Lo que en apariencia puede parecer un nuevo capricho diplomático del rey
de Marruecos, está siendo interpretado como una declaración de guerra
por parte del Polisario.
La
crisis de los refugiados, la visita de Obama a Cuba y el atentado en
Bruselas están eclipsando un problema de primer orden para España: el
Frente Polisario y Marruecos nunca habían estado tan cerca de volver a
las armas desde que en 1991 firmaron la paz en aras a un referéndum de
autodeterminación que nunca llegó a celebrarse. La tensión en la zona no
alcanzó niveles similares ni siquiera cuando las autoridades marroquíes
aplastaron el campamento protesta que los saharauis montaron cerca de El Aaiún a finales de 2010 y que se saldó con decenas de víctimas mortales y desaparecidos.
Tras expulsar este fin de semana a 84 funcionarios de la MINURSO
que trabajaban en El Aaiún, capital del Sáhara Occidental bajo control
marroquí, este martes Rabat pidió a la ONU el nombre de sus 28 funcionarios que aún permanecen sobre el terreno
para velar por la paz y, en teoría, organizar el plebiscito. Además,
las autoridades alauíes ordenaron el cierre de la oficina militar desde
la que la ONU supervisa el alto el fuego en la que fuera provincia -que
no solo colonia- de España hasta 1975. De esta forma el rey Mohamed VI
responde al “ultraje” que, según el Gobierno marroquí, profirió Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, al utilizar el término “ocupación” para referirse a la presencia marroquí en el Sáhara Occidental.
Para mayor enfado de Marruecos, Ban Ki-moon pronunció la palabra
prohibida durante su visita a los campamentos de refugiados saharauis en
Argelia a principios de marzo.
Tal es el enfado de Rabat que hasta
amenazó con retirar a los 2.300 cascos azules marroquíes que operan en
África. Lo que en apariencia puede parecer un nuevo capricho diplomático
del monarca alauí, está siendo interpretado como una declaración de guerra por parte del Polisario:
ambos rivales firmaron la paz en 1991 para celebrar un referéndum de
autodeterminación, tal y como estipula la legislación internacional -en
concreto la resolución 1514
de la Asamblea General de la ONU-, pero al poner fin a la MINURSO,
misión creada para este fin, Marruecos “induce al retorno al
enfrentamiento bélico”, declaró el ministro saharaui de Asuntos
Exteriores en una carta pública.
Este lunes el presidente saharaui y líder
del Frente Polisario, Mohamed Abdelaziz, llamó a filas a todos sus
efectivos, mientras que la televisión pública saharaui difundió un vídeo
en el que por primera vez muestra cientos de tanques, lanzamisiles y
radares listos para entrar en combate. Al otro lado del muro marroquí
que divide el Sáhara Occidental, otro vídeo grabado el lunes de
madrugada muestra el despliegue de tanques marroquíes en El Aaiún.
Algunos analistas restan importancia a esta escalada de tensión
argumentando que el Polisario no tiene músculo militar para enfrentarse
a Marruecos, aunque otros expertos opinan que el punto fuerte que
permitió a los saharauis plantar cara a Marruecos durante 16 años de
guerra fue su conocimiento del desierto y el componente moral, talón de
Aquiles de los mal pagados soldados de Rabat que motivó cientos de
deserciones durante la guerra.
Parar los pies a Marruecos
No obstante, el tablero internacional y
sus piezas han cambiado en los últimos meses. Por un lado, Ban Ki-moon
ha tomado cartas en el asunto y por primera vez ha pedido al Consejo de
Seguridad que pare los pies a Marruecos. De momento, Francia, Estados
Unidos y España (miembro no permanente del Consejo) no han respondido a
sus peticiones ni han aclarado su intención de renovar el mandato de la
MINURSO, que caduca en abril de este año.
Francia cada vez tiene más dificultades para mantener el juego de malabares sobre el que se establece su relación con Argelia, su principal proveedor de gas, y Marruecos, que usa su información antiterrorista para mantener la protección de París, mientras que en los últimos años Estados Unidos condecoró a activistas saharauis y presionó a Marruecos, según cables filtrados por Wikileaks y el hacker apodado Chris Coleman.
Argelia, país que desde 1975 acoge a al
menos 160.000 refugiados saharauis y principal aliado del Frente
Polisario, mantiene como presidente de iure al octogenario
Bouteflika, que lleva sin aparecer en público desde junio de 2015. Lo
cierto es que el presupuesto militar argelino se disparó en un 124% entre 2009 y 2014,
pero el desconocimiento sobre los verdaderos dirigentes del país más
grande de África mantiene la incertidumbre sobre su grado de implicación
ante un eventual conflicto armado.
Marruecos parece dispuesto a cualquier
aventura mientras su credibilidad se tambalea dentro y fuera del país.
Sus rifirrafes con la ONU se suman al cese de relaciones con la Unión
Europea en febrero de este año y a la expulsión en 2015 de Amnistía Internacional y Human Rights Watch, tan solo un año después de la filtración de cables secretos que destaparon el esquema de sobornos
del espionaje marroquí para comprar el favor de periodistas y
trabajadores de Naciones Unidas, incluidos varios altos funcionarios del
Alto Comisionado para los Derechos Humanos que presionaron con éxito
para evitar que la MINURSO informara sobre violaciones de derechos humanos cometidas por Marruecos en el Sáhara Occidental.
La población saharaui permanece dividida
entre quienes sufren la represión política y cultural en los
territorios ocupados por Marruecos y quienes sobreviven en los
campamentos de refugiados de Tindouf, a donde cada vez llega
menos ayuda humanitaria. Las voces que aclaman el regreso a las armas
crecen entre estos últimos, particularmente entre los jóvenes saharauis
que ven en las armas su única alternativa para poner fin al destierro en
la hamada argelina.
Mientras Marruecos desmantela a toda velocidad los mecanismos que mantienen el status quo
y la paz en el Sáhara Occidental desde 1991, el Gobierno español hace
la vista gorda y evade su responsabilidad como potencia administradora
del último territorio africano pendiente de descolonización.
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