miércoles, 28 de agosto de 2013

¿Será por esto que hay tantas prisas por bombardear Siria?

EEUU salió (presuntamente, al menos de cara a la galería), de la crisis mundial que ellos mismos provocaron, a base de monetizar deuda por medio de la FED (su banco central privado). Pero todo tiene un límite, y hasta regular para saltarse sus propios techos tiene un coste.

Ahora resulta que a pesar de haber puesto en circulación varios billones (europeos) nuevos de dólares en los últimos tres años, se han vuelto a quedar cortos, y la única manera de abrir el grifo cuando todo aconseja no hacerlo a pesar de la urgencia, es la habitual… la emergencia nacional de una nueva guerra.

Siempre tan humanitarios…

                          Ñoras y ñores, la bolsa no sólo cae por Siria… sino por algo más gordo


S. McCoy | El Confidencial | 27/08/2013

Es inevitable establecer una relación causa-efecto entre la preocupante deriva internacional del conflicto sirio -posible entrada en el mismo de las potencias aliadas y oposición frontal de Rusia- y la caída de los mercados financieros.

Sin embargo, la experiencia ha demostrado que, como regla general, los inversores en estos casos cumplen a rajatabla el sell the rumour, buy the facts y, si estos están a punto de producirse, como parece, en forma de ataque a la Libia, como parece, desgraciadamente para la mayoría de ellos no dejará de ser una oportunidad a corto plazo de beneficiarse de la evolución positiva (caso del petróleo, en máximos de cinco meses, o del oro, que lleva recuperado más de un 20% desde mínimos) o negativa (como sucede con la bolsa o la renta fija) de determinados activos.

Está por ver si no está pesando más en el ánimo de los agentes económicos la noticia que surgió a media tarde de ayer en Estados Unidos, coincidiendo con la comparecencia del secretario de Estado, John Kerry: el Tesoro anticipaba que el techo de deuda constitucional no se alcanzaría como antes se pensaba hacia finales de 2013, principios de 2014, sino a mitad de octubre de este año, es decir, dentro de apenas 50 días (el documento completo, aquí gentileza de Business Insider). De acuerdo con su mandamás, Jack Lew, a partir de esa fecha apenas quedarían 50.000 millones de dólares en el cerdito público, una cantidad insignificante para cubrir mínimamente las necesidades financieras del conjunto de la nación (WSJ, “US Treasury to hit debt limit by mid-october”, 26-08-2013).

De no llegarse a un acuerdo entre demócratas y republicanos para ampliarlo –actualmente se sitúa en los 16,7 billones de dólares- o para adoptar las medidas necesarias para reducir el gasto público –lo que invita siempre al oportunismo político (B.I., “Boehner on Debt Ceiling: ‘Whale of a fight’“, 27-08-2013)-, la ley obligaría al cajero del Gobierno de la primera potencia del mundo a suspender sus pagos corrientes de manera radical, incluidos salarios de funcionarios o pensiones de los jubilados (WSJ, “Ugly choices loom over Debt Clash”, 13-01-2013). Como en el pasado, la primera en verse afectada sería la confianza del consumidor.
 
Es evidente que, de producirse este hecho, cosa improbable pero posible, considerar a la deuda soberana estadounidense como activo sin riesgo sería casi ridículo. La desconfianza de los tenedores se multiplicaría, las ventas de bonos provocarían un repunte significativo de sus rentabilidades, afectando negativamente a la valoración del resto de los bienes financieros, como sucedió en julio de 2011. Lo que ha sucedido con las monedas emergentes sería un juego de niños comparado con lo que estaría por venir. Adiós, crecimiento mundial, adiós.

De momento, los operadores ya se han posicionado bajistas sobre losTreasuries pese a los malos datos de, por ejemplo, pedidos de bienes duraderos del lunes, que podrían conducir, de repetirse, a un retraso en la retirada de los estímulos monetarios por parte de la FED, el famoso tapering(así lo recoge Sober Look). Una Reserva Federal, por cierto, titular del 31,6% de los títulos públicos USA en circulación, sobre la que alguien se podría preguntar si el dólar fiduciario, no respaldado por patrón oro o similar alguno, vale para algo más que como servilleta al calor del riesgo asumido respecto a un emisor que se supone no es Zimbabwe (ZeroHedge, “Fed holdings reach 31,6% of all Treasury“, 24-08-2013). O sí. ¿Entienden ahora el tirón del metal precioso?

Por si fuera poco, el 30 de septiembre vence el año fiscal del Gobierno federal -que arrojará un bonito déficit de 600.000 millones, más madera- y, de momento, parece lejano un acuerdo presupuestario para el periodo 2013-14. Un hecho que provocaría, de manera independiente del techo de deuda, una paralización de buena parte de la Administración. Ya saben, las leyes en determinados países están para cumplirlas.

Todas las soluciones que se proponen localmente para paliar con ambas fechas límite son de corto plazo. Prorrogar el presupuesto en el deficitariostatu quo actual por dos o tres meses o volver a aumentar el techo de gasto tantas veces como sea necesario. No hay que olvidar que el anterior pacto, que data del verano de 2011, incluía una serie de congelaciones y recortes hasta 2021 que deberían haber dejado el tema encarrilado. Pero, 24 meses más tarde, la historia se repite. Si no fuera porque estamos hablando de Estados Unidos, sonaría a chiste.

O a cuento infantil. La situación recuerda mucho a la historia de Pedro y el lobo. Cuanto más se repiten las advertencias sobre la insostenibilidad de las finanzas públicas norteamericanas y menos consecuencias para el bolsillo de los inversores tienen, mayor es la confianza de estos y menor su disposición a atender a los agoreros (Business Insider, “The threat of debt ceiling crisis is over”, 27-08-2013). Hasta que llega la refinitiva. ¿Será esta?

Por cierto, interesante al calor de lo anterior: exactamente, ¿con qué dinero va a combatir Estados Unidos en Siria?

Pues eso.

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