El Tribunal Supremo falló en julio de 2012 que los centros educativos
que segregaran a los alumnos por sexo no podrían acceder al régimen de
conciertos educativos. Esta medida habría dejado sin fondos públicos a
la inmensa mayoría de los colegios del Opus Dei, uno de cuyos preceptos
es la educación segregada. Poco después, Joan Curcó, director de
Fomento de Centros de Enseñanza, baluarte del Opus en educación,
consideró muy plausible que el ministro de Educación, José Ignacio Wert,
modificara la ley a la espera de que el Tribunal Constitucional se
pronunciara. Y así fue: la LOMCE garantiza que los centros segregados
puedan acceder a los conciertos con las Administraciones educativas sin
tener que justificar de forma objetiva esa política.
El Opus Dei siempre ha tenido línea directa con las altas esferas del
Partido Popular, muchas de cuyas medidas le han favorecido.
Especialmente en el sector educativo, uno de los ámbitos donde la
organización es más influyente y al que más relevancia da el Opus. Los
colegios de la institución son el principal vivero de futuros miembros
destinados a perpetuar y extender los tentáculos de su poder. Como
ejemplo del trato dispensado por los diferentes ejecutivos conservadores
a la Obra, se puede citar la subvención anual de casi 4 millones
de euros que el gobierno de Murcia concede a dos de sus centros, los
colegios Nelva y Monteagudo. Este concierto es superior a los fondos
destinados a todas las escuelas públicas de la región para gastos de
mantenimiento. Otro ejemplo de feudo del Opus fue el Madrid de Esperanza
Aguirre. Bajo su presidencia se concedió un terreno de 23.000 metros
cuadrados en Alcalá de Henares al colegio Alborada, valorado en 15
millones de euros, por el que la organización pagaba sólo 12.500 euros
anuales de alquiler, así como 25.000 metros cuadrados para la
construcción de un segundo colegio de la Obra en Alcorcón.
La organización religiosa fundada por José María Escrivá de Balaguer
en 1928 es, en la actualidad, una prelatura personal de la Iglesia que
tiene como precepto principal “santificar a Dios a través del trabajo”.
Considerada por sus adeptos como “una cruzada silenciosa”, el Opus Dei
define en su itinerario jurídico los rasgos que deben guiar la vida de
sus miembros, basados en una moral católica reaccionaria.
La implicación del Opus en la vida política como método para
acrecentar su poder se remonta a la dictadura y al llamado gobierno de
los tecnócratas (1957) pero, ya en democracia, se ha perpetuado de la
mano del Partido Popular. La militancia de miembros del actual Ejecutivo
en la prelatura ha quedado acreditada con el papel de Jorge Fernández
Díaz, ministro del Interior y supernumerario [miembro no célibe de la Obra]
en el recurso contra el matrimonio homosexual, cuando era diputado en
el Congreso, y con su apoyo a la ley del aborto de Gallardón. En el año
2002, en el acto de beatificación de Escrivá, la presencia de muchos
miembros del gobierno escenificó su cercanía al Opus. Asistieron en
representación del gobierno dos de sus miembros cercanos a la Obra:
la entonces ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, y el ministro
de Justicia, Jose María Michavila. También viajaron a Roma el presidente
de Navarra, Miguel Sanz, Jorge Fernández Díaz, en aquel momento
secretario de Estado para las Relaciones con las Cortes, así como el
titular de Defensa, el supernumerario Federico Trillo, que acudió a
título personal. Ministros como Cristobal Montoro, Ana Mato y Pedro
Morenés han sido vinculados con la Obra por acudir a alguno de
sus retiros espirituales, pero el estricto código de silencio que impera
en la organización hace muy difícil confirmar su pertenencia. En el
Opus rige una especie de omertá que permite a la organización
ejercer su poder de forma subrepticia. Jamás uno de sus miembros
reconocerá en público que se reza en los retiros por una ley que prohiba
el aborto y que cualquier miembro que quiera alcanzar la santidad a
través del trabajo tiene que hacer todo lo que esté en su mano para que
esa ley sea un hecho.
Un discurso de respeto a la libertad personalEl Opus Dei niega cualquier intento de influir en política. Manuel Garrido, jefe de su oficina de información, desmintió a La Marea que la organización dé directrices a sus miembros más allá de la formación de carácter espiritual. “En la Obra
no hay directrices laborales para nadie… Digamos que ofrece un contexto
formativo que fomenta la responsabilidad personal y no concreta
directrices técnicas que sólo conciernen al interesado y a su empresa, o
al organismo en el que trabaje”.
El mismo Escrivá de Balaguer preconizaba en sus escritos que los
miembros de la prelatura debían mantener plena libertad en las
cuestiones profesionales, sociales y políticas argumentando –eso sí– que
estaban unidos sólo por un denominador común muy concreto, la fe de la
Iglesia, el espíritu de la Obra y el empeño apostólico. La
realidad es que quienes se unen a la organización están sometidos a un
férreo control y deben poner sus carreras profesionales al servicio de
dicho “empeño apostólico”. “En el Opus, obedecer o marcharse” es una de
las máximas de Escrivá.
El dominio de la Obra sobre sus militantes ha sido descrito
por la multitud de miembros que lo han abandonado por considerarla una
secta en la que hay un abismo entre teoría y práctica. Los numerarios,
seglares célibes que deben total obediencia al Opus, viven en casas
particulares propiedad de la organización en las que reciben cada semana
las directrices de un director espiritual que controla los aspectos más
nimios de su vida, lo que parece difícil de conciliar con la idea de
independencia total en la vida profesional, sobre todo si el interesado
ocupa un puesto de responsabilidad. Los numerarios entregan todos sus
ingresos al Opus y firman un testamento hológrafo en el que legan todos
sus bienes a la organización. El control mental, especialmente a las
mujeres de la Obra, llega al extremo de prohibirles acudir a
espectáculos públicos como el cine o el teatro para evitar el riesgo de
que conozcan a alguien, se enamoren y dejen de ser numerarias.
Francisco Delgado, presidente de Europa Laica, explica cómo el Opus
intenta colocar en el ámbito empresarial, político, educativo y
financiero al máximo número de sus miembros para influir en la vida
pública. Además, afirma que “el Opus busca atraer a jóvenes brillantes
en las universidades y centros empresariales para colocarlos en puestos
de poder; los jóvenes aspirantes, conocedores de la influencia del Opus
Dei, aceptan entrar en la Obra muchas veces sin tener unas creencias religiosas tan dogmáticas”.
En sus centros educativos, no sólo tratan de adoctrinar a los
estudiantes más influenciables, sino que seleccionan a los más
brillantes para intentar que se unan al Opus y así perpetúen su influjo
en la vida pública. Para ello, se crean redes de captación de miembros
con altas capacidades, sobre todo en aquellas áreas con especial
influencia social: la educación, la sanidad, la política, el sector
financiero y los medios de comunicación. “Tenemos que envolver el mundo
en papel de periódico”, decía Escrivá de Balaguer, que impulsó en 1958
la creación del instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra,
que fue la primera institución en España donde se podía estudiar esta
disciplina, además de la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid. Un
vivero de donde han salido periodistas como Pilar Urbano, numeraria del
Opus, o José Apezarena, que fue jefe de Informativos de la COPE.
El proselitismo tiene otra vía: la caridad, uno de los métodos para
reclutar simpatizantes, precisa Francisco Delgado. Detrás de cada
esfuerzo de la organización para servir a las personas sin recursos
existe la intencionalidad de ganar adeptos. Por ello, durante la crisis
han aumentado los miembros del Opus que trabajan como voluntarios en
bancos de alimentos. Las connotaciones políticas que tienen estas
labores de reclutamiento en barrios obreros tienen una importantísima
carga ideológica que trasciende a la cuestión religiosa. El Opus Dei ha
intentado siempre ubicar centros educativos en poblaciones con mayoría
obrera para eliminar la conciencia de clase de esas zonas y actuar como
una especie de virus que se adentre en los barrios con mayor historia de
lucha obrera para, desde dentro, desmovilizar y promover sus ideas. Un
ejemplo, el Colegio Tajamar, en Vallecas (Madrid), del que Enrique de
Castro, el cura rojo de la parroquia de San Carlos Borromeo, decía que su única finalidad era desclasar el barrio.
Intelectuales como Francisco Umbral han hecho un análisis más amplio
del poder de esta prelatura personal. Para este autor, el Opus ha sido
clave en la continuidad del nacionalcatolicismo en la democracia.
“Languideciente el franquismo azul, enterrado con la señora [Carmen
Polo], el Opus no es sino la pervivencia del franquismo blanco.”
Fuente: http://www.lamarea.com/2014/02/22/opus-dei-el-lobby-de-dios/
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