El pensador polaco Zygmunt Bauman se ha convertido
en una de las voces más criticas contra "el capitalismo salvaje" y la
situación de "desigualdad" que ha generado, y la primera víctima de esta
situación, en opinión de este profesor y sociólogo, "es la democracia".
Así lo refleja Zygmunt Bauman (Poznan, Polonia, 1925) en su último
libro, "¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?" (Paidós), que
presenta en Madrid.
Bauman, Premio Príncipe de
Asturias de Comunicación y Humanidades (ex aequo con Alain Toraine, en
2010), a sus 89 años sigue viajando por todo el mundo con "placer" y
paciencia infinita para explicar la situación de desigualdad que vivimos
en esta "sociedad de modernidad liquida", concepto clave con el que
define la inestabilidad de la sociedad actual, "consumista y en continuo
cambio".
"El Estado democrático durante años se
ajustó a su promesa y a su responsabilidad de proteger y dar bienestar a
cualquier colectivo en contra de la desgracia individual. La gente
tenía sentido de pertenencia y solidaridad -argumenta el autor-. Hoy
todo eso ha cambiado y, cuando llegan los problemas comunales y
compartidos, el Estado dice: 'Es asunto vuestro; resolvedlo vosotros'".
"De ahí que la confianza que se tenía en las instituciones esté
decayendo. La gente sabe que del Estado no va a obtener nada y sabe que
las instituciones democráticas y políticas no llevan a cabo sus
promesas", subraya.
Bauman, que vive desde los setenta en Leeds (Reino Unido), recuerda que
en 1900 y hasta 1970 hubo una tendencia en el mundo que marcaba que la
desigualdad estaba menguando. "Pero, a partir de 1970, la situación
cambió, y la tendencia fue al revés. Hoy las 85 personas más ricas del
mundo tienen la misma riqueza que los cuatro billones de los
'inhabitantes' más pobres de la tierra, y este es el magma de la
situación", añade.
"Hoy la sociedad está cambiando, y
los multimillonarios son un grupo cada vez más pequeño que se beneficia
del desarrollo de las rentas ascendente, de la renta nacional. Sin
embargo, la clase media está mas cerca de los proletarios y de la gente
que vive en la miseria: es lo que yo llamo el 'precariado'".
Y para acompañar esta opinión, Bauman, autor de títulos como "Vigilacia
líquida", "Sobre la educación en un mundo líquido" o "Vidas
desperdiciadas", cita al papa Francisco en su exaltación apostólica
llamada "Evangelium Gaudium": "Las ganancias de una minoría están
creciendo exponencialmente, al igual que el hueco que separa la mayoría
de la prosperidad que unos pocos de seres felices disfrutan".
"Los muy ricos, los billonarios, se han puesto una barricada alrededor y han subido los puentes levadizos", añade Bauman.
Una situación tan desigual que, según el pensador, la sociedad acepta
de forma pasiva por varios motivos: el primero, porque en las últimas
docenas de años, "cuando hay que enfrentarse a un problema, solo se hace
a través de lo que se llama crecimiento económico. Este crecimiento nos
dicen que es la solución, piensan que es ilimitado, pero nosotros
sabemos que no es así y que los problemas crecen".
Otro factor que contribuye a esta parálisis en la gente es el consumo:
"Nos han hecho esclavos del consumo, las tiendas, las grandes
superficies. La búsqueda de la felicidad equivale a ir de compras",
sostiene.
Por último y como consecuencia de la
aceptación de todo lo anterior, la nueva organización de la vida es "más
individual y desregularizada, y eso hacer crecer la insolidaridad".
Y añade Bauman, parafraseando a Richard Rorty: "Mientras el
proletariado esté distraído en su propia desesperación con
acontecimientos ficticios creados por los medios de comunicación, los
superricos no tienen nada que temer".
Con aspecto de
sabio, con pelo blanco cubriéndole como un aura la cabeza, con su pipa
en la mano, este pensador, hijo de judíos polacos que tuvieron que huir
del país tras la invasión de Alemania, reitera que hoy no hay
racionalidad ni solidaridad, solo competitividad sin piedad".
"Si se tiene riqueza, educación y privilegios, también se tiene un
deber moral por los demás", advierte este profesor, quien dice que no es
profeta y que nada hay definitivo en este mundo. "Un mundo que tiene un
cementerio lleno de esperanzas y desgracias", ha concluido Bauman, que
esta tarde dará una conferencia en Madrid.
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