La venida de
Mohamed VI en el verano de 1999 como heredero del trono en Marruecos a raíz de una súbita desaparición de son progenitor
Hassan II, se bautizó en la prensa nacional como
“la primavera marroquí”.
Una nueva etapa, como se esperaba, para edificar un país moderno a
través de una transición decidida, guiada por el joven monarca, con el
apoyo de la nueva élite que se denominaba
“generación M6” que, a
juicio de muchos observadores occidentales, quisiera anunciar una
ruptura con el reinado de su padre sobre todo en dossieres como lo de
los derechos humanos, la corrupción y la libertad de expresión,
permitiendo un margen, aunque muy estrecho, de tolerancia a la prensa
independiente, en tocar temas tabúes que pertenecían, en los tiempos de
Hassan II, al inviolable dominio del palacio.
Este proceso de democratización y de apertura a la marroquí se vio ralentizado y asfixiado por no decir abortado ya por las
detenciones y las durísimas sentencias de la semana pasada pronunciadas en el caso de los
líderes de “Hirak” (revuelta) de Rif, 20 años de prisión a
Nasser Zafzafi y sus compañeros, así como tres años firmes para el polémico y popular periodista
Hamid El Mahdaoui.
Estos terribles veredictos que, a juicio de muchos observadores y
activistas de derechos humanos, nos recuerdan aquellos negros años de
plomo que la mayoría optimista del pueblo marroquí creía que ya es agua
pasada que hay que olvidar a pesar de las incurables secuelas que ha
dejado en la memoria colectiva de las víctimas. La creación de la
instancia de la reconciliación y equidad liderada por un icono de
aquella etapa,
Driss Ben Zekri, imitando a Nelson
Mandela en la idea de que había que establecer un nuevo contrato social
basado en una verdadera reconciliación dando carpetazo a esta página
sangrienta de la historia política contemporánea del país, que se adapte
a la nueva era deseada, por lo menos en los discursos, por el joven
monarca en su concepto explícitamente expresado en varias ocasiones del
nuevo Marruecos del siglo XXI.
Obviamente, la observación tangible de la vida política y el estado
actual de las libertades públicas, excepto la audaz empresa de
reconciliación con las víctimas de las torturas del pasado, no nos
deja, indudablemente, ningún margen al optimismo, puesto que el proceso
de estrechamiento del espacio de la libertad de expresión no dio ninguna
señal de dicha apertura.
La “nueva era” no abandonó esta política de “criminalización de la
prensa” que consistió en una sucesión de incidentes empezando por la
encarcelación de
Ali Lmrabet, director de
“Demain”, el perseguimiento de
Boubker El jamai director de lo
”journal”, el secuestro de la revista
“Nichan” de
Benchemsi por haber tratado el sexo y la religión desde la anécdota la detención del director de
“Lakom” Anouzla, y últimamente
El Mahdaoui por haber ”gritado” en una manifestación en el Rif y por otros motivos que afectan a la seguridad del Estado.
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Viñeta de Iñaki&Frenchy |
Creo que en el caso de Marruecos, a pesar de los indicios de
optimismo en algunos aspectos del proceso de democratización y reforma
del país, lo cierto es que le queda mucho camino por recorrer debido,
primero, a la prudencia políticamente exagerada del régimen, y, segundo,
al peso de la carga histórica, política y económica heredada del pasado
y gestionada, aparentemente, por un bloque político, el denominado
partidos de la mayoría, Islamistas y partidos creados por el “Majzen”
mismo, de dar respuestas a las demandas tan urgentes de un pueblo
desesperado que se ha expresado a las claras a través de los
hechos de Rif, Jerada, Zagora,
etc., y lo está haciendo en las redes sociales, herramienta que permite
a las masas manifestar su malestar contra el encarecimiento de la vida,
el desempleo y una clase política putrefacta que no hace más que
mirarse el ombligo defendiendo sus intereses, como garantizar una
jubilación cómoda de los diputados, o aprovechar de la política para
ampliar sus beneficios empresariales como lo es el caso de
Aziz Akhannouch,
presidente del partido RNI, propietario de la petrolera “Ifriquia” y
amigo íntimo del monarca. Por ello no es de extrañar que se ha
convertido en el imaginario colectivo de la calle en el punto de mira de
las severas e irónicas críticas, con otros,
Meryem Ben Saleh,
expresidenta de la patrona, IBEX 35 marroquí y dueña de “Aguas Sidi
Ali”, de los usuarios de las redes sociales, sobre todo en estos
momentos en los cuales la campaña del boicot de los productos de estas
marcas, que monopolizan el mercado nacional, ha cumplido exitosamente su
tercer mes causando pérdidas incalculables a dichas fábricas.
Hemos de reconocer que hay más de un indicador tangible de que el
pueblo marroquí está tomando cada vez más consciencia no solo de los
tejemanejes de la política y los verdaderos actores que mueven los hilos
del puzle político en el país, en alusión al palacio, sino también de
la mediocridad o, mejor dicho, de la inutilidad de los partidos
políticos y sindicatos, mediadores tradicionales y amortiguador
necesario que suelen suavizar el choque frontal entre el palacio y la
calle.
Ante este ambiente político y social ya por sí crispado se añade el
agravante consistente en los veredictos de los últimos días, a saber las
duras penas a los líderes del Rif y al periodista
El Mahdaoui,
que la calle, estando en situación de shock, considera que no han
cometido ningún delito más que revindicar unos derechos básicos para una
vida digna a la cual todo el pueblo marroquí aspira, no solo en el Rif
sino en todo el mapa nacional.
Lo que ha rabiado más la opinión pública es la manera revanchista con
la cual el régimen ha gestionado la crisis del Rif utilizando una
justicia parcial al servicio del poder político. Ante este callejón sin
salida surgieron iniciativas por parte de los partidos políticos de la
izquierda aunque son minoritarios, así como por parte de algunos
componentes de la sociedad civil pidiendo la amnistía general al Rey
para los presos políticos con la finalidad de aliviar y sanear el clima
político tan crispado y tenso a través de una reconciliación nacional.
Creo que la calle ha enviado más de una señal y aviso, ahora toca al
palacio y solo el palacio responder favorablemente a las expectativas de
un pueblo que ya está harto de tanta incompresible paciencia si no,
todos los indicadores lo confirman, sería tarde, por la fuerza de las
cosas, evitar el estallido.
Fuente:
https://www.nuevatribuna.es/articulo/mundo/pasando-marruecos-ahora/20180701130610153565.html
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