Charlar con Ursula Keller (Zug, Suiza, 1956) supone asistir a un documental vivo de la emancipación femenina en Europa. Suiza fue uno de los últimos estados occidentales del mundo en aprobar el sufragio universal,
en 1971. "En el 59, los suizos volvieron a impedir el voto femenino en
un referéndum", relata. "Mi propio padre no votó sí hasta el 71: quería
que sus hijas tuviesen ese mismo derecho cuando creciésemos".
Keller es una eminencia en el mundo de la Física. Pionera en el desarrollo de los láseres ultrarrápidos, acaba de ganar el premio European Inventor a
los méritos vitales por la relevancia de sus investigaciones. Es el
último reconocimiento de una larga trayectoria profesional que comenzó
en una zona rural conservadora del país centroeuropeo. "Mi madre dejó su
trabajo y se convirtió en ama de casa a los 21 años, cuando tuvo a su
primer hijo. Yo lo tenía claro: no quería eso para mí. Estaba convencida
de que nosotras podíamos conseguir todo lo que nos propusiésemos".
La física recuerda que ya en el colegio destacaba en
matemáticas, aunque era pésima en lengua e idiomas. Pese a todo,
gracias a sus viajes en el extranjero, su inglés es casi perfecto.
"Bien, ya sabes que si trabajas lo suficiente, puedes aprender de
todo", se justifica. Keller afirma estar encantada con su talento
innato. "Como mujer te empujaban hacia trabajos más tradicionales. Pero
como mi cerebro no me dejó otra opción, hice Física".
Tras convencer a su padre, Keller fue una de las
primeras mujeres en graduarse en la prestigiosa Escuela Politécnica de
Zúrich. La científica no contó con ningún modelo a seguir en las clases:
todos sus profesores eran hombres. Años más tarde,
cuando esta misma universidad insistió en contratarla, dudó hasta el
último minuto. Fue en ese momento cuando tuvo claro que debía abandonar
Suiza por un tiempo. "Mi familia es de clase trabajadora, así que
necesitaba algún tipo de beca".
Fue la prestigiosa Fundación Fulbright
la que permitió viajar a Keller a la Universidad de Stanford, donde
realizó su doctorado. La institución californiana es el epicentro de la
innovación mundial por su proximidad a Sillicon Valley. En octubre de
1989 aterriza en los laboratorios Bell. En aquel momento, contaban con
uno de los presupuestos más altos del planeta en investigación
tecnológica. Sus fondos provenían de la multinacional de telecomunicaciones AT&T. Fusionada con la compañía Time
Warner, AT&T es hoy propietaria de CNN, HBO y Warner Bros. En la
práctica representa una de las compañías más grandes del planeta.
La científica suiza no solo tuvo libertad
presupuestaria. En Bell Labs le animaron a seguir la línea de
investigación que considerase oportuna ("fue algo aterrador pero
emocionante") durante cuatro años. Fue durante ese período de tiempo
cuando Keller diseñó la tecnología de los láseres ultrarrápidos.
Los láseres ya habían sido descritos previamente por Albert Einstein en
1917. La novedad de los nuevos haces de luz es que evitaban el
sobrecalientamiento o la alteración de la maquinaria que los producía.
Keller diseñó un sistema capaz de interrupir el continuo haz de luz en pequeñas "pulsaciones",
una por cada femtosegundo (una bil-millonésima de segundo). Aunque esta
interrupción es imperceptible para el ojo humano, permite a la
maquinaria del láser continuar sus operaciones con normalidad. La física
llamó a su tecnología SESAM (Semiconductor Saturable Absorber Mirror).
SESAM ha revolucionado prácticamente todas las industrias desde su aparición. El iPhone, por ejemplo, no existiría hoy de no ser por esta tecnología.
"Hay muchísimos procesos en el iPhone que necesitan del laser
ultrarrápido para funcionar. Principalmente su cristal táctil, que es lo
que lo convirtió en algo revolucionario", explica Keller. "Los bebés y
los niños pequeños ven un periódico de papel y piensan que es un iPad
roto, porque han nacido con esta tecnología. Ha cambiado a una
generación entera".
Los descubrimientos de Keller no se frenaron aquí. Es la diseñadora del attoclock, un dispositivo capaz de controlar el tiempo cuántico. Dicho de otra manera, permite medir intervalos de trillonésimas de segundo (attosegundos) para así estudiar las reacciones de los electrones en su tiempo natural. En 2014, duante esta conferencia de Física en Veldhoven, Países Bajos, la científica afirmó que el attoclock "contesta a todas esas preguntas que los estudiantes de mecánica cuántica aprenden a no preguntar de nuevo en clase".
Tras sus descubrimientos, a Keller le ofrecieron su plaza actual en Escuela
Politécnica de Zúrich. La libertad de la que había gozado en Estados
Unidos con su laboratorio personal desapareció de un plumazo. "Siempre
te van a cuestionar, siempre vas a tener que demostrar tus capacidades,
la gente va a dudar de tu capacidad...", expone. "He sufrido una serie
de eventos a lo largo de los años -no quiero entrar en detalles- que me
han convencido de que esto es algo sistemático”.
La profesora llegó a Zúrich en 1993. Durante este
tiempo, nos explica, hubo una gran presión política para aumentar la
plantilla de mujeres en la universidad. "Lo primero que escuché al
llegar fue que había conseguido este trabajo solo por ser mujer. Tuve
muchos menos recursos que cualquier otro profesor, fui ignorada y
algunos colegas que optaban a mi posición fueron muy desagradables
conmigo", relata.
La científica cita a Gandhi ("Primero te
ignoran, luego se ríen de ti, más tarde te atacan, y finalmente ganas")
para aclarar que la suya es una historia de éxito profesional. Pero
advierte: "Estamos en una lucha. Tenemos a un 50% de la
población que ha tenido desde siempre trabajos maravillosos, pero ahora
la competencia se ha duplicado. Hay hombres que saben que
esto beneficia a la sociedad, y otros que se sienten amenazados. Éstos
últimos quieren contraatacar, y por ello convierten términos como
"cuota" en un tabú".
La investigadora ha fundado dos startups basadas en sus descubrimientos. Y recomienda al Gobierno español que invierta en este sistema: "Deberían instaurarse programas para sostener a estas empresas". Pone como ejemplo al Small Business Innovation Research, un programa con el que el gobierno de Estados Unidos subvenciona de manera sostenible a Pymes y startups.
El sistema, explica, no depende de las fluctuaciones de la economía
global. "El gobierno no debería solamente ayudar a la gente cuando hay
desempleo. El dinero debería servir para mantener a la gente
comprometida e innovando".
Ursula Keller ha ganado otros premios a lo largo de
su carrera. En 2013 recibió dos reconocimientos por parte del Consejo
Europeo de Investigación. Es una de las ponentes invitadas por la
Fundación BBVA esta semana para participar en la Escuela Nicolás
Cabrera. Las conferencias se realizan en el complejo de la Cristalera,
pertenenciente a la Universidad Autónoma de Madrid y localizado en
Miraflores de la Sierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario