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La filología románica es tan objetiva y capaz de verdad como la física o las neurociencias, y frente a estas últimas tiene incluso la ventaja de que con su ayuda se puede entender mejor a Marcel Proust o Italo Calvino.[...]
La concepción científica del mundo se basa en una percepción distorsionada de la racionalidad. Supone que en todos nuestros esfuerzos de comprensión estamos obligados a imaginar hipótesis y demostrarlas o descartarlas experimentalmente. Operaciones de este tipo son útiles donde tienen sentido, pero no son apropiadas en todos los terrenos. [...] El descubrimiento humano de la verdad se alcanza sin métodos, lo que no significa que sea arbitrario o completamente anárquico.
No entendemos a nuestros semejantes aplicando métodos generalizables. Cómo podamos entender a nuestro prójimo es una expresión de nuestra personalidad y esta no es solo la suma de nuestros hábitos de alimentación, sueño o apareamiento. La personalidad es en sí una especie de obra de arte, por lo que la pintura o el teatro modernos sugieren desde hace tiempo que también somos los actores o pintores de nosotros mismos. El ser humano es creatividad viva. La creatividad, la imaginación y la originalidad son signos de la personalidad, que no cabe imaginar fuera de las humanidades y de las ciencias naturales. Werner Heisenberg, uno de los mayores y más originales científicos de todos los tiempos, dejó escrito:
El espíritu de la época es probablemente un hecho tan objetivo como cualquier hecho de la ciencia, y este espíritu trae a primer plano ciertos rasgos del mundo que son independientes de la época y que en ese sentido se pueden llamar eternos. El artista trata en su trabajo de hacer comprensibles esas características, y en ese intento se deja llevar a las formas del estilo en el que trabaja.
Por eso ambos procesos, el de la ciencia y el del arte, no son muy diferentes. Ciencia y arte modelan a lo largo de los siglos un lenguaje humano con el que se puede hablar de las partes más remotas de la realidad, y los sistemas conceptuales coherentes son igualmente como los diferentes estilos artísticos, distintas palabras o frases de esa lengua.
El fracaso de la concepción científica del mundo no reside pues en la ciencia, sino en la opinión aciéntífica que deifica la ciencia y la emparenta con una religión también mal entendida.[...] Haciendo caso omiso del espíritu y observando solo el universo, desaparece evidentemente todo sentido humano. Pero eso no es culpa del universo, sino nuestra....
Markus Gabriel
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