Hildegard von Bingen fue pintora, poeta, compositora, científica, doctora, monja, filósofa, mística, naturalista, profeta y, quizá, la primera sexóloga de la historia. También está considerada precursora de la ópera, de la ecología e inventó un idioma que podría ser la primera lengua artificial de la historia.
Cuando la Primera Cruzada estaba a punto de llegar a Jerusalén, una niña lloró por primera vez en Bermersheim (Alemania). Hildegard von Bingen
nació en 1098 y se convirtió en un diezmo. Como décima hija que fue,
sus padres la entregaron a la Iglesia. La dejaron en el monasterio de
monjes de Disivodemberg, que albergaba una celda para mujeres dirigida por Jutta von Spannheim,
quien se convertiría en madre e instructora de la pequeña Hidegard.
Tenía ocho años y había comenzado a tener visiones a los tres, pero no
fue hasta pasados los cuarenta cuando empezó a escuchar una voz que le
decía que escribiera y dibujara todo aquello que alcanzaran sus ojos y
oídos.
Hildegard von Bingen. Ilustración de Rithika Merchant |
Se convirtió en abadesa tras la muerte de Jutta. Atemorizada por sus
visiones y predicciones convenció al papa para que le consintiese
escribirlas, y fue así como empezó a registrar tanto sus visiones,
como libros de medicina (que hoy consideraríamos superstición), remedios
naturales, cosmogonía y teología. Desde entonces empezó a relacionarse
con las autoridades eclesiásticas y políticas de su época y se convirtió
en su consejera, algo impensable tratándose de una mujer.
Hildegard von Bingen y su legado son inabarcables. Tanto que, a pesar de su recuperación a raíz de la esperada canonización (que no tuvo lugar hasta 2012), su lado más peculiar ha sido eclipsado por sus predicciones.
De todo lo que hizo Hildegard a lo largo de su vida, lo más
desconcertante, surrealista y contradictorio, quizá sean sus
consideraciones sobre el orgasmo femenino que bien le podrían valer el
título de primera sexóloga de la historia.
Hildegard hablaba de sexo sin miedo: de una forma tan clara como apasionada. Fue la primera en atreverse a asegurar que el placer era cosa de dos y que la mujer también lo sentía.
La primera descripción del orgasmo femenino desde el punto de vista de
una mujer fue la suya. Tenía una idea muy peculiar de la sexualidad,
teniendo en cuenta que era monja y que vivía en el siglo XII. Para ella,
el acto sexual era algo bello, sublime y ardiente. En sus libros de
medicina abordó la sexualididad y, especialmente, en Causa et curae, donde dio más detalles:
"Cuando la mujer se une al varón, el calor del cerebro de ésta, que tiene
en sí el placer, le hace saborear a aquél el placer en la unión y
eyacular su semen. Y cuando el semen ha caído en su lugar este fortísimo
calor del cerebro lo atrae y lo retiene consigo, e inmediatamente se
contrae la riñonada de la mujer, y se cierran todos los miembros que
durante la menstruación están listos para abrirse, del mismo modo que un
hombre fuerte sostiene una cosa dentro de la mano"
Ana Martos Rubio escribe en ‘Historia medieval del sexo y del erotismo’: «Así como para Agustín de Hipona la concupiscencia es el castigo de Dios, para Hildegarde, que no se atrevió a llevarle la contraria y admitió la idea de que el pecado original fue de lujuria, la culpa fue de Satán que sopló veneno sobre la manzana antes de entregarla a Eva, envidiosa de su maternidad. Ese veneneo fue, precisamente, el placer y, su sabor, el deseo sexual». Y continua: «El deseo sexual es el sabor de la manzana De Gustu Pomi, el título de la obra de Hildegarde von Bingen en que describe el sabor de la condición humana, el delicioso sabor que da paso a la ponzoña del vicio, el placentero y embriagador sabor del pecado», escribe Ana Martos.
En ‘La medicina sexual en la historia. Avances y controversias (Parte I)’, José Jara Rascón y Enrique Lledó García escriben que Hildegard «expone en su obra Liber compositionae medicinae
(Libro de Medicina Compleja) la idea de que «en su potencia generativa
el varón posee 3 capacidades: el deseo sexual, la potencia sexual
(fortitudo) y el acto sexual (stadium)». Por si no ha quedado claro a
los lectores, esta santa abadesa, explica con mucho realismo: «Primero
la libido enciende la potencia, de manera que el acto sexual de la
pareja se produce por un íntimo deseo mutuo»
"Hemos nacido en el polvo,
¡ay!, ¡ay!, y en el pecado de Adán
Es muy duro resistir
lo que tiene el sabor de la manzana
Elévanos, Cristo salvador"
Compartió todos sus conocimientos medicinales inspirada por su propia salud maltrecha. En Causa et curae, además hace un alegato a favor de la cerveza:
«Por su parte, la cerveza engorda las carnes y proporciona al hombre un
color saludable de rostro, gracias a la fuerza y buena savia de su
cereal. En cambio el agua debilita al hombre y, si está enfermo, a veces
le produce livores alrededor de los pulmones, ya que el agua es débil y
no tiene vigor ni fuerza alguna. Pero un hombre sano, si bebe a veces agua, no le será perjudicial».
Tenía un remedio para la resaca: mojar una perra en agua y, con esa
agua, mojar la frente de la persona afectada. Nadie puede ser
espectacularmente intachable.
Oliver Sacks habló de migraña para explicar sus visiones y, la película Visión, refleja esas muertes
como si de catalepsia se tratase. Como si ella misma hubiese hecho su
propia película mil años después, los diálogos están basados en frases
textuales extraídas de sus tratados y cartas y la banda sonora fue
compuesta por ella misma.
El suicidio de una monja embarazada se conviertió en el detonante para
solicitar la escisión del monasterio masculino en el que sus monjas se
encontraban. Hildegard propuso fundar uno solo para mujeres inspirada
por una de sus visiones y lo consiguió. Se enfrentó al rechazo y las
amenazas de los más cercanos, pero entre los más poderosos nadie le
negaba nada. Así que consiguió fundar el monasterio que quería, Rupertsberg, más cerca del Rhin.
Hasta allí fue con una veintena de monjas, algunas de las cuales se
opusieron a su decisión. Pero no solo consiguió fundar un monasterio: Eibingen fue el segundo, que visitaba un par de veces por semana.
A Hildegard poco le importó pertenecer a una orden de clausura. No
solo se trasladó al monasterio y viajaba para reunirse con políticos y
clérigos, sino que con más de sesenta años salió a predicar en las
plazas.
Se ha convertido en un mito entre el colectivo LGTBI por su supuesta homosexualidad y también en un icono popular e inspirador para diversos artistas. Devendra Banhart le dedicó el tema ‘Für Hildegard von Bingen’. Ken Follet inició su documental ‘El viaje de Ken Follet hacia la Edad Media’ con su historia y reconoció que Hildegard inspiró a Caris, la protagonista de su libro ‘Un mundo sin fin‘. A Hildegard se le han atribuido disciplinas que ni siquiera existían en el siglo XII, como la antropología.
Hablar de Hildegard von Bingen es hablar de escalofriantes visiones
apocalípticas, de remedios naturales para absolutamente todo (actualmente un tipo de medicina alternativa alemana parte de sus escritos) y de la primera mujer que consiguió acceder a los pecados ajenos a través de la confesión. Inventó un idioma, la Lingua Ignota,
con alfabeto propio, que está considerada la primera lengua artificial y
posible precursora del esperanto. Está considerada la pionera de la
ópera y hay hasta quien, yendo demasiado lejos, se ha atrevido a
considerarla la primera estrella de Rock de la historia.
Se codeó con reyes y papas, denunció los devaneos de los clérigos y su voz fue tan valiosa como la del resto de los hombres cuando las mujeres vivían en silencio, en la casa o en el convento. Decir que se adelantó a su tiempo es, más que caer un lugar común, no hacer justicia al personaje. Ella fue mucho más lejos de lo imaginable en el siglo XII.
Se codeó con reyes y papas, denunció los devaneos de los clérigos y su voz fue tan valiosa como la del resto de los hombres cuando las mujeres vivían en silencio, en la casa o en el convento. Decir que se adelantó a su tiempo es, más que caer un lugar común, no hacer justicia al personaje. Ella fue mucho más lejos de lo imaginable en el siglo XII.
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