sábado, 27 de abril de 2013

“Lo dejo: trabajar hoy como profesor ya no tiene sentido”

“Lo dejo: trabajar hoy como profesor ya no tiene sentido”

“Con un profundo pesar debo comunicarles que me retiraré cuando termine este curso escolar, lo que pondrá fin a mis 27 años de servicio en el instituto de Westhill (Nueva York)”. Así iniciaba el profesor de Historia y Humanidades Gerald Conti una dura carta de renuncia que dirigió al director y a los miembros de la junta educativa del centro. La pérdida de calidad del sistema educativo norteamericano, “que ha descendido al puesto número 17 del ranking mundial”, así como las “draconianas” reformas del Gobierno Obama, que mercantilizan la educación relegando a un segundo plano la enseñanza en humanidades, son los principales reformas por las que Conti justifica su decisión. “Para mí ya no tiene sentido seguir trabajando como profesor”.

La crítica de este firme opositor a la lógica utilitarista y económica de la enseñanza, que según él se está promoviendo en EEUU, comenzó a recibir cientos de adhesiones desde el mismo momento en el que hizo pública la carta de renuncia a través de su cuenta personal en Facebook. Y es que Conti ya no es el único objetor al mandato del presidente norteamericano, quien pidió en un discurso dirigido a los profesores que “preparen al alumnado atendiendo a las exigencias de la nueva economía”. Un cambio en el paradigma educativo en el que la enseñanza girará en torno a las cuatro materias denominadas STEM, por sus siglas en inglés (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).

El profesor Conti tiene 62 años y ha ejercido la enseñanza desde los 22. Durante este tiempo, dice, “las clases de historia han sido mucho más que un simple trabajo, pues lo han sido todo en mi vida”. Su filosofía siempre se resumió con la frase del pedagogo John Dewey que corona una de las paredes de su despacho: “La educación no es preparación para la vida, la educación es la vida misma”.

La injerencia corporativa en la evaluación académica

Conti se vio obligado a traicionar sus principios desde que los legisladores “fallaron al vender a los alumnos a industrias privadas como Pearson Education”, en referencia a la empresa externa encargada de evaluar las pruebas académicas en varios centros públicos de la ciudad de Nueva York. Unas pruebas que no han estado exentas de críticas por parte del sindicato de profesores, que alegaban la presencia de numerosos errores de bulto que dificultaban a los maestros la realización de sus propios exámenes.


La “privatización de los exámenes”, que tiene como consecuencia la injerencia en los contenidos docentes, se ha experimentado en otros centros, como es el caso de algunos colegios de Seattle. Las llamadas MAP (Pruebas de Progreso Académico) se justificaron desde la administración como un método para evaluar el trabajo de los profesores. Sin embargo, el sindicato de maestros de Seattle las rechazó desde el primer momento y se negaron a realizarlas alegando “razones éticas y profesionales”.

La oposición a este tipo de pruebas tuvo su máxima expresión el pasado mes de febrero en Texas, donde unos 10.000 padres, profesores y estudiantes celebraron un congreso para posicionarse en su contra y exigir una mayor financiación para las escuelas públicas. Ahora, Conti se ha convertido en la primera “víctima” de la reforma que los sindicatos ya han convertido en mártir. Todo ello, a pesar de que el profesor tampoco ahorra críticas en su carta hacia los sindicatos: “Me han defraudado por no haber llevado a cabo una lucha mucho más eficaz y enérgica contra esta peligrosa y costosa debacle”.

Decadencia intelectual y moral

“La creatividad, la libertad de cátedra, la experimentación y la innovación en el aula están siendo sofocadas en un intento equivocado de arreglar algo que no está estropeado”, lamenta este profesor. Hasta ahora ha conseguido traicionarse lo menos posible a sí mismo compaginando sus clases de Historia en el instituto con la docencia en la facultad de Bellas Artes, donde huye de los encuadres utilitaristas. “Para mí la educación debe centrarse en lo cualitativo y no en lo cuantitativo. La docencia no deja de basarse en las relaciones personales y en fomentar la curiosidad de los estudiantes. Una visión que he tratado de llevar a la práctica durante toda mi carrera profesional”, apunta Conti.

La enseñanza en los institutos, añade resignado, “es más una cuestión de contabilidad económica que de cualquier otra cosa y me preocupa, por ejemplo, que en las clases de inglés no se vaya a estudiar literatura”. Los últimos pasos del sistema educativo norteamericano han dejado fuera de juego a este profesor que se niega a plegarse a los dictados del mercado laboral para preparar a sus estudiantes. El principal problema, según apuntaba el profesor a la prensa local, es que “las personas que están promoviendo las reformas docentes no saben nada sobre la educación”.

Sin esconder la tristeza por las causas que motivaron su decisión, Conti se despide alegando que “no dejo mi profesión, sino que ella me deja a mí porque ha dejado de existir”. Para luego vaticinar que, de seguir adelante con este tipo de reformas, se precipitará rápidamente una “decadencia intelectual y moral”.

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