Aquellos
mecanismos fundamentales ganaron complejidad con la aparición de los
sistemas nerviosos y permitieron la aparición de la razón, que nos
definen como humanos, y los sentimientos, que también lo hacen, aunque a
veces se nos olvide. “Quiero que los lectores sean conscientes del
vínculo entre lo que es nuestra vida cultural ahora y lo que es la vida
de los primeros organismos. No es que los primeros organismos fuesen
nada y nosotros todo, es una continuidad”, asegura durante una
entrevista en Barcelona el profesor de la Universidad del Sur de
California.
Después de realizar una descripción detallada de
cómo cree que aparecieron los sentimientos, Damasio defiende su papel
fundamental como guía para la acción, como impulsores de las artes o la
medicina al hacernos buscar un equilibrio (un estado de homeostasis) que
nos produzca bienestar. Como lleva haciendo durante gran parte de su
vida, recuerda que la racionalidad no se puede separar de la emoción,
igual que el cuerpo es inseparable de la mente.
Pregunta. ¿Por qué dice que no se da a los sentimientos la relevancia que tienen?
Respuesta. Si vienes de las
humanidades o trabajas en las artes, o eres un ser humano normal, sabes
que los sentimientos son importantes. Pero si observas el mundo de la
tecnología y la ciencia, te das cuenta de que los sentimientos tienen
cada vez menos peso en el discurso. Si vas a lugares donde la ciencia y
la tecnología están más cultivadas, como Silicon Valley, verás que los
sentimientos allí no son importantes, que lo importante es la
inteligencia y que la inteligencia no involucra los sentimientos.
La visión de la humanidad se está convirtiendo
cada vez más en una visión algorítmica. Todo opera de acuerdo a códigos,
ya sea genético o los códigos de sistemas de computación. La noción de
la computación es muy dominante en la cultura y es la razón por la que
he insistido en el hecho de que no se da suficiente valor a los
sentimientos. El motivo por el que no se les da importancia es porque no
se les considera fuente de cultura. Hace unos años, durante un mes
estuve preguntando a amigos y colegas sobre el origen de la cultura.
¿Por qué desarrollamos las artes, la ciencia, la tecnología, los
gobiernos? Las respuestas eran que, obviamente, porque somos muy
inteligentes, porque tenemos una gran capacidad intelectual, porque
tenemos habilidad para comunicarnos con lenguaje. Ni una sola persona
dijo que era por la motivación que recibimos a partir de nuestro sistema
de creencias. Creo que ha pasado desapercibida la idea de que los
sentimientos de dolor o sufrimiento o de intentar estar bien motivan
todo la creación de esas prácticas e instrumentos de la cultura.
Y luego es verdad que el intelecto es
extremadamente importante, porque si vas a inventar un refugio o ropa, o
medicina para tratar el sufrimiento, tienes que saber aplicar tu
intelecto. Pero estás haciendo todo eso porque tu sistema te pide que lo
hagas a través de los sentimientos. La medicina se inventa porque hay
dolor y el doctor te da una medicina. ¿Cómo sabéis tú y el doctor que la
medicina está funcionando? Lo sabemos porque el dolor desaparece y el
sentimiento de dolor desaparece y aparece otro que es el de bienestar.
Así que son los sentimientos los que nos ayudan a interpretar el efecto
del agente cultural.
La cultura funciona por un sistema de selección
parecido al de selección genética excepto que lo que está siendo
seleccionado es un instrumento que ponemos en práctica. Los sentimientos
son un agente en la selección cultural. Creo que la belleza de la idea
está en ver los sentimientos como motivadores, como un sistema de
vigilancia, y como negociadores.
P. En el libro habla también de
la crisis de los sistemas políticos en regiones que se podían considerar
exitosas, como EE UU o Europa. Es curioso que tras la caída del
comunismo y cuando había quien hablaba del fin de la historia se
reavivan nuevos conflictos como vemos en España con Cataluña o el Brexit
en Reino Unido. ¿Necesitamos el conflicto?
R. Podría ser. He pensado a veces
sobre ello, pero creo que no es así. El gran desencadenante del
conflicto actual es el capitalismo desatado que hemos tenido en los
últimos 20 o 30 años. Tras la Segunda Guerra Mundial hubo una época de
una homeostasis inmensa, una época de reducción de conflictos, a pesar
de Vietnam o la guerra de Corea. Hubo alguna guerra casi en todo
momento, pero no una guerra generalizada. Se crearon las Naciones
Unidas, una carta por los derechos humanos, hubo un periodo considerable
de justicia y cierto grado de igualdad. Pero después, hacia el final
del siglo XX, las desigualdades comenzaron a crecer de forma intensa. La
gente, estadísticamente, está mejor si se consideran los grupos, pero
si miras a los individuos hay una tremenda cantidad de sufrimiento
individual y miseria.
P. Pese a que ahora tenemos otra
forma de entender el mundo distinta de la religión como es la ciencia,
el atractivo de las creencias religiosas sigue siendo muy elevado. Usted
menciona que hay una selección natural favorable intensa para esas
creencias. ¿Es posible que a veces nos veamos atrapados por determinados
sentimientos que fueron útiles en el pasado y ya no lo son?
R. Creo que la idea de estar
atrapado en algo que es muy viejo y no es útil es correcta, pero
determinar si algo es útil o no depende de las condiciones en las que
uno vive. Si estás en una cultura que es muy pobre donde no tienes
medicina o poca comida, si alguien viene y te dice que rezar a un dios
va a mejorar tu vida y eso te ofrece consuelo y algo de tranquilidad y
dignidad, ¿por qué no hacerlo?
Eso es muy interesante sobre el valor homeostático
de la religión y de muchas soluciones culturales que tienen que ver con
la política. Cuando miras al marxismo, Marx proponía algo que la gente
veía que podía hacer su vida mejor. ¿Funcionó? Eso depende de cómo se
llevó a cabo. Fue mala suerte que se aplicase por primera vez en Rusia,
que no era el lugar más adecuado. Pero hay lugares en los que algunos
aspectos de aquellas soluciones han funcionado y han creado una sociedad
mejor.
P. ¿Es posible crear una sociedad gobernada solo por la razón?
R. Siempre tenemos unos
sentimientos con los que negocia nuestra razón. Esta idea de que los
sentimientos fueron una parte de la historia y entonces a partir de
cierto punto te vuelves racional y vas a dirigir el mundo con la razón
no tiene sentido. Si te digo que he decidido que este mundo va a ser
mucho mejor si haces esto y lo otro para que lo aceptes y lo hagas, vas a
preguntar: ¿Por qué tengo que hacerlo? La resistencia a las
imposiciones es parte de nuestra naturaleza, rechazamos los dogmas. Así
que la negociación de la razón a través del afecto es necesaria. Somos
criaturas afectivas y eso no va a desaparecer.
P. La inteligencia artificial se
va a convertir en un aspecto fundamental de nuestras vidas y hay quien
ya habla de la posibilidad de volcar nuestra mente en un ordenador, pero
usted afirma que no solo somos un algoritmo, que nuestro cuerpo es una
parte fundamental.
R. Los ingenieros están
convencidos de que el sustrato no cuenta. Y eso es un gran error, porque
no prestan atención a los sentimientos. La inteligencia artificial
opera en el mundo del intelecto. Es un mundo muy preciso, pero nosotros
somos mucho más blandos, operamos en un mundo de vida vulnerable. Si vas
a Silicon Valley y hablas con esa gente, no se ven a sí mismos y no ven
a otros, son muy buenos con las matemáticas y con la computación y
piensan que todo el mundo es código. Pero no lo es. Un ordenador no
tiene enfermedades, no se va a resfriar, no va a tener cáncer. Nosotros
estamos hechos de un material muy vulnerable. Si sales a la calle y
cruzas con un semáforo en rojo y un coche te golpea te rompes los huesos
y puedes morir. El sentido de si la vida está siendo buena o mala se
expresa a través de los sentimientos. Los sentimientos expresan
mentalmente si la homeostasis está funcionando o no y eso no lo puedes
tener en un ordenador a menos que crees un cuerpo para el ordenador. Por
eso, cuando alguien plantea que va a cargar su conciencia en un
ordenador, pregunto si va a cargar también un cuerpo. Porque si no
cargas también tu cuerpo, no vas a ser tú. Será un ordenador con tus
ideas, pero no tendrá tus sentimientos.
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