En la mayoría de los casos, la hora de la liberación no ha sido alegre ni despreocupada: estallaba sobre un fondo trágico de destrucción, matanza y sufrimiento. En aquel momento, en que sentíamos que nos convertiamos en hombres, es decir, en seres responsables, volvían los sufrimientos de los hombres: el sufrimeinto de la familia dipersa o perdida, del dolor universal que había a nuestro alrededor; de la propia extenuación, que parecía que no podía curarse, que era definitiva; de la vida que había que empezar de nuevo en medio de las matanzas, muchas veces solos. No era "el placer hijo del afán": era el afán hijo del afán. Salir de penas ha sido un deleite sólo para algunos afortunados, o bien sólo durante breves instantes, o para las almas muy simples; en la mayoría de los casos ha coincidido con una fase de angustia....
Los hundidos y los salvados.
Primo Levi
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