Wikileaks filtra el contenido de las negociaciones clandestinas entre medio centenar de gobiernos para establecer un acuerdo mundial secreto de comercio internacional de servicios que estará por encima de todas las regulaciones y normativas estatales y parlamentarias, en beneficio de las corporaciones
El secretista tratado de libre comercio TTIP entre EEUU y la UE parecía imbatible como Caballo de Troya de las multinacionales. Pero
en realidad es casi una cortina de humo para tapar la verdadera alianza
neoliberal planetaria: el Trade in Services Agreement (TiSA), un acuerdo todavía más antidemocrático de intercambio de servicios entre medio centenar de países, incluida España, que no
sólo se está negociando en el más absoluto de los secretos sino que se
pretende que siga clasificado, oculto al conocimiento público, durante
otros cinco años cuando ya haya entrado en vigor y esté condicionando el 68,2% del comercio mundial de servicios.
El
nivel de encubrimiento con el que se elaboran los artículos y anexos
del TiSA –que cubren todos los campos, desde telecomunicaciones y
comercio electrónico hasta servicios financieros, seguros y transportes–
es incluso superior al del Trans-Pacific Partnership Agreement (TPPA)
entre Washington y sus socios asiáticos, para el que se prevén cuatro
años de vigencia en la clandestinidad. Sin embargo, Público ha accedido –gracias a su colaboración con Wikileaks–, en exclusiva para España, a los documentos originales reservados de la negociación en curso,
donde queda patente que se está construyendo un complejo entramado de
normas y reglas diseñadas para evadir las regulaciones estatales y
burlar los controles parlamentarios sobre el mercado global.
Los asociados periodísticos de Wikileaks que participan junto a Público en esta exclusiva mundial son: The Age (Australia), Süddeutsche Zeitung (Alemania), Kathimerini (Grecia), Kjarninn (Islandia), L'Espresso (Italia), La Jornada (México), Punto24 (Turquía), OWINFS (Estados Unidos) y Brecha (Uruguay).
Además, el TiSA es impulsado por los mismos gobiernos (EEUU y los de la
UE) que impusieron el fallido modelo financiero desregulado de la
Organización Mundial de Comercio (OMC) y que provocaron la crisis
financiera global de 2007-2008 (el crash del casino bursátil
mundial simbolizado por el hundimiento de Lehman Brothers) que arrastró a
las economías occidentales y todavía estamos pagando tras casi un
decenio de austeridad empobrecedora, recortes sociales y rescates
bancarios. Y lo que precisamente trata de imponer este nuevo pacto
neoliberal mundial es la continuidad e intensificación de ese sistema, en
beneficio desorbitado de las grandes compañías privadas transnacionales
y atando las manos de gobiernos e instituciones públicas.
Esos objetivos son evidentes en la intención de mantener el tratado secreto durante años, puesto que así se impide que los gobiernos que lo ejecutan tengan que rendir cuentas ante sus parlamentos y ciudadanos.
También es patente la intención fraudulenta de esa negociación
clandestina por su descarada violación de la Convención de Viena sobre
la Ley de Tratados, que requiere trabajos preparatorios y debates
previos entre expertos y académicos, agencias no gubernamentales,
partidos políticos y otros actores… algo a todo punto imposible cuando
la elaboración de un acuerdo se efectúa en estricto secreto y a
escondidas de la luz pública.
Por el momento, los gobiernos
implicados en la negociación secreta del TiSA son: Australia, Canada,
Chile, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, Estados Unidos, Hong Kong,
Islandia, Israel, Japón, Liechtenstein, México, Nueva Zelanda, Noruega,
Pakistán, Panamá, Paraguay, Perú, Suiza, Taiwán, Turquía y la Comisión
Europea, en representación de los 28 países miembros de la UE, pese a
ser un organismo no electo por sufragio universal. Además, entre los
socios hay tres paraísos fiscales declarados, que participan activamente
en la elaboración de los artículos, especialmente Suiza.
Los textos de la negociación secreta del TiSA que ahora desvela
Wikileaks muestran que lo que se pretende es eliminar todos los
controles y obstáculos para la liberalización global de los servicios
financieros, suprimiendo todo límite a sus instituciones y cualquier
restricción a sus productos innovadores, a pesar de que fueron precisamente esos inventos financieros, como los derivados o los CDS (credit default swaps) –auténticas apuestas sobre posibles quiebras–, los
que generaron la burbuja bursátil mundial que al estallar en 2007-2008
destruyó los fundamentos económicos de las potencias occidentales y obligó al rescate de esas entidades con cientos de miles de millones en fondos públicos.
Hace un año, Wikileaks
ya filtró una pequeña parte de la negociación del TiSA (el anexo
referido a Servicios Financieros, a fecha 19 de junio de 2014), pero
hasta hoy no se había tenido acceso a las actas de las negociaciones
secretas sobre todos los aspectos que cubrirá el futuro acuerdo: Finanzas (lo acordado a 23 de febrero de 2015),
Telecomunicaciones, Comercio Electrónico, Transporte Aéreo y Marítimo,
Distribución y Envíos, Servicios Profesionales, Transparencia,
Movimientos de Personas Físicas, Regulaciones Nacionales Internas,
Servicios Postales Universales…
Público ha tenido incluso acceso a las notas internas sobre las negociaciones con Israel y Turquía para
que se adhiriesen al tratado secreto, algo que en cambio se negó a
China y Uruguay cuando lo solicitaron, probablemente temiendo que
filtrarían los contenidos del pacto en cuanto comprendieran el alcance
de lo que se pretende.
Es revelador el listado de las naciones
latinoamericanas que participan en el TiSA, todas ellas fieles aliadas
de EEUU como Colombia, México y Panamá (paraíso fiscal que es muy activo
en la negociación), así como la exclusión no sólo de los países
bolivarianos sino incluso de Brasil y otras potencias regionales de las
que Washington no se fía. En realidad, todas las potencias emergentes
del llamado BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica) han quedado
apartadas del tratado secreto, precisamente porque serán las que más
pierdan al aplicarse las condiciones pactadas.
No cabe duda de que se busca impedir el debate que reclamaron muchos países, sobre todo Ecuador, tras el crash financiero sobre las razones que lo provocaron y las soluciones para que no vuelva a producirse. EEUU, Canadá, Australia, Suiza y la UE se opusieron frontalmente incluso a las conclusiones de la Comisión Stiglitz de la ONU, en 2009, negándose a aceptar la evidente relación entre la desregulación bancaria/bursátil y la crisis, y en 2013 bloquearon todo intento de discutirlo en el seno de la OMC.
Entre lo más sarcástico del contenido del TiSA que ahora sale a la luz está
la exigencia de transparencia total a las autoridades nacionales, que
deberán anunciar de antemano y abrir a discusión previa todas las
regulaciones y normativas que se dispongan a aplicar, asegurando
así que las grandes corporaciones y los lobbies comerciales
internacionales tengan tiempo y recursos para contrarrestar, modificar o
incluso impedir esas decisiones soberanas en función de sus intereses.
Una imposición a los estamentos públicos que exigen los que no sólo pactan en secreto su propio modus operandi, sino que incluso pretenden que sus acuerdos ya en vigor permanezcan durante años como top secret, negando
a los órganos de la soberanía popular hasta el conocimiento de las
reglas que van a aplicar los gobiernos de cada país en sus relaciones
internacionales.
En cambio, los acuerdos del TiSA –que se negocian al margen del Acuerdo General de Comercio en Servicios (GATS) y de la OMC– toman
en cuenta todas y cada una de las exigencias de la industria financiera
de Wall Street y la City londinense, así como los intereses de las
grandes corporaciones multinacionales, para las que el tratado no sólo no es secreto sino su propio engendro. Como alertó hace meses la catedrática
de Derecho de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda), Jane Kelsey,
"el mayor peligro es que el TiSA impedirá a los gobiernos fortalecer las
reglas del sector financiero".
Diseñado en estrecha consulta con ese sector financiero mundial, el TiSA obligará a los gobiernos firmantes a apuntalar y ampliar la desregulación y liberalización bursátil causantes de la crisis;
les quitará el derecho de mantener y controlar los datos financieros
dentro de sus territorios; los forzará a aceptar derivados crediticios
tóxicos; y los atará de manos si tratan de adoptar medidas para impedir o
responder a otra recesión inducida por el neoliberalismo. Y todo ello
será impuesto por unos acuerdos secretos, sin que la opinión pública se
pueda enterar de los verdaderos motivos que arrastran su sociedad a la
ruina.
A menos que los órganos de la soberanía popular impidan este golpe de Estado económico mundial.
Fuente: http://www.publico.es/internacional/wikileaks/50-paises-pactan-secreto-tratado.html
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