El papa Francisco posa junto a los obispos chilenos en el Vaticano. REUTERS/OSSERVATORE ROMANO |
Los 34 miembros de la conferencia Episcopal de
Chile que se han reunido con el Papa esta semana en el Vaticano han
puesto su cargo a disposición del pontífice para que los cese si así lo
considera necesario tras el escándalo de abusos sexuales y encubrimiento
que ha protagonizado la Iglesia Católica en este país.
Los obispos han leído un comunicado en nombre de la
Conferencia Episcopal de Chile en el que han detallado que un documento
entregado por el Pontífice "indica con claridad una serie de hechos absolutamente reprobables que han ocurrido en la Iglesia chilena".
De esta manera, han reconocido que se trata de
"inaceptables abusos de poder, de conciencia y sexuales, y que han
llevado a que haya disminuido el vigor profético que lo caracterizaba".
En este contexto, aseguran que "fue madurando la idea" de que para estar
en mayor sintonía con la voluntad del Papa, era conveniente declarar
"su más absoluta disponibilidad" para poner sus cargos pastorales en las
manos del Papa".
El gesto de renuncia ha sido definido como
"colegial y solidario" para asumir los "graves hechos ocurridos" y se ha
presentado por escrito. "Así él podrá, en las siguientes semanas,
decidir si acepta o rechaza lo que hemos señalado", concluye el
documento.
El Papa podría decidir en los próximos días qué
obispos de Chile serán cesados de su cargo por sus implicaciones en los
casos de abusos. La suspensión podría tener carácter inmediato o podría
entrar en vigor cuando el Pontífice nombre un sustituto.
Francisco convocó a los obispos después de haber
constatado que fue mal informado respecto al obispo de la diócesis de
Osorno, Juan Barros, a quien acusan de que sabía que el cura Fernando
Karadima abusó durante años de menores. El papa, que hizo obispo de
Osorno a Barros, le defendió públicamente en varias ocasiones, también
durante su viaje a Chile, e incluso rechazó su renuncia hasta dos veces
convencido de su inocencia a pesar de la insistencia de las víctimas
sobre que era un encubridor. Pero a su vuelta del viaje a Chile mandó
realizar un informe, efectuado por el arzobispo maltés Charles Scicluna,
sobre los abusos cometidos por el clero en Chile y decidió convocar a
los obispos, así como reunirse con tres víctimas para pedirles perdón.
El Papa siente "vergüenza"
En este documento privado —que entregó el pasado martes a los 34 obispos chilenos—, el Papa ha denunciado la falta de transparencia
de la Iglesia chilena en la gestión de los casos de abusos sexuales al
constatar que hubo "destrucción de documentos comprometedores" por parte
de encargados de archivos eclesiásticos.
"Mis enviados han podido confirmar que algunos
religiosos expulsados de su orden a causa de la inmoralidad de su
conducta y tras haberse minimizado la absoluta gravedad de sus hechos
delictivos atribuyéndolos a simple debilidad o falta moral, habrían sido
acogidos en otras diócesis e incluso, en modo más que imprudente, se
les habrían confiado cargos diocesanos o parroquiales que implican un
contacto cotidiano y directo con menores de edad", expresa el pontífice.
En la misiva, añade que la investigación demuestra que existen "graves defectos" en el modo de gestionar
los casos de 'delicta graviora' (delitos más graves) que corroboran
"algunos datos preocupantes" que comenzaron a saberse en algunos
Dicasterios romanos. "Especialmente en el modo de recibir las denuncias o
'notitae criminis', pues en no pocos casos han sido calificados muy
superficialmente como inverosímiles lo que eran graves indicios de un
efectivo delito", reprocha.
El pontífice dice sentir "vergüenza" por las
declaraciones que "certifican presiones ejercidas sobre aquellos que
debían llevar adelante la instrucción de los procesos penales o incluso
la destrucción de documentos comprometedores por parte de encargados de
archivos eclesiásticos, evidenciando así una absoluta falta de respeto
por el procedimiento canónico y, más aún, unas prácticas reprobables que
deberán ser evitadas en el futuro".
Francisco se refiere en este pasaje al informe que
le entregó el enviado especial a Chile, el arzobispo de Malta Charles
Scicluna, en el que se recopilan antecedentes sobre las denuncias de
encubrimiento en contra del obispo de Osorno, Juan Barros, en el marco
de las acusaciones de abuso sexual del sacerdote Fernando Karadima.
En el texto de diez páginas, Francisco apunta a que
se pudo constatar también "la existencia de presuntos delitos
investigados solo a destiempo o incluso nunca investigados, con el
consiguiente escándalo para los denunciantes y para todos aquellos que
conocían las presuntas víctimas, familias, amigos, comunidades
parroquiales".
"En otros casos, se ha constatado la existencia de
gravísimas negligencias en la protección de los niños/as y de los
niños/as vulnerables por parte de los Obispos y Superiores religiosos,
de los cuales tienen una especial responsabilidad en la tarea de
proteger al pueblo de Dios", añade.
En esta misma línea, el Papa señala que "para poder
corroborar que el problema no pertenece a solo un grupo de personas, en
el caso de muchos abusadores se detectaron ya graves problemas en ellos
en su etapa de formación en el seminario o noviciado". "De hecho,
constan en las actas de la 'Misión especial' graves acusaciones contra
algunos Obispos o Superiores que habrían confiado dichas instituciones
educativas a sacerdotes sospechosos de homosexualidad activa",
especifica.
El Pontífice, que comenzó sus reuniones con los 34
obispos chilenos que viajaron a Roma (Italia), el pasado martes destaca
que es necesario "ir más allá" de la privación de cargo a personas para
solucionar la crisis.
"Los problemas que hoy se viven dentro de la
comunidad eclesial no se solucionan solamente abordando los casos
concretos y reduciéndolos a remoción de personas; esto -y lo digo
claramente- hay que hacerlo, pero no es suficiente, hay que ir
más allá. Sería irresponsable de nuestra parte no ahondar en buscar las
raíces y las estructuras que permitieron que estos acontecimientos
concretos se sucedieran y perpetuasen", apunta el Papa.
Además de las críticas, Francisco abre la puerta a
cómo solucionar la crisis en la que está inmersa la Iglesia chilena: "Es
urgente abordar y buscar reparar en el corto, mediano y largo plazo
este escándalo para restablecer la justicia y la comunión".
"Confesar el pecado es necesario, buscar remediarlo
es urgente, conocer las raíces del mismo es sabiduría para el
presente-futuro. Sería grave omisión de nuestra parte no ahondar en las
raíces. Es más, creer que sólo la remoción de las personas, sin más,
generaría la salud del cuerpo es una gran falacia. No hay duda que
ayudaría y es necesario hacerlo, pero repito, no alcanza", sentencia.
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