viernes, 10 de abril de 2015

Las cloacas del sexo

Son niñas encerradas en cubículos donde reciben a catorce clientes al día por 1,2 euros el servicio. «Solo espero que no me maten de una paliza y no contraer el sida». Prostitutas de Bangladesh cuentan su vida

 Hasina todavía siente escalofríos cuando recuerda aquella cálida noche de julio. Han pasado ya casi cinco años desde que una turba de violentos islamistas radicales les atacó e incendió el complejo de chabolas de bambú y uralita en el que trabajan a la orilla del río, pero las heridas continúan abiertas. «Tuvimos que saltar al agua para que no nos quemaran vivas, y muchas ni siquiera sabían nadar. Afortunadamente no murió nadie, pero perdimos casi todo lo que teníamos y estuvimos más de un mes viviendo al raso», recuerda esta mujer de 42 años que, como muchas de las que ejercen la prostitución en el complejo de burdeles de C&B Ghat de la ciudad bengalí de Faridpur, vendió su virginidad incluso antes de que le llegara su primera menstruación.

Lima fue violada cuando tenía 13 años.
Lima fue violada cuando tenía 13 años. / ZIGOR ALDAMA
Aunque las autoridades de Bangladesh aseguraron que la violencia no se volvería a repetir, Hasina asegura que la situación no ha mejorado. Aunque ya se les permite salir calzadas a la calle y no se prohíbe que sus cuerpos sean enterrados con los del resto de los vecinos como sucedía hasta hace poco, la crisis económica que también se siente en la antigua Pakistán Oriental hace estragos entre las miles de mujeres que se juegan la vida satisfaciendo las necesidades de una población que, según Ahya Begum, directora de una asociación local de prostitutas que exigen sus derechos como seres humanos, está «reprimida por las retrógradas convenciones sociales y una interpretación cada vez más integrista del islam».

Una prostituta del burdel de Faridpur, donde trabajan 200 mujeres, trata de convencer a un cliente para que la escoja a ella. / ZIGOR

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