martes, 6 de agosto de 2013

Los tesoros naturales que Napoleón descubrió en Egipto

Murciélagos 

Un agosto de hace poco más de dos siglos, un grupo de hombres extraordinarios se reunía en el salón del harén de un mameluco exiliado, en El Cairo. Su objetivo era fundar el Instituto de Egipto, a semejanza del renombrado Instituto de Francia, una distinguida institución académica de la que formaban parte la mayoría de los allí convocados. Uno de ellos era Napoleón Bonaparte que, en una de sus importantes muestras de afecto por la ciencia, decidió acompañarse por más de 160 naturalistas, matemáticos, arqueólogos y otros hombres de ciencia al embarcar con 400 naves y 44.000 soldados hacia su conocida campaña egipcia. Napoleón tenía por bandera la Ilustración y defendía la labor de esos filósofos que habían reventado el pensamiento del Antiguo Régimen. Embarcando a esos intelectuales en 1798, comenzaba una de las aventuras científicas más apasionantes y productivas de la historia.

Anatomía

Durante tres años, esos científicos realizaron una pormenorizada descripción de los legados artísticos, arquitectónicos y políticos de Egipto. Pero también de su rica historia natural, descubriendo numerosas especies y describiendo animales y plantas de todo tipo. En esa campaña se descubriría la decisiva Piedra de Rosetta, por ejemplo. En 1801 tuvieron que regresar a Francia, derrotados, pero con una importante colección de tesoros y hallazgos en sus bodegas. Nada más llegar, Napoleón ordenaría recopilar y publicar toda esa información, empapado como estaba por el espíritu de los enciclopedistas, fundando la egiptología moderna. Así nació la Description de l’Égypte, una serie monumental de libros que se editarían entre 1809 y 1829.

Y precisamente hace 200 años, en 1813, terminaba de compilarse la primera edición dedicada a la Historia Natural, a su fauna y su flora, que quedó tan magníficamente retratada como muestran las láminas de esta galería. Porque los científicos iban acompañados de numerosos artistas que supieron reflejar fielmente esos tesoros en más de 900 láminas. Hace un par de años, Christie’s subastó una colección de los 23 tomos originales: se vendió por más de un millón de euros. Afortunadamente, su digitalización nos permite disfrutar en internet de este legado científico.


Carnero y muflón
 

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