Un coche del Frente Polisario en el desierto del Sahara Occidental. JOSE CARMONA |
Los saharauis tienen un humor desbordante.
Inesperado, a ojos occidentales. "¿De qué viven las ovejas del Sahara
Occidental? De resoluciones de la ONU", bromea un inquilino de los
campamentos de Tinduf. La risa resulta útil para contar verdades: dependen hasta el extremo de la caridad internacional.
Se toman con humor, quizá por no llorar, su dramático estado: llevan cuarenta años en suelo argelino a la espera de que los organismos internacionales medien en su guerra con Marruecos. La República Árabe Saharaui Democrática (RASD) pide recuperar su territorio invadido y volver a una tierra que sienten como prometida; un anhelo nacional.
"En los setenta hubo varios golpes de Estado en Marruecos contra la monarquía", rememora Mojtar Lebuehi, delegado
del Frente Polisario en Colombia, movimiento que da voz al pueblo
saharaui. Esos levantamientos militares se produjeron durante los años del plomo,
etapa de inestabilidad que a punto estuvo de ver caer la Corona. "El
rey, para embarcar al Ejército en una aventura lejos del palacio, les
dio la guerra en el Sahara. Se hicieron los militares más ricos de
África y desde entonces no ha vuelto a haber tensión militar", resume.
Detrás de todo conflicto geográfico hay toneladas de
factores económicos. Pocas invasiones se explican solo con banderas. Si
un tanque pasa por una carretera es probable que debajo de ella haya
petróleo; o gas. La historia del Sahara no es excepcional, ya que su
guerra se entiende con dos vocablos: fosfato y pesca.
"Al Sahara Occidental se le conoce como el Kuwait del norte de África, por su cantidad de ingresos", evoca Lebuehi,
experto en la materia. Su riqueza de materias primas y su potencial
pesquero colocan a la región como un enclave único en el continente.
"Nuestra costa es bastante rica en recursos
de fauna marina y una de las orillas mas importantes de la zona por sus
grandes reservas de fosfato a cielo abierto. No en vano, al rey de
Marruecos se le conoce como el rey de la piedra fosfórica", relata.
Utilidad del fosfato
El fosfato es un fertilizante muy requerido por los
países europeos por su inorgánico y sus diferentes posibilidades de
explotación, desde abono orgánico hasta la elaboración de algunos tipos
de queso. Solo EEUU supera la productividad de la región del Sahara
Occidental. La zona es tan provechosa, que el reino de Mohamed VI ha puesto muros con minas antipersona
para evitar que nadie más saque rentabilidad a estas tierras. Hasta
siete millones de bombas hay plantadas por el desierto para que los
saharauis no puedan acceder a los enclaves principales del régimen
marroquí, que además están protegidos por un muro de 2.700 kilómetros de
longitud.
"El fosfato es un abono orgánico. Hoy, con toda la
crisis alimentaria, se ha disparado su precio", estiman economistas
saharauis que han acudido a Tifariti al XV Congreso Nacional.
"Marruecos controla el precio de fosfato, porque
además de sus reservas, con lo que nos expolia se convierte en el
segundo productor a nivel mundial. Gracias a este dominio en el mercado
tienen a media Europa callada. Es el uso político de los recursos
económicos", asevera Elmami Brahim, abogado del Frente Polisario.
Pero no solo el fosfato justifica una guerra de
cuatro décadas. Las aguas que corresponden al RASD son extremadamente
ricas para la pesca. La Unión Europa y Marruecos tienen un acuerdo por el que el 90% de las capturas se realizan en aguas adyacentes al Sahara Occidental.
La flota europea se vio obligada a abandonar estas
aguas hace un año y medio, cuando expiró el anterior acuerdo. Bruselas y
Rabat acordaron casi una semana después un nuevo tratado, en virtud del
cual la UE pagaría a Marruecos una media anual de 52 millones de euros
durante cuatro años. La entrada en vigor del acuerdo supuso la
posibilidad de acceder a 92 licencias por parte de buques españoles en
el caladero marroquí, según informó Europa Press.
"Marruecos
puede reclamar el Sahara y hace en torno a esto un lema, pero realmente
su interés es retener sus beneficios económicos. No hay datos totales,
pero por ejemplo, el acuerdo pesquero deja a Marruecos varios millones
de euros al año en licitaciones para faenar", relata Lebuehi desde
Tifariti.
En la dieta saharaui el atún en lata es una
constante. Estos envases llevan estampados logos que advierten de que el
producto llega al desierto gracias a programas de ayuda
humanitaria. Esa caridad no sería necesaria si este pueblo pudiera
pescar en su propio mar. "La historia del mundo no ha variado. Si las
violaciones no existieran, no haría falta un sistema de ayuda
humanitaria", zanja Brahim.Fuente: https://www.publico.es/internacional/sahara-occidental-oro-sahara-expolio-marruecos.html?utm_source=facebook&utm_medium=social&utm_campaign=publico
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