viernes, 10 de abril de 2015

"Los gobiernos de la UE son quienes han impuesto el secretismo en el tratado con EEUU"

Helmut Scholz, el eurodiputado de la Izquierda Unitaria Europea con más información sobre el acuerdo con Washington advierte del riesgo de que Bruselas apruebe un tratado base, un "acuerdo vivo" en el que no se acoten los límites de la alianza.

Helmut Scholz, en una imagen de su página web (www.helmutscholz.eu)
Helmut Scholz, en una imagen de su página web (www.helmutscholz.eu)
Un tratado por y para las empresas: así lo definen los más críticos con el acuerdo de libre comercio que Bruselas y Washington negocian con sigilo, con el beneplácito de las grandes multinacionales. Las mismas que han estado presentes en el 92% de reuniones sobre el tratado que ha mantenido la Comisión Europea, las que durante años han presionado para impulsar este acuerdo.

Sin embargo, no fueron las grandes empresas quienes dieron alas a la Comisión para tejer una alianza que va mucho más allá del comercio, quienes envolvieron en una niebla de secretismo las negociaciones transtlánticas. "Los gobiernos de la UE fueron quienes dieron el mandato a la Comisión", explica a Público Helmut Scholz, europarlamentario. "Fueron ellos los que insistieron en que las negociaciones fueran secretas. Fueron el presidente español, la canciller alemana o el presidente francés", denuncia el máximo representante de la Izquierda Unitaria Europea (GUE/NGL) en la Comisión de Comercio Internacional, la que cuenta con más facilidades de acceso a los documentos sobre el tratado. O, más bien, la que cuenta con menos dificultades para acceder a una mínima parte de los textos.

 
El grupo parlamentario al que pertenecen fuerzas como Syriza, Podemos o Izquierda Unida es probablemente el más crítico con el oscurantismo que envuelve al TTIP (Transatlantic Trade And Investment Partnership, por sus siglas en inglés), aunque las quejas sobre la opacidad de las negociaciones continúan propagándose incluso entre socialdemócratas, liberales o conservadores, los impulsores del acuerdo en la Eurocámara. "El Parlamento está intentando participar, facilitar el entendimiento entre la Comisión y los ciudadanos", razona Scholz, recordando que la cámara sólo puede aprobar o rechazar el texto final, no intervenir en las negociaciones, en manos de la Comisión. "Sólo podemos dar nuestras impresiones, presionar a la Comisión para ir hacia un lado o hacia otro", lamenta, antes de reconocer lo que es un secreto a voces: "Hay que mejorar la transparencia".

Hace cosa de un mes este diario informó de la existencia de una sala de lectura protegida a la que los eurodiputados pueden acceder previa cita para consultar algunos documentos sobre las negociaciones del TTIP, aunque estos textos sólo recogen las posiciones de partida de la UE en las conversaciones, nunca las de Washington. "No sobrestimes lo que hay en la reading room", advierte Scholz. "Sólo hay algunos documentos de la parte europea, lo más importante es saber qué piden ambas partes, ahí debería estar el foco de debate", apunta. Como coordinador del GUE en la Comisión de Comercio Internacional, Scholz ha podido acceder en varias ocasiones a esta sala. Aunque, como el resto de eurodiputados, no puede decir nada sobre lo que haya leído dentro, bajo riesgo de sufrir sanciones administrativas, y exponiéndose incluso a responsabilidades penales.

La concepción de transparencia de la Comisaria de Interior Cecilia Malmström pasa además por imponer un límite de dos horas de consulta en la reading room, siempre dejando fuera los objetos electrónicos, siempre en presencia de un funcionario de la Comisión. Y eso, tras las protestas de cientos de organizaciones, fuerzas políticas y movimientos sociales de toda Europa. "Sólo las presiones de la ciudadanía y del Parlamento han permitido que tengamos cierto conocimiento sobre lo que pasa", reconoce Scholz, apuntando que el acuerdo que afectará a muchas áreas distintas, no sólo al comercio: "Acceso al mercado, inversión, agricultura, propiedad intelectual, energía, medio ambiente"... y un largo etcétera. "Todo está en la mesa de negociaciones", advierte.

El riesgo del "tratado vivo"
Primero fue 2014, luego 2015, y hoy no está clara la fecha límite de la Comisión para dejar listo para su ratificación el tratado-otro proceso que también podría llevar meses, incluso años-. "Merkel ha dicho que está de acuerdo con Obama en que deben cerrar las negociaciones cuanto antes", recuerda Scholz. "Uno de los peligros podría ser que se impulsara un primer acuerdo político cerrado y se dejaran los asuntos concretos para negociaciones futuras. Eso supondría un problema. Los ciudadanos deben insistir en que todos los contenidos queden claros antes de cerrarse las negociaciones, y no dejar que se introduzca un acuerdo vivo que siga mutando", advierte.

La cláusula ISDS que permitirá a las multinacionales demandar a los estados ante paneles arbitrales privados, o el Consejo de Cooperación Reguladora que podría sentar a las empresas en la misma mesa que a los poderes democráticos para legislar son otros de los aspectos del TTIP que más preocupan al eurodiputado, que sin embargo es menos tajante en su rechazo al acuerdo que otros compañeros de grupo.

Día mundial contra el TTIP
Cientos de organizaciones y movimientos sociales, decenas de fuerzas políticas, y por tanto miles de ciudadanos a ambos lados del Atlántico esperan con impaciencia la llegada del próximo 18 de abril para mostrar su rechazo al TTIP y pedir que la Comisión pare las máquinas y sentencie el acuerdo a muerte.

Ya hay previstas cientos de manifestaciones y concentraciones en distintos municipios en Norteamérica y en el Viejo Continente, en el marco de una protesta que en nuestro país se ha visto impulsada especialmente por la Campaña contra el TTIP y por organizaciones como ATTAC o Ecologistas en Acción.
Partidos políticos como IU o Equo han cargado contra el TTIP desde el arranque de las negociaciones, a mediados de 2013, y Podemos lo ha hecho desde su entrada en la Eurocámara, el 25 de mayo de 2015. Hasta la fecha, el partido de Pablo Iglesias había dejado la labor de alertar sobre los peligros del acuerdo en manos de Lola Sánchez, una de las compañeras del secretario general del partido y eurodiputado en Bruselas. Hoy, la dirección estatal ha decidido cargar las tintas y utilizar su potencia comunicativa para decir no al polémico TTIP.

Este viernes, el secretario de Relaciones con la Sociedad Civil del partido, Rafa Mayoral, arropará a la eurodiputada en una nueva charla sobre el acuerdo prevista para las siete de la tarde en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Hablarán sobre los supuestos beneficios económicos que la Comisión Juncker asocia al acuerdo, resaltarán algunos de sus aspectos más oscuros y dejarán muy clara la posición de Podemos sobre el TTIP, como Sánchez lleva haciendo desde que llegó a Bruselas, y como ha explicado en varias ocasiones a este diario: No hay nada que negociar sobre el acuerdo, simplemente hay que pararlo.

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