Un capullo de avispa solitario es extremadamente vulnerable y será comido por cualquier depredador pero la avispa ha buscado un aliado formidable: la mariquita, que asume un nuevo rol, tras ser cuna y comida, se convierte en un guardaespaldas. La mariquita rodea el capullo con sus patas y su cuerpo y si algún depredador se acerca al capullo moverá las patas y se enfrentará al atacante que en la mayoría de los casos saldrá huyendo. El sistema funciona: el porcentaje de supervivencia de las pupas protegidas por mariquitas vivas de una crisopa, un depredador del grupo de los Neurópteros, es del 65%. Si los capullos se dejan sin protección o unidos a una mariquita muerta la supervivencia de las pupas de la avispa está entre el 0 y el 15%.
Al cabo de 6-9 días la avispa emerge del capullo e inicia su vida independiente. En algunos casos hay un final feliz para todos; en torno a una cuarta parte de las mariquitas reviven y salen de la parálisis una vez que el capullo ha quedado vacío. El resto, muere. Pero el proceso es como sucede en estos casos, fascinante.
El virus está almacenado en el oviducto de las hembras parasitoides y se transmite al hospedador cuando la avispa madre pone su huevo en el abdomen de su víctima. La avispa inyecta en la mariquita un huevo un cóctel de sustancias químicas y el virus. Hay evidencias de que es el virus el que inmoviliza la mariquita, protegiendo a la larva de la avispa ¡y a las copias del virus! de intrusos y predadores.
Iflavirus similares se han encontrado en insectos de interés económico como la abeja melífera y el gusano de seda. Sin embargo, en estos casos los virus soy muy patogénicos y causan el colapso de la colonia, pero eso no interesa en el caso de un parásito. De hecho, no se ha visto una patogenicidad potencial en los adultos de D. coccinellae y habrá que determinar si se trata de un caso de parasitismo, comensalismo o mutualismo. Lo que sí se ha comprobado es que los DCPV se replican en los ganglios cerebrales de las mariquitas parasitadas. Hay por tanto un neurotropismo, se mueven específicamente hacia el tejido nervioso y se desarrollan allí. Curiosamente un neurotropismo asociado con síntomas de parálisis se ha encontrado en otros virus parecidos (picorna-like) como el de la polio, el virus de la parálisis letal de los áfidos y el virus de la parálisis crónica de las abejas
Una mariquita devora unos 5500 pulgones en un año, así que cualquier parásito que afecte a la supervivencia, desarrollo y reproducción de las mariquitas es una amenaza potencial para la agricultura. En el Reino Unido la infestación de la mariquita más conocida, la de siete puntos Coccinella septempunctata, por parte de D. coccinellae aumentó significativamente durante la década de 1990, desde un 20% de los animales adultos hasta más de un 70% lo que tuvo un serio impacto económico en los agricultores ingleses porque una parte importante de las mariquitas mueren y de eso se benefician los pulgones y eso lo sufren las plantas. Por eso es importante saber más de estas relaciones entre especies.
El virus y la avispa tienen intereses comunes: convertir a la mariquita en un guardaespaldas que protegerá la maduración de la avispa y más avispas implica más virus. Al final pensábamos que la avispa era la que manipulaba a la marioneta pero parece que en su interior se localiza un titiritero que controla al anterior.
Fuente: https://jralonso.es/2019/08/09/la-guardaespaldas/
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