martes, 3 de diciembre de 2013

La mirada del lenguado

  Mi ejemplo favorito de chapuza evolutiva es el diseño "picassiano" de los lenguados y afines. A diferencia de las rayas, parientes de los tiburones que se han ido aplanando dorsoventralmente hasta quedar con los ojos en lo alto de la cabeza, los peces planos del grupo de los lenguados, rodaballos, platijas y demás se han aplanado lateralmente, de manera que descansan en el fondo sobre un costado y no sobre el vientre. El problema para los ancestros de los lenguados era que en esta postura uno de los ojos quedaba mirando hacia abajo. La selección natural resolvió este incoveniente trasladando el ojo descolocado al otro lado de la cabeza. El resultado es que estos peces tienen ambos ojos en el mismo lado de la cara. Su ontogenia parece recapitular su filogenia. Cuando son alevines nadan cerca de la superficie y son perfectamente simétricos. Luego el cráneo comienza a deformarse y, a medida que crece el pez, uno de los ojos (depende de la especie) se va desplazando hacia la parte superior de la cabeza y luego al otro lado de la cara, momento en que el pez cambia a un modo de vida bentónico, permaneciendo la mayor parte del tiempo medio enterrado en el fondo arenoso.

  En su libro El relojero ciego, Richard Dawkins eligió este ejemplo para ilustrar la influencia de las ligaduras históricas en el proceso evolutivo. Ningún diseñador sensato hubiera creado semejante monstruosidad en una mesa de dibujo. Pero la evolución siempre parte de lo que hay. Los antepasados de las rayas eran tiburones, peces que no están comprimidos lateralmente sino, en todo caso algo aplanados dorsoventralmente. Así, cuando los ancestros de las rayas comenzaron a posarse en el fondo, fueron aplanándose progresivamente, representando cada forma intermedia una ligera mejora para su nuevo modo de vida bentónico, en lo que constituye un ejemplo "canónico" de evolución darwiniana. En cambio los antepasados de los lenguados eran peces complejos comprimidos lateralmente, con lo que el camino más corto para adoptar el mismo modo de vida que las rayas era tenderse de costado en el fondo.

  Hasta aquí muy bien, pero Dawkins continúa así: "En el hiperespacio genético, hay una trayectoria uniforme que conecta los antepasados de los peces óseos con los peces planos que descansaban sobre su costado y tenían el cráneo torcido. No hay una trayectoria uniforme que los conecte con los peces planos que descansaban sobre su vientre. En  teoría, esta trayectoria existe, pero pasa través de formas intermedias que no habrían tenido éxito -a corto plazo, que es lo que importa- si hubiesen llegado a existir". La concepción darwiniana clásica del proceso evolutivo exige que éste sea gradual, y que todas las formas intermedias estén lo bastante bien adaptadas para sobrevivir y reproducirse con éxito. Puedo entender que unos peces comprimidos lateralmente con ojos situados simétricamente a cada lado de la cara estén bien diseñados para su modo de vida nadador, como también lo están unos peces planos que viven tendidos sobre un costado y tienen los dos ojos en el lado de la cara que mira hacia arriba. Pero ¿en qué puede contribuir a la aptitud darwiniana un ojo un poco desplazado hacia la frente, pero no lo suficiente para evitar quedar debajo de la cabeza cuando el pez se tiende en la arena? Entre los ojos situados en posiciones simétricas y los ojos situados a un mismo lado de la cara hay un salto cuántico adaptativo que no puede rellenarse con una ganancia gradual de aptitud. Así pues, la evolución del lenguado parece comprometer el gradualismo estricto del darwinismo clásico, que contempla el cambio evolutivo como continuo y uniforme. Ahora bien, ¿hasta qué punto este y otros casos de cambios evolutivos discontinuos comprometen la primacía de la selección natural como fuerza evolutiva creadora?

El azar creador
Ambrosio García Leal

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