Cada año, Nueva York conmemora las vidas perdidas durante los ataques del 11 de septiembre con un "Homenaje de luz". Ochenta y ocho luces de xenón, cada una de ocho mil vatios, crean dos torres traslúcidas de color azul celeste que se elevan por encima de de esa zona permanente desgarrada del bajo Manhattan. Es un asombroso recordatorio de la destrucción ocasionada aquel día de 2001. El productor de la instalación, el difunto Michael James Ahern, la definió una vez con estas palabras: "Desata un sinfín de emociones y de recuerdos y de cosas a las que todos aspiramos, cosas que no plantean conflictos ni crean agravios".
Pero aun así, igual que sucede con casi todas las empresas humanas, incluso este proyecto lumínico aparentemente puro y etéreo ocasiona su cuota de destrucción. Porque cada año, decenas de miles de aves canoras migratorias, que suelen volar de noche, quedan atrapadas en esa jaula de luz. A mediados de septiembre llega a su apogeo el periodo migratorio otoñal, y la punta de Manhattan funciona como un embudo por el que pasan las rutas migratorias de múltiples especies de reinitas que vuelan hacia el sur, de modo que cada 11 de septiembre la exhibición lumínica se ve afectada por un sinfín de bandadas de reinitas que vuelan de foco en foco soltando una estridente cacofonía de gritos de llamada. Sobre el terreno siempre hay un grupo de voluntarios de Audubon Society que recogen a los ejemplares exhaustos de colirrojo tizón, de reinita hornera, de chipe trepador y de parula norteño. Después, estos voluntarios les dicen a los organizadores del homenaje cuándo tienen que apagar las luces momentáneamente para permitir que las aves se orienten y sigan con su emigración hacia el sur. En cualquier caso, la proyección lumínica causa muertes, o como mínimo, acentúa el estrés y la fatiga de unas aves ya muy cansadas por el agotador viaje hacia el sur.
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Autographa gamma |
Un acontecimiento masivo de contaminación lumínica con efectos en la migración animal, aunque muy distinto desde el punto e vista emocional, fue la final de Eurocopa de Fútbol de 2016. El partido entre Francia y Portugal se celebró en el gigantesco Stade de France, en París, la calurosa noche del 10 de julio. La noche anterior, por motivos de seguridad, el personal del estadio había dejado encendidas las luces. Atraídas por los enormes haces de luz, bandadas y bandadas de polillas, sobre todo de plusias (
Autographa gamma, así llamada por el brillante contorno en forma de gamma griega que se dibuja en la parte negruzca de las alas anteriores), se posaron sobre la estructura vacía , en forma de copa, del estadio. La plusia es una polilla migratoria. Cada primavera, millones de ejemplares emprenden un viaje al norte desde el sur de Europa, volando a una altitud de doscientos o trescientos metros sobre el nivel del mar, en busca de la cosecha tardía, retrasada por el clima frío, de coles, patatas y otros cultivos. Algunos años se producen más migraciones estivales que cruzan el oeste y norte de Europa, y fue una de estas bandadas la que se desvió de su camino por culpa de la iluminación del estadio. Miles de polillas murieron abrasadas por las lámparas, y las que quedaban, confusas y mareadas, acabaron posándose sobre el césped del terreno de juego. Por la mañana, cuando las luces se apagaron, se quedaron dormidas.
Por la noche, a la hora del partido, cuando los ochenta mil espectadores ocuparon sus asientos y encendieron las luces, las polillas salieron del letargo. El precalentamiento de los jugadores fue interrumpido por el revoloteo de miles de polillas que volaban muy bajo sobre el terreno de juego. Cuando llegó la hora del saque inicial, a las nueve de la noche, había millares de insectos zigzagueando entre los jugadores. Las fotos que se tomaron aquella noche muestran a los enojados funcionarios de la UEFA ahuyentando las polillas que se había posado sobre sus americanas azul marino, las polillas que obstaculizaban la visión de las cámaras de televisión, o docenas de polillas colgadas en racimos de los travesaños de las porterías. Los empleados del estadio tuvieron que pasar la aspiradora sobre las líneas de demarcación del terreno de juego para que pudieran verse. En el minuto 24 -momento cumbre- se ve a Cristiano Ronaldo llorando sobre el césped por una lesión de rodilla, mientras una polilla solitaria le sorbe una lágrima.
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Cristiano Ronaldo |
Las bandadas de aves atrapadas por el Tribute in Light y las masas de polillas que se posaron en la final del campeonato de Europa de 2016 son dos ejemplos significativos de animales nocturnos atraídos por las luces artificiales. En realidad, estos hechos ocurren continuamente, y en todas partes, cada vez que alguien conecta las luces incandescentes , las pantallas LED, las lámparas de descarga gaseosa o cualquier otra clase de iluminación que hayamos inventado para evitar la oscuridad nocturna. Y desde que la gente hace estas cosas, la iluminación ha tenido la indeseada consecuencia de interferir negativamente en la conducta y los biorritmos de los animales nocturnos e incluso de las plantas....
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