Gabrielle Deydier, autora de ‘No se nace gorda’./ Teresa Suárez |
A los 36 años,
Gabrielle Deydier vivía encerrada en su apartamento parisino, 13 metros
cuadrados con vistas a la escalera, 650€ al mes. Durante el invierno
dejó de pagar su alquiler debido a la falta de ingresos. Acababa de
dejar el último de sus trabajos por culpa del acoso que sufría por parte
de su jefa, que no soportaba que Gabrielle fuera obesa. Hundida en la
depresión, un día encuentra a los que serán sus futuros editores, que le
animan a contar su historia. Entonces, decidió escribir un libro:
“Pensé: voy a contar mi historia y voy a hacer una investigación
periodística en paralelo, así hablaré a la gente de algo que no
conocían, les explicaré qué es esto de la gordofobia, por qué es tan
duro ser gorda en Francia y todos los obstáculos a los que una se
enfrenta cada día”. En mayo de 2017 se lanza la primera edición de “No se nace gorda”, título en homenaje a Simone de Beauvoir y su “No se nace mujer, se llega a serlo”.
A los 16 años, Gabrielle vivía cerca de Nîmes y utilizaba una talla de
ropa más que sus compañeras, lo que le hacía sentir mal y la empujó a
acudir al doctor. Tras el diagnóstico erróneo de un nutricionista que le
recetó hormonas que no necesitaba y una severa dieta, ganó 60 kilos en 9
meses. Al provenir de una familia humilde, mantener el régimen era casi
imposible con sus recursos económicos. Además de los kilos, Gabrielle
se llevó de regalo un severo acné a causa de las hormonas y la
desregulación de sus hábitos alimentarios. “Yo no entendía qué pasaba,
no paraba de engordar y me crecía pelo donde no debía. Era muy violento y
me sentía fatal, un monstruo”. De golpe, a la vuelta al instituto el
año siguiente, empieza a sufrir acoso por parte de sus compañeros, de
sus profesores e incluso de la enfermera del centro. Poco a poco va
dejando los estudios, deja de ir a clase, repite curso y deja de salir
de casa.
Más de quince años y dos licenciaturas después, Cine y
Ciencias Políticas, Gabrielle sufre una discriminación tras otra, como
en las entrevistas de trabajo, donde nunca es seleccionada debido a su
físico. Entonces se muda a París y decide montar su propio medio de
comunicación en internet. Se trata de un blog de entrevistas a
personajes culturales. Por primera vez Gabrielle puede dedicarse al
periodismo, su sueño desde la adolescencia. “Elegí fotos de otras
mujeres como imágenes de mi perfil, no quería que nadie imaginara cómo
era porque ya sabía hasta qué punto corría el riesgo de ser
discriminada. Incluso inventé un equipo de redacción para el blog donde
había una jefa que enviaba siempre a las entrevistas a la chica en
prácticas, y esa era yo”. Como con el blog no podía mantenerse, encontró
trabajo como asistente de una profesora en un colegio para niños con
necesidades especiales. La profesora la acosaba: “Nada más llegar me
miró de arriba abajo y dijo que la cosa no iba a funcionar”. Al final
cogió la baja y comenzó, tal y cómo ella lo define, “un largo periodo de
decadencia financiera, física y moral”. Es entonces cuando deja de
pagar su alquiler y empieza a escribir sus memorias.
Una discriminación sistémica al descubierto
No se nace gorda’ ya ha vendido más de 4.500 ejemplares y será traducido al inglés./ T.S. |
¿Y si se suma otro
factor de discriminación? Ser gorda y ser mujer, gordofobia y
patriarcado. No son sólo los comentarios constantes en el espacio
público a los que se ve expuesta la mujer gorda debido al culto a la
imagen. A la hora de acudir al médico las mujeres con sobrepeso tienden a
ser maltratadas sistemáticamente. El recurso a la cirugía bariátrica,
una operación consistente en extirpar una inmensa parte del estómago
para reducir drásticamente la ingesta de comida y por tanto el peso, se
ha multiplicado por cuatro en los últimos diez años. A día de hoy se
realizan 50.000 operaciones en Francia cada año, de las cuales el 80% de
las operadas son mujeres, y esto a pesar de que el porcentaje de
obesidad en hombres y mujeres es similar, según un artículo de Jean
Gugenheim, cirujano y presidente de la Sociedad francesa de Cirugía de
la Obesidad. Deydier ha reflexionado mucho en su libro sobre esta
operación: el escaso éxito que tiene al largo plazo, el abandono del
seguimiento a los pacientes, la tasa de suicidios que se dispara al
doble tras la operación y la nula información que ofrecen los
profesionales de la salud sobre estas cuestiones a sus pacientes. En una
sociedad donde las mujeres viven permanentemente presionadas en
relación a su aspecto, la cirugía es vendida como única y mágica
solución.
‘No se nace gorda’ ya
ha vendido más de 4.500 ejemplares y pronto será traducido al inglés, y
aunque para el español aún no hay traductores, el eco mediático
internacional ya ha llevado la historia de Gabrielle a dar la vuelta al
mundo. “Los periodistas internacionales están muy interesados en mí, me
parece que es porque rompo radicalmente con el estereotipo de la
parisina, extremadamente delgada y siempre a la ultima moda”. La
publicación de su libro ha supuesto que en Francia se abriera el melón
de la gordofobia, que desde entonces ha llamado la atención de los
medios de comunicación e incluso de algunos políticos. Para Gabrielle ha
supuesto no sólo la recuperación de la confianza en sí misma, sino
también el reconocimiento a su trabajo y la posibilidad de escapar del
círculo de discriminación laboral. Con este libro se abre en su carrera
periodística un ciclo que, según ella, durará dos o tres años: “Ahora
estoy preparando un documental y una novela de ficción sobre la misma
temática, pero no quiero ser ‘Madame gordofobia’ toda mi vida”, ironiza.
La grasa es política
Eva Pérez y Daria Marx, fundadoras del colectivo Gras Politique./ T.S. |
“La cuestión política
detrás de la gordofobia también es económica, la obesidad es
multifactorial y uno de los factores más importantes es la precariedad”,
recuerda Eva Pérez, activista contra la gordofobia. Es un tema sobre el
que Gabrielle Deydier también ha reflexionado y cuando se le pregunta
por qué casi no se ven personas gordas en París contesta que basta con
coger el tren de Cercanías y acercarse a la periferia. En otras
palabras, el mapa del paro y de los barrios populares coincide con el de
la obesidad. El ObÉpi, un estudio realizado en 2012 a nivel nacional
sobre el sobrepeso y la obesidad confirma esta realidad, en la que las
regiones más pobres del norte y el sur de Francia son las que cuentan
con mayor tasa de obesidad. También influye el nivel socioeconómico, ya
que mientras para las personas con estudios primarios la tasa de
obesidad alcanza el 18,4%, el porcentaje baja hasta el 8,8% para
aquellas con estudios universitarios según el último Eurostat.
Daria Marx también es
activista contra la gordofobia desde sus 18 años. A la vez comenzó su
militancia feminista para darse cuenta de que, en sus propias palabras,
“el feminismo francés no se interesaba por las gordas, cuando en
realidad es una discriminación que impacta especialmente a las mujeres”.
Junto con Eva Pérez, también conocida como Queen Mafalda, decidieron
crear la asociación Gras Politique
(Grasa Política), una plataforma para luchar desde el feminismo contra
la gordofobia. “Hemos aprendido mucho del feminismo, en especial a
deconstruir el sistema de opresión y dominación que se aplica también a
las gordas”, explica Marx. Entre las dos han escrito “Gordo no es un insulto. Crónica de una discriminación ordinaria”, una investigación-manifiesto político que acaba de ser publicado y que tampoco ha sido traducido al español.
Gras Politique,
que se define como una asociación feminista y queer, cumple ahora dos
años y, a pesar de constar con apenas siete socias, es uno de los
colectivos que más está luchando contra la gordofobia. Este trabajo se
realiza sobre dos vertientes, una de ellas es interna y consiste en la
organización de actividades para las militantes como salidas conjuntas a
la piscina, grupos de debate o clases de yoga. “En la actividad del
yoga hemos encontrado un espacio seguro en el que todos los tipos de
cuerpo son aceptados, y además es muy interesante porque consiste en una
práctica que nos permite reapropiarnos de nuestro cuerpo”, cuenta
Pérez. La otra vertiente es teórica, enfocada al gran público y a la
divulgación de la problemática. Para ello organizan coloquios y
conferencias, van a los medios de comunicación y colaboran con
instituciones en campañas contra la discriminación.
La gordofobia existe
Detalle de la chapa del colectivo Gras Politique que luce Daria Marx./ T.S. |
La jornada fue
organizada en los salones del Hôtel de Ville de París, acostumbrados a
albergar desfiles de moda, que por un día acogieron mesas redondas y
ruedas de prensa para abrir los ojos al mundo sobre el respeto a la diversidad corporal.
Los cuatro ejes en que se centraron las conferencias fueron la lucha
contra la gordofobia en los ámbitos sanitarios, educativos, laborales y
en el espacio público. Mientras tanto la ciudad se llenó de carteles
denunciando la discriminación a las personas gordas y los diarios,
televisiones y redes sociales no dejaron de comentar lo que estaba
sucediendo. El ayuntamiento contabilizó más de 40 apariciones en prensa y
radio nacional y 3.400 artículos a nivel internacional en menos de un
mes.
La consejera Bidard
decidió entonces realizar un gesto que ha encantado a las asociaciones y
que abre un camino de esperanza en la superación de la gordofobia:
escribió a la directora editorial del diccionario Petit Robert, uno de
los más importantes y conocidos de la lengua francesa, apreciado por ser
el que mejor se adapta a los tiempos integrando nuevos vocablos para
reclamar la inclusión de la palabra gordofobia en la siguiente edición
del diccionario, explicando que “se trata de una de las raras formas de
discriminación aún toleradas” y poniendo de manifiesto la aparición de
esta palabra en varios millares de artículos y su inclusión en la
política pública parisina.
Fuente: http://www.pikaramagazine.com/2018/09/gordofobia-francia/
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