Bruselas investiga la legalidad del tratamiento otorgado por el 
Gobierno español a los créditos fiscales de los que disfruta la banca
Las entidades aseguran que todo ha sido supervisado por las autoridades europeas y que no conciben un cambio de criterio
De haberlo, los bancos deberían captar más capital para asegurar su solvencia; de lo contrario, sería el Estado quien debería contabilizar esos millones como parte de las ayudas públicas para rescatar al sector financiero
    
  
 Capital de no tanta calidad
 "No somos Italia ni Grecia"
Las entidades aseguran que todo ha sido supervisado por las autoridades europeas y que no conciben un cambio de criterio
De haberlo, los bancos deberían captar más capital para asegurar su solvencia; de lo contrario, sería el Estado quien debería contabilizar esos millones como parte de las ayudas públicas para rescatar al sector financiero
| La comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager. | 
 Nos habían hecho creer que el rescate a la banca 
española había concluido. Que la reestructuración financiera estaba 
terminada y que la salud de nuestros bancos, según  los test de estrés de octubre, era excelente. Pero no. Como si se tratase de un enrevesado guión de culebrón, la historia da un nuevo giro.
 El pasado martes,  Bruselas anunció que está investigando si los DTA
 de la banca española son o no una ayuda ilegal de Estado (también 
investiga a Italia, Portugal y Grecia). El asunto es rebuscado y 
técnico, pero están en riesgo nada menos que entre  40.000 y  40.800
 millones de euros, según las últimas estimaciones. Una cuantiosa receta
 que, si el asunto se complica, tendríamos que abonar, de nuevo, todos 
los contribuyentes españoles.
 ¿Qué son los DTA? Se trata de un dinero que 
actualmente los bancos contabilizan como capital de máxima calidad y 
gracias al cual superaron el examen de solvencia, pero que, en caso de 
que cambie el criterio se traduciría en suspensos y en la necesidad de 
nuevos rescates.
 Los banqueros españoles, aunque 
ojipláticos ante el anuncio de Bruselas, aseguran que no tienen ningún 
temor. Apuntan a los intereses políticos como motivo de la 
investigación. "Es un tema que tiene un componente más político que 
económico por el tipo de países que estamos más afectados por los DTA. 
El problema, en Europa, es que tenemos una normativa de capital 
unificada para todos los bancos, pero no tenemos criterios fiscales 
unificados. España e Italia tratan de forma distinta los DTA a como lo 
hacen Francia o Alemania", aseguró José Sevilla, consejero delegado de 
Bankia, en el XXII Encuentro del Sector Financiero celebrado esta semana
 en Madrid.
 Para entender un poco mejor la situación,
 hay que empezar por saber de qué estamos hablando. DTA son las siglas 
que responden a  Deferred Tax Assets, es decir, 
Activos Fiscales Diferidos. Una especie de conejo en la chistera de la 
ingeniería financiera que encaja en la legalidad y del que disfrutan las
 empresas en todos los países europeos, aunque cada uno los adereza al 
gusto nacional.
 Capital de no tanta calidad
 
 Se trata de créditos fiscales que las empresas generan frente al Fisco 
en base a unos gastos que no pueden deducirse del Impuesto de 
Sociedades. Por ejemplo, el dinero que aparcan para cubrir problemas 
futuros (provisiones) y el que se gastan en los planes de pensiones de 
sus empleados. Ambos reducen los beneficios pero no la base imponible 
sobre la que pagan impuestos, por lo que, supuestamente, su factura 
fiscal es mayor de lo que debería. Por eso, el Estado calcula ese 
desfase y permite contabilizarlo como un crédito con Hacienda. Si además
 la compañía tiene pérdidas, éstas también podrán ser compensadas con 
beneficios del futuro y engordar esos DTA. Hasta el punto de que 
empresas con beneficios pueden acabar sin pagar un duro a Hacienda en 
base a esas compensaciones.
 La reforma financiera 
española, con compras de bancos en quiebra, pérdidas abundantes y demás 
estragos ha cargado a la banca de este tipo de créditos. Pero, ¿qué pasa
 si esos beneficios no llegan y la compañía acaba en quiebra? ¿Paga 
alguien ese dinero?
 Ante las dificultades para llegar
 a cobrar esos DTA en ausencia de beneficios o en caso de quiebras, los 
reguladores financieros internacionales cambiaron de criterio. Las 
reglas del sector, conocidas como Basilea III, han prohibido lo que 
hasta entonces estaba permitido, que esos DTA pudieran ser considerados 
capital de máxima calidad (aquel que es el mínimo exigible para que una 
entidad sea considerada viable), y ha dado a los bancos un plazo de 
cinco años para sacar esas cuantías del Core Capital Tier1, donde están 
los activos de mayor calidad de los bancos.
Un regalo a la banca
 ¿Hay motivos para el pánico? Sin esos DTA como capital de máxima 
calidad, la mayoría de los bancos, al menos los españoles, no cumplirían
 los requisitos de solvencia exigidos por la regulación. Es decir, no 
llegarían al capital mínimo de máxima calidad que exigen los 
reguladores. Según  El Confidencial,
 Abanca y BNM serían las entidades con más problemas. Bankia, Sabadell y
 CaixaBank también tendrían que captar más capital y solo Santander, 
BBVA y Popular podrían respirar tranquilos.
 En marzo 
de 2013, el entonces comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia, 
amplió el plazo para sacar los DTA del capital de máxima calidad de 
cinco a diez años. Pero a algunos no les pareció suficiente ayuda. Para 
evitar un nuevo descalabro financiero, países como Italia o España, 
entre otros, echaron un capote adicional a sus bancos. Arroparon esos 
DTA con la cobertura pública. España aprobó el 29 de noviembre de 2013 
un real decreto que los más críticos calificaron como un regalo a la 
banca, por el cual el Gobierno se comprometió a avalar la mayoría de los
 DTA que los bancos españoles tenían en sus balances.
 El texto servía para asegurar que, en caso de problemas, el Estado 
pagaría esas cuantías derivadas de los DTA. De esta forma transformó el 
derecho fiscal en dinero casi seguro que por tanto podía seguir contando
 como capital de máxima calidad en los balances de la banca. Bajo este 
estatus se encuentran 40.800 millones de euros. Esa decisión del 
Gobierno español fue supervisada y aprobada tanto por el Fondo Monetario
 Internacional como por Bruselas, que en aquellos momentos vigilaban al 
sector financiero rescatado.
 Gracias a eso, los bancos españoles pudieron superar con buena nota los  test de estrés a los que fueron sometidos por el Banco Central Europeo, el pasado mes de octubre.
 "No somos Italia ni Grecia"
 
 Lo que ahora se plantea Bruselas es si este 'aval' es legal o 
constituye una ayuda de Estado para favorecer a un determinado sector 
económico. Más allá del estupor por la noticia, los banqueros españoles 
aseguran estar tranquilos por haber hecho todo conforme a la ley. "Desde
 junio de 2012, la reforma del sistema financiero español ha estado 
supervisada hasta la última coma por Bruselas. Durante el año pasado, el
 Banco Central Europeo y la Autoridad Bancaria realizaron una 
investigación a conciencia en las entrañas de nuestros bancos. Dudar 
ahora de lo que se ha hecho durante todo este tiempo no tiene ningún 
sentido. No somos Italia ni Grecia", aseguran fuentes financieras.
 La única explicación posible llega desde los ámbitos políticos. 
Primero, la cartera europea de Competencia, en manos del español Joaquín
 Almunia durante toda la crisis, ha pasado ahora a manos de la danesa 
Margrethe Vestager. "A su mesa han llegado varias preguntas y 
requerimientos de información por parte de diversos parlamentarios, y 
tanto ella como el BCE están obligados a responder. Además, el nuevo 
equipo europeo de Competencia tiene interés en este cambio de criterio",
 explica otra fuente de sector.
 La jugada, de acuerdo
 con esas fuentes, tiene mucho que ver con el interés de Alemania por 
"desviar la atención del supervisor financiero, de nuevo, a los países 
del sur, y evitar que escudriñe con esmero lo que hay en su sistema 
financiero". Un nuevo pulso de los alemanes contra la banca de los 
países bautizados en los momentos más agudos de la crisis como PIGS 
(Portugal, Italia, Grecia y España).
 Aunque los 
financieros consultados aseguran que los bancos españoles están fuera de
 todo peligro, lo cierto es que la investigación de Bruselas sigue su 
curso y si ese aval sobre los DTA es considerado como una ayuda de 
Estado ilegal, la banca debería captar a toda prisa esos 40.800 millones
 para cumplir con las exigencias de tener en sus balances un capital de 
máxima calidad que al menos sea del 5,5%, según el escenario más 
estresado de los test de esfuerzo.
 De no conseguirlo,
 la receta pasaría al Estado y se sumaría a los 61.500 millones gastados
 directamente en rescatar a los bancos, a los que se añaden los  casi 300.000 millones puestos a disposición del sector por el Estado español.
 "Lo que realmente había que hacer es un seguro anticambios 
regulatorios. No es coherente que cada dos años se modifiquen las leyes.
 Eso no hay negocio que lo aguante", sentencia un financiero nada 
contento con las noticias llegadas desde Bruselas. El asunto, en 
cualquier caso, tardará mucho tiempo en resolverse.
 
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