La “obra social de la PAH”, como han denominado desde la plataforma a estas acciones que ya se están gestando en varias ciudades, es una opción “de supervivencia ante la falta de salidas políticas y el colapso judicial”. Según las estadísticas del sector financiero, habría alrededor de un millón de viviendas vacías en manos de la banca. Una acción tipificada como delito en el Código Penal, pero cuya legitimidad Colau no ha dudado ni un momento en defender. “Entendemos que es legítimo recuperar esas viviendas y ponerlas a disposición de las familias”, apunta la portavoz de la PAH, al mismo tiempo que justifica esta campaña como una forma de “hacer efectivo el derecho a la vivienda ante una situación de emergencia y la inacción de los poderes públicos”.
La ocupación masiva de viviendas, de llevarse a cabo, se convertirá en un instrumento de presión para el denominado banco malo (Sareb). Y es que la intención de la PAH es “poner a disposición de los necesitados el parque de viviendas que éste ha comprado a los bancos para sanear sus balances financiados con deuda pública”. Para Colau, la existencia de viviendas vacías ni siquiera tiene sentido desde el punto de vista económico, pues “se generan desperfectos por abandono y los propietarios particulares tienen que correr con los gastos de comunidad que los bancos se niegan a pagar”.
La activista más mediática desde la Transición
La filósofa y miembro del Observatorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC), Ada Colau, ha pasado de ser una activista anónima a copar los platós televisivos de los canales generalistas en horario de prime time. Desde que se involucró en la defensa por el derecho a la vivienda digna, como miembro del colectivo V de Vivienda, han pasado ya siete años, pero no fue hasta su comparecencia en la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados, el pasado 5 de febrero, que se convirtió en un personaje público, “tanto para lo bueno como para lo malo”. Dos meses y medio que, reconoce, “han sido una auténtica locura”.
Su particular crónica de la “lucha colectiva” contra los desahucios, que ha transformado su vida y la de miles de personas afectadas, ha salido ahora a luz en el libro Sí se puede. Crónica de una pequeña gran victoria (Destino). Escrito mano a mano con el economista y padre de su hija, Adriá Alemany, pone el foco en la lucha sin cuartel que han mantenido hasta ahora, pero sin dejar de mirar al futuro. Especialmente, una vez que la plataforma ha decidido retirar simbólicamente la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) tramitada en el Congreso gracias a las firmas de más de 1,4 millones de ciudadanos y al cambio de posición, a última hora, de la mayoría parlamentaria.
La “pequeña gran victoria” de la PAH, ha gozado de una gran adhesión de la opinión pública que ningún movimiento social con vocación transformadora había conseguido antes, a excepción del Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC) al servicio militar obligatorio. A nivel de exposición mediática, solo Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, se había erigido antes como rostro mediático de una lucha ciudadana contra los poderes fácticos.
¿De movimiento social a partido político?
Una privilegiada situación que provoca numerosos rumores sobre la posibilidad de que Colau contemple la vía institucional para continuar su lucha. En Andalucía y Cataluña, activistas y abogados de la PAH están promoviendo ‘agrupaciones de electores’ para presentarse a las próximas citas electorales. ¿Apoya esta estrategia política y estaría dispuesta a liderarla en caso de que se lo pidiesen? “Me planteas un escenario tan hipotético que, la verdad, no sabría que responderte. Sin embargo, mi opinión personal es que la PAH, como tal, no debería convertirse en un partido político porque es un movimiento muy amplio, transversal, plural y con votantes de todos los partidos”.
Al margen de su opinión personal, Colau asegura que “la plataforma abrirá muy pronto un debate sobre la posibilidad de constituir o apoyar iniciativas partidistas porque muchos colectivos y miembros nos interpelan sobre ello”. Un debate que, intuye, “será largo y tedioso. No creo que se resuelva en dos días, por lo que no descarto que haya compañeros que decidan dejar la plataforma para experimentar la vía partidista al margen de la PAH. Sin embargo, estamos hablando del medio y largo plazo, por lo que no sé donde estará cada uno de nosotros. Yo, personalmente, intentaré estar donde sea más útil”.
Lo que sí tiene claro Colau es que vivimos en un sistema con “una democracia insuficiente que impide la participación política de la ciudadanía”. La falta de trasparencia, la endogamia de los partidos, la imposibilidad de presentar listas abiertas, la ley electoral que prima el bipartidismo y, en definitiva, la falta de vías para canalizar la participación ciudadana son algunos de elementos más negativos del sistema citados por Colau.
“Hay que recuperar la democracia de forma colectiva”
Precisamente estas deficiencias “han provocado una crisis institucional que se debe superar mediante un proceso constituyente para recuperar la democracia”. Dicho proceso, añade la portavoz de la PAH, debe configurarse colectivamente, con la participación de todo el mundo. Mientras tanto, los esfuerzos de Colau seguirán centrándose en la lucha desde los movimientos sociales porque “se ha demostrado que son más eficaces que los partidos para solucionar los problemas de la gente”.
Unas afirmaciones que sostiene en el hecho de que “ningún partido supo ver los problemas sociales ni denunciarlos como lo hizo la ciudadanía, ni tampoco supieron situar la deuda y las dificultades de acceso a la vivienda como las causas de la crisis”. Un liderazgo de los movimientos sociales que, en opinión de Colau, están impidiendo que se produzca un estallido social. “La PAH no solo ha canalizado la protesta de forma positiva, sino que ha dado soluciones, ayudando así a la gente a no desesperarse mediante la terapia colectiva”, explica.
Llegar a este punto no ha sido fácil para la portavoz de la PAH. Por el camino han quedado muchas lágrimas, acusaciones de terrorismo y nazismo o amenazas de muerte en las redes sociales a ella y a su familia. La propia delegada del Gobierno de Madrid, Cristina Cifuentes, acusó públicamente a Colau de “apoyar a grupos proetarras”, por lo que la presentará una denuncia en los juzgados, como tarde, “a finales de la próxima semana”. Pese a todo, la activista asegura: “No me van a amedrentar porque llevamos la razón y luchar por los derechos humanos no es opcional. Se trata de una obligación como ya ocurrió en otros momentos históricos”.
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