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Para mí, esos tiempos de violencia y de incertidumbre habían acabado por conciliar lo que durante mucho tiempo había considerado irreconciliable: el nacionalismo heredado de mi abuelo y el socialismo un poco inocente de mi padre. Unión de dos verdades sencillas que se habían opuesto durante demasiado tiempo: el derecho de Francia se confundía ahora con los derechos del hombre, y el amor por la patria con el amor por la libertad. Y no sólo para mí. Una tarde en que tuve que permanecer acostado debido a una fiebre muy alta que me aquejaba, entraron en mi habitación dos reclutas con uniforme de cazadores y a la espalda unas mochilas inverosímiles, más altas que ellos. Uno era bajito, delgaducho y lampiño. El otro alto, gordote, bigotudo. Laurel y Hardy. El gordo y el flaco. Escogieron dos camas vacías en un rincón del domirtorio, prosiguiendo lo que parecía ser una discusión interminable. Primero, secretitos que me llegaban en un lejano murmullo que no me impedía seguir dormitando. Después, voces, bromas, risas. Recuerdos de la campaña de Noruega. De las jugarretas que le gastaron a intendencia. Los trucos para mejorar el rancho. Los recuerdos de la vida de paisano, de sus amores. Laurel debía de ser librero en París. Hardy debía de trabajar en una fábrica en Charenton. Después volvieron a hablarse en voz baja. Sólo conseguía oír palabras sueltas. Palabras...Fascistas...Traidores...Moscú...Resoluciones contradictorias...Stalin intenta introducir el nacionalismo.....Ejército soviético...Yo agudizaba el oído. Afiliados ambos al partido comunista, dudaban en alistarse con De Gaulle. ¿Qué se sabe de él, de ese aristócrata arribista, candidato a César?¿Cómo hacer que los camaradas no nos tomen por unos traidores, por unos revisionistas, por unos bujarinianos? Y luchar contra Hitler, ¿no será en algún sentido luchar contra su aliado soviético? ¡A la mierda! Los nazis están en París y los fascistas en Niza. ¿De qué nos sirve volver a Francia bajo la dominación nazi y con un partido comunista disuelto, diseminado en la clandestinidad? Y además, tarde o temprano la URSS entrará en la liza para aplastar la Alemania nazi. Los trabajadores tienen el deber de rechazar el armisticio, de combatir a Hitler. Estén donde estén, tienen que considerarse a sí mismo unos combatientes. Y la derrota de las fuerzas fascistas será la victoria del proletariado.
Sin dirigentes, sin ligazón con un aparato dispersado a los cuatro vientos de la persecución y de la derrota, aquellos militantes estaban obligados a tomar solos un decisión, a inventarse solos una línea de acción acorde con su creencia, a forjarse por sí solos una plataforma ideológica nueva. Ante la realidad de la guerra, se borraba provisionalmente la abstracción de las consignas. Ante la lucha contra la dictadura nazi, la lucha a favor de la dictadura del proletariado. Aunque el partido fue pacifista hasta el ataque de Hitler contra la Rusia soviética, de este modo, y desde julio de 1940, hubo comunistas tanto en las Fuerzas Francesas Libres como en la Resistencia.
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La Estatua Interior
François Jacob
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