Beard, de 63 años, es la intelectual de moda en Reino Unido. Su vasto conocimiento del mundo antiguo y su proverbial talento divulgador, desplegados en obras como SPQR, permiten a Beard contextualizar y enfocar certeramente los debates contemporáneos. De ello da fe Mujeres y poder, un pequeño libro que publica en español Crítica y que, como anuncia su título, se adentra en uno de los debates más calientes del momento.
El funcionario examina su expediente y concluye que, lejos de deber dos mil libras, Beard goza incluso de un pequeño crédito a su favor. Sucede que había pagado de más. “Joder”. “Gracias, gracias”. “Es usted una joya”. Cuelga el teléfono sonriente y, para celebrar que es un poco más rica de lo que creía hace cinco minutos, descorcha una humilde botella de pinot griglio. Sirve dos generosos vasos e invita al intruso a encender la grabadora.
Contemplar a la gran experta en la Roma clásica conversar
amigablemente por teléfono con un funcionario anónimo de Hacienda es una
manera, tan buena como cualquier otra, de reconciliarse con la
Humanidad. Como toda plebeya honrada, Mary Beard
paga sus impuestos. En concreto, trata de convencer al funcionario de
que debe dos mil libras a las arcas públicas. La presencia del
periodista no impide a Beard desplegar sus intimidades fiscales y
bancarias sobre la mesa de la cocina de aire campestre de su acogedora
casa de Cambridge.
Beard,
de 63 años, es la intelectual de moda en Reino Unido. Su vasto
conocimiento del mundo antiguo y su proverbial talento divulgador,
desplegados en obras como SPQR, permiten a Beard contextualizar y enfocar certeramente los debates contemporáneos. De ello da fe Mujeres y poder,
un pequeño libro que publica en español Crítica y que, como anuncia su
título, se adentra en uno de los debates más calientes del momento.
El funcionario examina su expediente y concluye que, lejos de deber dos mil libras, Beard goza incluso de un pequeño crédito a su favor. Sucede que había pagado de más. “Joder”. “Gracias, gracias”. “Es usted una joya”. Cuelga el teléfono sonriente y, para celebrar que es un poco más rica de lo que creía hace cinco minutos, descorcha una humilde botella de pinot griglio. Sirve dos generosos vasos e invita al intruso a encender la grabadora.
Pregunta. El primer ejemplo documentado de un hombre mandando a una mujer callar está en la Odisea. ¿Silenciar a Penélope, su madre, forma parte del desarrollo de Telémaco como hombre?
Respuesta. Necesitamos comprender que son problemas profundamente arraigados en la historia de la cultura occidental desde hace milenios. Con eso no quiero decir que estemos atrapados en ellos, pero debemos buscar soluciones diferentes. Cuando ves ejemplos de mujeres silenciadas en el mundo antiguo, es fácil concluir que forma parte de una discriminación general. Pero lo que muestra la Odisea es que es más que eso. Para dejar de ser un niño y convertirse en hombre, Telémaco debe aprender a callar a las mujeres. Es un silenciamiento mucho más activo. El poder del hombre está correlacionado con su capacidad de silenciar a las mujeres. Toda la definición de la masculinidad dependía del silenciamiento activo de la mujer.
P. Si las mujeres no son atraídas a las estructuras de poder, ¿por qué la inercia histórica es cambiar a las mujeres y no esas estructuras?
R. Pensamos en las estructuras de poder como masculinas y hacemos que las mujeres encajen, que cambien su comportamiento al acceder al poder. Acaban actuando, interpretando un guion. Pero no hay que cambiar a las mujeres, sino las estructuras. Hay que pensar qué es el poder, cómo hablamos de él, cómo está conectado a la celebridad, cómo son la imagen y el lenguaje asociados al poder. Veremos que es una versión extremadamente masculina. Poder es algo que tú tienes y yo no. Queremos grandes lideres. Pues no. Lo que queremos es grandes contribuidores. Cuando veo cursos de liderazgo en la universidad, me pregunto dónde enseñamos a la gente a ser seguidora. Un líder grande y macho con una pirámide por debajo es una de las maneras posibles, pero no la única.
P. Se cumplen cien años del momento en que
las primeras mujeres consiguieron el derecho a voto en su país, Reino
Unido, y el derecho a ser elegidas diputadas. Pero hay estudios que
demuestran que, aún hoy, el rol de las mujeres en los parlamentos sigue
siendo el de promover legislación sobre asuntos relacionados con los
intereses tradicionalmente asociados a las mujeres.
R. Y está bien. Alguien tiene que defender a las mujeres. Pero sigue dejándolas fuera de las estructuras masculinas de poder. Siguen siendo segregadas a la sección de intereses femeninos. Hay que estar agradecido, y si yo fuera una mujer en el Parlamento también querría levantarme por las mujeres. Pero sigue habiendo una diferencia. La gente escucha a las mujeres cuando hablan de asuntos de mujeres de una manera que no las escuchan cuando hablan de economía.
P. Usted misma, el primer libro que publicó, más allá del ámbito académico, fue un manual para madres trabajadoras (The good working mother's guide, 1989).
R. Es fácil, le diré por qué. Cuando tienes hijos muy pequeños, dispones de basante tiempo, pero nunca en periodos largos. Media hora aquí, 20 minutos allá. No tienes tiempo de pensar, pero tienes bastantes trozos de tiempo. Yo buscaba algo que pudiera escribir en trozos. No puedes escribir un artículo académico con 20 minutos aquí, 30 minutos allá. Por otro lado, hay algo muy curioso al tener hijos: adquieres una cantidad enorme de conocimiento y experiencia práctica, y luego todo se va a la basura. Fue juntar esos trozos de tiempo con, de alguna manera, utilizar lo que conoces.
P. ¿Qué opina de la campaña global del #MeToo?
R. Está siendo muy importante. Las redes sociales son muy buenas para empezar las cosas, el problema es que un hashtag no cambia de hecho nada. Si quieres solucionar el problema, no es suficiente encontrar gente que lo señale en el pasado. Tienes que cambiar el equilibrio del poder.
P. En una reciente entrada de su blog en The Times Literary Supplement, quiso subrayar la diferencia entre comportamiento inapropiado ocasional y sistemático. ¿No defiende la tolerancia cero?
R. No creo en la cultura de tolerancia cero porque todos hacemos cosas estúpidas. ¡No quiero un mundo en que nadie nunca sea maleducado! Pero tampoco quiero un mundo en que la gente sea sistemáticamente inapropiada. Yo, en muchas ocasiones, he hecho cosas inapropiadas. No creo que deba ser lapidada por eso.
P. ¿Seguirá viendo películas de Woody Allen a pesar de su supuesto abuso de las mujeres?
R. He disfrutado de películas de Woody Allen desde que tengo memoria. Hay muchos aspectos de él que deploro. Pero me iré a la tumba pensando que Annie Hall es divertida. ¿Qué hacemos? Es difícil de saber. Esto es inaceptable, tío, pero también haces buenas películas. Tenemos que ser mucho más sofisticados que pensar que la gente es solo buena o mala. Hay que hallar la manera de lidiar con alguien que es brillante y horrible. Cómo manifestar nuestra desaprobación de algunos aspectos de la vida de alguien, mientras reconocemos otros.
P. Leerla y escucharla es comprender que las respuestas no suelen ser sencillas. Pero vivimos en un mundo que demanda respuestas simples.
R. ¡Esto es complicado! Cualquiera que diga que esto es simple es que no lo ha pensado a fondo. El papel de los académicos, y también el de los políticos, es decir, que la complejidad es buena.
P. ¿Cuánta complejidad cabe en 280 caracteres?
R. Cualquiera que use Twitter, yo incluida, dice cosas que no quiere decir realmente. Necesitamos un formato en el que la gente pueda expresar duda y complejidad. Debemos mejorar la conversación.
P. Los extremos monopolizan ciertos debates en redes sociales. ¿Tienen los más moderados la responsabilidad de intervenir?
R. Las redes sociales no han cambiado la
manera en que la gente habla o piensa. Cuando yo era estudiante decíamos
cosas horribles de nuestros profesores, pero lo decíamos en el bar.
Twitter lo amplifica, y eso igual es bueno. Lo importante es que no
tienes que decir que mi vagina huele a repollo para decir que no estamos
de acuerdo. ¡Qué horrible sería un mundo en el que todos estuvieran de
acuerdo! Yo tengo opiniones muy fuertes sobre muchas cosas, que encajan
en los estándares del feminismo. ¿Querría que todo el mundo estuviera de
acuerdo conmigo? Claro que no.
P. Su actitud la ha convertido en referente de muchas mujeres que quieren ser valoradas por sus ideas y no por su aspecto.
R. Es importante mostrar a la gente que puedes ser mayor y estar cómoda. Claro que me molestan ciertas cosas malas que dicen sobre mí, si no sería una psicópata, pero no me afectan demasiado. Y creo que es importante, especialmente para las chicas jóvenes, ver a una mujer mayor que está por ahí, que dice tacos, que habla de lo que sea y no es amedrentada por la gente que le dice que se calle.
Fuente: https://elpais.com/cultura/2018/02/09/actualidad/1518195599_638386.html?id_externo_rsoc=TW_CM
El funcionario examina su expediente y concluye que, lejos de deber dos mil libras, Beard goza incluso de un pequeño crédito a su favor. Sucede que había pagado de más. “Joder”. “Gracias, gracias”. “Es usted una joya”. Cuelga el teléfono sonriente y, para celebrar que es un poco más rica de lo que creía hace cinco minutos, descorcha una humilde botella de pinot griglio. Sirve dos generosos vasos e invita al intruso a encender la grabadora.
Pregunta. El primer ejemplo documentado de un hombre mandando a una mujer callar está en la Odisea. ¿Silenciar a Penélope, su madre, forma parte del desarrollo de Telémaco como hombre?
Respuesta. Necesitamos comprender que son problemas profundamente arraigados en la historia de la cultura occidental desde hace milenios. Con eso no quiero decir que estemos atrapados en ellos, pero debemos buscar soluciones diferentes. Cuando ves ejemplos de mujeres silenciadas en el mundo antiguo, es fácil concluir que forma parte de una discriminación general. Pero lo que muestra la Odisea es que es más que eso. Para dejar de ser un niño y convertirse en hombre, Telémaco debe aprender a callar a las mujeres. Es un silenciamiento mucho más activo. El poder del hombre está correlacionado con su capacidad de silenciar a las mujeres. Toda la definición de la masculinidad dependía del silenciamiento activo de la mujer.
P. Si las mujeres no son atraídas a las estructuras de poder, ¿por qué la inercia histórica es cambiar a las mujeres y no esas estructuras?
R. Pensamos en las estructuras de poder como masculinas y hacemos que las mujeres encajen, que cambien su comportamiento al acceder al poder. Acaban actuando, interpretando un guion. Pero no hay que cambiar a las mujeres, sino las estructuras. Hay que pensar qué es el poder, cómo hablamos de él, cómo está conectado a la celebridad, cómo son la imagen y el lenguaje asociados al poder. Veremos que es una versión extremadamente masculina. Poder es algo que tú tienes y yo no. Queremos grandes lideres. Pues no. Lo que queremos es grandes contribuidores. Cuando veo cursos de liderazgo en la universidad, me pregunto dónde enseñamos a la gente a ser seguidora. Un líder grande y macho con una pirámide por debajo es una de las maneras posibles, pero no la única.
R. Y está bien. Alguien tiene que defender a las mujeres. Pero sigue dejándolas fuera de las estructuras masculinas de poder. Siguen siendo segregadas a la sección de intereses femeninos. Hay que estar agradecido, y si yo fuera una mujer en el Parlamento también querría levantarme por las mujeres. Pero sigue habiendo una diferencia. La gente escucha a las mujeres cuando hablan de asuntos de mujeres de una manera que no las escuchan cuando hablan de economía.
P. Usted misma, el primer libro que publicó, más allá del ámbito académico, fue un manual para madres trabajadoras (The good working mother's guide, 1989).
R. Es fácil, le diré por qué. Cuando tienes hijos muy pequeños, dispones de basante tiempo, pero nunca en periodos largos. Media hora aquí, 20 minutos allá. No tienes tiempo de pensar, pero tienes bastantes trozos de tiempo. Yo buscaba algo que pudiera escribir en trozos. No puedes escribir un artículo académico con 20 minutos aquí, 30 minutos allá. Por otro lado, hay algo muy curioso al tener hijos: adquieres una cantidad enorme de conocimiento y experiencia práctica, y luego todo se va a la basura. Fue juntar esos trozos de tiempo con, de alguna manera, utilizar lo que conoces.
P. ¿Qué opina de la campaña global del #MeToo?
R. Está siendo muy importante. Las redes sociales son muy buenas para empezar las cosas, el problema es que un hashtag no cambia de hecho nada. Si quieres solucionar el problema, no es suficiente encontrar gente que lo señale en el pasado. Tienes que cambiar el equilibrio del poder.
P. En una reciente entrada de su blog en The Times Literary Supplement, quiso subrayar la diferencia entre comportamiento inapropiado ocasional y sistemático. ¿No defiende la tolerancia cero?
R. No creo en la cultura de tolerancia cero porque todos hacemos cosas estúpidas. ¡No quiero un mundo en que nadie nunca sea maleducado! Pero tampoco quiero un mundo en que la gente sea sistemáticamente inapropiada. Yo, en muchas ocasiones, he hecho cosas inapropiadas. No creo que deba ser lapidada por eso.
P. ¿Seguirá viendo películas de Woody Allen a pesar de su supuesto abuso de las mujeres?
R. He disfrutado de películas de Woody Allen desde que tengo memoria. Hay muchos aspectos de él que deploro. Pero me iré a la tumba pensando que Annie Hall es divertida. ¿Qué hacemos? Es difícil de saber. Esto es inaceptable, tío, pero también haces buenas películas. Tenemos que ser mucho más sofisticados que pensar que la gente es solo buena o mala. Hay que hallar la manera de lidiar con alguien que es brillante y horrible. Cómo manifestar nuestra desaprobación de algunos aspectos de la vida de alguien, mientras reconocemos otros.
P. Leerla y escucharla es comprender que las respuestas no suelen ser sencillas. Pero vivimos en un mundo que demanda respuestas simples.
R. ¡Esto es complicado! Cualquiera que diga que esto es simple es que no lo ha pensado a fondo. El papel de los académicos, y también el de los políticos, es decir, que la complejidad es buena.
P. ¿Cuánta complejidad cabe en 280 caracteres?
R. Cualquiera que use Twitter, yo incluida, dice cosas que no quiere decir realmente. Necesitamos un formato en el que la gente pueda expresar duda y complejidad. Debemos mejorar la conversación.
P. Los extremos monopolizan ciertos debates en redes sociales. ¿Tienen los más moderados la responsabilidad de intervenir?
P. Su actitud la ha convertido en referente de muchas mujeres que quieren ser valoradas por sus ideas y no por su aspecto.
R. Es importante mostrar a la gente que puedes ser mayor y estar cómoda. Claro que me molestan ciertas cosas malas que dicen sobre mí, si no sería una psicópata, pero no me afectan demasiado. Y creo que es importante, especialmente para las chicas jóvenes, ver a una mujer mayor que está por ahí, que dice tacos, que habla de lo que sea y no es amedrentada por la gente que le dice que se calle.
Fuente: https://elpais.com/cultura/2018/02/09/actualidad/1518195599_638386.html?id_externo_rsoc=TW_CM
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