en el futuro lograremos este objetivo" o incluso "en el futuro tendremos nuestra propia casa". Ahora no. La crisis climática ha determinado el futuro. Será malo, desde el punto de vista del impacto del cambio climático. Toda nuestra lucha por el futuro gira en torno a tener un planeta peor o un planeta hostil. Y, créanme, la diferencia es enorme. Tan enorme que todos deberíamos estar luchando por eso en este preciso instante. Me parece que también por esta razón, parte de la población mundial prefiere votar a negacionistas del clima que prometen un retorno a un pasado que nunca existió. Trump y Bolsonaro, como otros de sus colegas, son vendedores de pasados. Pasados falsos.

No tuve la oportunidad de entrevistar a los turistas del crucero que pagan tan caro por la fantasía de estar aislados en la Antártida de las leyendas. Nos querían fuera de su vista, como dijeron explícitamente. Sin embargo, no creo que sean personas malas o abiertamente anticiencia. Me parece más posible que sean los típicos adultos mimados de esta época. Pagamos un producto y tenemos "derecho" a recibirlo. "La verdad es la que yo voy a contar", la prueba es el encuadre de la cámara del teléfono. Etcétera. La verdad es autoverdad, como escribí al analizar la elección de Bolsonaro.

Aquí, los cruceros también están literalmente vendiendo un pasado, el de la Antártida inaccesible. En algunas ofertas de viajes por la Antártida, los clientes potenciales no se llaman turistas, sino "exploradores". Es curioso cuántos prefieren pagar más por la fantasía. Muchos dejan la comodidad de sus hogares para emprender un viaje real y pagado con dinero real, pero para alcanzar una realidad falsificada. En la isla que los turistas ocupaban como los únicos humanos, los pingüinos barbijos están experimentando una reducción dramática de su población. Esta es la historia que los científicos podrían contar. Pero esa historia no interesa. ¿Quién, después de todo, necesita hechos?
En un planeta donde todo ya se ha convertido en imagen, donde nuestra huella está en todas partes, acabo sintiendo compasión por esos animales humanos que siguen comprando fantasías de exclusividad. Es compasión mezclada con rabia, porque esta negación debilita la lucha que deberíamos estar trabando por políticas públicas que contengan el sobrecalentamiento global y se adapten al mundo que se avecina. Sin embargo, antes de maldecir a los turistas antárticos, que siempre es fácil y también cómodo, debemos mirar en nuestro interior y descubrir que también nos resulta difícil abandonar los viejos hábitos en nombre del bien común. Créanme, hay quienes ni siquiera pueden reciclar su basura o reducir el consumo de carne.

Hoy, los científicos se han convertido en la verdad incómoda. Por lo tanto, deben sacarse de nuestra vista. Y no solo en la Antártida.

Fuente: https://elpais.com/sociedad/2020/01/26/actualidad/1580077277_399981.html?ssm=TW_CM

martes, 28 de enero de 2020

La gripe es mucho más peligrosa que el coronavirus chino

La gripe a menudo pasa desapercibida a pesar de causar, cada año, unas 500.000 muertes anuales en todo el mundo | imagen Sai Aung MAIN / AFP
 La siempre urgente necesidad de publicar las últimas noticias y el vertiginoso ritmo al que se desarrolla nuestra actualidad, son dos despiadados compañeros que obligan y dirigen a cualquiera que intente informar de las noticias que ocurren día a día. Hace tan solo unas semanas, un nuevo virus relacionado con un mercado en la ciudad de Wuhan representaba tan solo una curiosidad interesante para un puñado de investigadores y microbiólogos que seguían atentos las actualizaciones procedentes de China. La rápida expansión de la epidemia en los siguientes días y la cuarentena de varias ciudades, aislando a millones de personas en los focos más intensos, empezaron a crear expectación entre el público. Conforme los casos aparecían en otros países, el protagonismo del coronavirus chino se hizo cada vez más evidente y los medios prestamos más y más atención al nuevo “trending topic” científico, convirtiendo al virus bautizado como “2019-nCoV” en la nueva sensación de nuestras portadas.

Cómo se transmite, dónde se originó o si existe algún tratamiento o vacuna eran algunas de las preguntas que, a toda prisa, los expertos intentaban responder para informar a la población a través de los medios. En esta sección de Yahoo publicamos las cuestiones más destacadas del coronavirus chino y nos fijamos en cómo los mercados exóticos representan uno de los orígenes más comunes de las últimas epidemias ocurridas en la última década.

Sin embargo, es curioso comprobar cómo actúa el temor y la sensación de peligro en el público. Hay que reconocer que el ser humano no es muy bueno estableciendo correlaciones adecuadas entre la amenaza potencial y el verdadero peligro que representa. Tenemos miedo a los tiburones a pesar de que las máquinas de vending matan a más personas al año, sentimos temor al subir a un avión aún sabiendo que es el medio más seguro de viajar y nos aterran las colisiones cuando los accidentes domésticos son más comunes que los de tráfico. En definitiva, nos atemoriza morir en una catástrofe de avión cuando lo más probable es que nos resbalemos en la ducha o nos atragantemos comiendo un filete.

Con el coronavirus de China está pasando algo muy parecido. Escuchamos palabras inquietantes como epidemia, virus o contagio y nuestra mente vuela pensando en el nuevo brote, mostrando una vez más nuestra floja capacidad para asociar el riesgo real con la amenaza aparente. En este sentido, hace tan solo unos días apareció un artículo en Science Alert cuyo título es ejemplo claro de cómo nos equivocamos al asociar peligros reales, el texto se titulaba: La gripe es una amenaza mucho mayor que el coronavirus.
El número de víctimas mortales por gripe ha aumentado en los últimos años en España | datos es.statista.com

Durante una entrevista a Health News, el experto en vacunas Wiliam Schaffer de la Universidad de Vanderbilt afirmaba que "cuando pensamos en el peligro relativo de este nuevo coronavirus y la gripe, simplemente no hay comparación, este coronavirus será simplemente un bache en el horizonte. 
 
La gripe rara vez recibe este tipo de atención, a pesar de que mata a más estadounidenses cada año que cualquier otro virus”.
 
Paradójicamente, los fríos datos le dan la razón: mientras que las muertes causadas por el nuevo coronavirus 2019-nCoV se sitúan en 80, de forma mucho más silenciosa y discreta, el virus de la gripe común o gripe estacional causa, cada año, aproximadamente medio millón de muertes en todo el mundo. En el culmen de las sociedades avanzadas y con una potente e innovadora sanidad, Estados Unidos sufrió en 2018 una de las más fuertes temporadas de gripe de los últimos años y unas 80.000 personas fallecieron a causa de la enfermedad.

Uno de los elementos que más influye en el erróneo mecanismo de asignación de peligro entre ambos virus es que mientras que aún no contamos con una vacuna para el coronavirus, la gripe común posee una vacuna eficaz y segura. La propia Organización Mundial de la Salud confirma que “la forma más eficaz de prevenir la gripe es la vacunación. Hay vacunas seguras y eficaces que se vienen utilizando desde hace más de 60 años”.

lunes, 27 de enero de 2020

La vergüenza

El presidente de Polonia, Bronislaw Komorowski, ha dicho en vano que la mayoría de los soldados que liberaron Auschwitz habían sido rusos y que este hecho debía ser reconocido.

 ...
En la mayoría de los casos, la hora de la liberación no ha sido alegre ni despreocupada: estallaba sobre un fondo trágico de destrucción, matanza y sufrimiento. En aquel momento, en que sentíamos que nos convertiamos en hombres, es decir, en seres responsables, volvían los sufrimientos de los hombres: el sufrimeinto de la familia dipersa o perdida, del dolor universal que había a nuestro alrededor; de la propia extenuación, que parecía que no podía curarse, que era definitiva; de la vida que había que empezar de nuevo en medio de las matanzas, muchas veces solos. No era "el placer hijo del afán": era el afán hijo del afán. Salir de penas ha sido un deleite sólo para algunos afortunados, o bien sólo durante breves instantes, o para las almas muy simples; en la mayoría de los casos ha coincidido con una fase de angustia....

Los hundidos y los salvados.
Primo Levi

domingo, 26 de enero de 2020

Éric Vuillard: “Las ideas de la Revolución Francesa aún tienen un largo recorrido por delante”

El pueblo contra las élites. Quizás una realidad más compleja cuando uno se adentra en las interioridades de la historia. Así lo reflejan los libros de Vuillard, galardonado en 2017 con el Goncourt, el mayor premio de las letras francesas, por El orden del día.

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Éric Vuillard es autor de ‘El orden del día’ y ‘La batalla de Occidente’. Séverine Carreau
Campesinos, artesanos, comerciantes, prostitutas, monjes rebeldes… Un pueblo diverso y heterogéneo llena las páginas de los relatos de Éric Vuillard (1968, Lyon). De la misma forma que también lo hacen las tramas de las élites económicas que catapultaron el nazismo o la hipocresía de los príncipes alemanes que decían querer negociar al mismo tiempo que aplacaban las revueltas campesinas del siglo XVI. El pueblo contra las élites. Quizás una realidad más compleja cuando uno se adentra en las interioridades de la historia. Así lo reflejan los libros de Vuillard, galardonado en 2017 con el Goncourt, el mayor premio de las letras francesas, por El orden del día (Tusquets, 2018).

A través de sus relatos históricos breves e incisivos sobre el auge del nazismo —El orden del día—, la Revolución Francesa —14 de julio (Tusquets, 2016)— o la Primera Guerra Mundial —La Batalla de Occidente (Tusquets, 2012)—, este escritor francés ha desarrollado una perspicaz mirada sobre el pasado y una sugerente geografía política. Sus relatos históricos interpelan constantemente al lector sobre problemáticas actuales, como la irresponsabilidad de las élites o las revueltas populares que no encajan en las categorías marxistas.

Poco después de la emergencia de los chalecos amarillos, publicó a principios de 2019 La guerre des pauvres (“La guerra de los pobres”, aún no ha sido traducida en castellano), sobre las revueltas de los campesinos alemanes en el siglo XVI. En el piso de un amigo librero en el este de París atendió a El Salto durante un hora. Una extensa entrevista en la que reflexionó sobre su obra y las luchas sociales del presente.

Tu última novela se titula La guerre des pauvres y relata las revueltas campesinas y protestantes en la Alemania del siglo XVI, lideradas por Thomas Müntzer. ¿Por qué te interesaste en la figura de este predicador revolucionario? En este caso me inspiré en un hecho que ocurrió hace unos cuantos años, cuando abrieron las primeras prisiones privadas en Francia. Durante la inauguración de uno de los primeros centros penitenciarios en Poitiers el intercambio de detenidos se produjo en medio de la niebla en esta localidad, en el centro del país, y ese día se produjo un tumulto de los presidiarios, que rompieron vitrinas de la empresa de telecomunicaciones Bouygues [encargada de gestionar estos centros privados] y también hicieron un grafiti en latín en el bautisterio de Poitiers. En él aparecía escrito: “Omnia sunt comunia” (todo es común), una de las frases emblemáticas de Müntzer.

En tu libro describes estas revueltas del siglo XVI en Alemania como un “levantamiento del hombre ordinario”. Siempre observo la historia a partir del presente y en el caso de las llamadas revueltas campesinas del siglo XVI me llamó la atención que no solo se rebelaron los campesinos, sino también los artesanos, comerciantes modestos… Era un pueblo diverso. Las llamamos revueltas campesinas al ser la expresión que utilizó Friedrich Engels a mediados del siglo XIX de acuerdo con el pensamiento marxista de entonces. Pero en realidad el término que mejor califica estas revueltas protestantes es el de “levantamiento del hombre ordinario”. Una expresión que tiene una gran vigencia en el presente. Fueron unos movimientos muy heterogéneos, con una configuración social bastante más difícil de designar que si fuesen campesinos o proletarios.

Un pueblo diverso que también es protagonista de uno de tus libros anteriores, 14 de julio, sobre la toma de la Bastilla. Sí, y estos pueblos diversos tienen una gran resonancia con el presente. Lo hemos visto en los últimos meses en Francia con el movimiento de los chalecos amarillos, con una composición social heterogénea. Cuando en el pasado los trabajadores se movilizaban lo hacían como una clase obrera organizada a partir de las instancias representativas de los sindicatos. Pero esto se ha descompuesto en gran parte en la actualidad, lo que hace que la expresión “levantamiento del hombre ordinario” nos resulte sugerente.

 ¿Cuáles son los puntos en común entre los pueblos del presente y los que protagonizaron las revueltas del siglo XVI? Un elemento fundamental que comparten las revueltas del siglo XVI con los actuales movimientos de contestación es el hecho de utilizar la ideología del poder para rebelarse. Müntzer y los campesinos que le acompañaban recurrieron a aquellas herramientas ideológicas que tenían a su disposición, es decir, el cristianismo. Utilizaron los principios de la Biblia para invocarlos contra el uso que hacía de ellos la Iglesia y los privilegios que otorgaban a los nobles. Les recordaron al papa y a los príncipes alemanes que lo que reivindicaban como cristianismo no se correspondía con lo que decían los evangelios. En el presente sucede algo parecido. Como la tradición marxista ya no se encuentra a disposición de las masas, estas recurren a la Revolución Francesa y a principios liberales básicos de nuestras sociedades. Por ejemplo, los chalecos amarillos evocaron la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. En concreto, su artículo 6, en el que se establecía que el pueblo participa directamente en la elaboración de las leyes.

¿Qué representa la Revolución Francesa en Francia y en la Europa del presente? Los chalecos amarillos recuperaron y representaron el imaginario de la Revolución Francesa. Estuvo presente tanto en eslóganes como en prendas de vestir, por ejemplo, los gorros frigios. Además, la fuerza del legado de la Revolución de 1789 es que fue un acontecimiento mundial. Thomas Jefferson se encontraba entonces en París e inmediatamente se dio cuenta de la repercusión de la toma de la Bastilla. Entonces, cristalizó un nuevo lenguaje político, el de la libertad y la igualdad. Una verdad que aún irradia en el mundo actual. Así lo vimos, por ejemplo, con las Revoluciones Árabes en las que se reivindicaron estos mismos valores de libertad e igualdad.

A lo largo de la historia, aquellos revolucionarios franceses que encarnaron un mayor anhelo de igualdad, como Maximilien Robespierre, fueron constantemente demonizados. Cuando se conmemoró el bicentenario en 1989, la Revolución parecía un objeto político neutralizado y despojado de su ideología transformadora. ¿Te sorprendió la manera en que los chalecos amarillos se reapropiaron de ella? No, no me sorprendió. Siempre he pensado que, cuando se establecen determinadas ideas, estas difícilmente pueden ser erradicadas. Cuando se ha dicho a la gente que son libres e iguales, quizás los liberales podrán añadir a continuación que son libres e iguales en derechos, pero el pueblo se ha quedado con la primera parte de la frase. Es decir, que todos los seres humanos nacen libres e iguales. Esta fórmula resultó muy novedosa y difícilmente puede ser olvidada, a pesar de su generalidad, o más bien dicho, gracias a su generalidad. Es seductora tanto por su universalidad como por su carácter naíf, es decir, su optimismo respecto el futuro. Creo que aún tiene un largo recorrido por delante.

Mientras que en 14 de julio relatas una revolución que triunfa, en La guerre des pauvres los campesinos rebeldes son aplacados y Müntzer decapitado. ¿Qué te interesó de esta revuelta fallida? Un aspecto interesante de la derrota de Müntzer es que muestra una historia terrible de la negociación. Cuando se producen problemas sociales siempre se dice que hay que resolverlos negociando, de la misma forma que se hace con las disputas entre amigos, que se intentan solucionar hablando. Pero entre la vida privada y la sociedad existe una diferencia significativa: no defienden los mismos intereses. Las clases sociales existen. En el caso de Müntzer vemos cómo los condes y la aristocracia se dedicaron a negociar de forma muy hipócrita, dialogando por un lado y por el otro masacrando a las tropas de campesinos. El pasado cuenta con la ventaja de que las cosas son más claras. En 2015, al entonces ministro de Economía griego, Yanis Varoufakis, ni siquiera le dejaban tomar apuntes durante las fatídicas negociaciones en el Eurogrupo. En cambio, la historia de Müntzer nos muestra que la negociación en realidad es un arma de combate. Con esto no quiero decir que no hace falta negociar, pero sí ser conscientes de que, cuando la iniciativa la llevan los de arriba, se trata de una trampa.

En el caso de Müntzer, también subrayas su capacidad como escritor para describir la pobreza, el sufrimiento y la cólera social de su época. Müntzer fue un predicador y escritor del siglo XVI. Es poco habitual que un intelectual apoye la causa del pueblo con tanta convicción como él lo hizo y que por ello pague un precio tan elevado como la muerte. Siempre hay que tomarse en serio a alguien que muere por sus ideas. Además, tiene el mérito de haberse impregnado de la realidad de los de abajo a diferencia de Lutero, que tuvo una vida más bien acomodada y, si apostó por la reforma protestante, fue porque se trataba de su propia teología. Primero, Müntzer adoptó los postulados oficiales de la reforma protestante, pero su pensamiento cambió a partir de su actividad como predicador itinerante. Entonces visitó los barrios más pobres y se empapó de la vida de los artesanos, los pequeños comerciantes o los campesinos. Es muy poco habitual que un intelectual extraiga la base central de su pensamiento de otras personas y aún menos que provenga de aquellas menos letradas y sabias que él.

Otro aspecto interesante en La guerre des pauvres es el sentimiento de traición que describes del pueblo hacia los clérigos y la aristocracia. ¿Cuál es la importancia de este sentimiento de haber sido traicionados por las élites en las revueltas del siglo XVI? Este sentimiento de traición se vio favorecido por la aparición de la imprenta y la literatura moderna. La unión entre la imprenta y el protestantismo inventaron el libro, un objeto emancipador por excelencia, y favorece la emergencia del sujeto moderno. Abre una caja de pandora. A partir de entonces, Müntzer y su banda de artesanos y personas humildes también son capaces de leer y se consideran teólogos al mismo nivel que aquellos que habían estado en el seminario.

Un sentimiento de traición de las élites que también se encuentra presente en movimientos de contestación actuales…
Sí, en el presente existe cierta unanimidad de que solo la gente corriente debe respetar los principios básicos de nuestras sociedades. La mayoría de la población tiene que cumplir las leyes y principios constitucionales, mientras que las élites políticas y económicas los traicionan. Por ejemplo, en Francia se aplicó durante dos años el estado de emergencia [entre finales de 2015 y de 2017], lo que permitía retener en domicilio a una persona solo mediante una decisión administrativa, sin la intervención de un juez. Todo esto contradice los principios fundamentales del derecho y de nuestra democracia.

En una entrevista en 2018 para la web Ctxt, aseguraste que “ahora los ricos ya no necesitan al pueblo”. De hecho, una de las principales reivindicaciones de los chalecos amarillos fue el decir “existimos”. ¿Existe una tensión entre la invisibilidad de las clases populares y su demanda de reconocimiento? Mi libro La batalla de Occidente sobre la Primera Guerra Mundial está relacionado con esta tensión entre la visibilidad y la invisibilidad del pueblo. A principios del siglo XX la gente modesta tenía que ser completamente invisible para que se la pudiera abocar durante cuatro años a las trincheras. En este relato hablo de una batalla de un día en la que murieron más de 24.000 personas. Una cifra equivalente a los combates militares más importantes de la historia, pero esta batalla no recibió ningún nombre. Fue un día como cualquier otro. Esta invisibilidad del pueblo experimenta un giro copernicano a partir de la Primera Guerra Mundial. La idea de escribir La batalla de Occidente me vino tras visitar un cementerio de la Gran Guerra. Paseándonos con mi mujer por ese lugar nos emocionamos mucho. Entonces, reflexioné sobre los motivos por los que me había tocado tanto la fibra esa visita y mientras escribía me di cuenta de que estaba relacionado con las desigualdades sociales. La experiencia de visitar un cementerio de la Primera Guerra Mundial resulta única porque todas las tumbas son iguales. Incluso la caligrafía con la que escribieron los nombres de los muertos. La igualdad humana está incrustada en la materia. Ya fueran ricos o pobres, con o sin graduación militar, todos los soldados fueron enterrados en las mismas condiciones. Pero ¿cuál fue el precio de esta igualdad? 10 millones de muertos.

La Primera Guerra Mundial también tuvo una gran repercusión en la historia de la literatura. Este conflicto cambió la relación que los intelectuales tenían con las masas. Tras la Gran Guerra y la Revolución Rusa de 1917, ya no se podía seguir escribiendo de la misma manera. Las clases sociales de las que proceden los escritores se ven alteradas. Marcel Proust, un burgués rentista, sería el último representante del viejo mundo. Después de la Primera Guerra y la experiencia de la muerte masiva, serán los mismos campesinos y obreros que combatieron en el frente los que se dedicarán a escribir sobre ella. Directamente desde las trincheras surge la literatura de Louis-Ferdinand Céline, Jean Giono o Erich Maria Remarque. Todos ellos no se dedicarán a explicar las vidas de los generales, sino el horror de las trincheras y el sufrimiento de las masas. Esto no solo se ve reflejado en la literatura, sino también en las ciencias sociales, por ejemplo, con la creación de la Escuela de los Annales.

Uno de los temas centrales que desarrollas en La batalla de Occidente, y también en El orden del día, es la irresponsabilidad y la corrupción de las élites. Pero aún en el presente las desigualdades no hacen más que aumentar y la corrupción es un problema presente en numerosos países. ¿No hemos aprendido nada del pasado? Sí que extraemos algunas lecciones, pero la dificultad reside en aplicarlas. En el final de La batalla de Occidente relato una serie de atentados que se produjeron durante la Primera Guerra Mundial y uno de ellos tenía como objetivo el banquero estadounidense John Pierpont Morgan [fundador de la entidad JP Morgan]. Durante la guerra, este magnate prestó dinero a los franceses y británicos, pero también a sus rivales alemanes para que devolvieran la deuda contraída tras perder la guerra. Además, vendió armas durante el conflicto. Es decir, logró que el dinero circulara para siempre terminar en sus manos. Conocer este tipo de tramas de financiamientos es importante. Sobre todo hay que dejar de lado las visiones líricas sobre la Gran Guerra.

Uno de los aspectos característicos de tu obra es la crítica del carácter teatral y lírico con el que se narran muchos acontecimientos históricos. ¿Por qué? Justamente esto es algo que aprendimos de la Primera Guerra Mundial. En el Viaje al fin de la noche de Céline vemos cómo se zanja cualquier visión teatral de la guerra y las élites que la dirigen. Esta novela empieza con una escena en la que se produce un bombardeo en el frente y uno de los jefes militares queda decapitado. Con la literatura realista de Stendhal a principios del siglo XIX ya se dejó de describir la guerra con el registro de las crónicas heroicas, escritas para exaltar la gloria de nobles y reyes. Pero con la Gran Guerra y la experiencia de las trincheras este teatrillo desapareció completamente.

También resulta un poco teatral la forma en la que muchos políticos alertan ahora ante el crecimiento de la ultraderecha, pero al mismo tiempo no hacen gran cosa para corregir las causas que lo favorecen. ¿Qué piensas de este auge ultraderechista? Me preocupa que las ideas represivas no solo son defendidas por los partidos de extrema derecha, sino también por el resto de la clase política. La decisión de decretar el estado de emergencia en Francia en noviembre de 2015, que traicionó los derechos fundamentales, fue tomada por un gobierno socialista. Que haya algunos partidos de ultraderecha no resulta ninguna novedad, pero que el resto de dirigentes estén obsesionados con la seguridad y dejen de lado las libertades públicas sí que me parece más preocupante. Esto también se debe al hecho de que no existe ninguna oposición exterior. Todos los países viven bajo el mismo modelo.

Además, una diferencia significativa entre el presente y las décadas de los 20 y 30 es la ausencia de un sentimiento dramático. Como no escuchamos el ruido de botas en la calle ni hay aquelarres fascistas, el auge ultraderechista nos parece más bien light. Es como si todos los días se produjera una Conferencia de Múnich [en referencia a la cumbre de 1938 en la que el gobierno francés y británico aceptaron que la Alemania nazi anexionara los Sudetes checos]. No obstante, el aspecto que más me preocupa es la concentración desmedida de riqueza. Tanto los poderes financieros como los partidos ultraderechistas parecen plenamente compatibles.


Fuente: https://www.elsaltodiario.com/historia/eric-vuillard-las-ideas-de-la-revolucion-francesa-aun-tienen-un-largo-recorrido-por-delante

sábado, 25 de enero de 2020

El oído

Mikel Jaso

Cuando escucho música
algo dentro de mí sufre una sacudida.
Siento que soy víctima de una estafa.
Claro que al mismo tiempo
me invade un enorme agradecimiento.
Es decir la música estalla dentro de mi corazón
e inmediatamente yo quiero cantar
necesito cantar me muero por cantar.
Pero no hay forma. No hay manera.
La música me habla y me habla
pero mi cuerpo no me deja contestarle.
                                                              Soy muda.

Francisca Aguirre

jueves, 23 de enero de 2020

Coronavirus

Así están sacando a los posibles afectados por el coronavirus de los aeropuertos chinos (foto de )
 ¿De qué virus se trata? Es un virus que no conocido hasta ahora, que pertenece a la familia de los "coronavirus". ¿Por qué se llama "coronavirus"? Porque cuando lo miras con microscopio electrónico parece que tiene una "corona" alrededor.


 Estos virus viven normalmente en los animales, pero a veces se producen mutaciones que les hacen saltar a los seres humanos. Los científicos saben q el contagio se produjo en un mercado de animales en Wuhan, una ciudad en el interior de China de 11 millones habitantes.


 ¿Qué se vendía en el mercado de Wuhan? Pues toda clase de animales vivos, tanto domésticos como salvajes: vacas, perros, serpientes, camellos, murciélagos, zorros, etc... Todo lo que os podáis imaginar.


 Aquí tenéis una fotografía del mercado de Wuhan. Este tipo de lugares son "perfectos" para que los virus salten de una especie a otra. En los últimos años, el Gobierno de China había cerrado muchos de estos mercados, pero algunos, como el de Wuhan, quedaban abiertos.


  Hace unos años China ya sufrió un brote de "coronavirus" muy similar a este. Se le llamó virus del "SARS" (síndrome respiratorio agudo grave) por sus siglas en inglés. Aquel virus causó la muerte de 700 personas de 8000 casos detectados (es decir, casi un 10% de mortalidad).

 En el caso del SARS, después de muchos estudios, los científicos entendieron el mecanismo del contagio: El virus vivía en los murciélagos, que se lo pasaron a las civatas, que a su vez eran vendidas en un mercado de animales vivos en la provincia de Cantón. Allí saltó a humanos.

https://pbs.twimg.com/media/EO9qgq0WAAANqVH.jpg

 De hecho, tras analizar miles de cuevas de murciélagos en toda China, los científicos descubrieron exactamente cuál era la cueva de los murciélagos que portaban el virus. Aquí tenéis el artículo que publicaron en Nature: nature.com/articles/d4158

 Ya se han secuenciado genéticamente varias cepas del virus y sabemos que se parece mucho al SARS. Según un artículo publicado ayer, en este caso no son los murciélagos, sino las serpientes quienes albergan el virus:

 ¿Qué enfermedad causa el nuevo coronavirus? Produce una neumonía, es decir: tos, fiebre, dificultad respiratoria, etc. Aún no sabemos la tasa de mortalidad, pero parece claro que quienes más están en riesgo son las personas mayores o personas con problemas de salud.

Cuando se descubren este tipo de virus, una de las primeras preguntas es: ¿se transmite sólo de animales a humanos o también de humanos a humanos? Ayer la OMS confirmó que hay transmisión de humanos a humanos....  Mas información: https://twitter.com/pmarsupia/status/1220330458082349056

Instrucciones para desacelerar el tiempo

Los tecnólogos y el mercado se han empeñado en acortar el tiempo entre nuestros deseos y su consecución: con un clic compramos libros, que llegan a casa en horas. Pero debemos encontrar modos de rebelarnos a ese ritmo vertiginoso.

James Yang
 ¿Qué tienen en común el algoritmo de Google, el succionador de clítoris y la venta por internet según Amazon? Que los tres compiten entre sí para acortar el tiempo entre la formulación del deseo y su consecución. En unas milésimas de segundo, unos minutos o unas horas ya ha llegado al resultado de tu búsqueda, tu orgasmo o una caja en la puerta de tu casa. Y los plazos no paran de menguar.

La aceleración del tiempo parece un fenómeno irreversible. Los seres humanos somos partículas de la atmósfera del capitalismo. No existe un afuera, pero puede existir un después. Una nueva escuela filosófica, el aceleracionismo —cuya biblia podría ser el volumen homónimo de la editorial Caja Negra— cuestiona ese incremento exponencial de la velocidad del mundo. Las nuevas tecnologías y los nuevos procesos no hacen más que multiplicar los estímulos y los deseos, sin evaluar su necesidad ni sus consecuencias. Contra semejante horizonte neoliberal, esa constelación de pensadores que sigue la estela del “Manifiesto por una Política Aceleracionista”, que Alex Williams y Nick Srnicek firmaron en 2013, propone estrategias de apropiación y reformulación, para que aprovechemos ese vértigo y que llegue antes algún tipo de postcapitalismo.

Pero esa posición utópica nos instala en el intervalo de la espera de una gran transformación global. ¿Qué hacer mientras tanto, en la práctica diaria y personal? Una solución la dieron los clásicos. En griego antiguo se distinguía entre cronos y kairós, entre el tiempo del reloj o el calendario y el tiempo de la vida. El latido del devenir contemporáneo lo están marcando las actualizaciones de nuestros dispositivos. Pero mientras que toda la tecnología nos ancla en el tiempo cronológico, las experiencias artísticas o deportivas, las emociones y los sentimientos nos elevan al vivencial. ¿Qué tienen en común la librería, la piscina, la cama, el cine, el teatro o el mar? Que en ellos nos desconectamos. O, mejor dicho, nos reconectamos.

Los mecanismos del capitalismo del siglo XXI no cesan de perfeccionar sistemas de producción, circulación y consumo cada vez más rápidos. No importa si ello provoca problemas éticos o culturales con tal de que generen beneficios económicos. Todos estos procesos comparten la voluntad de alterar radicalmente nuestra idea del tiempo. La tecnología y el capitalismo han creado una nueva fe: la iglesia de la disrupción del tiempo.

Pero la vida humana está llena de experiencias a largo plazo: la educación, la maternidad, la hipoteca bancaria, la jubilación. De modo que nos enfrentamos a un reto: hacer compatibles con un contexto de prisas y urgencias las maduraciones, las constancias, las inversiones y las esperas que nos han definido durante siglos.

Tal vez esa nueva era del tiempo comenzara hace unos veinticinco años, cuando los correos electrónicos empezaron a lograr lo que no habían conseguido los faxes: substituir a las cartas. Los plazos de la epistolaridad eran muy parecidos a los del folletín, la narrativa por entregas, las publicaciones semanales o mensuales, los anuarios. Y en muy poco tiempo nos hemos acostumbrado a que ya no sean determinantes en nuestras vidas de lectores, de familiares o de amigos. De modo que cuando Netflix empezó a colgar a la vez todos los capítulos de una temporada —eliminando la espera semanal que había definido durante décadas nuestra relación con la televisión—, nos acostumbramos enseguida a la nueva oferta. Y a todas las demás: hemos pasado a vivir en una constante notificación y actualización de noticias, mensajes, softwares, versiones, likes.

Las nóminas, los reportes de nuestras tarjetas de crédito, los pagos del alquiler o del plazo de la hipoteca —no obstante— nos siguen llegando cada mes. Y aunque en el mercado se hayan vuelto habituales los contratos temporales y las empresas emergentes con fecha de caducidad, los ciclos escolares continúan siendo los mismos que en el siglo XX. Y aunque el divorcio sea ahora más corriente, un hijo sigue siendo para siempre.

Desde preescolar hasta posgrado, los centros de formación han llegado al consenso de que la educación debe trabajar por proyectos. Los alumnos ya no tienen que tener como horizonte final el examen o la conclusión de una asignatura, sino la presentación de la memoria de un proyecto. Se trata de una de las palabras clave de vuestra época. La pedagogía de la proyección te prepara para un futuro laboral en que gran parte del tiempo lo dedicarás a la generación incesante de nuevos proyectos. Un arqueólogo del futuro nos entenderá mejor leyendo esos dosieres de ideas que jamás se convirtieron en realidades que leyendo las novelas contemporáneas. Porque los proyectos ya constituyen un subgénero muy elocuente del nuevo realismo, la ciencia ficción.
Proyectar es lanzar: imágenes, planes, futuros posibles. Y la filosofía más pertinente de hoy está justamente imaginando alternativas a ese vértigo cotidiano que no cesa de apretar el acelerador. Como nos recuerdan los aceleracionistas, la situación es insostenible en todas las dimensiones de la realidad: no solo enloquecen sin tregua los ritmos tecnológicos, también lo hacen los plazos en que la clase media se empobrece, los millonarios se vuelven multimillonarios o destruimos el planeta.

Contra la “lógica del incremento definida por la competencia y la aceleración”, que conduce a la alienación, ha escrito el sociólogo alemán Hartmut Rosa en su libro más influyente y celebrado, Resonancia, hay que considerar “la calidad de nuestra relación con el mundo”. Solo deteniendo durante unos minutos o unas horas los engranajes que no cesan de acortar nuestros plazos, para pensar y decidir nuestra propia ética y poética como individuos, podremos aspirar a ritmos propios. Todo necesita su tiempo, también las búsquedas, las compras y los orgasmos.

miércoles, 22 de enero de 2020

Beryl Burton, o el susurro ciclista de Yorkshire

La deportista británica subió 96 veces a lo más alto del podio. En 1967 venció en una carrera mixta de resistencia, con un récord histórico de más de 446 kilómetros en 12 

<p>Lyubov Zadorozhnaya, Beryl Burton y Anna Konkina durante el campeonato WK Wielrennen, el 2 de septiembre de 1967.</p>

Lyubov Zadorozhnaya, Beryl Burton y Anna Konkina durante el campeonato WK Wielrennen, el 2 de septiembre de 1967.
Jac. de Anefo Nijs
La novela de Emily Bronte se titula Wuthering Heights por algo.

Wuthering es el sonido que hace el viento cuando, furioso, se enreda por entre carrejos y espinos. Seguro que lo tienen en la cabeza. Fiiiuuuu. Con todo, reconocerán que suena mejor Cumbres borrascosas que “cumbres silbantes por el viento”. Más o menos. Primera decepción. Cuando se enteren de que Heathcliff iba montado en pony se me van a echar a llorar.

Solo que allí no es exactamente de esa forma. Allí, en los páramos de Yorkshire. Extensiones onduladas, bosque bajo, misteriosos agujeros que minan el suelo como pisadas de un gigante. Un lugar donde el aire baila con helechos disfrazados de araña, con brezos pegajosos, riachuelos borboteando. Juveniles. Antiguos. Los habitantes de York, los de Thornton, Leeds, Goathland o Kirkbymoorside saben perfectamente que el viento modula su rasgueo para contar historias. Hijos de vikingos, nietos del drakkar. Ella también lo supo. Durante décadas, entrenando cada día. El rumorear pausado, el chillido furioso cuando asoma a lo lejos la Abadía de Whitby. Ella.

Se llamaba Beryl Burton y fue, seguramente, la mejor ciclista de siempre que haya nacido en el Reino Unido. “Perdí la cuenta de las medallas ganadas”, dejó escrito. “Creo que alrededor de mil”, respondió el historiador Peter Whitfield cuando le preguntaron sobre su número de victorias. “Pero nadie lo ha calculado correctamente”. Todo en ella es auxesis, hipérbole. Su longevidad, su preparación, sus anécdotas. Incluso el aspecto que tenía, robusta y rubicunda sobre la bicicleta, epítome de un tiempo y un lugar. El maillot casi siempre blanco con dos tiras. Una roja, otra azul. Campeona de Inglaterra. ¿De qué, Beryl? Pues no sé cuál será este. Es que tengo muchos…

Nació en 1937. En Halton, hoy casi un barrio de Leeds. De joven era quebradiza, frágil. Pasó en el hospital más de nueve meses cuando tenía once años. Fiebres reumáticas que no acababan de curarse. La posguerra. Carencias, penurias. Estuvo otra buena temporada recayendo hasta que, ya adolescente, su primer novio, Charlie, la animó a salir con él en bicicleta. Quizá el mozo quería llevarla a los páramos de Yorkshire buscando esa intimidad tan complicada cuando tienes “diecialgo”, pero en realidad hizo que descubriera la gran pasión de su vida. Las dos grandes pasiones, en realidad, porque acabó casándose con el tal Charlie. Él también fue ciclista, pero muy malo. Malísimo. Inteligente y avanzado para su época, sin embargo. No dudó en convertirse en el manager, conductor, director de equipo, masajista, soigneur y cuantas cosas hicieran falta de Beryl. Aunque en el pueblo, al principio, lo señalasen con el dedo. Calzonazos.

Beryl comienza a competir, y al principio no se le da demasiado bien. Desconoce los códigos del pelotón, no sabe rodar en grupo, se limita a pedalear con todo hasta que sufre un desfallecimiento y sus rivales la van superando lentamente. Demasiado dolor para nada, piensa. Así que decide centrarse en otra disciplina. Solitaria. La contrarreloj, muy popular en Gran Bretaña. Y allí empieza a destacar, aun por encima de cualquier consideración que ustedes estén manejando.

En 1957, con solo 19 años, logra su primera medalla nacional. Plata en la crono sobre cien millas. Esperanzador, pero apenas una anécdota viendo lo que llegó después. Fue 72 veces campeona británica de contrarreloj, dominando distancias entre las cuatro y las cien millas. Doce entorchados en ruta, otros doce sobre la pista. Un total de 96. Léanlo de nuevo. Hasta 96 veces subió a lo más alto del pódium. En el concierto internacional su dominio no fue tan llamativo, pero también dejó impronta.
Dos veces logró el maillot arcoíris, otras cinco hizo lo propio en el velódromo. Un total de quince medallas. La primera en 1959, en 1973 la última. Tres veces vio cambiar el numerito de la década mientras lograba éxitos aquí y allá. De forma casi anónima, la mayoría de las ocasiones. “No quería que me adulasen, pero un pequeño reconocimiento no hubiese estado de más”.

Tampoco ayudaba su carácter cerrado, serio, de pocas palabras. Típico de Yorkshire, pensarán algunos. Tanto que incluso trabajaba en una granja cultivando ruibarbo. Ya ven, le falta solo la casona en los páramos. No era amiga de grandes declaraciones, no dejó para la posteridad demasiadas imágenes icónicas. Casi olvidada. Pero no del todo.

“No necesito que me digan que puedo ganar a muchos hombres. Sencillamente lo sé, porque les gano habitualmente”. No era frase hueca, sino perogrullada. A Beryl la categoría femenina pronto se le quedó pequeña. Competía a menudo con hombres. Al principio se burlaban de ella, miraban compasivos, le daban consejos básicos como quien enseña a un niño. En línea nada que hacer, la escasa habilidad se juntaba con lo hostil de sus compañeros en el pelotón y acababa imposibilitando cualquier resultado de interés. Pero en crono… ay en crono.

La historia aparece en el (delicioso) libro Escapadas. Cincuenta nombres que definieron el ciclismo de carretera, escrito por Euan Ferguson y publicado recientemente por la editorial Libros de RutaUn imperdible para cualquier buen aficionado, pueden creerme. Pues bien, allí se habla sobre el más conocido de entre todos los éxitos de Burton. Sucedió en septiembre de 1967. Otley, muy cerquita de su casa, Allí se celebra una prueba de resistencia contra el reloj. Doce horas sobre la bicicleta rozando los Yorkshire Dales. Subidas, bajadas, curvas, asfalto en mal estado, un viento inmisericorde que susurra desgracias mientras agarra tu sillín para que no puedas avanzar. Carrera mixta. Primero salen los hombres, separados por un minuto, después las chicas. Entre ellas Beryl, claro.

Y empieza a ocurrir
Burton va tomando ventaja sobre todos. Inmensa sobre ellas, como todos esperaban. Pero también, ojo, mordisquea diferencias a los mozos. Poco a poco. Adelanta a uno, luego a otro. Finalmente solo tiene delante a Mike McNamara, quien pasa por ser el mejor ciclista amateur de toda Inglaterra.

Ambos llevan completadas 235 millas, unos 380 kilómetros (en estas pruebas vence quien avance más en el tiempo prefijado) y la distancia va cayendo. Lo tiene al fondo de una recta, luego un poco más cerca, más cerca esta vez, ya casi, ya casi. Beryl se llevó la mano al bolsillo de su maillot, sacó de allí un regaliz y se lo tendió a su competidor al pasar junto a él. Sublime gesto. Cuando se perdió en la lejanía, quizá sintiendo que todo lo que debía demostrar ya estaba demostrado, cedió al deseo de varias horas y paró a orinar. Los últimos 45 segundos de la prueba no avanzó nada, sentándose al borde de la carretera. “Es que todo el día tuve el estómago revuelto, y solo el brandy que me acabo de tomar ha podido calmármelo”. Finalmente completó un total de 277,25 millas, más de 446 kilómetros. Nadie hizo más. Fue, de hecho, récord histórico, tanto en categoría masculina como femenina. Dos años más tarde un hombre batió su marca. Para que una mujer mejorase el registro tuvo que pasar medio siglo.

(Ah, doce meses antes había logrado el tiempo más bajo en la contrarreloj de cien millas que marcaba el Campeonato Británico de la disciplina. El campeón masculino quedó 38 segundos por debajo).
Todo eso fue Beryl Burton. Eso y una competitividad feroz. En 1976 le negó el saludo a la competidora que la había relegado a la medalla de plata en el Campeonato inglés de fondo en carretera. “Ha estado todo el día chupando rueda y luego se impone al sprint, eso no está bien”. La particularidad es que la nueva campeona se llamaba Denise y se apellidaba Burton. Era su hija, vamos. Años después se arrepintió, “no fue una bonita imagen”, pero quedaba el símbolo. El de una depredadora sobre la bicicleta.

Greenpeace acusa de hipocresía al sector financiero reunido en Davos

La ONG internacional señala a bancos, fondos de pensiones y aseguradoras como culpables del cambio climático.

Sesión de apertura de Davos 2020
Sesión de apertura del Foro de Davos 2020. Foto: World Economic Forum/Flickr. (Lic: CC BY-NC-SA 2.0)
Los mensajes de lucha y unidad contra el cambio climático que se lanzan desde la estación de esquí suiza de Davos estos días están teñidos de hipocresía, según Greenpeace. La ONG afirma que los bancos y fondos de pensiones cuyos mandatarios acuden este año a la reunión del Foro Económico Mundial (WEF en sus siglas en inglés) tienen intereses financieros en la industria de los combustibles fósiles por valor de 1,4 billones de dólares (alrededor de 1,25 billones de euros). Esta cifra es ligeramente superior al PIB de España en 2017. También es, aproximadamente, la misma cantidad con la que cuenta, colectivamente, la mitad de la población más pobre del planeta.

Greenpeace ha publicado estos datos en un nuevo informe, titulado «Es el sector financiero, estúpido». En el informe, la organización internacional ha analizado qué instituciones presentes en Davos no cumplen con el objetivo del WEF de «mejorar el estado del mundo», tanto desde un punto de vista económico como medioambiental. El documento también ilustra el trabajo de empresas de lobbying y relaciones públicas al servicio de los grandes bancos, y cómo este daña las posibilidades de alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.

Jennifer Morgan, Directora Internacional de Greenpeace afirmó en un comunicado que «los bancos, las aseguradoras y los fondos de pensiones presentes en Davos son culpables de la emergencia climática». Morgan denunció que estas empresas están «alimentando otra crisis financiera global con su apoyo a la industria de los combustibles fósiles», a pesar de «las advertencias medioambientales y económicas». La directora de la ONG acusó a los directivos de estas empresas de «nada menos que hipócritas», ya que «dicen que quieren salvar el planeta, pero en realidad lo están matando por el lucro a corto plazo».

De las 24 instituciones financieras investigadas (entre las cuales no hay ninguna empresa española), tan solo diez cuentan con un billón de dólares en combustibles fósiles. Estos son JP Morgan, Citi, Bank of America, RBC Royal Bank, Barclays, MUFG, TD Bank, Scotiabank, Mizuho y Morgan Stanley. El informe recuerda que con esa cantidad de dinero (1 billón de dólares) podrían instalarse 640 GW de energía solar, más que la capacidad global instalada en este momento.

Además, el informe también pone la lupa sobre fondos de pensiones y aseguradoras. De los fondos de pensiones, destacan varios de países cuyas políticas son, supuestamente, favorables a la acción climática, como Canadá o Dinamarca. Estos cuentan con 26.000 millones de dólares invertidos en los bancos anteriores o en compañías de combustibles fósiles, como Shell, Chevron o Exxon.

Finalmente, en cuanto a las aseguradoras, el comunicado hecho público por Greenpeace señala que «cinco de las peores» empresas del sector acudieron al Foro de Davos el año pasado. La ONG condena a estas aseguradoras por seguir apoyando a la industria del carbón. Hace especial hincapié en la estadounidense AIG, que no ha descartado asegurar partes del proyecto de la megamina de Adani, en Australia.

En declaraciones al diario británico The Guardian, un portavoz de Barclays, uno de los bancos señalados, rechazaba las acusaciones. Esta fuente afirmó que la institución está «haciendo todo lo posible para apoyar la transición a una economía baja en carbono». El mismo portavoz indicó que el banco debe velar porque «se satisfaga la demanda global de energía».

 Fuente: https://www.climatica.lamarea.com/greenpeace-acusa-de-hipocresia-al-sector-financiero-reunido-en-davos/

Asesinan en Ciudad Juárez a la activista Isabel Cabanillas

Isabel Cabanillas de la Torre, activista, pintora y diseñadora, fue hallada sin vida y con impactos de bala la madrugada del sábado en el centro de Ciudad Juárez. Amigos, familiares y activistas se manifestaron ayer para exigir justicia. La imagen fue tomada del perfil de Facebook de la joven
 Ciudad Juárez, Chih. La activista y artista plástica Isabel Cabanillas de la Torre, quien pugnó por que las autoridades brindaran seguridad a las mujeres, fue asesinada a balazos y su cuerpo encontrado la madrugada del sábado en el centro de esta localidad fronteriza.

La integrante del grupo Hijas de su Maquilera Madre, dedicado al arte, el activismo y a defender los derechos de las mujeres, se encontraba desaparecida desde el viernes, cuando sus familiares presentaron una denuncia.

La mañana del domingo, familiares, amigos, activistas y vecinos de Cabanillas de la Torre se manifestaron en la explanada del monumento a Benito Juárez para exigir a las autoridades detener a los responsables del crimen y poner alto a los feminicidios.

Isabel Cabanillas, de 26 años de edad y quien también era diseñadora de ropa, es la cuarta mujer asesinada en Ciudad Juárez este mes y la sexta en el estado.

Sus familiares reportaron el viernes su desaparición ante la Unidad de Personas Ausentes de la Fiscalía General del Estado zona norte.

Alrededor de las 2:45 de la madrugada del sábado, personal de la Unidad de Homicidios de Mujeres por Razones de Género recibió un llamado de un radio operador sobre el hallazgo del cadáver de una mujer en la zona centro.

El cuerpo de la pintora y activista fue encontrado junto a su bicicleta en una banqueta del cruce de las calles Inocente Ochoa y Francisco I. Madero; tenía varios disparos. Vestía chamarra azul con negro, blusa y mallas negras y tenis blancos.

La Fiscalía Especializada de la Mujer de Chihuahua precisó que la causa de la muerte de la joven fue laceración de bulbo raquídeo por proyectil de arma de fuego en cráneo.

Ayer, decenas de integrantes de grupos feministas, familiares de mujeres desaparecidas y parientes de la víctima se reunieron en la explanada del monumento a Benito Juárez para exigir justicia y rendir homenaje a Cabanillas de la Torre.

Portaban pancartas con mensajes como Isabel Cabanillas, tu muerte será vengadaNo somos carne de cañón¡Si tocan a una respondemos todas! y ¡Ni una más!, así como fotografías de la activista, pintora y diseñadora, a quien le sobrevive un hijo.

¿Dónde están? Las queremos de regreso. No hay por qué callar ni olvidar. No es una cifra más; es mi hermana Isabel que conmigo ya no está, decía otro de los mensajes.

Acusaron al alcalde Armando Cabada de incumplir su promesa de mejorar el alumbrado público en Ciudad Juárez, lo que ha contribuido a que aumenten los feminicidios en los recientes cuatro años.

Un hombre con un altavoz exclamó: “Le arrebataron la vida. Isabel Cabanillas estuvo con todos los colectivos, con todos los ciudadanos reunidos; dejó plasmado su arte. Por ello, activistas, padres y madres de familia que tienen una hija desaparecida o asesinada nos encontramos totalmente indignados.

No sabemos qué hacer para que esto pare, para que los investigadores den con los delincuentes.
Cincuenta elementos de la SSP fueron enviados para resguardar la integridad de las personas reunidas y, sobre todo, para que la manifestación no se salga de control, informaron mandos policiacos.

Los activistas criticaron que en lugar de proteger a los ciudadanos, principalmente a las mujeres, los agentes sean usados para intimidar a manifestantes.

En el perfil de Facebook de la organización Hijas de su Maquilera Madre se lee: Nuestra lucha es por ti, hermana, por ti y por las miles que este sistema feminicida asesina diariamente.

Lydia Graco, integrante del colectivo y administradora del grupo, escribió: Te fallé, Isa. Te debo tanto, te debo todo. Luchabas contra el feminicidio, la trata, las desapariciones. Siempre apoyaste las causas. Nos pedías que te estuviéramos informando cómo apoyar, qué hacer. Nos abrazabas y dabas besitos. Eras tan pura, estabas tan llena de vida. Te fallé, te fallamos. Nunca dejaré de exigir justicia y de gritar tu nombre. He perdido a una hija. Me han quedado sólo la rabia y el sufrimiento. #Isasomostodasluchando.

En la ciudad de Chihuahua, una mujer no identificada fue ultimada cuando circulaba en un vehículo en la entrada del fraccionamiento Senda Real. La autoridad localizó varios casquillos percutidos calibre nueve milímetros.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/ultimas/estados/2020/01/20/asesinan-en-ciudad-juarez-a-la-activista-isabel-cabanillas-5801.html

martes, 21 de enero de 2020

En el 110 aniversario del nacimiento de George Orwell

Cámaras de seguridad con gorritos de fiesta para celebrar el 110 aniversario del nacimiento de George Orwell. Intervención del colectivo holandés Front 404