La ONG Alianza por la Solidaridad y el fotógrafo Pedro Armestre se han unido para presentar una de las exposiciones más reivindicativas de la edición 2015 de PhotoEspaña. ‘Derecho al Agua’, que puede verse en el centro de fotografía y cine EFTI, en Madrid, denuncia la falta de escrúpulos de muchas empresas, como Coca-Cola, cuando desembarcan en países de Centroamérica y esquilman los recursos naturales, en este caso el agua, haciéndole aún más difícil la vida a las poblaciones locales. Viajamos con ellos a El Salvador, Guatemala y Nicaragua.
Recorremos la exposición con Pedro Armestre. Lo primero
que llama la atención es la fuerza de los rostros de los protagonistas
de las imágenes y la vivacidad de los colores. Estamos en el corazón de
Centroamérica, en paisajes idílicos, ahora a menudo ultrajados por
intereses multinacionales; entre comunidades locales que, una vez más, y
van muchas en la historia, ven pisoteados sus derechos más elementales.
“La exposición Derecho al Agua, con medio centenar
de imágenes tomadas por Pedro Armestre, se enmarca dentro de la campaña
TIERRRA para promover un desarrollo sostenible y justo cuando las
empresas invierten en el exterior”, subraya Rosa M. Tristán, portavoz de
Alianza.
¿Ese detalle de las tres ‘erres’ del nombre de la campaña;
por qué añadir una más a Tierra? “Lleva la R de la Responsabilidad,
porque es lo que debe exigirse a todas las empresas, en cualquier lugar
del mundo, si su actividad impacta en su entorno y en las comunidades.
Lleva la R de la Rentabilidad, porque es un concepto inherente a las
inversiones privadas, que no tiene por qué ser excluyente del desarrollo
sostenible. Y lleva la R de los Recursos, porque es aquello de lo que
nos provee el planeta para que todos sus habitantes podamos vivir con
dignidad y con derechos”.
Alianza destapa el caso de Coca-Cola, empresa denunciada
en este trabajo por sobreexplotar y contaminar un acuífero en El
Salvador, que afecta a unas 30.000 personas, mientras en España, por
ejemplo, la multinacional del refresco desarrolla un programa de
protección ambiental para cuidar acuíferos, como el que abastece de agua
al Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. “Hay que decirles que lo
hacen mal. Que la Responsabilidad con los recursos naturales y las
poblaciones locales debe ser un compromiso global, y no sólo algo a
desarrollar en los países desarrollados, porque se lo exija la
legislación ambiental o por cuestiones de marketing”, destaca Rosa M.
Tristán. Y más en un mundo globalizado como el de hoy, que abre caminos a
los negocios de las multinacionales, pero también a que las cosas se
sepan y las denuncias trasciendan fronteras. Tanto Rosa M. Tristán como
Pedro Armestre, que documentó estos casos junto a la periodista Susana
Hidalgo (ambos dan forma a la revista digital Calamar2, centrada en la fotografía social y medioambiental), reconocen que Coca-Cola en ningún momento se ha dignado a dar ningún tipo de explicaciones.
Pedro Armestre
atraviesa un periodo en la cresta de la ola. El año pasado recibió los
premios de Periodismo Rey Juan Carlos, Ortega y Gasset y el Nacional de
Periodismo Doñana. No sólo por estos reconocimientos ha sido noticia;
también porque, como fotógrafo de Greenpeace, que documenta sus campañas
desde 1998, ha sido víctima del acoso de la empresa eléctrica
Iberdrola, que le llevó a juicio por una acción de protesta de la ONG en
la central nuclear de Cofrentes. Estuvo detenido 40 horas y se ha
enfrentado a un proceso judicial muy mediático -pedían para los
activistas y el fotógrafo penas de cárcel de hasta 3 años-, del que
finalmente ha sido absuelto de todos los cargos el pasado mes de mayo.
Durante 3,5 años se ha movido “en libertad con cargos”, en un contexto
que muchos han puesto como símbolo de la cada vez mayor fragilidad en
este país de la libertad de prensa y expresión, más tratándose de un
profesional de la fotografía. Es la estrategia de “matar al mensajero”.
Pedro Armestre fue también quien convivió durante un mes con los
acampados en la Puerta del Sol en el 15-M, y de cuyo trabajo salió un fabuloso libro, Plaza Tomada, que hará historia por documentar el arranque del largo recorrido de aquella protesta ciudadana, al que todos estamos asistiendo.
Continuar leyendo: http://elasombrario.com/el-derecho-al-agua-y-la-chispa-de-la-vida-frente-a-frente/
09 de noviembre de 2014. Felipe Ruiz, de 65 años, camina todos los días una hora de ida y otra de vuelta desde su casa hasta un lavadero natural donde, entre árboles y matorrales, se asea y limpia sus ropas. (Lavadero El Caballo, Nejapa, El Salvador). ©Calamar2/ Pedro ARMESTRE
10 de noviembre de 2014. Muchas familias acuden al río Acelhuate, a 21 kilómetros de San Salvador, a bañarse, a lavar la ropa, a dar de beber a los animales y a llenar cubos para el consumo propio. La embotelladora de Coca-Cola sobreexplota el acuífero de la zona afectando al abastecimiento de las comunidades vecinas. ©Calamar2/ Pedro ARMESTRE
Para producir un litro de Coca Cola son necesarios 2,5 litros de agua. ©Calamar2 / Pedro ARMESTRE
Siomara Castro, 18 años: “Mi hijo enferma a menudo con diarreas y vómitos por culpa del agua sucia”. (Nueva Esperanza, Nejapa, El Salvador) ©Calamar2/ Pedro ARMESTRE.
La embotelladora de Coca-Cola sobreexplota el acuífero de Nejapa afectando al abastecimiento de las comunidades próximas. Los vecinos deben acudir a los ríos y quebradas para asearse y lavar sus enseres y ropas. Para producir un litro de Coca-Cola son necesarios 2,5 litros de agua. (Quetzaltepeque, Nejapa, El Salvador). ©Calamar2/ Pedro ARMESTRE
En 2011 las comunidades mayas iniciaron una fuerte oposición al proyecto de instalación de la hidroeléctrica española Ecoener en la zona e impidieron la entrada de las máquinas. © Calamar2/Pedro ARMESTRE
Una niña descansa en una estantería del campamento de resistencia instalado contra la hidroeléctrica española Ecoener. Las mujeres y los niños vigilan durante el día. Por la noche toman el relevo los hombres más jóvenes.
El río Cambalam, donde la hidroeléctrica española pretende instalarse, cruza la selva guatemalteca con varias cascadas y es sagrado para las poblaciones mayas. “La fuerza y la naturaleza del jaguar y el tigre bañado en oro”, significa Cambalam en el dialecto kanjobal. Los vecinos que se oponen al proyecto mantienen desde 2011 un campamento las 24 horas para evitar el paso de las máquinas de la empresa. © Calamar2/Pedro ARMESTRE
La hidroeléctrica Renace se ha instalado en la zona con amenazas a la población y falsas promesas de desarrollo. La empresa ha cortado el acceso al río para miles de personas y no ha respetado la estrecha relación de los indígenas mayas con la naturaleza. María Dolores Caal y Ramiro Sierra viven en Chacalté, una aldea que está muy cerca de las instalaciones de Renace, pero no disponen de luz eléctrica. Su única fuente de iluminación es una linterna solar. ©Calamar2/ Pedro ARMESTRE.
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