“Las decisiones que tomé en 2010 lo fueron por la preocupación que sentía por mi país y el mundo en que vivimos. Desde los trágicos acontecimientos del 11S, nuestro país ha estado en guerra. Estamos en guerra contra un enemigo que eligió no enfrentarse a nosotros en un campo de batalla tradicional, y debido a este hecho hemos tenido que cambiar nuestros métodos de combatir los riesgos que afrontamos nosotros y nuestro estilo de vida.
Al principio, yo estaba de acuerdo con estos métodos y me presenté como voluntario para defender a mi país. Hasta que estuve en Irak donde leía cada día los informes militares secretos, no comencé a cuestionarme la moralidad de lo que estábamos haciendo. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que en nuestros intentos de afrontar los riesgos que suponía el enemigo habíamos olvidado nuestra humanidad. Elegimos conscientemente devaluar la vida humana tanto en Irak como en Afganistán. Cuando atacábamos a aquellos a los que considerábamos el enemigo, a veces matábamos a civiles inocentes. Siempre que matábamos a civiles inocentes, en vez de aceptar nuestra responsabilidad, preferíamos escondernos tras el velo de la seguridad nacional y la información secreta con el fin de evitar cualquier sentido de responsabilidad.
En nuestro celo por matar al enemigo, discutíamos internamente la definición de tortura. Recluimos a personas en Guantánamo sin derecho a un juicio justo. Inexplicablemente, ignoramos las torturas y ejecuciones del Gobierno iraquí. Y asumimos otras innumerables actuaciones en el nombre de la guerra contra el terror.
Nuestra nación ha pasado por momentos oscuros similares para la democracia, el Sendero de las Lágrimas, la decisión sobre Dred Scott, el McCarthyismo o los campos de internamiento de americanos de origen japonés, por nombrar unos pocos ejemplos. Estoy seguro de que muchos de nuestros actos posteriores al 11S serán visto del mismo modo algún día.
Como dijo una vez el ya fallecido Howard Zinn, “no existe la bandera lo bastante grande como para tapar el asesinato de gente inocente”.
Sé que mis actos violaron la ley y lamento si mis actos han dañado a alguien o a los Estados Unidos. Nunca fue mi intención hacer daño a nadie. Sólo quería ayudar a la gente. Cuando decidí revelar información secreta, lo hice por amor a mi país y por un sentido del deber hacia otras personas.
Si ustedes rechazan mi petición de perdón, cumpliré mi pena sabiendo que a veces hay que pagar un alto precio para poder vivir en una sociedad libre. Lo pagaré muy gustoso si sirve para que tengamos un país inspirado en la libertad y con la idea de que todos los hombres y mujeres nacen iguales.”
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Manning ha sido condenado a 35 años de prisión por entregar a Wikileaks centenares de miles de documentos secretos. El fiscal había solicitado una pena de 60 años. Descontado el tiempo que ya ha pasado en la cárcel más una ‘bonificación’ de 112 días por el abusos que sufrió en la base de Quantico, tendrá que cumplir al menos unos ocho años de prisión antes de poder solicitar la libertad condicional.
Gracias a Manning, la opinión pública recibió información nunca antes conocida sobre las relaciones exteriores de EEUU, a partir de los telegramas diplomáticos del Departamento de Estado, y pudo saber de la existencia de crímenes de guerra en Irak. El más conocido es el vídeo que Wikileaks llamó “Collateral Murder”.
Fuente: http://www.guerraeterna.com/a-veces-hay-que-pagar-un-alto-precio-para-poder-vivir-en-una-sociedad-libre/
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