martes, 15 de octubre de 2013

La mayoría silenciosa, el PP y el franquismo sociológico

 
 “Permítanme que yo haga aquí, en Nueva York, un reconocimiento a la mayoría de españoles que no se manifiesta, que no salen en las portadas de la prensa y no abren los telediarios, no se les ve, pero están ahí, son la inmensa mayoría de los 47 millones de españoles”

Hace un año, Mariano Rajoy no acabó la frase que completa el concepto ya manido al que se refería. La mayoría silenciosa. El mismo que se ha usado en la última Diada para minusvalorar el impacto que tuvo la cadena humana pidiendo la independencia de Cataluña, o a la que se ha aludido para echar por tierra la histórica huelga de los docentes en Baleares.

La mayoría silenciosa es un concepto acuñado por Richard Nixon para enfrentarse a los manifestantes pacíficos que luchaban por el fin de la guerra de Vietnam. Un concepto ampliamente usado en los últimos años del franquismo y los primeros de la transición para despreciar a los ciudadanos que salían a la calle protestando por el fin de la dictadura y pidiendo una apertura democrática y la amnistía de los presos políticos.
 
El franquismo sociológico
La apelación a este concepto fue uno de los preceptos que formó parte del llamado franquismo sociológico. La corriente de ciudadanos y políticos que habiendo vivido bien con el franquismo y estando de acuerdo con sus ideas, estaban abiertos a un cierto nivel de apertura para controlar que la transición no se saliera de los cauces tolerables.

Alianza Popular, el partido que intentaba captar a estos votantes, fue el paradigma del denominado franquismo sociológico. El partido estaba formado por siete ministros franquistas: Manuel Fraga, Cruz Martínez Esteruelas, Federico Silva Muñoz, Laureano López Rodó, Enrique Thomas de Carranza, Gonzalo Fernández de la Mora y Licinio de la Fuente. Además, formaban parte de sus filas más de 180 procuradores de las cortes franquistas. Alianza Popular nunca eludió ese sentimiento de perpetuación de los valores franquistas en una sociedad más abierta. El discurso de Manuel Fraga en marzo de 1977, en el congreso de creación de Alianza Popular, era muy definitorio en este aspecto.

“Alianza Popular ha sido reconocida como que lo que es, como una fuerza política que se niega a aceptar la voladura de la obra gigantesca de los últimos cuarenta años, que no se avergüenza de un periódico histórico en el cual el país ha dado un salto colosal hacia adelante convirtiéndose en la décima potencia industrial del mundo y multiplicando por diez la renta de los españoles”.
 
La importancia del concepto de “mayoría silenciosa” en el franquismo sociológico la explicó José Ribas, fundador del diario Ajoblanco, en una entrevista en 2008. 
“Lo peor era una mayoría silenciosa, el franquismo sociológico muy extendido, con lo cual rebelarte era muy fuerte y difícil, porque el franquismo tenia muchos adeptos, esto no hay que obviarlo, porque es de donde partíamos. Sea por los planes de desarrollo, sea por el SEAT 600, había un inmenso franquismo sociológico que hacia aquello mas difícil, brutal. Porque la represión estaba en tu casa, en los lugares de trabajo, en todas partes. Si querías romper con esto, chocabas con la policía y con muchísimos elementos de la sociedad que estaba dormida en esa mayoría silenciosa y siniestra”.
 
El concepto de la mayoría silenciosa es profundamente antidemocrático. Quien lo esgrime en un marco de marketing político asume que todo aquel que calla, que permanece silente y no molesta, lo hace por voluntad propia, de forma intencionada y por adherirse a los preceptos ideológicos del que sufre las protestas. En este caso el Partido Popular.

La apelación a la mayoría silenciosa a la que se refiere el Partido Popular no es el único concepto añejo relativo al franquismo sociológico que el PP tiene en su “discurso histórico”. Discurso al que se refirió Alberto Ruiz Gallardón para defender su reforma del aborto que volverá a situar los derechos de la mujer en tiempos de Alianza Popular. El ministro de Hacienda, Montoro, recuperó hace pocas fechas el milagro económico español, aquel periodo de crecimiento económico que se dio en los años 60 y que forma parte de las lineas trascendentales del franquismo sociológico.

La alusión a estos términos y conceptos tiene como objetivo despertar los aspectos emocionales que se encuentran inmersos en el perfil del votante tradicional que el PP tiene, los nostálgicos y aquellos que si bien, por su edad, no formaron parte de la concepción del franquismo sociológico, sí se han educado de acuerdo a estos valores. La idea arraigada de que aunque el franquismo tenía sus elementos oscuros censurables, éstos eran compensados por un desarrollo económico importante, una clase media cercana al poder que había progresado y un sentimiento de nación enraizado en los principios del catolicismo.

La connivencia con el franquismo
Ese franquismo sociológico que en el PP nace de Alianza Popular, fue perfectamente explicado sin quererlo, por Alberto Ruiz Gallardón, en un programa de Intereconomía. En él, el entonces alcalde de Madrid, ensalzaba el desarrollismo franquista y apelaba a no ver el periodo del franquismo en blanco y negro para encontrar la verdad de lo que fue el régimen del dictador.

Lo mismo hizo Esperanza Aguirre en un debate en la asamblea de Madrid. La Presidenta de la Comunidad de Madrid utilizó el discurso revisionista de la guerra civil equiparando a los golpistas con los defensores del régimen democrático. La elusión del debate de justicia y reparación, que desde la visión del franquismo sociológico es un debate revanchista que trata de reavivar a los dos españas, es uno de los preceptos fundamentales de este pensamiento latente en el PP desde su formación.
 

Esa misma actitud de equiparación entre un régimen democrático y el golpe fascista y la dictadura es la que han tomado varios miembros del PP cuando salieron numerosos miembros de NNGG exhibiendo símbolos fascistas y franquistas.

Rafael Hernando, portavoz del PP en el Congreso, al ser cuestionado por los miembros de su formación que habían aparecido haciendo apología del franquismo y el fascismo, salió del paso diciendo que no le gustaban esas banderas como tampoco la de la república, que era un periodo que provocó un millón de muertos.

Las declaraciones del alcalde popular de Baralla, que dijo en un pleno que los fusilados por el franquismo lo merecían. Las del alcalde Senén Pousa, que posa orgulloso en su despacho del ayuntamiento con cuadros y parafernalia de Franco mientras se jacta de que nadie del PP jamás se lo ha recriminado, o la de la alcaldesa de Quijorna, que usa un colegio público para realizar un mercadillo con objetos nazis y franquistas, mientras la dirección del PP de Madrid sale a defenderle por el “error”, son unas cuantas muestras que ponen de manifesto la connivencia del Partido Popular con el franquismo. Una añoranza de la que nunca se han separado por completo, bien por convicción en algunos de sus miembros, o por cuestiones electoralistas en otros.

Las condenas
Las condenas del franquismo por parte del Partido Popular siempre han sido motivo de polémica. En las filas del Partido Popular se esgrime la moción aprobada en una comisión del Congreso en noviembre de 2002 con motivo de los 25 años de democracia. Si bien es cierto que se aprobó por unanimidad, ésta no tiene una condena explícita al régimen de Francisco Franco. Sólo una condena en genérico a la violencia en la que cada uno pudiera interpretar lo que considera. La moción aprobada que a continuación se transcribe íntegra no condena el franquismo sino, cito textualmente, “los regímenes totalitarios contrarios a la libertad”. Para ser interpretado a gusto del lector.
 
El Congreso de los Diputados, en este vigésimo quinto aniversario de las primeras elecciones libres de nuestra actual democracia, reitera que nadie puede sentirse legitimado, como ocurrió en el pasado, para utilizar la violencia con la finalidad de imponer sus convicciones políticas y establecer regímenes totalitarios contrarios a la libertad y a la dignidad de todos los ciudadanos, lo que merece la condena y repulsa de nuestra sociedad democrática.

Segundo. El Congreso de los Diputados reitera que resulta conveniente para nuestra convivencia democrática mantener el espíritu de concordia y de reconciliación que presidió la elaboración de la Constitución de 1978 y que facilitó el tránsito pacífico de la dictadura a la democracia.

Tercero. El Congreso de los Diputados reafirma, una vez más, el deber de nuestra sociedad democrática de proceder al reconocimiento moral de todos los hombres y mujeres que fueron víctimas de la Guerra Civil española, así como de cuantos padecieron más tarde la represión de la dictadura franquista. Instamos a que cualquier iniciativa promovida por las familias de los afectados que se lleve a cabo en tal sentido, sobre todo en el ámbito local, reciba el apoyo de las instituciones, evitando en todo caso que sirva para reavivar viejas heridas o remover el rescoldo de la confrontación civil.

Cuarto. El Congreso de los Diputados insta al Gobierno para que desarrolle, de manera urgente, una política integral de reconocimiento y de acción protectora económica y social de los exiliados de la Guerra Civil, así como de los llamados niños de la guerra, que incluya la recuperación, en su caso, de la nacionalidad española y su extensión a sus descendientes directos, con conocimiento del derecho de voto.

El mayor paso que esta moción tuvo es la denominación de dictadura al régimen franquista y el reconocimiento de la represión franquista. La enmienda que fue impulsada por el Partido Popular para limar los puntos más polémicos en su formación de la moción presentada en origen por Izquierda Unida, puede resultar suficiente para algunos, pero no incluye una condena explícita del franquismo.

El hecho de que la condena no fue el punto final de la connivencia del Partido Popular con el franquismo fue su posterior actuación en la Ley de Memoria Histórica impulsada por el PSOE. El PP se opuso en la votación efectuada, que intentaba regular lo que se había aprobado en la enmienda de 2002. La reparación de las víctimas de la guerra civil y el franquismo.

El grupo popular en el Parlamento Europeo también se negó a condenar el franquismoen una votación en la que fueron los únicos en hacerlo junto con la ultraderecha polaca. Mayor Oreja que fue el ponente en la Unión Europea de esa negativa aludió a la reconciliación y a las dos españas para negarse. Mayor Oreja ya había declarado en 2007 en una entrevista a la Voz de Galicia, ¿Por qué voy a tener que condenar yo el franquismo?.

Son innumerables los casos en los que, desde las instituciones, los miembros del grupo popular han olvidado aquel insuficiente paso adelante que se dio en el año 2002. El pasado mes de junio, el PP de Madrid votó en contra de eliminar la simbología franquista de las calles de la comunidad de Madrid. En mayo, el PP, junto con UPyD, se negaron a votar a favor de nombrar el día 18 de julio, día de la condena del franquismo.

El Partido Popular sigue sin poder separarse de su ideología heredera del franquismo sociológico, no por sus orígenes franquistas, sino por su renuncia a renegar de ellos.

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