sábado, 20 de abril de 2013

Las bombas de Boston y el sentido de la proporción

1.- Es obvio, pero conviene decirlo: el atentado de Boston es una salvajada injustificable. Ojalá que sus autores sean detenidos, juzgados, condenados y se pudran en la cárcel. Pero que no pasen por Guantánamo.

2.- Todo cuanto afecta al imperio norteamericano tiene una proyección internacional desproporcionada, pero hablar de un mini 11-S es un disparate. Los hechos, aunque trágicos, no alcanzan la dimensión de la miriada de atentados que ensangrientan el mundo tras los excesos de la guerra contra el terrorismo desatada por Bush y continuada por Obama. Un muerto es un muerto, y debería valer lo mismo en Madrid, Faluya, Kandahar, Karachi, Mogadiscio, Beirut, Saná… o Boston. Sin embargo, estamos tan influidos por EE UU (su tecnología, su cine, su televisión, su literatura, su economía) que llegamos a sentir como más cercano un atentado con tres muertos en Boston que otro con cien en Bagdad. Somos víctimas de esta invasión, y culpables por no defendernos de ella.

3.- Estados Unidos es la superpotencia predominante, y su poderío militar le garantiza que lo será aún mucho tiempo, pero la forma en que ejerce su poder, basada más en la fuerza que en la convicción, le ha ganado innumerables enemigos. En la nómina externa hay fuerzas tan distantes como Corea del Norte y Al Qaeda. Cuantos más y peores, mayor el riesgo de ser atacado, incluso en territorio propio. Los norteamericanos deben ser conscientes de ese peligro, y de las políticas que hay en su origen.

4.- Pese a los últimos acontecimientos en Boston, aún no hay pruebas concluyentes de que el atentado sea obra del terrorismo islamista. Precisamente por ello, y por las tremendas tensiones que sufre la sociedad de EE UU, no se puede excluir de la relación de sospechosos habituales a norteamericanos fanáticos de la cultura de las armas, justicieros desequilibrados a los que un día se les cruzan los cables, ultraderechistas convencidos de que Obama es un peligroso comunista, vengadores que matan para conjurar su frustración contra un sistema que les excluye o pirados en busca de una fama segura e inmediata..

5.- Cualquier manifestación de xenofobia contra árabes y musulmanes residentes en el país sería injustificable y debería ser combatida por Obama con más energía incluso que la que promete emplear para descubrir y castigar a los culpables allá donde se encuentren.

6.- Obama ha dicho: “Cuando se usa una bomba contra un civil inocente es un acto terrorista”. De acuerdo, pero debería comprender que mucha gente asume fuera de EE UU esta otra versión de la misma frase: “Es un acto terrorista, aunque se decida en la Casa Blanca, lanzar una bomba en territorio soberano de un país extranjero para ejecutar a un supuesto terrorista que ni ha sido detenido según lo establecido por la ley, ni ha sido sometido a juicio, ni ha dispuesto de las mínimas garantías de defensa. El acto resulta aún más atroz si hay víctimas colaterales, es decir civiles inocentes muertos o heridos”.

7.- Aunque se demostrase que los culpables de la matanza de Boston son militantes de una organización terrorista internacional, y se sospechase que ésta tiene el respaldo de algún país enemigo, la respuesta debería ajustarse a derecho, ser proporcional y no dar pie a otra guerra ni a una extensión de los frentes ya abiertos. No hay que echar gasolina al fuego.

8.- Pese a su Nobel de la Paz y a la retirada de Irak, Obama tiene su propia guerra, en parte heredada de Bush, sobre todo en la región Af-Pak (Afganistán-Pakistán), pero ampliada gracias a las facilidades y limitación de riesgos que supone el uso extensivo de los drones, aviones sin piloto. Para quienes la sufren, se trata de una guerra tan terrorista como para el presidente norteamericano lo es el atentado de Boston.

9.- El despliegue de cámaras de seguridad y el uso extensivo de teléfonos inteligentes y otros artilugios tecnológicos facilitan en casos como éste la búsqueda de pistas, pero el periodismo instantáneo, la proliferación de detectives improvisados y el uso extensivo de las redes sociales entrañan un grave riesgo de injustas y alarmantes persecuciones de ciudadanos inocentes. Cabe abrigar la misma preocupación respecto a la difusión por el FBI de las imágenes poco nítidas de dos sospechosos y el llamamiento a la colaboración pública para identificarlos.

10.- Los medios de comunicación deberían ofrecer una respuesta ajustada a la gravedad e importancia real de los hechos. El exagerado despliegue informativo contribuye a perpetuar un modelo de dominación que magnifica cualquier noticia que afecte a EE UU y minimiza hasta la irrelevancia tragedias de mayor magnitud que afectan a las zonas más deprimidas y conflictivas del planeta. Admito que, con este artículo, incurro en parte en el error que critico. Me disculpo por ello.

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