El comienzo es suave, angelical, con una música deliciosa y un coro que anima a bailar. Hasta que empieza la historia de verdad y ya no hay descanso.
Un arma, un disparo en la nuca y alguien recoge la pistola de manos de Glover (AKA Childish Gambino) para guardarla con cuidado en un pañuelo. Porque en esta historia las armas merecen más respeto que las vidas de los seres humanos. This is America.
Lo mismo cuando un coro de gospel, el símbolo perfecto de la religiosidad negra, es abatido con una ráfaga de un kalashnikov. Una imagen comparada de inmediato con la matanza de la iglesia de Charleston, Carolina del Sur, en 2015. O también con todas las guerras, donde la primera víctima es la población civil.
Conviene verlo más de una vez, varias veces, porque una de sus claves es lo que ocurre en la parte posterior del plano. Por detrás de los bailes y el cantante, a veces de forma evidente, otras no tanto, se produce la vida real. Coches ardiendo, disturbios, policías, la violencia que atrapa los titulares durante un breve tiempo. La pregunta que se plantea sobre la responsabilidad de la audiencia y de los propios artistas negros es si esa música, esa excelencia artística (“watch me move”), sirve fundamentalmente para que nos olvidemos de lo otro.
Móviles rodando desde las alturas con los que suministrar la ración imprescindible de imágenes para denunciar lo que ocurre o simplemente porque eso también forma parte del espectáculo. Un caballo blanco al galope que podría ser el primer jinete del Apocalipsis o un miembro del Ku Klux Klan (el jinete lleva una capucha). La escena final, con Glover huyendo aterrorizado entre las sombras y perseguido por un grupo de blancos, también relacionado rápidamente con la película ‘Get Out’ (The Sunken Place, allí donde los gritos de los negros no son escuchados).
Sí, hay que verlo más de una vez.
Fuente: http://www.guerraeterna.com/this-is-america-cuatro-minutos-para-mostrar-a-eeuu-su-rostro-violento/
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