En el momento actual, un nuevo concepto gana auge en las redes sociales y en los trabajos de los estudiosos de la política y el derecho: el fascismo social. Su creador es el sociólogo portugués Boaventura De Sousa Santos, que lo definió como un régimen social y civilizacional, una forma de fascismo pluralista que trivializa la democracia en favor de los intereses del sistema económico y sus grupos más favorecidos.
De Sousa define cuatro tipos de fascismo social. El primero, el fascismo del apartheid social, se caracteriza por la división de la ciudad en zonas salvajes y zonas civilizadas. El segundo, el fascismo contractual, es la expresión del abuso de posición dominante que ejerce el capital y se expresa gravemente con el florecimiento de los contratos mercantiles, que suponen el estadio final de la flexibilización. El tercero, el fascismo de la inseguridad, tiene que ver con la precariedad laboral y los múltiples riesgos para la salud que acompañan a ésta; los cuales generan en las trabajadoras y los trabajadores una fuerte ansiedad e incertidumbre. Y el cuarto, el fascismo financiero, parte de la lógica que controla los mercados financieros, una lógica de casino individualizado cuyas estrategias permean hacia instituciones como el Fondo Monetario Internacional o los bancos centrales.
El incremento de la desigualdad y la polarización social es el resultado de todas estas formas de fascismo social. Una crisis económica, social y política cuyas consecuencias marcarán nuestras vidas por muchos años.
Fuente: http://sociologianecesaria.blogspot.com.es/2013/07/fascismo-social.html?spref=fb
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