viernes, 25 de marzo de 2016

Minima Moralia


Refugiada en Idomeni. Fotografía: Gabriel Tizón

La verdad no está, en modo alguno, en la convicción íntima. En Minima Moralia, Adorno se refiere al ejemplo de una esposa que, mientras sostiene el abrigo de su marido, sonríe irónicamente a los que la rodean, y dice "Dejadle al pobre que piense que le estoy sirviendo, dejadle que tenga sus pequeñas alegrías, pero la que manda soy yo." ¿No es ésta la estrategia femenina fundamental, la de fingir una subjetivación sumisa? Pero ¿y si la verdad es justamente lo contrario? ¿Y si la distancia irónica de la mujer resulta ser falsa? ¿Y si la dominación patriarcal ya tiene en cuenta esta distancia, y no sólo la tolera sino que incluso la solicita como forma de subjetivación del sujeto femenino? Son muchos los académicos occidentales que abrazan algún ritual humanitario (ayudar a educar a los niños pobres, etcétera) como prueba de que, en los más profundo de su ser, no son sólo unos cínicos movidos sólo por su carrera profesional, sino seres humanos que tratan de ayudar a los otros sincera y desprendidamente. No obstante, hay que repetirlo, ¿y si esta actividad humanitaria es un fetiche, una falsa distancia que les permite continuar en sus luchas de poder y sus ambiciones con la clara conciencia de que en realidad no son "eso", de que su corazón está "en otra parte"? En otras palabras, cuando un cínico académico occidental explica que sus actividades humanitarias se desarrollan en otro lugar, no hay más que contestar sencillamente que ese "en otra parte" carece en absoluto de importancia para lo que se ventila aquí: su actividad no queda "redimida" de ninguna manera por ese "en otra parte", de la misma forma que, loable como es en sí misma, la actividad caritativa de Bill Gates, gigantesca en sus proporciones, no redime en modo alguno sus actividades económicas. De manera más general, la caridad es, en la actualidad, una parte del juego, en tanto que máscara humanitaria que oculta la explotación económica subyacente: en un chantaje del superyó de proporciones gigantescas, los países desarrollados están "ayudando"constantemente a los subdesarrollados ( con auxilios, créditos, etcétera), evitando así la cuestión medular, su complicidad en, y su responsabilidad por, la situación miserable de los subdesarrollados.


Slavoj Zizek

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