Las calles comenzaron a congregar a los primeros estudiantes cerca de las 10 de la mañana. Parecería ser una movilización donde llegarían los de siempre, pero poco a poco, desde todos los puntos de la capital, centenares de estudiantes comenzaban a llenar de color y alegría las grandes alamedas, sumando mas de 150 mil corazones que desbordaron las calles de Santiago y que se extendió a Antofagasta, Valparaíso, Temuco y Concepción. Llegaron los que pasaron por la universidad cuando era gratis, los endeudados de por vida, los que están hoy en sus salas con un futuro incierto y los que luchan porque algún día la educación sea un derecho para todos y no el privilegio de algunos pocos. Los tambores y los bailes volvieron de la mano de los estudiantes, las pancartas y los tinkus fueron la voz y el canto de la marcha. Los secundarios, siempre presentes, no dejan de ser el espíritu de este movimiento. También llegaron los que perdieron las esperanzas de crecer en un país más justo para todos. Porque la educación gratuita y de calidad tiene capítulos enteros de tolerancia y equidad esperando ser leídos y es la oportunidad que tenemos como sociedad para reeducarnos en el respeto a nuestros derechos, en la justicia y en la solidaridad.
Textos de Andrés Bravo. Fotografías de Fernando Lavoz y Andrés Bravo, AFI Santiago.
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