sábado, 3 de agosto de 2013

«Necesitamos un techo para vivir»


«Estamos apartados, y el apartheid es un crimen contra la humanidad»

Barcelona, 3 de agosto de 2013.- «Soy licenciado en química. También soy artista. Y me están tratando como a un criminal. Fui a hablar con los servicios sociales, pero me echaron como a un criminal». Se llama Ibrahima. Y le han dejado sin casa, como al resto de los inmigrantes que fueron desalojados de las naves de Puigcerdà y Pere IV el día 24 de julio en Poblenou. «Nos han dividido: en la nave nos podíamos ayudar entre nosotros pero ahora estamos divididos». Además de no cumplir sus promesas (lugares en los que vivir y programas de formación e inserción laboral), el ayuntamiento de Barcelona está creando división y desconfianza entre ellos. Esto es, entre otras cosas, lo que estuvo explicando Ibrahima ayer por la tarde en el Espacio Inmigrante. Lo dijo muy claro: no quieren vivir en albergues, ni la situación en las pensiones es la solución: «Necesitamos un techo en el que comer, dormir, trabajar. Queremos un techo para vivir. Antes de desalojarnos, deberían haber habilitado un nuevo espacio»

Ibrahima explicó que son aproximadamente un centenar de compañeros desalojados que ahora mismo están durmiendo en la calle, algunos en los alrededores de las naves desalojadas y de la iglesia que ocuparon un grupo de 70 personas el día del desalojo. «La mayoría no tienen ni para comer, están sufriendo mucho. Esto debe frenarse ya». Y eso es lo que han pedido repetidamente al ayuntamiento: ayuda, una respuesta rápida. «Se están tramitando también los papeles de algunos compañeros, entendemos que este proceso es lento, aunque nos dijeron —la Generalitat—que los tendríamos arreglados en 24 horas». Muchos fueron los que se pusieron en marcha para regularizar su situación, y de momento tienen citas para dentro de un mes. El alcalde Trias les prometió hablar con Delegación del Gobierno; ellos también se reunieron con el Delegado. Y la Asamblea Social les está ayudando con los trámites burocráticos. «Pero lo entendemos, tramitar estos papeles necesita un tiempo. Lo urgente, ahora, es un espacio en el que poder vivir». Ibrahima estuvo en la reunión que se celebró con el ayuntamiento tras el desalojo de las naves, y en su opinión no se está cumpliendo nada de lo que allí se dijo por parte de Trias. «Todos están ahora de vacaciones, les llamamos y no nos responden. No podemos permitir más sufrimientos, solo quieren escondernos». Denuncia que les han desalojado y ahora se lavan las manos. «Pero vamos a seguir presionando. Nos están utilizando políticamente, la dispersión ha sido una herramienta política»

Muchos de ellos lo han perdido todo. Llevaban dos años viviendo en las naves, era su casa, y allí guardaban también todas sus pertenencias. Pero el desalojo les despojó de todo. «Llegaron a las 5 de la madrugada y muchos no pudieron sacar sus cosas. Algunas se las llevaron los servicios del ayuntamiento de Barcelona, pero no sabemos dónde están». Trabajo y apoyo grupal, eso también lo han perdido tras el desalojo, porque se han dispersado. «Hace años que pedimos una cooperativa integral, que incluya a todos, no solamente a chatarreros: también artistas, músicos… A todos. Pero hace un año y medio nos dijeron que no»

Hay casi cien personas durmiendo en la calle. Curiosamente, la familia dueña de una de las naves gestiona una fundación de ayuda en África: la Fundación Privada Maite Iglesias Baciana. «Nunca han querido hablar con nosotros, nunca. Dicen que ayudan económicamente en Etiopía pero yo creo que están blanqueando dinero». Explica Ibrahima que el día del desalojo, los dueños estaban junto a los jefes de policía y los funcionarios del ayuntamiento.

Necesitan ayuda. Los lunes, martes y miércoles, entre las 17.00 y las 19.00 horas, tienen un punto de información en el Ateneu Flor de Maig, en la calle Dr. Trueta, 195. También se puede contactar con ellos a través de la Asamblea Social.

Necesitan ayuda. «También trabajamos para dar de comer a nuestras familias en África». Muchos de ellos se están planteando regresar a su país; no porque quieran, sino porque la situación se ha vuelto muy difícil. «Lo más urgente es encontrar un espacio y que no haya nadie en la calle. Son personas, no hacen daño a nadie, solo quieren trabajar»

Son personas. Y necesitan ayuda. Necesitan un techo para vivir.

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