El fotógrafo Brian McCarty
realizó una conmovedora serie de imágenes en colaboración con el Centro
Infantil Spafford, en Jerusalén: titulada, con gran fortuna, WAR-TOYS,
las imágenes fueron realizadas utilizando como storyboard los dibujos
que niños israelíes y palestinos realizaron como parte de una terapia
lúdica para superar el impacto que la guerra dejó en sus jóvenes vidas.
Y es que, como dice McCarty, “jugar
puede ser un mecanismo para sanar”. Al ver que una niña dibujaba con sus
crayolas un enorme charco de sangre alrededor de un cuerpo, McCarty
pensó que esta mirada infantil hacia los conflictos armados podría
servir para mostrar un lado de la guerra que el fotoperiodismo suele
tocar de manera oblicua, y que no forma parte de los sangrientos
titulares de nuestros días: la percepción de la inseguridad y la
violencia en la que miles de niños crecen en las zonas de conflicto
alrededor del mundo.
McCarty utilizó juguetes comprados en
Palestina e Israel para este trabajo, además de contar con la
colaboración de los niños para dirigir el montaje. El resultado es una
visión “a ras del suelo” de la violencia extrema: la mirada de un niño
jugando está más cerca del piso, ahí donde coloca sus juguetes, y donde
los ve desbaratarse al igual que los edificios de sus ciudades de origen
bajo el fuego del cielo.
Estas imágenes permiten crear una
distancia entre el espectador como víctima y el contexto de violencia a
través de una prótesis “neutral”: la neutralidad del juguete, en su
presencia asociada con lo lúdico e infantil, se reconfigura para mostrar
aspectos poco frecuentados por el arte y el periodismo: la manera, por
ejemplo, en que desde muy pequeños, los niños aprenden que “la persona
que me dispara es el ‘malo’. Eso son ‘ellos’”, el Otro-adulto, “no
importa de qué lado de la frontera esté.” Y es que el proyecto buscó
también retratar las dos partes del conflicto en la franja de Gaza,
buscando ser lo más neutral posible.
Parafraseando al recientemente fallecido
Nelson Mandela, el odio es algo que debe aprenderse, pues nadie nace
odiando: la noción de enemigo puede ser construida y promovida también a
través de los juguetes mediante los cuales los niños aprenden cómo
opera el mundo. Un recordatorio muy propicio para la inminente temporada
navideña: los juguetes forman parte de la manera en que los niños
entienden el mundo, ¿pero qué mundo deseamos hacerles entender?
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