En Idomeni. Fotografía: Gabriel Tizón |
La pregunta lanzada por el profesor Sami Nair de “¿Qué debe hacer la Unión Europea sobre la inmigración?”, me sugiere algunas observaciones:
- La necesidad de distinguir entre el concepto de refugiado, que indica a las personas que huyen de la persecución política o de conflictos armados para salvar sus vidas, y el de migración, inherente al ser humano, que señala el desplazamiento con el objetivo de mejorar el nivel de vida. Las miles de personas que están siendo devueltas por la Unión Europea (UE) a la zona de guerra o a países con regímenes dictatoriales (Siria, Turquía, Irak o Afganistán), pertenecen a la primera categoría, y los Estados que se declaran democráticos están obligados a protegerles por la Convención Internacional sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951.
- En el término confuso de la “Unión Europea” habría que separar los gobiernos de los ciudadanos. Pues, ¿representa el actual gobierno de España a sus votantes si presentó un programa electoral y aplicó otro totalmente contrario? O, la Comisión Europea, ¿defiende los intereses de, por ejemplo el pueblo griego, si con sus exigencias (a favor de la oligarquía financiera) destrozó literalmente la vida de miles de sus ciudadanos “europeos, blancos y cristianos”?
- Por otro lado, ¿Cómo unos gobiernos europeos, que han sido corresponsables, junto con EEUU, de la muerte de al menos millón y medio de personas en las recientes guerras contra Afganistán, Irak, Yemen, Siria, Libia, Sudán, Pakistán, Somalia, Mali, etc., y han desmontado allí la vida de al menos 100 millones de seres humanos y han provocado la huida de otros 25 millones de sus hogares, pueden tener siquiera voluntad de ayudar a sus víctimas? Pedir peras al olmo confundiría a los ciudadanos.
Mientras Turquía acoge a cerca de 3 millones de huidos del infierno sirio, Jordania a 2,6 millones (un 40% de su población), o Líbano a 1,4 millones, los 27 estados de la UE (salvo Alemania) hospedarán tan sólo a 160.000.
- Sin duda, la existencia de cerca de 60 millones de refugiados en el mundo, no se debe a los regímenes dictatoriales, a los que sólo se enfrentan activamente unos pocos militantes políticos e intelectuales progresistas, ni a los conflictos “civiles” o “religiosos”. Esta estremecedora cifra, cuya existencia ignoran muchos en Europa, es resultado directo o indirecto de las guerras de expolio de las principales potencias occidentales, de la farsa “guerra global contra el terror” de la OTAN, o de su pantomima de “llevar democracia” a los países estratégicos o propietarios de recursos naturales. ¿Habría participado Francia en la agresión militar contra Libia, uno de los países más estables y prósperos de África, si éste país no fuera la primera reserva de petróleo de África y uno de los principales caudales del agua dulce del planeta? Desde el 2011, miles de sus gentes, siguen huyendo de su tierra, desmembrada y herida, convirtiendo el Mediterráneo en el cementerio marítimo más grande del mundo, sin que por ello nadie haya sido llevado ante los tribunales por los crímenes contra la humanidad. Otro país europeo como Polonia, que participó con la OTAN en 2001 en el bombardeo y la ocupación de Afganistán (hechos que obviamente no tenían nada que ver con la guerra contra el terror), en una guerra que continua hasta hoy y ha provocado cerca de 700.000 muertos, unos 10 millones de desplazados y 8 millones de refugiados, no quiere dejar entrar ni un sólo refugiado.
Un padre y su hija en Idomeni. Fotografía: Gabriel Tizón |
El plan de EEUU para reconfigurar el mapa de Oriente Próximo y Norte de África, que empezó por Irak, trazando nuevas fronteras, incluye a Siria, por lo que una amplia intervención militar de EEUU y sus socios europeos y regionales en dicho país sólo provocará más muertos, y forzará a sus 18 millones de habitantes convertirse en nuevos refugiados. Esta “solución final” para Siria, sería seguida por una limpieza étnica de comunidades que “equivocadamente” se encuentran, quizás desde hace siglos, en la “autonomía” equivocada.
Evitar más guerras, más tragedias humanas, y reasentar a las víctimas de las guerras pasadas y actuales, es tarea de la ONU y requiere, además de la solidaridad individual, la participación activa de todos sus integrantes, compartir la responsabilidad, y dándole a este organismo, caído en desgracia y disfuncionalidad, un soplo de aire fresco y ánimo para que, a corto plazo, ponga en marcha un “Plan Marshal” para acabar con el drama de refugiados. Hoy más que nunca, es imprescindible formar una plataforma global contra las guerras y el militarismo.
Fuente : http://www.attac.es/2016/03/28/refugiados-una-cuestion-geopolitica-mas-que-humanitaria/
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