John Holloway (foto: David Ortega) |
Pensamiento crítico: pensamiento que busca la esperanza en un mundo
donde parece que ya no existe. Pensamiento crítico: pensamiento que abre
lo cerrado, que sacude lo fijo. El pensamiento crítico es el intento de
entender la tormenta y algo más. Es entender que en el centro de la
tormenta hay algo que nos da esperanza.
La tormenta viene, o más bien ya está aquí. Ya está aquí y es muy
probable que se vaya intensificando. Tenemos un nombre para esta
tormenta que ya está aquí: Ayotzinapa.
Ayotzinapa como horror, y también como símbolo de tantos otros
horrores. Ayotzinapa como expresión concentrada de la cuarta guerra
mundial.
¿De dónde viene la tormenta? No de los políticos –son ejecutores de la
tormenta nada más. No del imperialismo, no es producto de los Estados,
ni de los Estados más poderosos. La tormenta surge de la forma en la
cual la sociedad está organizada. Es expresión de la desesperación, de
la fragilidad, de la debilidad de una forma de organización social que
ya pasó su fecha de caducidad, es expresión de la crisis del capital.
El capital es de por sí una agresión constante. Es una agresión que nos
dice todos los días “tienes que moldear lo que haces de cierta forma,
la única actividad que tiene validez en esta sociedad es la actividad
que aporta a la expansión de la ganancia del capital”.
La agresión que es el capital tiene una dinámica. Para sobrevivir tiene
que subordinar nuestra actividad cada día más intensamente a la lógica
de la ganancia: “hoy tienes que trabajar más rápidamente que ayer, hoy
tienes que agacharte más que ayer”.
Con eso ya podemos ver la debilidad del capital. Depende de nosotros,
de que queramos y podamos aceptar lo que nos impone. Si decimos “perdón,
pero hoy voy a cultivar mi milpa”, u “hoy voy a jugar con mis hijos”, u
“hoy me voy a dedicar a algo que tenga sentido para mí”, o simplemente
“no, nos vamos a agachar”, entonces el capital no puede sacar la
ganancia que requiere, la tasa de ganancia cae, el capital está en
crisis. En otras palabras, nosotros somos la crisis del capital, nuestra
falta de subordinación, nuestra dignidad, nuestra humanidad. Nosotros
somos la crisis del capital y orgullosos de serlo, estamos orgullosos de
ser la crisis del sistema que nos está matando.
El capital se desespera en esta situación. Busca todos los métodos
posibles para imponer la subordinación que requiere: el autoritarismo,
la violencia, la reforma laboral, la reforma educativa. También
introduce un juego, una ficción: si no podemos sacar la ganancia que
requerimos, vamos a fingir que existe, vamos a crear una representación
monetaria para un valor que no se ha producido, vamos a expandir la
deuda para sobrevivir y tratar de usarla al mismo tiempo para imponer la
disciplina que se requiere. Pero esta ficción aumenta la inestabilidad
del capital y además no logra imponer la disciplina necesaria. Los
peligros para el capital de esta expansión ficticia se vuelven claros
con el colapso de 2008, y con eso se hace más evidente que la única
salida para el capital es a través del autoritarismo: toda la
negociación alrededor de la deuda griega nos dice que no hay posibilidad
de un capitalismo más suave, el único camino para el capital es el
camino de la austeridad, de la violencia. La tormenta que ya está, la
tormenta que viene.
Nosotros somos la crisis del capital, nosotros que decimos ¡No!,
nosotros que decimos ¡Ya basta del capitalismo!, nosotros que decimos
que es tiempo de dejar de crear el capital, que hay que crear otra forma
de vivir.
El capital depende de nosotros, porque si nosotros no creamos ganancia
(plusvalor) directa o indirectamente, entonces el capital no puede
existir. Nosotros creamos el capital, y si el capital está en crisis, es
porque no estamos creando la ganancia necesaria para la existencia del
capital, por eso nos están atacando con tanta violencia.
En esta situación, realmente tenemos dos opciones de lucha. Podemos
decir: “sí, de acuerdo, vamos a seguir produciendo el capital,
promoviendo la acumulación de capital, pero queremos mejores condiciones
de vida”. Esta es la opción de los gobiernos y partidos de izquierda:
de Syriza, de Podemos, de los gobiernos en Venezuela y Bolivia. El
problema es que, aunque sí pueden mejorar las condiciones de vida en
algunos aspectos, por la desesperación misma del capital existe muy poca
posibilidad de un capitalismo más humano.
La otra posibilidad es decir “Chao, capital, ya vete, vamos a crear
otras maneras de vivir, otras maneras de relacionarnos, entre nosotros y
también con las formas no humanas de vida, maneras de vivir que no
están determinadas por el dinero y la búsqueda de la ganancia, sino por
nuestras propias decisiones colectivas”.
Aquí en este seminario estamos
en el mero centro de esta segunda opción. Este es el punto de encuentro
entre zapatistas y kurdos y miles de movimientos más que rechazamos el
capitalismo, tratando de construir algo diferente. Todas y todos estamos
diciendo “Ya, capital, ya pasó tu tiempo, ya vete, ya estamos
construyendo otra cosa”. Lo expresamos de muchas maneras diferentes:
estamos creando grietas en el muro del capital y tratando de promover su
confluencia, estamos construyendo lo común, estamos comunizando, somos
el movimiento del hacer contra el trabajo, somos el movimiento del valor
de uso contra el valor, somos el movimiento de la dignidad contra un
mundo basado en la humillación. Estamos creando aquí y ahora un mundo de
muchos mundos.
Pero ¿tenemos la fuerza suficiente? ¿Tenemos la fuerza suficiente para
decir que no nos interesa la inversión capitalista, que no nos interesa
el empleo capitalista? ¿Tenemos la fuerza para rechazar totalmente
nuestra dependencia actual del capital para sobrevivir? ¿Tenemos la
fuerza para decir un “adiós” final al capital?
Posiblemente no la tenemos, todavía. Muchos de nosotros que estamos
aquí tenemos nuestros sueldos o nuestras becas que vienen de la
acumulación del capital o, si no, vamos a regresar la semana próxima a
buscar empleo capitalista. Nuestro rechazo al capital es un rechazo
esquizofrénico: queremos decirle un adiós tajante y no podemos o nos
cuesta mucho trabajo. No existe pureza en esta lucha. La lucha para
dejar de crear el capital es también una lucha contra nuestra
dependencia del capital. Es decir, es una lucha para emancipar nuestras
capacidades creativas, nuestra fuerza para producir, nuestras fuerzas
productivas.
En eso estamos, por eso venimos acá. Es cuestión de organizarnos,
claro, pero no de crear una Organización, sino de organizarnos de
múltiples maneras para vivir desde ahora los mundos que queremos crear.
¿Cómo avanzamos, cómo caminamos? Preguntando, por supuesto, preguntando y abrazándonos y organizándonos.
John Holloway es profesor del posgrado de sociología en el Instituto de
Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla. Autor de Cambiar el mundo sin tomar el poder y Agrietar el capitalismo. Este es el texto de la ponencia presentada al Seminario sobre "El Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista",
organizado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, San
Cristóbal de las Casas, del 3 al 9 de mayo de 2015. Publicado en este
blog con la amable autorización del autor.
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