‘Covada’ gallega. Imagen: Almanaque. |
Pero puede que la feliz pareja de gays jerezanos que se fueron a Canadá a comprar un churumbel no estuvieran tratando de emular a Defred sino a los antiguos cántabros y su peculiar costumbre: la ‘covada’. La ‘covada’ -del francés ‘couver‘, “incubar, criar”- es, según el Diccionario de la RAE, la “costumbre que existió en algunas partes del norte de España, consistente en la permanencia, tras el nacimiento de un hijo, del padre en la cama, recibiendo atenciones, mientras la madre vuelve a sus tareas habituales”.
Esta costumbre, que en principio pudiera atestiguar el matriarcado en estas sociedades, es más bien el equivalente a que, hoy en día, la parturienta vuelva al tajo al día siguiente del parto mientras el padre de la criatura se coge los tres meses de paternidad postrado en la cama y comiendo bombones. O, volviendo al caso que traemos entre manos, como si la mujer arrendada para dar a luz posara para la foto mientras sus clientes se tumban en la cama con el bebé y el gota a gota. Hay que tener los huevos de amianto.
La costumbre de la ‘covada’ no tiene lugar únicamente tras el parto, como sugiere el DRAE, sino durante todo el embarazo, tal y como explica Juan Eslava Galán en su libro ‘Historia de España contada para escépticos’, citando a Estrabón:
“Entre los cántabros existía la curiosa ceremonia de la ‘covada’: el presunto padre de la criatura por nacer se metía en la cama y fingía los dolores del parto, mientras la parturienta seguía cavando el sembrado, o se afanaba en las labores domésticas, indiferente a las contracciones, hasta que daba a luz. Además, «es el hombre quien dota a la mujer y son las mujeres las que heredan y las que casan a sus hermanos; esto constituye una especie de ginecocracia, régimen que no es ciertamente civilizado», señala Estrabón”.La costumbre de la ‘covada’ no era privativa, ni mucho menos, de los antiguos cántabros. La antropóloga Noemí Villaverde, autora del blog y el libro ‘Una antropóloga en la Luna’, amplía el área de acción de este peculiar hábito a “galaicos, astures, vascones y cántabros”, es decir, a todos los pueblos ancestrales de la cornisa cantábrica. Eso sí, advirtiendo que solo sabemos sobre la ‘covada’ por Estrabón, el historiador romano que habló de casi todo y casi siempre de oídas.
Lo típico: el hombre «pariendo» en la hamaca y su mujer por los suelos |
La antropóloga selenita concluye su artículo con una perspicaz conclusión:
“En los Estados Unidos y en Europa, durante los últimos veinticinco años, se ha desarrollado la única institución que tiene visos de ‘covada’. Los hombres modernos frecuentemente acompañan a sus esposas embarazadas cuando van al tocólogo, asisten a seis semanas de preparación para el parto con ellas, e incluso algunos dicen experimentar dolores de espalda y malestar durante el embarazo, muchos hombres cuentan enternecedoras historias sobre los sentimientos que experimentaron cuando nacieron sus hijos. También apoyan a las mujeres durante las contracciones y cada vez más hombres piden presenciar el parto. A veces cortan el cordón umbilical y son los primeros en coger al recién nacido. ¿Y qué hay de la imposición automática del apellido paterno al bebé en primer lugar?Apoyan a las mujeres física y psíquicamente, pero también les proporciona un lugar en la procreación que antes no tenían”.
Más información: https://blogs.publico.es/strambotic/2019/07/covada-hombres-dan-a-luz/?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=web
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