martes, 24 de diciembre de 2013

Alan Turing recibe el indulto póstumo

La figura clave en el bando británico de la Segunda Guerra Mundial y el visionario de la informática fue condenado a la castración química por ser homosexual



Gran Bretaña ha concedido este martes el tardío perdón a una de las figuras más relevantes de su historia contemporánea. La misma nación a la que el brillante matemático cedió sus conocimientos algorítmicos, le devolvió el "favor" condenándole en 1952 a la castración química por admitir su homosexualidad. Casi seis décadas después de su enigmática muerte -y con un esfuerzo desmesurado por parte del secretario de Justicia, Chris Grayling- se le ha concedido el indulto en virtud de prerrogativa real otorgada por la reina Isabel II.

Su cooperación, decisiva para la victoria británica, en la Segunda Guerra Mundial o las bases que dejó en su legado en favor de la investigación informática, no le salvaron de una sociedad opresiva y homófoba que no dudó en sentenciar a uno de sus héroes nacionales por "atentado contra la moral pública".

La vida privada del genio ha resultado ser un quebradero de cabeza para los historiadores hasta sus últimos días. El cianuro y su temprana edad fueron las dos claves de una muerte que alimentó todo tipo de hipótesis shakesperianas. En 1954, con 41 años, moría envenenado por una manzana cayendo en la broma macabra del destino de quien siempre había admitido que Blancanieves y los siete enanitos era su cuento preferido. Accidente o suicidio, su trágico final llegó dos años después de que el gobierno británico le diese un ultimatum: o la cárcel o inyecciones de estrógeno.

Un perdón no recíproco
El moimiento para restaurar la imagen de Turing culminó cuando se presentó una moción en la Cámara de los Lores para oficializar el indulto, promovida por el barón John Sharkey. Finalmente, el martes la reina Isabel II emitió el indulto al amparo de la Real Prerrogativa de Misericordia, tras ser demandado por el actual ministro de Justicia, Chris Grayling. "Turing se merece ser recordado y reconocido por su fantástica aportación a los esfuerzos de guerra y por su legado a la ciencia. Un indulto de la Reina es un tributo adecuado para un hombre excepcional", indicó el político británico.

En 2009, el entonces Primer Ministro, Gordon Brown presentó sus excusas admitiendo que Alan Turing había sido tratado de forma "horrible". Disculpas que llegan a destiempo y que se suman a los reconocimientos insustanciales a quien ya no puede agradecerlos, ni perdonarlos.

Los científicos a una
"Una computadora puede ser llamada inteligente si logra engañar a una persona haciéndole creer que es un humano", decía Turing, quien consiguió en 1936 establecer el primer modelo teórico de inteligencia artificial en las máquinas. Pero su figura quedaría eternamente ligada a los algoritmos cuando fue reclutado por los servicios de inteligencia británicos para descodificar las señales secretas del ejército nazi. Bletchley Park fue su parque de recreo, en el que dejaría una huella imborrable de genialidad al diseñar la "bomba" que desmontaría las Enigma alemanas. Tras juzgar el "fallo grave en su carácter", las autoridades le obligaron a abandonar el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno ( GCHQ, centro de escuchas).

El visionario matemático dejó una herencia clave para el desarrollo de la ciencia, la Inteligencia Artificial e incluso de la medicina regenerativa. En el centenario de su nacimiento, la comunidad científica y Stephen Hawking se sumaron a una denuncia conjunta abanderando su memoria y exigiendo a David Cameron el perdón formal para Alan Turing, a través de una carta en el Daily Telegraph.

El mensaje emitido por Hawking y otros diez científicos cuenta con firmas como la del astrónomo real Martin Rees o Paul Nurse, responsable de la Royal Society. El entonces ministro de Justicia, Tom McNally, consideró que el perdón " no es apropiado ya que Turing fue propiamente condenado por lo que en esa época era un delito criminal".

El indulto real llega con la intención de vendar las heridas de uno de los episodios más bochornosos de la historia británica, en la que los verdaderos héroes son los más de 50.000 hombres que fueron víctimas de estas prácticas medievales por su orientación sexual.


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