sábado, 8 de septiembre de 2018

Demanda contra Canadá por años de experimentación con niños indígenas


 En un tribunal canadiense se ha entablado una demanda colectiva en nombre de los miles de indígenas presuntamente sometidos a experimentos médicos sin su consentimiento a mediados del siglo XX.

La demanda, presentada este mes en un tribunal de la provincia de Saskatchewan, sostiene que el gobierno federal es responsable de los experimentos supuestamente llevados a cabo en las reservas y en las escuelas residenciales entre los años 1930 y 1950.

La demanda también acusa al gobierno canadiense de una larga historia de “atención médica discriminatoria e inadecuada” en hospitales y sanatorios indios, componentes clave de un sistema de salud segregado que operaba en todo el país desde 1945 hasta principios de los años ochenta.

“Esto me parece tan atroz que debe acarrear daños punitivos y ejemplares, además de una indemnización”, dijo Tony Merchant, cuyo Merchant Law Group presentó la demanda colectiva.
 La demanda, que aún no se ha discutido en los tribunales, alega que las escuelas residenciales -donde llevaron a más de 150.000 niños aborígenes en un intento de asimilarlos por la fuerza a la sociedad canadiense- se usaron como centros de experimentos nutricionales, donde los investigadores probaron su teorías sobre vitaminas y ciertos alimentos.

“Lo malo es que aquí nadie sabía lo que estaba sucediendo, ni sus familias”, dijo Merchant.
Como se sabía que la dieta en las escuelas era nutricionalmente deficiente, los niños eran considerados “sujetos experimentales ideales”, según documentos judiciales. Cita seis escuelas, ubicadas desde Nueva Escocia a Columbia Británica, y las vincula a experimentos llevados a cabo entre 1948 y 1953.

En ocasiones, los investigadores llevarían a cabo lo que Merchant describió como ensayos destinados a privar a los niños de nutrientes que los investigadores sospechaban que eran beneficiosos.

“Entonces, lo que hicieron de forma sistemática… era identificar a un grupo de niños indígenas en las escuelas en las que se los recluía obligatoriamente y no les daban el mismo trato”, dijo Merchant. “Los usaron como control de los experimentos que estaban haciendo en otros lugares, y también los usaron para probar ciertos tipos de alimentos y medicamentos”.

Los documentos del tribunal describen los detalles que los investigadores llegaron a implementar para proteger sus resultados: después de que un director en Kenora, Ontario, pidiera que todos los niños de la escuela residencial recibieran tabletas de hierro y vitaminas, el investigador le pidió que se abstuviera de hacerlo, ya que interferiría con el experimento.

En otros casos, los investigadores negaron el tratamiento dental de los niños, preocupados de que tener dientes y encías más sanas pudiera sesgar sus resultados.

La escuela en Kenora también se usó para probar un medicamento experimental en niños con problemas de oído, lo que dejó a nueve niños con pérdida auditiva significativa, según documentos judiciales.

La demanda señala que los que no cooperaban eran sometidos a abuso físico.

Los experimentos también se extendieron a las reservas, dicen los documentos judiciales. A veces los niños se utilizaban para estudiar la efectividad de los medicamentos y se les administraban dosis variables de tratamientos para comparar su efectividad en enfermedades que van desde la disentería amebiana a la tuberculosis. En Saskatchewan, los niños que vivían en las reservas se utilizaron para evaluar la eficacia de una nueva vacuna contra la tuberculosis.

Los investigadores que visitaron durante la década de 1940 una reserva al norte de Manitoba sospecharon que la desnutrición era la causa de varios casos de ceguera y un brote de tuberculosis. Para probar su teoría, dieron suplementos nutricionales a 125 personas. Las otras 300 personas de la reserva fueron utilizadas como grupo de control, abandonados para luchar por si mismos contra la malnutrición en medio del colapso del comercio de pieles y con límites fuetes de la ayuda del gobierno.

Años más tarde, los investigadores notaron que habían visto una mejora en la salud de los que recibieron los suplementos.

Merchant creía que el número de afectados por los experimentos podría alcanzar los miles. “Algunas personas ni siquiera saben que fueron objeto de experimentos”, dijo. “En algunos casos, podemos probar que los directores de las escuelas dijeron: ‘Bueno, necesitamos el consentimiento’, y los investigadores dijeron: ‘No vamos a pedir el consentimiento’”.

La demanda está dirigida al gobierno federal, ya que fue Canadá quien estableció, financió y supervisó las escuelas residenciales, los hospitales y los sanatorios indios.

El demandante es John Pambrun, de 77 años, un hombre de las Primeras Naciones (indias) que pasó casi seis años de su infancia en hospitales y sanatorios indios. En 1955, mucho tiempo después de que los antibióticos se convirtieran en el tratamiento estándar para la tuberculosis, los médicos extirparon parte de su pulmón derecho, según documentos judiciales.

“No podemos encontrar nada en los registros médicos que indique que tuvo tuberculosis”, dijo Merchant. “Simplemente estamos desconcertados”.

Los años de tratamiento lo alejaron de su familia y de su educación, mientras que la pérdida parcial de un pulmón lo dejó sin aliento y limitó sus opciones de empleo. “Todos estos años se ha sentido devorado por el maltrato que recibió de una nación que se responsabilizó por su cuidado y que tenía un compromiso especial con su bienestar”, dijo Merchant.

Muchas de las acusaciones contenidas en la demanda provienen de investigaciones realizadas por Ian Mosby de la Universidad de Guelph. En una investigación publicada en 2013, documentó más de una década de experimentos nutricionales en pueblos indígenas.

IEn una declaración a The Guardian, un portavoz del departamento de asuntos indígenas y del norte de Canadá describió las noticias sobre las acusaciones como “muy preocupantes”. Tras señalar que el gobierno federal aún no había revisado la reclamación, el ministerio se negó a hacer más comentarios.

Si bien Merchant reconoció que la demanda estaba dirigida contra el gobierno actual, en lugar de los muchos gobiernos que supuestamente permitieron que estos experimentos ocurrieran bajo su supervisión, lo describió como parte de los incipientes esfuerzos de Canadá por enfrentar el maltrato histórico a la población indígena del país.

“Estamos en el momento de enmendar nuestra relación con los pueblos indígenas”, dijo. “Entonces, volver y reconocer que hubo un error y pagar una compensación, creo que es importante”.

Durante la década que abarcó los años 1942 y 1952, cerca de 1.300 indígenas de la tribu Micmac (en su mayoría niños y niñas) sirvieron como conejillos de indias en investigaciones científicas subvencionadas por el gobierno federal de Ottawa y la Cámara de los Comunes.
Un estudiante de historia nutricional canadiense, Ian Mosby, descubrió mientras investigaba para un posdoctorado de la Universidad de Guelph (Ontario), un estudio fechado en 1954 y firmado por los científicos G.F. Ogilvie y L.B. Pett, del Departamento Nacional de Salud y Bienestar el cual titularon “Un estudio a largo plazo de suplemento de Acido Ascórbico”.


Por un lado el experimento empezó en 1942 y se utilizó a 300 pobladores aborígenes que fueron seleccionados en Norway House Cree (Manitoba). El plan era determinar e investigar cuál era el resultado de la deficiencia de vitamina C a través de una desnutrición provocada y artificial. Los efectos secundarios que padecieron fueron múltiples, siendo los más evidentes en problemas odontológicos, en el que se cogieron infecciones bucales y pérdidas de piezas dentarias.
Cinco años después (1947) se retomó la investigación, esta vez teniendo como objetivo a un millar de niños (también indígenas) que fueron seleccionados de entre media docena de escuelas internado de Shubenacadie (en la península de Nueva Escocia) donde residían y que habían sido creadas años atrás por la administración para así tener agrupada y controlada a la población aborigen de la región.
Estas pequeñas cobayas humanas sufrieron el despiadado comportamiento de los investigadores, quienes no dudados en saltarse las leyes federales sobre adulteración de los alimentos para desnutrir a propósito y de manera programada.
Lo curioso del caso es que durante unos cuantos años coincidió en el tiempo los experimentos llevados a cabo por científicos en los campos de concentración nazis de Europa con estas investigaciones en Canadá y los ojos críticos solo estaban puestos en las investigaciones llevadas a cabo por los alemanes, dejando impune las del otro lado del Océano Atlántico.

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