MADRID// El día frío y lluvioso contrasta con la energía que desprende Susan George (Ohio, 1934). Sentada en una sala forrada de madera, en el quinto piso de un edificio del Paseo de Recoletos de Madrid, la consagrada politóloga y analista recibe a La Marea para compartir 20 intensos minutos de su visita a Madrid y hacer un conciso diagnóstico de la coyuntura económica y social mundial.
La presidenta de honor de Attac Francia, vinculada durante años a Greenpeace, llega a España para presentar su libro El Informe Lugano II. Esta vez vamos a liquidar la democracia, una combinación de ficción y realidad. En su relato, la autora junta en los alrededores del lago suizo Lugano a un grupo de diez expertos para elaborar un segundo texto -George escribió en 1999 la primera entrega de la saga, El Informe Lugano- sobre el funcionamiento del sistema capitalista a petición de los “solicitantes”. Y hasta ahí la ficción. Al margen de este escenario metafórico, la autora defiende que todo lo recogido en el libro es real. Los interesados en que se realice este estudio son una minoría político-económica mundial y la conclusión del informe es que se debe acabar con la democracia, pues es un “fastidioso sistema político, especialmente desagradable para unos pocos, porque se opone a la minoría cuyo único objetivo es aumentar sus beneficios y cuotas de poder”.
¿Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades?
No. La sociedad, no. Estamos sufriendo una estrategia ideológica que busca acumular el poder y el dinero en unas pocas manos. Es la puesta en práctica del puro neoliberalismo.
¿Qué ha pasado en los más de diez años que han separado el primer del segundo informe Lugano?
La respuesta corta es que todo ha empeorado. La larga es que el sector financiero está dirigiendo y controlando la economía real. La verdad es que la crisis estalló a causa de la derogación de diversas leyes en EE.UU. y Gran Bretaña, las cuales mantenían a las finanzas bajo control. Tardaron sólo tres años en crear una explosión enorme, pues se quedaron sin reglas que cumplir.
Y la consecuencia directa es…
Su riqueza y una sociedad global cada día más desigual, con serios efectos perjudiciales en nuestro medio ambiente, que me tienen espantada.
En su libro llama “solicitantes” a ese un grupo de elegidos que gobierna ahora mismo. Detrás de sus intereses, ¿qué se esconde? ¿ignorancia o maldad?
Hay dos formas de responder a esa cuestión y de entender cómo hemos llegado hasta aquí. Por un lado está el punto de vista de los economistas norteamericanos Paul Krugman y Joseph Stiglitz, que ven las políticas europeas como una locura. Stiglitz cree que es una medida suicida que los europeos no puedan trabajar y ambos consideran que estas políticas se enmarcan entre la estupidez y la ignorancia. Pero yo creo que los que nos gobiernan no son nada tontos. Han elegido servir a los intereses de los bancos y la llamada clase elitista de Davos.
Pero se está gobernando de una forma muy dura…
Las políticas que se están llevando a cabo son muy crueles con la sociedad. Me han dicho que los griegos están siendo tratados como ratas de laboratorio para ver cuánto castigo pueden aguantar. Los que gobiernan piensan: “Vamos a hacer un experimento científico y vamos a juntar a un montón de ratas en una determinada situación. Veremos qué pasa si no reciben suficiente comida, si no reciben atención si están enfermos y ven morir a sus ratitas bebé. Experimentemos: ¿Habrá una revuelta de las ratas? ¿O no?”. Creo que ellos saben lo que están haciendo. Además hay un componente ideológico, por supuesto. Lo que no se puede hacer es seguir reduciendo la economía y luego lamentar que no hay crecimiento.
A los españoles nos dicen que la austeridad es la primera piedra para reactivar la economía…
Es absurdo. Está demostrado, y corroborado por el propio Fondo Monetario Internacional, que la austeridad provoca más desigualdad social, depresión y alarga la crisis.
¿Tenemos que seguir hablando de crisis?
Yo creo que ya no se le puede seguir llamando crisis, porque la propia definición de la palabra establece una época con principio y fin. Es un capítulo más de la lucha de clases que está en marcha, aunque la gente ahora no utiliza ese vocabulario.
¿Son los movimientos sociales un dolor de cabeza para el poder?
Por supuesto. El gran papel de los movimientos sociales en este momento es luchar, porque nadie lo hará por ellos. El futuro depende de las personas, y esto es difícil de cambiar porque hay mucha gente acostumbrada a la idea de que, puesto que han elegido a los representantes, a ellos les corresponde hacer algo al respecto. El gobierno no va a hacer nada combativo, no va a plantar cara al capital. Solo hay que mirar a Francia, que se supone que tiene un gobierno socialista y no está haciendo nada diferente.
¿Por qué si el problema es global no hay un movimiento global en contra?
Es demasiado pronto todavía. Estamos construyendo una Europa nueva a partir de la “Cumbre Alter”, que creo que ya es un avance notable. Aquí se juntarán sindicatos, organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales ecologistas, feministas… varios grupos de personas que están involucradas en tratar de cambiar las cosas desde un punto de vista u otro. Y estos se unen en una plataforma común. Es un avance muy esperanzador porque hay que acabar con las fronteras entre países, pero un movimiento mundial creo que es prematuro. Me gustaría ver uno.
Los españoles han dejado de preguntar por la fecha en la que se acabará la crisis…
A la clase Davos le encantaría que fuera así siempre. No puedo responder a preguntas sobre el futuro, porque hay muchas variables, así que no sé decir cuándo superará España esta situación. El error ha sido que los españoles estaban esperanzados con que los otros fuesen mejores que los que gobernaban, estaban enfermos del PSOE, como ahora lo están del PP. La gente sigue estando a la espera de que un día u otro los elegidos se hagan cargo de ellos. Nosotros, el pueblo, tenemos un gran trabajo por delante.
¿Es cuestión de educación política?
Creo que vale la pena invertir en la educación política, que es lo que nos quitaron. Nunca va a existir una sociedad 100% interesada en la política, pero se puede voltear la situación y hacer que una minoría significativa cambie las cosas y que arrastre a la masa con ellos. Por eso la no violencia en el movimiento de ‘indignados’ es muy importante, ya que significa que la mayoría de la gente en España lo aprueba, si se pone violento, entonces será una historia diferente.
Fuente: http://www.lamarea.com/2013/03/01/susan-george-ya-no-se-puede-llamar-crisis-es-un-capitulo-mas-de-la-lucha-de-clases/
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