El 22 de febrero se cumplen 75 años de la muerte de
Antonio Machado en el exilio de Collioure. Ya era considerado el primer
poeta vivo en lengua castellana, una venerable figura patriarcal de 61
años, cuando decidió no marchar de España al inicio de la Guerra Civil, a
diferencia de lo que hicieron Ramón Menéndez Pidal, Américo Castro,
Azorín, Pío Baroja, José Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez, Ramón
Gómez de la Serna, Gregorio Marañón, Pedro Salinas, Salvador de
Madariaga, Ramón Pérez de Ayala y otros. Él quiso permanecer en el
domicilio familiar de Madrid como gesto de apoyo a la legalidad
republicana.
Pero con el precedente del fusilamiento
de Federico García Lorca por los franquistas en agosto de 1936 en
Granada, en noviembre se presentaron León Felipe y Rafael Alberti en
casa de Machado para rogarle que aceptase la evacuación a Valencia, como
ya había hecho el gobierno de la República en peso desde el día 7 de
aquel mes, ante la amenaza de bombardeos y el asedio sobre la capital
por parte de los sublevados. De entrada se negó, fue precisa una segunda
visita para convencerle. Finalmente el 24 de noviembre dejó Madrid por
Valencia, donde permaneció con su familia hasta finales de abril de 1938
en que fue evacuado de nuevo, este vez a Barcelona, conjuntamente con
el gobierno de la República.
Primero se alojó en el
hotel Majestic del Paseo de Gracia, convertido en residencia de
invitados y corresponsales extranjeros. El ajetreo del céntrico
establecimiento aconsejó trasladar a Machado y su familia al cabo de un
mes a la Torre Castanyer, en el Paseo de San Gervasio nro. 21, un
palacete incautado al vizconde de Güell. Contaba con amplio jardín,
aunque la casa conocía problemas de calefacción y suministro eléctrico
como la mayoría de la ciudad en aquellos momentos. El hecho de no
saberse de ninguna salida de Machado de la Torre Castanyer durante los
once meses de estancia en Barcelona trasluce su delicado estado de salud
y el cariz que la guerra había empezado a tomar en el ánimo de todos.
El domingo 22 de enero de 1939, a les tres de la madrugada, Machado
abandonó Barcelona en dirección a la frontera francesa, igual que todos
los mandatarios republicanos, en una comitiva de coches y ambulancias
formada por el poeta (con su madre, el hermano José Machado y su mujer
dona Matea Monedero) y los hermanos Joaquim y Josep Xirau Palau con sus
familias. Tomaron por la carretera litoral hasta Malgrat. Al alba del
lunes 23 de enero atravesaron la ciudad de Girona, repleta de evacuados,
bajo los bombardeos franquistas. Se alojaron en la masía Can
Santamaria, en Raset. Allí se les unió una segunda comitiva integrada
por el pedagogo Joan Roura Parella, el doctor Emili Mira, el lingüista
Tomás Navarro Tomás, el médico Joaquim Trias i Pujol, el periodista
Corpus Barga, el astrónomo Pedro Carrasco, el naturalista Enrique Rioja,
el neurólogo José Miguel Sacristán y el geólogo José Royo Gómez,
algunos con sus familias. El grupo quedó inmovilizado durante cuatro
días, debido a la creciente inseguridad de las carreteras y al cierre de
la frontera mantenido por las autoridades francesas. Royo Gómez tomó,
en el patio de la casa, la última foto en vida de un Machado envejecido,
demacrado, visiblemente abatido.
Tras recibir la noticia de la caída de Barcelona el jueves 26 de enero,
aquel mismo día prosiguieron camino de noche en varios vehículos y por
grupos separados. Una ambulancia condujo a Machado y sus familiares
hasta el Mas Faixat, en una loma boscosa de Viladesens, a tan solo un
par de kilómetros de trayecto. Allí pasaron la noche en blanco. Se les
sumó un tercer grupo de intelectuales evacuados, encabezado por el
presidente de la Institución de las Letras Catalanas, Josep Pous i
Pagès, y su vicepresidente, el poeta y profesor Carles Riba.
En el Mas Faixat Carles Riba entregó a Machado un fragmento que acababa de componer, con la dedicatoria: "Con admiración y afecto, en la común esperanza que aún nos alienta, a don Antonio Machado, de su fiel amigo Carles Riba". Aquellos versos aparecerían pocos años más tarde como íncipit de las célebres Elegies de Bierville: "Tristes banderes/ del crepuscle!/ Contra elles/ sóc porpra viva./ Seré un cor dins la fosca;/ porpra de nou amb l'alba".
La comitiva retomó la marcha al alba del viernes 27 de enero y llegó al
puesto fronterizo de Cerbère al anochecer. Pese al colapso de la
carretera por la cantidad de refugiados, la gendarmería tomó en
consideración el estado del poeta y de su anciana madre y les condujo en
coche hasta la estación de tren de la localidad, donde pasaron la noche
a un vagón sin calefaccis assequibles. a Repñu) evacuats per força cap
a l'camps de concentracigendarmeria va prendre en consideración. A la
mañana siguiente todos los integrantes de la comitiva de Machado
(intelectuales bajo protección del gobierno de la República que no eran
deportados por las autoridades francesas a los campos de concentración
de las playas vecinas como los milicianos ni dispersados
obligatoriamente hacia el interior de Francia como el resto de civiles)
tomaron el tren para dirigirse a Perpiñán o a París, donde los medios de
subsistencia eran más presumibles.
El consulado de
la República española en Perpiñán ofreció a Machado la ayuda que
necesitase y le recomendó trasladarse a París, donde era esperado El
poeta, tras más de dos años bajo la protección de las autoridades
republicanas, esta vez declinó la ayuda. Sin fuerzas para continuar,
decidió tomar él solo con sus familiares y el amigo Corpus Barga un tren
local hasta algún discreto lugar cercano donde dejar caer sus huesos.
Se apearon después de tan solo quince minutos de viaje, indefensos bajo
la lluvia, en la diminuta estación de Collioure. Apenas había dejado
atrás las estaciones de Banyuls y Port-Vendres. Solo faltaban dos más,
Argelés y Elna, para llegar a la ciudad de Perpiñán, a quince minutos
suplementarios de recorrido.
El joven ferroviario
Jacques Baills, jefe suplente de la estación de Collioure, vio apearse
del tren el sábado 28 de enero de 1939, a las cinco y media de la tarde,
bajo la lluvia, a Machado y sus familiares. El poeta, exhausto, tan
solo sobrevivió 26 días en Collioure, acogido por la propietaria del
hotelito Bougnol-Quintana. Murió el 22 de febrero, "ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar", tal como auguraban sus versos.
La madre falleció dos días después en la misma habitación. Fueron
enterrados en cementerio de la localidad.
Dentro de
la sencillez vocacional de Machado, su sepultura en Collioure se ha
convertido, tras no pocas peripecias y polémicas, en el memorial más
conocido y concurrido del medio millón de republicanos que pasaron
derrotados la frontera, con quienes el poeta quiso compartir el destino
hasta el final. Hoy no son recordados solamente sus versos o su vida,
también su muerte. Por eso la tumba mantenida en Collioure tiene el
mismo sentido que el primer día. Es el memorial del éxodo de 1939. A
nadie se le escapa que Machado se encuentra allí en el exilio, porque
precisamente de lo que se trata es de recordarlo.
Fuente: http://www.eldiario.es/catalunya/Antonio-Machado-exilio-despues-muerte_0_228527511.html
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